domingo, 8 de septiembre de 2024

El mayor salón recreativo de Europa está en Sevilla: Arcade Planet



No sé si lo sabéis, pero el salón de máquinas recreativas más grande de Europa está en España, y más concretamente, en Sevilla.

Es probable que algunos frunzan el ceño, extrañados, porque crean que aquellos locales tan peculiares, llenos de pesados muebles con pantallas de tubo alrededor de los que formábamos corrillos con los ojos como platos, son cosas de un pasado lejano. Y no es así.

Arcadeplanet es el fruto de la pasión y el trabajo de cinco amantes de las recreativas que hace ya casi ocho años decidieron abrir un gran salón recreativo que, a día de hoy, y tras trasladar sus instalaciones de Dos Hermanas al barrio de Bellavista de la capital hispalense, mantienen una gran superficie de 2.000 metros cuadrados que alberga más de 250 máquinas.

Un lugar de ensueño, con la mejor vitola que puede tener para quienes destinamos cientos de monedas de cinco duros a aquellas 'Galaxian', 'Pacman', 'Crazy Climber' subiendo el edificio a dos mandos incordiados por macetas que caían sobre nuestra cabeza, el 'Phoenix' con su inolvidable banda sonora con guiño clásico o el 'Frogger' con la rana saltarina esquivando coches y aprovechando troncos.

Pero esta anecdótica lista de títulos es muy viejuna, como yo. Y Arcade Planet es un salón recreativo organizado extraordinariamente. Si en un pasillo con luz tenue puedes encontrar las máquinas más clásicas y siempre a la espera interminable de joyas restauradas que se van incorporando paulatinamente, en otra zona del local, a poco de entrar, se encuentran espectaculares recreativas de cabinas, con pantallas al estilo cinerama de proyectores de calidad, otras con efectos de vibraciones, ráfagas de aire, sillones que se mueven y todo un compendio de máquinas con las disfrutamos de un espectáculo audiovisual interactivo a veces cercano a la narrativa cinematográfica. Es la zona de las 'House of the Dead', 'The Lost World', la 'Salior Zombi' que además es la única que puedes encontrar en Europa... Una parcela donde están las Sega, Namco, Taito, tan distintas a las del 'pasillo viejuno' con sus perlas de Atari, Namco o Williams. Y en otras zonas, las máquinas para los más frikis del anime, o simuladores de carreras de coches, motos... ¡Un paraíso muy bien distribuido!

Se echa en falta producto patrio, aquellas versiones españolas que Recreativos Franco hizo con 'Pacuman', 'Scramble', 'Galaxian', alguna Petaco o las que Inder comercializó de la marca japonesa Universal, como 'Space Panic', 'Magical Spot' o 'Cosmic Alien', cuyos muebles dedicados fueron verdaderas maravillas de diseño (los españoles eran más bonitos que los fabricados en otros países) pero que hoy día son casi imposibles de encontrar y las pocas unidades que quedan están manos de coleccionistas que no las sueltan ni por todo el oro del mundo.

Pero ojo, que he dicho "casi" imposibles. Aquí un servidor visitó Arcade Planet ataviado con camiseta de diseño propio de la 'Cosmic Alien' y nada más llegar, Juan Diego, que es el responsable de Arcade Planet que recibe a los visitantes con una estupenda simpatía explicándoles el lugar donde están, se fijó en ella y me dijo "vente conmigo". Allá fuimos mi amigo David Gómez y yo y gracias a Juan visitamos 'el otro lado' de Arcade Planet: los talleres de reparación o los almacenes donde decenas de recreativas aguardan ser puestas a punto para continuar incrementando la oferta lúdica del salón. Subimos y bajamos escaleras, vimos pantallas guardadas, placas de juegos, soldadores, cajas repletas de piezas... y un almacén donde, en una esquina, tras otras máquinas, Juan nos mostró una 'Cosmic Alien' original. Lo hizo con la ilusión de un niño y yo la vi con el entusiasmo de alguien emocionado con su juguete favorito desde pequeño. "¡Pues esta nos la ha regalado una persona de Cádiz!", me cuenta allí, in situ, mientras me costaba articular palabra. "Nos la ha dado con la única condición de que jamás se venda", me cuenta Juan. No sé si me lo dijo como advertencia para que no insistiera porque me vio capaz de tenerla vendiendo mi alma al mismísimo diablo dibujado en el bezel de la recreativa de la que estamos hablando. Vio mi semblante y me dijo: "Pero no te preocupes, en un par de meses podrás disfrutar de ella, en cuanto la reparemos". Y tras una última vuelta al taller, nos adentramos en lo que todo el mundo ve, y disfrutamos de Arcade Planet durante cuatro horas.

