domingo, 29 de enero de 2017

La La Land, el nuevo icono del gafapastismo


Me temo que lo peor de La La Land no es la indefectible -y necesaria, para tener memoria histórica- comparativa con los clásicos musicales. Que Ryan Gosling se sujete a una farola guiñándole el ojo con el gesto a Gene Kelly, o que el grupo de féminas recuerde a la chicas de Grease, aun sin el magnetismo de una Stockard Channing nunca valorada, son 'homenajes' o 'copias descaradas' según el espectador se tienda más a la filia o a la fobia irracional hacia el filme.

Recurrir al pasado para desprestigiar el presente es una técnica peligrosa, porque de llevarla a cabo, tendremos que medir por el mismo rasero cualquiera de las obras cinematográficas de los últimos tiempos que no tienen porqué disfrutar de un cheque en blanco si no se lo concedemos también a Damien Chazelle y su película.

El musical tiene carácter, es un género identificable, aunque les parezca una perogrullada decirlo así, como definición teóricamente pleonásmica. El musical tiene canciones, las producciones bélicas no. El cine de guerra también lo identificamos, pero a nadie se le ha ocurrido masacrar lo último de Mel Gibson por sus 'guiños' a Kubrick, entre otros maestros tras la cámara. Ni su celebrada Brave Heart tuvo comparativas con imágenes cuando Wallace se transforma en Kirk Douglas a caballo y en Escocia. Al sobrevalorado Eastwood nadie le acusó de rodar 'Memorias de América' con un fotógrafo bohemio en lugar de un cazador aventurero. Y así sucesivamente hasta comprobar que en el cine no hay nada nuevo salvo una estética rompedora que pueda envolvernos lo que siempre nos cuenta. 
Es, precisamente y hablando de musicales, lo que sucedió con Moulin Rouge, al fin y al cabo una simple historia de amor en la que una pistola golpea la Torre Eiffel y un tango rasga un parqué con una áspera y buscada iluminación. Elementos suficientes, junto con el resto de similares y maravillosos aderezos, para convertise (esta sí) en el mejor musical del cine contemporáneo, una prolongación estética y una vuelta de tuerca perfeccionada del Luhrmann de Shakespeare.
Lo peor de La La Land no es la crítica fácil, ni siquiera que es el musical más endeble del cine comercial de los últimos 20 años. Tampoco que reduzcamos el producto a una historia de amor y poco más. ¿Qué es, al fin y al cabo, el cine en su máxima expresión, reflejo del sentimiento más encomiable del ser humano? ¿Qué hizo Curtiz con Bogart y Bergman sino un folletín histórico, aun cuando los excelsos diálogos puntuales ("Los alemanes iban de gris y tú llevabas un vestido azul...") aportaban lo tan difícilmente lograble e indefectiblemente necesario para obtener la vitola de una obra maestra?

Me temo que La La Land no sufrirá la rémora de la comparativa. Lo peor de ella es que se convertirá en el buque insignia de los espectadores más pedantes, los buenistas del flowerpower que se ensimisman en los primeros treinta minutos con una Emma Stone que parece Amelie dando vueltas por un mundo que no le corresponde (lo de Jean-Pierre Jeune fue todo un icono del gafapastismo) y, aunque paulatinamente la simple historia (el amor; "los tortolitos", Torrente dixit) toma vuelo de cierta altura cinematográfica, no deja de quedarse a medio camino para culminar con un rewind tan tramposo como la propia película y que deja al binomio director-guionista en el altar de los intocables porque hay desenlace para todos los gustos. Cobardía, se llama eso.

Una lástima, porque el filme además es de esos que apabullan en sus primeros instantes con una coreografía espectacular pero que, como el prólogo aquel del león de la Disney, fue lo mejor del filme. El resto nos sirve para desear comprar el cd, silbar en el coche las canciones y ver el oscar en la vitrina del compositor. Como La La Land.


martes, 20 de diciembre de 2016

Memoria histórica en el cementerio de San Fernando

Para vivir en plena paz, hay que dignificar a quienes no la tuvieron. Para aprender de la historia, hay que conocerla a través de los testimonios que nos deja, aunque algunos de ellos estén enterrados en cal viva y entre casquillos.

Para no repetirla, hay que relegar el rencor, pero no la justicia.

Para hacer justicia, no vale dejarlo todo "como está". Dejar las cosas "como están" hubiera sido no abrir la cancela de Auschwitz para que entraran nuestros ojos, no haber revisado los libros de historia que nos contaban barbaridades, no haber dado el lugar que corresponde a quienes, en casos como este, sólo piden saber dónde están sus antepasados para honrarles. Abuelos, tíos, padres o hermanos quizá comprometidos políticos. Siempre seres humanos.

Únicamente el odio puede maniatar la verdad, la dignidad. Tan atadas como han estado durante ochenta años las muñecas de quien pueda ser una de las cuatro personas halladas ya a dos metros bajo tierra y que, unidas, están colocadas junto a su cabeza. Tan quietas como quienes prefieren mirar hacia otro lado.

