lunes, 27 de diciembre de 2021

'No mires arriba'



Hacer una comedia con mensaje serio es un riesgo. Hay que hilar fino entre ambos géneros porque suele ocurrir que quienes buscan reír se aburran y quienes desean un mensaje de denuncia tachen la película de banal.

Pero 'No mires arriba' no es una cosa ni otra. Este inclasificable divertimento (se puede ver en Netflix) es una película bipolar en la que por momentos pareces estar viendo una nueva versión de ‘Deep Impact’ y repentinamente en otros una comedia de los hermanos Farrelly. Pero desde el comentario del pedo de Sting hasta el militar que cobra las chucherías a la científica en la Casa Blanca y que la deja descolocada buena parte de la película, todas son metáforas más o menos acertadas que no dejan títere con cabeza a lo largo de su metraje. Políticos sin más interés que sus campañas y pomposas apariciones públicas, su hijo portabolsos como tantos perrosiervos de cargos de confianza, los medios de comunicación trivializándolo todo al convertir nuestras amenazas en guiones livianos para divertir y enganchar al público con chistes fáciles, Ron Perlman ridiculizando a personalidades tipo Patton, el gurú de la tecnología con un magnífico Mark Rylance, la propia ciudadanía arrasando con todo histriónicamente cuando escucha de pasada en un bar que va a caer un meteorito –es imposible no recordar el paroxismo del papel higiénico agotado, por ejemplo, o los saqueos recientes en USA y Francia-, vidas privadas de niñatos cantantes vendidos en directo, el abuso de las redes sociales, las relaciones sexuales sin tener en cuenta las sentimentales ya existentes, e incluso un pedo de Sting como símil de nuestra insignificancia a la hora de que se tomen determinaciones sobre lo que sucede en el mundo.

Hay sal gorda a veces, sí, metraje sobrepasado, también. Y algo con lo que no estoy de acuerdo: esa afirmación de que el elenco actoral está genial, cuando en ocasiones Leonardo Dicaprio resulta insoportable y tan pasado, innecesariamente histriónico en un personaje que no hacía falta tan aprensivo. 

Te cuento muchas más cosas de la peli en la videocrítica en #UltimoEstreno en Yotube. Pincha en la imagen superior para acceder a ella o en este enlace: https://youtu.be/IM9l_Z8gXYI

sábado, 25 de diciembre de 2021

Entrevista a David Ibernia, director de animación ganador en distintos festivales de cortometrajes



Entrevista al director y animador David Ibernia, ganador y finalista de varios certámenes cinematográficos con especial tratamiento al cortometraje animado. Hablamos también sobre el fenómeno de la animación en el cine y el encuentro familiar que tendrá lugar con quien desee asistir el miércoles 28 de diciembre en el parque Los Toruños (El Puerto de Santa María-Cádiz) organizado por la Escuela de Cine de la Universidad de Cádiz.

David también lamenta la falta de ideas originales para hacer buenos guiones en el cine. Nos lo cuenta en esta entrevista que puedes ver pinchando en la imagen superior del texto.



viernes, 24 de diciembre de 2021

Feliz Navidad y buen cine para 2022



Llega una noche mágica.

A través de #UltimoEstreno y de un breve recorrido en este vídeo por momentos que el cine ha inmortalizado a la hora de reflejar el nacimiento de Jesús, os deseo de todo corazón lo mejor y que podamos seguir celebrando la naVIDAd. Para que sea así, cuidaos... Y ved buen cine, que es muy sano.

jueves, 23 de diciembre de 2021

El Spielberg más social en 'West Side Story' (2021)




