miércoles, 8 de enero de 2025

Los cuatro Reyes Magos en el cine: de Martin Sheen a Morricone pasando por Bob Dylan, los mormones y las abejas


Algunos dicen que los Reyes Magos, en realidad, eran cuatro. Se apoyan en una antigua leyenda bizantina recreada posteriormente en un cuento escrito en el siglo XIX por Henry van Dyke: Melchor, Gaspar, Baltasar y Artabán.

El personaje adherido al trío oficial procedía de Persia, era muy rico y llevaba tres valiosos regalos para el Niño Dios. Uno de ellos, un diamante, se lo entregó por el camino a un anciano desvalido al que unos vándalos habían robado. Esta parada fue causante de que Artabán no llegara a tiempo al punto de encuentro acordado con los otros reyes, y desde ahí comenzaron las desgracias para el monarca persa. Cuando arribó a Belén, coincidió con la matanza de los inocentes, chantajeó a un soldado romano dándole la segunda joya que llevaba para Jesús y lo encarcelaron durante treinta años. Al salir, deambuló por las calles hasta encontrar por fin, tres décadas después, al niño que buscaba... pero ya crucificado. Antes, la tercera joya que llevaba la destinó a evitar la compra de una joven para ser esclava con la que se encontró huyendo de su humillante futuro.

Esta historia ha sido llevada al cine al menos en tres ocasiones, y en el nuevo videorreportaje en #UltimoEstreno mostramos secuencias de las tres películas: una norteamericana con nada menos que Martin Sheen encarnando a Artabán, otra de animación producida por la Iglesia mormona y una italiana ¡con música de Ennio Morricone!

En el recorrido por estos tres filmes os incluyo un análisis de sus bandas sonoras con especial atención a la de Morricone por aquello de estar firmada por el maestro romano y posiblemente no sea conocida por muchos. Pero conviene no dar de lado a las otras dos bandas sonoras, una de ellas compuesta por Bruce Langhorne, el músico que inspiró a Bob Dylan para componer su icónica canción «Mr. Tambourine Man», y la otra, la película de animación, escrita por Merril Jenson, un experto en hacer músicas para anuncios televisivos estadounidenses, que maneja con bastante solvencia la orquesta y que los mormones no dudan en pasarse tres puertos y lo califican como «el John Williams de Utah».

Todo esto lo podéis conocer en el nuevo vídeo de #UltimoEstreno que estaba previsto publicarse el 6 de enero pero YouTube lo bloqueó por derechos de autor. Ya ha sido desbloqueado y aquí lo tenéis.

Espero que los cuatro Reyes Magos se hayan portado bien con todos vosotros :-)

ENLACE AL VÍDEO: https://youtu.be/RF4iG1RBwKk?si=nl-rKvQBT14ExDQL

martes, 7 de enero de 2025

«Las bandas sonoras para despedir los días» se presenta en Jerez de la Frontera el próximo miércoles 15 de enero en la Librería El Laberinto



La librería El Laberinto, con la colaboración del Ateneo Siglo XXI, ha organizado la presentación de mi libro «Las bandas sonoras para despedir los días» en Jerez de la Frontera, el próximo MIÉRCOLES 15 DE ENERO de 2025 a las 19:00 horas en la misma librería, en la céntrica calle Remedios. No hay mejor lugar para hablar sobre un libro que estar rodeados de ellos en un establecimiento referente en la provincia gaditana en cuanto a publicaciones genéricas y con mucho material sobre cine.

Tomo así el relevo de Gerardo Sánchez («Días de cine») que presentó el suyo recientemente en El Laberinto en un ciclo de presentaciones que son una gozada. La del día 15 la disfrutaréis mucho, porque hablaremos sobre el papel que desempeña la música de cine en las pelis, ofreceremos secuencias concretas para conversar sobre ellas y Adrián Otero tendrá que llamar a las fuerzas del orden público para que desalojen su local porque no habrá manera de echarnos a una hora que no sea de madrugada.

El acto es público, entrada libre y tendréis ejemplares de «Las bandas sonoras para despedir los días» si os apetece adquirirlo, que seguro que será así en cuanto conozcáis con más detalle el contenido del primer libro sobre música de cine que se ha hecho sobre secuencias específicas y con códigos QR para verlas.

¡Os espero!

martes, 31 de diciembre de 2024

Un 2024 inolvidable



Sería muy injusto si dejara pasar 2024 sin agradecerle públicamente todo lo que me ha dado y, con ello, el cariño demostrado por mucha gente en esos momentos en los que han visto la luz varios de los proyectos más importantes que he llevado a cabo en mi vida y que ya me han marcado para siempre.