Le he comentado a Juan Diego que quiero grabar un videorreportaje para #UltimoEstreno sobre el sueño que han hecho realidad, cómo han llegado hasta aquí, de dónde puñetas traen las máquinas, cómo las trasladan hasta Sevilla y el proceso de restauración, basándonos en los trabajos que vayan realizándole a la 'Cosmic Alien', que necesita un buen puñado de horas para dejarla como merece. Se ha escrito y hablado de Arcade Planet en algunos medios en estos años, pero en #UltimoEstreno vamos a contarlo TODO. Y mostrar TODO. Lo que Juan y su equipo nos deje, claro, que será mucho.

Tenemos un estupendo trabajo por delante en estos meses. Te ha caído una buena, Juan. Hablamos muy pronto ;-)

web oficial de Arcade Planet: www.arcadeplanet.es










viernes, 6 de septiembre de 2024

El ZXSpectrum reaparece con gran expectación 42 años después de su creación gracias a su emulador más fiel: «The Spectrum»



Durante los años posteriores a su aparición en el mercado en Reino Unido (abril de 1982), se vendieron alrededor de cinco millones de unidades.

En agosto de 1983, cuando apenas llevaba algunos meses en las tiendas de los principales países europeos, medio millón de hogares contaban con un ZX Spectrum. La demanda pulverizó las matemáticas cuando llegaron a fabricarse 400 máquinas por día.

El invento de Sir Clive Sinclair transformó la vida de millones de adolescentes. Algunos quisieron ser informáticos, otros solo jugadores. Y muchos de ellos lo siguen siendo, una cosa u otra, 42 años después.

Ha pasado medio siglo y el mundo ha cambiado como no podíamos imaginar. Pero con esos datos, con casi una decena de modelos sucesores que han ido incorporando mejoras a lo largo de cuatro décadas, con más de 20.000 juegos publicados para 48K y 128K y con empresas y particulares que siguen fabricando software para él... ¿ALGUIEN PENSÓ QUE NO IBA A APARECER 'LA RÉPLICA DEFINITIVA' QUE NOS DEVUELVE A LOS ORÍGENES?

Retro Games Ltd. acaba de anunciar que el 22 de noviembre de 2024 ha sido el día elegido para la aparición de «The Spectrum», la máquina más fiel a nuestro «gomas» de inicios de los ochenta. Su apariencia es prácticamente idéntica (estilo de carcasa, teclado, fuentes de letras, colores, tamaño, etc.) y en su parte trasera, donde en el original solo aparecía las rudimentarias conexiones Mic-Ear, TV y 9V de corriente, surgen cuatro puertos USB para cargar juegos y conectar periféricos y HDMI para pantalla. Hay muchas más novedades, 48 juegos preinstalados -muchos de ellos de la época dorada de este ordenador- y la posibilidad de reservarlo YA por solo 15 euros y pagar el resto hasta 99,99 euros cuando llegue la ansiada fecha, incluso en doce meses en alguno de los tres portales en los que venden «The Spectrum» en España.

En estos últimos tres días se está hablando mucho de esto, hay mucho vídeo por ahí... pero pocos como el nuevo videorreportaje subido al canal #UltimoEstreno donde no solo os hablo de esta nueva máquina, sino de unos tiempos pasados, hace 40 años, de los que recuperaremos sensaciones gracias a Retrogames. Muy agradecido a esta firma.