Fotografías realizadas este lunes 20 de diciembre en la visita de la alcaldesa de San Fernando, Patricia Cavada, a las prospecciones arqueológicas llevadas a cabo en la fosa común del cementerio de San Fernando como primera fase, previa a la exhumación, para corroborar la existencia de restos óseos de personas represaliadas durante la guerra civil y años posteriores. Se calcula que puede haber restos de unas doscientas personas bajo la cota de dos metros de superficie.

Descansen en paz. Llegará el momento en el que lo hagan.






domingo, 11 de diciembre de 2016

Alfonso Berraquero


Tú sabías, lo sabes, que este mundo -y algunos submundos que pertenecen a él más aun- es así. Ahora vendrán quienes te han tratado de hacer daño, de tantas maneras y durante años, a escribir y decir ripios rimbombantes sobre ti, a utilizar tu muerte para sus conveniencias. Pero viviste como te dio la gana, porque tu arte fue, y es, tan grande, que tus manos, aparte de ser las de mi devoción y las de Aurora, te dieron la libertad para hacer y decir lo que pensabas.
"No me enterréis en Chiclana, por favor, eh, porque yo he vivido aquí y aquí voy a morir, en La Isla", dijiste aquella mañana de marzo de 2010 en la que te nombraron Hijo Predilecto. Así será. Y disculpa mi virulento tono del inicio, pero tú me lo perdonas porque nosotros nos entendemos.
Hasta siempre.

lunes, 21 de noviembre de 2016

Exposición '206 años de la prensa en San Fernando'


La inauguración de la exposición ‘206 años de la prensa en San Fernando’ tuvo lugar en la tarde de ayer lunes, en el Centro de Congresos y Exposiciones, en la cual estuvieron presentes tanto la alcaldesa de la ciudad, Patricia Cavada, el Consejero de Educación, Juan Luis Belizón, el primer teniente de alcaldesa, Francisco José Romero junto a miembros de la corporación.

La muestra es una semblanza de los distintos periódicos publicados en San Fernando desde 1810, fecha del IX Decreto de Libertad Política de Imprenta del 10 de noviembre, todos ellos originales y que se conservan en los archivos de la hemeroteca del Museo Histórico Municipal. La pujante actividad de la prensa escrita a lo largo de estos dos siglos y su evolución se refleja en sus portadas expuestas, así como otros elementos como el libro de actas de la Agrupación de la Prensa Isleña (1927), fotografías de periodistas isleños, etc.

Juan Luis Belizón señaló en sus palabras la importancia de la educación como elemento transversal para hacer libre a las personas y con ello poder disfrutar de una prensa libre. Patricia Cavada, por su parte, destacó que “este año del 250 Aniversario es especial y teníamos claro nuestro tributo a la prensa en sus 206 años presente en San Fernando gracias a nuestros fondos municipales”, señalando el “trabajo intenso” y agradeciendo la labor del personal municipal que ha hecho realidad esta recopilación y fuente documental. También mostró su gratitud a Diario de Cádiz, cuyo director, David Fernández, asistió a la inauguración de la exposición, por su colaboración aportando documentos históricos ante la larga trayectoria de este medio cubriendo la información generada en San Fernando. Un tomo original de 1889 con el Diario narrando las vicisitudes del submarino de Isaac Peral, dos portadas con noticias de gran calado o el título de Hijo Predilecto de San Fernando concedido en 1917 al fundador del Diario de Cádiz, el isleño Federico Joly, son algunas de las aportaciones de esta empresa editora.

En la inauguración -en la que se ofreció además un documental en el que ha colaborado Costa Cádiz Comunicación- estuvieron también presentes el presidente de la Real Academia de San Romualdo, José Carlos Fernández Moreno, y la presidenta de la Asociación de la Prensa de Jerez, María José Pacheco.






miércoles, 9 de noviembre de 2016

206 años de la prensa en San Fernando


La prensa en San Fernando, desde hace 206 años hasta ahora. Tras la conferencia de hoy organizada por la Academia de San Romualdo con la participación del Ayuntamiento, el próximo 21 de noviembre será inaugurada una exposición con curiosos originales de portadas de los periódicos con los que ha contado La Isla desde que fuera promulgado el Decreto de Libertad de Imprenta en 1810, además de otros interesantes elementos.
Entre las fotografías que hoy han sido proyectadas, ha salido esta que hacía años que no la veía. La redacción del 'San Fernando Información' en 1992, hace nada menos que 24 años, cuando transformamos el semanario en un diario con todas las de la ley. Ahí aparezco yo con 23 años, dándole ya a esto del periodismo. Franzón y Rioja como fotógrafos, hasta un dibujante -Lutgardo Fernández, un chaval que llamó la atención de la Disney y trabajó para ella posteriormente-, Helen y Jose Espigado que 'pintaban' las maquetas en pantalla, Jesús del Río, Antonio Bouza, Rafael Duarte, José Carlos Fernández dirigiendo el cotarro... Han pasado tantas cosas, han cambiado otras muchas.
Imágenes que te hacen esbozar una sonrisa. 

sábado, 29 de octubre de 2016

"Llevaba la noticia de mi padre. Ahí me enteré yo que mis hermanos habían muerto, todos juntos, los cuatro..."