Hay que tenerlos bien puestos para volver a hacer ‘West Side Story’, que en su día ganó nada menos que diez Oscars. Debe ser algo más allá del capricho, una confianza plena de Spielberg en sí mismo y en su equipo habitual. Está Janusz Kaminski en la fotografía, colorida como guiño –entre tantos- a aquel clasicismo cromático de las películas de la época del filme original de Robert Wise. Está Michael Kahn en el montaje, y no encontramos al compositor John Williams por razones obvias, ya que la cinta cuenta con la banda sonora original que compuso Leonard Bernstein con las canciones de Sondheim.
Quizá ha sido que Spielberg ha considerado, de manera inconfesa durante todos estos años, que el ‘West Side Story’ de 1961 es mejorable. Estoy de acuerdo con él. Tras ver su película no podemos decir con concreción qué momentos son más brillantes que los de la original, o si aquella le gana la partida en el minuto tal o cual… Lo que sí es manifiesto es que Spielberg demuestra una vez más que es uno de los tipos más inteligentes del cine y hace su particular adaptación de la obra teatral primigenia. Cuando llegaron los recientes y desafortunados remakes de ‘Ben-Hur’ y de otras obras intocables, sus directores no tuvieron la sagacidad del director de ‘ET’. Porque en su ‘West Side Story’ se respira clasicismo, una manera de rodar que no tiene prácticamente nada que ver no solo con él mismo, sino con el cine actual. Se ha respetado pretendidamente una partitura inmortal. No se ha modernizado la historia para nuestros ojos, pero sí para nuestra conciencia social, porque lo mejor que ha hecho Spielberg en este filme es convertir una controvertida historia sociopolítica en protagonista de igual a igual que la tragedia amorosa de María y Toni. Lejos de ñoñerías, Spielberg mete el dedo en la destrucción de un barrio entero en aras de que USA progresara urbanística y culturalmente y, de manera distinta y más comprometida que la película de Wise, sitúa esta historia de enfrentamientos raciales y clasistas en un escenario derruido. Cruel y simbólica paradoja: dos bandas que llevan a gala su origen, su reivindicación sobre el lugar, pugnando por un trozo de tierra convertido en escombros, luchando por y para nada. Hay miga en esta manera de mostrarnos una película mucho más áspera, valiente –la imagen del cartel de la construcción del Lincoln Center es lapidaria, edificado sobre las casas de los demolidas de los puertorriqueños en 1958- y equilibrada que la antigua, aunque sobrada de metraje, algo que no se percibía en el clásico.
Os cuento más cosas en la videocrítica subida al canal #UltimoEstreno de Youtube recién grabada nada más llegar del estreno. Aquí tenéis el enlace: https://youtu.be/OU9e7RWpXAU

domingo, 19 de diciembre de 2021

'El poder del perro'



He estado varias semanas obviando ver 'El poder del perro'. Es escuchar el nombre de Jane Campion y entrarme sueño. Jamás entenderé cómo aquella cosa tan absurda como 'El piano' pudo llamar la atención. Aquella señora que no hablaba, de un lado para otro, con un piano de cola en una playa, esperando a alguien, y una niña odiosa berreando. Era todo tan impostado y tan pesado escuchar constantemente la música de Michael Nyman...

Compruebo la cantidad de gente que ha visto (en Netflix) lo último de Campion, me preguntan constantemente y no tengo más remedio que verla para llegar a la conclusión de que es una verdadera lástima que una historia tan sórdida, de personajes torturados y tóxicos -nunca mejor dicho y no digo nada más para no spoilear- y que tan elegantemente cabalga entre la homosexualidad, la diferenciación de clases y la posesión ilimitada haya quedado sacrificada por el onanismo de su directora.

'El poder del perro' es tan preciosista como soporífera, tan interesante como innecesaria en muchos momentos y sobre todo tan, tan narcisista por culpa de Campion, que te pasa mirándote por encima, regodeándose en excesos de tiempo dejando imágenes técnicamente estupendas pero contradictorias con las dos piedras angulares del cine: el movimiento y la historia que se cuenta y cómo se cuenta, cosas que reciben una patada en las partes nobles cada vez que esta señora coge una cámara para rodar algo.

E insisto, es una pena. Porque 'El poder del perro' es una involución inesperada de personajes, un trampantojo sórdido y sutil a la vez.

Y no, no creo que Johnny Greenwood deba ser nominado al Oscar por su banda sonora. No porque no contribuya a generar el clima de tragedia que pulula desde el principio, ni desconozca cómo tratar musicalmente a cada personaje. Simplemente, es que no se ha dado cuenta de que estaba componiendo para Campion. Su música, atosigadora y acertadamente limitada instrumentísticamente, es átona, minimalista, machacona y rítmica para precisamente presionar. Pero no hay movimiento visual y entonces provoca un anacronismo sensorial gravísimo. La lentitud visual va por un lado y la velocidad musical por otro. Y eso es un clamoroso error, de Campion por usar algo así y del compositor por no percatarse del tempo narrativo que le han dado a la película.