Ha sido el año del nacimiento de mi libro «Las bandas sonoras para despedir los días». El 1 de febrero, cuando daba a conocer su publicación en las instalaciones de la Universidad de Cádiz, me emocionaba al ver un salón repleto de amigos y amigas, buen preludio de once meses maravillosos, de felicitaciones, entrevistas y apariciones del libro en medios de comunicación a todos los niveles, de sucesivas presentaciones, de tantas muestras de afecto, de estupendas discusiones amistosas con apasionados de la música de cine sobre acuerdos y desacuerdos sobre lo escrito...

Un libro jamás muere, como el recuerdo de las personas que habitan en nosotros, y en su juventud vive los tiempos más vertiginosos y apasionados, así que esto no acaba y el próximo 15 de enero lo presento en Jerez de la Frontera. Hablaremos de ello en estos días.

Y 2024 ha sido el año del estreno de «Los últimos del Tívoli». El Festival Internacional de Cine de Benalmádena me subió en una nube porque, tras meses de mucho esfuerzo e inconvenientes, veía la luz mi primer documental, y en un marco inmejorable rodeado de gente estupenda. Las películas tampoco mueren, y queda un largo recorrido en 2025 para ella que se inició públicamente aquel 23 de octubre inolvidable con el objetivo de mostrar una cruda realidad laboral.

Dos imágenes, la de febrero y la de octubre, que resumen un año al que agradezco todo lo que me ha dado. Y en los tiempos que corren, de absoluta falta de respeto a la intimidad, de exposiciones públicas de momentos inolvidables con quienes están a tu lado en el día a día que corren el riesgo de ser utilizados por envidiosos infelices para meter las narices en tu vida, me reservo los maravillosos instantes con mi pareja, mi familia, mi particular gente cercana inconfesable, sin los que sería imposible cumplir sueños. Ni los de 2024 ni los que vienen.

Feliz entrada de año a todos y, por extensión, felicísimo 2025.




lunes, 30 de diciembre de 2024

«Nosferatu» de Robert Eggers. Nada nuevo bajo el sol que mata al vampiro y la conexión musical Hans Erdmann-Robin Carolan-Wojciech Kilar


Si algo positivo tiene el «Nosferatu» de Robert Eggers es que suscitará interés en ese porcentaje de consumidores de cine que aún no han visto la película de Murnau de 1922
. Habrá muchos, millones, que tendrán la oportunidad de transformarse en espectadores de pleno derecho dejando atrás la condición de meros ocupantes de un
sillón en los cines o en las salitas de estar. Por lo demás, esta versión de aquel filme que supuso una ruina económica por la denuncia que le plantó la viuda de Bram Stoker al estudio por fusilar en pantalla la novela de su marido sin consentimiento, no aporta prácticamente nada y resta mucho. Lejos de desarrollar profundamente al personaje, de ahondar en sus numerosos aspectos históricos, legendarios y antropológicos, el espectador sufre la sensación -y desde el inicio- de que asiste a una película más sobre exorcismos, de posesiones diabólicas con rituales baratos en los que Defoe no le va a la zaga al padre Merrin y la hija de Depp se retuerce y altera su lenguaje como si fuera (in)digna heredera de Linda Blair. Todo ello con un metraje contaminado de sexualidad pululante que casi siempre llevó consigo Drácula ayudado por su morbo pero jamás el horrendo Nosferatu al que, en beneficio de generar mayor terror en el espectador, apenas se le ve, ni siquiera en la presentación del personaje en la que Hutter parece hablar solo con las paredes de un castillo del que Nosferatu quiere mudarse sin que conozcamos bien las razones, porque es difícil comprender porqué un tipo que solo sale de noche por las alcobas de su casa a dar vueltas luciendo su grotesco mostacho ante las arañas de las cornisas quiere irse a vivir a la concurrida Wisborg, justificándose en un enamoramiento a una enorme distancia, a través de unos sueños extraños de una jovencita falta de cariño y que Coppola sí dio coherencia temporal al origen de todo un tinglado bastante endeble. Pero eso es otra historia.

Hay que esperar que pasen dos horas inanes en «Nosferatu» para al menos salvar de la quema una brillante resolución fílmica del sacrificio de Ellen, digamos de manera rimbombante por la humanidad, y el de Nosferatu por emplearse a fondo en la cama con la chica. Eggers logra una secuencia en la que el vampiro abiertamente prefiere seguir el fornicio con mordisco mortal incluido antes de salir por patas aun sabiendo que el gallo ya ha dado el anuncio del amanecer, lo que nos provoca hasta lástima por él, y Ellen se deja para que el bigotudo deje de soltar ratas por el mundo y la peste desaparezca. Interesante transformación y eclosión romántica además del tema musical de la BSO que identifica a Nosferatu desde el inicio.