Ahí va el vídeo. No os lo perdáis y mucho menos si queréis comprar esta preciosidad que esperábamos muchos desde hace tiempo y algunos compatibilizaremos en casa con nuestros Spectrum originales: https://youtu.be/P0V3njDwGUw?si=4dnNTMpH74U--bZk





lunes, 2 de septiembre de 2024

Ajedrez


Hace unos días me obstiné en jugarle una partida de ajedrez al mar. Disfrutaba de suficiente visión de un tablero irregular y resbaladizo y contaba con un peón blanco para atacar. Justo cuando iba a mover, mi única pieza decidió cobrar vida, se giró hacia la derecha y salió de la escena sorteando por sí sola los embates del oponente. Entonces aquel reto dejó de tener sentido y concluimos en tablas por decisión unánime. 

Desconozco si esa señora me libró de un jaque mate seguro frente a aquella inmensidad. A veces te libras de la derrota sin quererlo porque alguien decide inconscientemente por ti. Si sucede aisladamente, es astucia. Si lo practicas como norma, es cobardía. Jamás te contagies de ella.

Fotografía: JCFM

lunes, 19 de agosto de 2024

Las cosas han cambiado


Sí, han cambiado las cosas. Y mucho. Con un ejemplo puedo demostrarlo.

En agosto de 1998, hace ahora nada menos que 26 años, cumplía con aquel ritual que suponía recibir por Correo los paquetes con las bandas sonoras que pedía a las poquísimas distribuidoras especializadas que existían por entonces o a los países de origen donde se editaban los discos.

Bastantes cientos de BSO, durante años, a costa de mi bolsillo desangrado con muchísimo gusto, llegaron a mi centro de trabajo por entonces (era absurdo poner mi domicilio, porque nunca estaba allí) e inmediatamente abría, nervioso, el paquete que contenía un material que solo podía escuchar la audiencia de #UltimoEstreno en los tiempos de la radio.

Fijaos en un detalle en la factura de este paquete, en concreto con dos grandísimas bandas sonoras: «Mulan» llegó a España el 20 de noviembre de 1998 y «Salvar al soldado Ryan» el 18 de septiembre. La película de Disney se estrenó en Estados Unidos el 5 de junio y la de Spielberg el 24 de julio. Ambos compactos llegaron a mis manos el 5 de agosto, es decir, mucho tiempo antes de que se pudieran oír en la película y ya no digamos en un disco si alguien pretendía buscarlo por cauces habituales.

Te gastabas una pasta, pero era como si los Reyes Magos llegaran cada quincena, cada mes. Así se formó poco a poco mi leonera, durante muchos años, un patrimonio que está ahí. Alguno que otro también tiene que tener algo de él, aunque falsuno y copieteado, porque tras el sangrado del bolsillo llegaba el de algún que otro advenedizo. Las cosas de ser uno un ingenuo, por no decir un carajote. Tampoco todo era tan malo en este sentido. Había con quienes se producían compras en común, intercambios, un quid pro quo del que nos beneficiamos mientras aprendíamos mutuamente. Eran los menos de tanta gente que pasó colaborando en el programa. Dos o tres de nada menos que una veintena que tuvieron un micrófono delante durante tantos años. Ellos saben quiénes son. Los malos, que jamás agradecieron nada, y los buenos.

A lo que íbamos: nada podrá igualar aquel placer. Ahora pinchas en YouTube y te bajas lo que quieras. De esto no está libre nadie, ni por supuesto yo. Pero el inconfundible olor del papel del libreto del CD, tan similar a aquellos libros de texto que absorbíamos por la nariz en las vísperas del inicio del colegio; o de la funda del disco de vinilo; o las sensaciones de la primera vez que lo pinchabas aquellas noches de miles de oyentes pendientes de lo último de Alan Menken o, en este caso, Jerry Goldsmith, CINCO MESES antes de que se pudiera oír en España, con el hermético silencio en el estudio durante la emisión del tema principal aguardando las reacciones de la gente... Eso no me lo quita nadie. «Ahora existe internet y ya no hay lugar a mi memoria», dijo en su día Carlos Pumares, pronunciando una de las frases más bonitas que he oído en los últimos tiempos, de boca de quien tuvo la culpa de mi amor por el cine.

