viernes, 3 de enero de 2025
martes, 31 de diciembre de 2024
Un 2024 inolvidable
Sería muy injusto si dejara pasar 2024 sin agradecerle públicamente todo lo que me ha dado y, con ello, el cariño demostrado por mucha gente en esos momentos en los que han visto la luz varios de los proyectos más importantes que he llevado a cabo en mi vida y que ya me han marcado para siempre.
Ha sido el año del nacimiento de mi libro «Las bandas sonoras para despedir los días». El 1 de febrero, cuando daba a conocer su publicación en las instalaciones de la Universidad de Cádiz, me emocionaba al ver un salón repleto de amigos y amigas, buen preludio de once meses maravillosos, de felicitaciones, entrevistas y apariciones del libro en medios de comunicación a todos los niveles, de sucesivas presentaciones, de tantas muestras de afecto, de estupendas discusiones amistosas con apasionados de la música de cine sobre acuerdos y desacuerdos sobre lo escrito...
Un libro jamás muere, como el recuerdo de las personas que habitan en nosotros, y en su juventud vive los tiempos más vertiginosos y apasionados, así que esto no acaba y el próximo 15 de enero lo presento en Jerez de la Frontera. Hablaremos de ello en estos días.
Y 2024 ha sido el año del estreno de «Los últimos del Tívoli». El Festival Internacional de Cine de Benalmádena me subió en una nube porque, tras meses de mucho esfuerzo e inconvenientes, veía la luz mi primer documental, y en un marco inmejorable rodeado de gente estupenda. Las películas tampoco mueren, y queda un largo recorrido en 2025 para ella que se inició públicamente aquel 23 de octubre inolvidable con el objetivo de mostrar una cruda realidad laboral.
Dos imágenes, la de febrero y la de octubre, que resumen un año al que agradezco todo lo que me ha dado. Y en los tiempos que corren, de absoluta falta de respeto a la intimidad, de exposiciones públicas de momentos inolvidables con quienes están a tu lado en el día a día que corren el riesgo de ser utilizados por envidiosos infelices para meter las narices en tu vida, me reservo los maravillosos instantes con mi pareja, mi familia, mi particular gente cercana inconfesable, sin los que sería imposible cumplir sueños. Ni los de 2024 ni los que vienen.
Feliz entrada de año a todos y, por extensión, felicísimo 2025.
lunes, 30 de diciembre de 2024
«Nosferatu» de Robert Eggers. Nada nuevo bajo el sol que mata al vampiro y la conexión musical Hans Erdmann-Robin Carolan-Wojciech Kilar
Hay que esperar que pasen dos horas inanes en «Nosferatu» para al menos salvar de la quema una brillante resolución fílmica del sacrificio de Ellen, digamos de manera rimbombante por la humanidad, y el de Nosferatu por emplearse a fondo en la cama con la chica. Eggers logra una secuencia en la que el vampiro abiertamente prefiere seguir el fornicio con mordisco mortal incluido antes de salir por patas aun sabiendo que el gallo ya ha dado el anuncio del amanecer, lo que nos provoca hasta lástima por él, y Ellen se deja para que el bigotudo deje de soltar ratas por el mundo y la peste desaparezca. Interesante transformación y eclosión romántica además del tema musical de la BSO que identifica a Nosferatu desde el inicio.
lunes, 23 de diciembre de 2024
Y los medios dicen que lo de «Pone mil euros, pero es que un chico me ha dicho que...» es una anécdota
Lo de la niña liando el taco en el Sorteo de Navidad es tan surrealista que llama la atención que los medios de comunicación tilden lo sucedido como una «anécdota». Habría que explicarle a los doctos editores de El País, El Mundo y compañía que el «error» de Yadira Quinde (que así se llama la chiquilla) es mucho más que algo entretenido o curioso, que son las dos acepciones que, según el DRAE, enmarcan cualquier hecho acaecido en el ámbito de lo anecdotario.
Los responsables del sorteo se han visto obligados a emitir un comunicado que realmente no aclara nada, porque tan solo habla del error de la chica y que en la bola que extrae aparece diáfanamente la cifra de los mil euros preceptivos y no los cuatro millones con los que in voce salió por peteneras una vez dictada la sentencia del bombo. Pero la nota de prensa omite la frase que ha provocado que el personal ande más escamado que un pavo el día antes de Nochebuena. «Pone mil euros, pero es que un chico me ha dicho que cante los cuatro millones...». Y el bizcotur de la mesa (según la obra cumbre de Cela) la hace callar repitiéndole «mil euros, son mil euros. Mil euros». Y a otra cosa. A otra bola, vamos. «Jueguen, jueguen» sobre el césped de los bombos infinitos y caprichosos. O no.
Criaturita, se ha equivocado. Eso les pasa a todos, este año a los niños de la Lotería más que nunca. Pero ¿de qué enigmático chico habla la niña? ¿A quién o a qué se refiere? ¿Es una gracia para hacerse famosa? Basta verle la cara cuando canta los cuatro millones tan convencida y su reacción para comprobar que la chiquilla no iba de maletilla en plaza navideña. Entonces, ¿qué quiso decir? ¿El chico es un amigo con el que el día antes se apostó el chiste o un productor sin escrúpulos reviviendo «El show de Truman»? Cuando en el transcurso del sorteo en directo se escuchan perfectamente las palabras pronunciadas por los protagonistas del inquietante (no anecdótico, qué puñetas) momento, ¿los locutores y locutoras que generalmente dicen pamplinadas melífluas durante la emisión no se percatan de lo sucedido ni comentan nada acorde con la situación? Al terminar el sorteo, ¿ha habido algún periodista con interés por localizar a la niña para que aclare de qué chico está hablando o practican el «yo no me meto en ná» como santo y seña de la comunicación actual?
Todo esto es muy extraño. Y lo digo yo, que no soy nada conspiranoico. Pero en un país en el que la Lotería de Navidad mueve millones de euros hasta límites inimaginables, lo sucedido no puede ser catalogado de «anécdota». Es tan ridículo como quienes, contribuyendo a las barbaridades que campan a sus anchas por las redes sociales, culpan al presidente del Gobierno. Y lo hacen convencidos, oiga. Pero lo sucedido en el sorteo de la Lotería de Navidad hay que aclararlo con mayor rigor -no lanzando notas de prensa para iniciados- y por respeto a millones de españoles que, ilusionados, esperan una mañana a que la vida les dé un giro copernicano. Por lo legal y sin sospechas de ningún tipo.