Y hablando de música, la última parte de la videocrítica la dedico al asombroso nexo que une a las bandas sonoras de Nosferatu de 1922 de Hans Erdmann , la de Robin Carolan para esta nueva versión de 2024 y cómo el polaco Wojciech Kilar quiso seguir aquella estela de Erdmann para el Drácula de Coppola, haciendo uso de cuerdas graves, rasgadas y cortas y del mismo tempo para definir al vampiro protagonista en su plena faceta como tal.

Ya tenéis la videocrítica de todo esto en el canal #UltimoEstreno en este enlace: https://youtu.be/FYTrwYsAZxs?si=iA_Fpl133xCLIhNb


lunes, 23 de diciembre de 2024

Y los medios dicen que lo de «Pone mil euros, pero es que un chico me ha dicho que...» es una anécdota


Lo de la niña liando el taco en el Sorteo de Navidad es tan surrealista que llama la atención que los medios de comunicación tilden lo sucedido como una «anécdota». Habría que explicarle a los doctos editores de El País, El Mundo y compañía que el «error» de Yadira Quinde (que así se llama la chiquilla) es mucho más que algo entretenido o curioso, que son las dos acepciones que, según el DRAE, enmarcan cualquier hecho acaecido en el ámbito de lo anecdotario. 

Los responsables del sorteo se han visto obligados a emitir un comunicado que realmente no aclara nada, porque tan solo habla del error de la chica y que en la bola que extrae aparece diáfanamente la cifra de los mil euros preceptivos y no los cuatro millones con los que in voce salió por peteneras una vez dictada la sentencia del bombo. Pero la nota de prensa omite la frase que ha provocado que el personal ande más escamado que un pavo el día antes de Nochebuena. «Pone mil euros, pero es que un chico me ha dicho que cante los cuatro millones...». Y el bizcotur de la mesa (según la obra cumbre de Cela) la hace callar repitiéndole «mil euros, son mil euros. Mil euros». Y a otra cosa. A otra bola, vamos. «Jueguen, jueguen» sobre el césped de los bombos infinitos y caprichosos. O no.

Criaturita, se ha equivocado. Eso les pasa a todos, este año a los niños de la Lotería más que nunca. Pero ¿de qué enigmático chico habla la niña? ¿A quién o a qué se refiere? ¿Es una gracia para hacerse famosa? Basta verle la cara cuando canta los cuatro millones tan convencida y su reacción para comprobar que la chiquilla no iba de maletilla en plaza navideña. Entonces, ¿qué quiso decir? ¿El chico es un amigo con el que el día antes se apostó el chiste o un productor sin escrúpulos reviviendo «El show de Truman»? Cuando en el transcurso del sorteo en directo se escuchan perfectamente las palabras pronunciadas por los protagonistas del inquietante (no anecdótico, qué puñetas) momento, ¿los locutores y locutoras que generalmente dicen pamplinadas melífluas durante la emisión no se percatan de lo sucedido ni comentan nada acorde con la situación? Al terminar el sorteo, ¿ha habido algún periodista con interés por localizar a la niña para que aclare de qué chico está hablando o practican el «yo no me meto en ná» como santo y seña de la comunicación actual?

Todo esto es muy extraño. Y lo digo yo, que no soy nada conspiranoico. Pero en un país en el que la Lotería de Navidad mueve millones de euros hasta límites inimaginables, lo sucedido no puede ser catalogado de «anécdota». Es tan ridículo como quienes, contribuyendo a las barbaridades que campan a sus anchas por las redes sociales, culpan al presidente del Gobierno. Y lo hacen convencidos, oiga. Pero lo sucedido en el sorteo de la Lotería de Navidad hay que aclararlo con mayor rigor -no lanzando notas de prensa para iniciados- y por respeto a millones de españoles que, ilusionados, esperan una mañana a que la vida les dé un giro copernicano. Por lo legal y sin sospechas de ningún tipo.

jueves, 19 de diciembre de 2024

Cosas cotianas del día

Cosas cotidianas del día (I). 
Ayer fue el día de la Esperanza, con mayúsculas. Yo no soy muy devoto trianero, pero cuando ves imágenes como esta un 18 de diciembre tiras del móvil en ese momento y...