La historia, incluso la que tenemos que recordar para no repetirla, se aprende en los libros, en los museos, donde tienen cabida los objetos de la memoria, incluidos los que exaltan otros tiempos de infausto recuerdo que causaron tanto dolor.
Las calles son para vivir el presente y pensar en el futuro, para contemplar nuestras fachadas y ver en ellas motivos que nos animen a sentir en democracia y sobre todo en libertad como una de las cosas mas preciadas que tiene el ser humano y que lo dignifica al permitirle expresar pensamientos, opiniones y enriquecerse mutuamente en sociedad.
Las calles se hicieron para pasear mientras sonríes, donde no tienen cabida mensajes con palabras llenas de odio y rencor. Donde 'las hordas' o la 'cruzada de liberación' no tienen sentido alguno para continuar en el largo camino de la paz y la armonía entre los seres humanos.
Las calles están hechas para tener nombres bonitos y si alguno de ellos refleja alguna palabra belicosa, que sea precisamente para recordar que aquí jamás debió ocurrir lo que ocurrió.
Las calles están hechas para que la gente que pasea por ellas y les mataron a sus padres, tíos o hermanos no vuelvan la vista hacia otro lado por el dolor de placas de mármol con leyendas que exaltan a sus asesinos. Y así un día tras otro, año tras año... hasta ahora.
Ojalá la 'Calle Libertad' junto a nuestro Ayuntamiento rehabilitado.
(En el Día de la Memoria Democrática. 14 de junio de 2018)