Ya apenas compro discos. Si lo hago suelen ser bandas sonoras de épocas pasadas que aún no tengo o muy aisladamente algo actual que me resulte enorme. Fijaos si hace tiempo que lo último fue «Los anillos de poder» de Bear McCreary, y ahora estoy esperando la segunda parte. Desconozco si soy muy selectivo, o me he quedado obsoleto, o tengo otras prioridades económicas. Lo que sí tengo claro es que no echo de menos compartirlo con el resto de la humanidad.

Algunos pueden decir que cómo es posible no comprar bandas sonoras y escribir un libro o artículos sobre música de cine, pero no debemos olvidar que las bandas sonoras se deben a la imagen, y las escuchas aisladas, por mucho que no nos lo creamos, son SECUNDARIAS con respecto al cometido que tiene una banda sonora. Por lo tanto, no es correcto analizar la música de cine sin ver la película en cuestión. Y en ese ámbito, queridos, sigo pegado a una pantalla, visionando todo lo posible mientras, como titulaba el grandísimo Fritz Lang, Nueva York duerme.

sábado, 17 de agosto de 2024

«Alien: Romulus». Los goonies en el espacio en un ejercicio de amor 45 años después


Vuelvo a sentenciarlo, a costa de ser quemado nuevamente en plaza pública:
no me gusta «Aliens», de James Cameron. No estoy hablando desde su impecable perspectiva, podríamos llamar, artística y técnica. La secuela de 1986 acabó con el concepto monoteísta de un ser supremo y hostil como ninguno que Ash describió EN SINGULAR en su exposición de motivos antes de que Parker arrasara con la parte del cuerpo que quedaba de él. «Admiro su pureza. Es UN superviviente al que no afectan la conciencia, los remordimientos ni las fantasías de moralidad». Fue tal la presentación del personaje que resultó muy chocante que posteriormente se devaluara uno de los seres implacables más extraordinarios de la historia del cine para multiplicarlo y convertir aquello en una lucha de marines contra bichos. Todo lo que vino después fue perdiendo interés guionístico ante infinitas vueltas de tuerca y la devaluación que aquel politeísmo recurrente provocó sin respeto alguno al origen.

Partiendo de esa base, llega «Alien: Romulus». Pero no, la película de Fede Álvarez NO ES UNA SECUELA, sino una versión de la original de Ridley Scott. No nos confundamos. Cuando «Alien» se estrenaba en los cines en 1979, Álvarez tenía un año de edad. No pudo ver la obra maestra de Scott en las salas y estoy convencido que ha vivido toda su vida y ha plasmado en su cine las referencias de aquel grandioso filme que a saber cuándo le impactó por vez primera y a qué edad. Y el cineasta uruguayo no ha querido seguir la saga porque lo que estoy convencido es de que ha preferido hacer su «Alien» como homenaje a una de sus películas de cabecera.

Y entonces surge un bonito homenaje, un «Romulus» cargado de guiños para carrozas monoteístas como yo, en el que regresa una tripulación sacrificable (¡qué digo, vuelve Ash y sus advertencias con mayor protagonismo!), los mismos sonidos setenteros de las computadoras del futuro, la magistral banda sonora de Jerry Goldsmith a modo de homenaje para hilvanar lo nuevo con hilo antiguo pero inmortal. Aquellas notas etéreas que nos hacían flotar en el Nostromo mientras Scott nos mostraba un asombroso vals visual del despertar de los siete pilares del mundo (cada cual más dispar), enfrentándose al diablo supremo, que insisto, era uno, como corresponde al antagonista del Dios bueno, para equilibrar la existencia del ser humano, la naturaleza. La vida, en definitiva. El ying y el yang, que se dice en el taoísmo.