Te cuento más cosas de 'El poder del perro' en una nueva videocrítica en el canal #UltimoEstreno de Youtube en este enlace. Si no estás suscrito, ya sabes. ¡Te espero para apasionarnos con el cine en #UltimoEstreno! Pincha arriba en la imagen para acceder.


jueves, 16 de diciembre de 2021

Tres años y medio para ubicar la cabina en homenaje a Antonio Mercero



Hoy se ha inaugurado en Madrid la cabina telefónica que reproduce la que hizo sufrir tanta angustia al gran José Luis López Vázquez -y a nosotros- en el extraordinario mediometraje 'La cabina'. Es un justo homenaje a su director, el cineasta Antonio Mercero. Está en Chamberí, en la plaza del Conde Valle de Suchil, a solo cincuenta metros de donde se rodó.

Su idea fue acompañada de una campaña en redes sociales con el hashtag #UnaCabinaParaMercero, que cosechó más de 4.000 apoyos y que contó con el respaldo de familiares y amigos del propio director cinematográfico, así como de la Academia del Cine y de instituciones privadas como la Fundación Telefónica.

El Pleno del Ayuntamiento de Madrid lo aprobó en agosto de 2018. Han tardado casi tres años y medio en plasmar esta iniciativa. Hay que ser incompetentes o dejados para colocar un cubo de material y cristales que se ha demorado más que construir una urbanización. Es lo que tiene la burocracia creada -o no solucionada- por los políticos. Si el bueno de Mercero llega a seguir entre nosotros y a esperar disfrutar de este homenaje, se nos marcha sin verlo colocado.




martes, 14 de diciembre de 2021

Casi 4.000 suicidios en un año. Ojalá la muerte de Verónica Forqué sirviera para algo...



En España se suicidaron en 2020 un total de 3.941 personas. Las circunstancias de la muerte de Verónica Forqué han conmocionado a todo el mundo, pero muchos de esos que ahora dicen estar consternados no se han parado jamás a reflexionar sobre el grave problema de las personas que deciden quitarse la vida, una cifra que aumenta cada año ante la desorientación que actualmente vive el ser humano, los problemas económicos, emocionales, la incomunicación, la alienación o la brutal competencia para llegar a ser el número uno a la que someten a gente ya sea anónima o famosa en repugnantes programas de televisión, incluidos los de cadenas públicas que pagamos de nuestros bolsillos.

Decía que el año pasado se quitaron la vida 3.500-4.000 personas. Las comparativas no sirven para minimizar otros factores de fallecimiento, pero sí para darnos cuenta de que hay que exigir de una vez todas mayor infraestructura sanitaria en materia de psicología y psiquiatría, de atención a quienes necesitan apoyo por sus problemas mentales, casos de los que no se hablan porque parece un tema tabú. Porque es del todo inexplicable que existan campañas intensivas de tráfico y nos hablen constantemente de los accidentes de circulación, algo que es necesario, pero cuyos datos nos revelan que en 2020 murieron 1.370 personas en las carreteras españolas. Es decir, menos de la mitad de los suicidios.

La violencia de género es algo aberrante, con lo que hay que acabar como sea, pero desde el año 2003, hace la friolera de 18 años, han sido asesinadas 1.078 mujeres a manos de esos hijos de puta. En todo este tiempo, ni siquiera esa cifra llega al 50 por ciento de un año de suicidios.

Hasta el tercer trimestre de 2021, en España se han cometido 206 asesinatos registrados por los cuerpos de seguridad, una cifra casi insignificante comparada con el número de personas que decidieron acabar con su propia vida. Y así podemos seguir, con estadísticas frías, a las que se les puede contestar con la voluntariedad del suicidio como ‘motivo de culpabilidad’ de estas personas. Pero lo que es vergonzoso es que la sanidad española no afronte por derecho el gravísimo problema de cómo estamos ‘de la cabeza’, dicho en lenguaje coloquial. Y no lo acometa con equipamientos, presupuesto, prevención… Todo lo necesario para afrontar una enfermedad situada en primera línea hoy día por culpa de cómo vivimos.

Pero no. El dinero público se va para programas televisivos con gente compitiendo por ver quién presenta mejor unas alcachofas en un plato, quién canta mejor o quién convive en espacios cerrados como cobayas víctimas de la experimentación mediática. Y da igual que participen juguetes rotos, como nuestra Verónica Forqué.

A Verónica la encontró su asistenta en su casa, sin vida… Qué horror. Qué desazón produce pensarlo. Ojalá su muerte no fuera inútil y sirviera para pararnos y pensar qué mierda de sociedad hemos creado. Me temo que millones de ahora consternados verán en breve, como una anécdota, la muerte de la actriz, y seguirán sentados en el sofá enchufados a programas con más personajes manirrotos, usados hasta la extenuación.

Qué asco de mundo estamos manteniendo.