Hoy se han cumplido 80 años del asesinato del que fuera alcalde isleño Cayetano Roldán. Francisco Javier Pérez Guirao ha querido que su libro, 'Las emociones de la memoria', se presentara en este señalado día. Gracias por tus letras en la dedicatoria pero, sobre todo, por las que vienen a continuación.

Dolores, hija de don Cayetano, que tuvieron que llevársela con 11 años desde San Fernando a Jerez para protegerla "porque también iban a por las mujeres", murió el 24 de febrero de 2016, con 91 años. Se fue sin saber dónde se encuentran su padre y sus tres hermanos también fusilados, cuyos restos deben estar, al menos en teoría, entre los exhumados en la fosa común de Puerto Real. Algunos de sus testimonios pueden leerse en el libro de Pérez Guirao. "Mas yo estando en Jerez, yo estando allí en la finca esa, un día llegó mi tía que iba...".



domingo, 9 de octubre de 2016

Un viaje que no necesita alforjas




No me faltan ganas para resumir lo último de Bayona con una simpleza a priori nada acorde con una historia compleja. Diría que estamos ante un niño -vivo retrato de Tom Hanks con cincuenta años menos, a modo de anécdota- cuya realidad le desborda ante una familia disuelta, una madre enferma, una abuela como ama de llaves y unos compañeros de colegio que le zurcen al salir de clase. Nada nuevo ante nuestros ojos a menos que se introduzca el elemento fantástico para hacer girar la realidad. Y entonces aparece un Ents, que diría Tolkien, y hace de psicólogo del mocito mientras el realizador trata de hilvanar todo con el hilo equivocado e insuficiente: edulcorante a raudales con sus elementos apabullando la vista y el oído del espectador, el regreso a los (impecables) efectos como fundamento en lugar de accesorio como ya hiciera en ‘Lo imposible’ o Fernando Velázquez componiendo la banda sonora más audible del año para acompañar de fondo en cenas románticas.

Sería injusto si me quedara en esta disección de la película de quien fue capaz de crear ‘El orfanato’, aquella pulcrísima mescolanza entre lo real y lo fantástico con un traje hecho a medida para el espectador. Bayona ha cosido abruptamente al monstruo que ha venido a vernos y las costuras dejan ver a las claras las carencias de un filme que, con la excepción de los no exigentes, no deja lugar a la lágrima, sino a una tosca relación entre la realidad y la ficción.

Prefiero avanzar en mi reflexión esperanzado en que Bayona regrese a los orígenes que le enseñó Guillermo del Toro en 1993, cuando en el Festival de Sitges el director catalán quedó enmudecido por aquella pequeña joya que fue ‘Cronos’ y que vimos en la misma sala el día de su estreno. Quizás la secuela de ‘Jurassic World’ que le ha encomendado Spielberg no sea lo más adecuado para comprobar si su talento fue flor de un día, máxime cuando el cineasta norteamericano lo va a poner a llenar de cosas la pantalla, que es lo que en sus dos últimas películas ha hecho Bayona.  Porque este monstruo que arrincona al pequeño Conor asombra por su fachada ostentórea y se queda a medias por sus fábulas animadas tan pedantes como inconexas con la realidad de un niño que al final debe decir la verdad siempre como conclusión de tanto barroquismo mental. Para tan poco, tantas vueltas. Para este viaje no es menester alforjas, a menos que quieras hacer espectáculo fácil utilizando traumas que son complicados de engarzar con lo fantástico. A menos que seas Del Toro y su fauno en el que se mira Bayona en secuencias de una obra de un aprendiz que no ha respetado, sino incluso dado la vuelta de calcetín, a unas reciente máxima del cineasta mexicano en la que hablaba de elevar "lo banal a lo trascendente" cuando de monstruos se trata.

Con una culminación que me retrotrae irremediablemente al Kubrick más nefasto como explicador de historias en ‘El resplandor’ en su resolución –Bayona cambia el cuadro de Nicholson por un álbum fotográfico-, mucho me temo que el edulcoramiento en pantalla y la casi intocable ternura de las historias de niñez en el cine como un plus de acercamiento al espectador, terminarán por convertirnos en monstruos a quienes no entendemos de correcciones políticas en el cine que nos impida decir la verdad de un producto en realidad gélido y confuso, cuyo riesgo al abordarlo no debe convertirse en carta blanca hacia Bayona, y del que al menos debemos aprender una lección: decir siempre la valiente verdad. De ahí esta reflexión despojada de sentimentalismo, esa peculiaridad sensitiva que, sin talento y resumido al artificio, jamás funciona.

Guillermo del Toro en Sitges en 1993, momentos después del estreno de 'Cronos'.