«Alien: Romulus» es un deleite para nostálgicos, aunque cincuenta años después se estén volviendo a hacer las mismas películas. Ya ni secuelas, sino las mismas. Es el signo de los tiempos. Y este «Romulus» se disfruta a pesar de la inverosimilitud de sustituir a una tripulación cualificada originaria por un grupo de goonies espaciales. Es, también, el marchamo de una sociedad que hay que identificar a toda costa con la pantalla.

Ya tienes la videocrítica de «Alien: Romulus» en el canal #UltimoEstreno de YouTube en este enlace. Siéntate con tranquilidad y disfrútala: https://youtu.be/l11POim0jl8

jueves, 15 de agosto de 2024

Cuarenta y cinco años de la 'avanzadilla' del equipo de rodaje de Verano Azul


Hace ahora 45 años, concretamente el 13 de agosto de 1979, llegaban a Nerja los cuatro primeros componentes del equipo de rodaje de
#veranoazul, con el objetivo de tener todo dispuesto una semana después y Antonio Mercero iniciar la grabación el 21 de agosto, como así sucedió.

Tras meses de búsqueda de localizaciones y elegirse Nerja, Fernando Quejido, ayudante de producción; Juanjo Sánchez Vila, auxiliar de producción; Germán Quejido, regidor, y Diego, conductor, conformaron la 'avanzadilla' del rodaje de Verano Azul. "Para mí es muy entrañable recordar aquellos momentos", afirma Juanjo Sánchez, que acaba de finalizar un libro que ha escrito sobre la serie y los entresijos de su rodaje y que ya ha entrado en imprenta.

En la foto, Juanjo Sánchez está a la izquierda con bigote y ataviado con camiseta amarilla.

martes, 13 de agosto de 2024

«La trampa», de Michael N. Shyamalan



Regresa Shyamalan a los cines con «La trampa», una película con una solvente primera parte en la que el director va introduciendo al espectador en los acontecimientos con tal habilidad que, sin suceder más allá de un concierto para adolescentes y un gradual conocimiento del personaje psicótico, nos mantiene en la butaca sin pestañear.

El director de «El protegido» se vuelve a mostrar como pez en el agua rodando espacios multitudinarios, marchando de un lado a otro pero con pulcritud clásica, descubriéndonos elementos u objetos importantes para el guión con movimientos de cámara hacia abajo, a un lado, sin ostentosidad, e inquieta al espectador con el convencionalismo que supone el cerco a un asesino, pero manejando los tiempos admirablemente. Otros lances son los que acontecen cuando el filme da paso a una vulgar persecución del protagonista, con policías estereotipados y situaciones inverosímiles que le benefician en sus chirriantes escapatorias del cerco de los agentes y el ramalazo hitchcockiano de andar por casa con fantasma de madre incluida que atormenta a su perturbado hijo en apariciones que suceden cuando al guión le conviene y no cuando hay que darle credibilidad a la película para que el espectador no termine cabreado.

En realidad lo que sucede es que, cuando nos sentamos a ver una película, nos predisponemos a vivir el género que se nos anuncia. Por eso nos creemos las disparatadas peripecias de James Bond o disfrutamos con Indiana Jones y sus amigos cayendo al vacío desde un avión en un bote hinchable. Pero la pregunta es –desde el principio de los tiempos- en qué género enmarcamos las películas de un tipo que ha hecho «El sexto sentido», «Señales», «El bosque» o «Tiempo». Su versatilidad sinóptica lo encumbra tanto como lo condena.

Yo me he divertido porque creo que Shyamalan, con «La trampa», también. Sin alardes filosóficos, sino con piruetas guionísticas no muy serias. Sin lo que le aportaba James Newton Howard con su música, pero con canciones pop tan livianas como la película. Y lo ha hecho siendo consciente de ello. No hay más, ni siquiera la pretenciosidad que mostraba en algunos de los títulos con los que carga en su irregular mochila. Y si encima hace calor en la calle y en el cine se está fresquito, pues mejor que mejor.

Ya tenéis la videocrítica de #LaTrampa en el canal #ultimoestreno en este enlace: https://youtu.be/XIXfe7pPxzI?si=u5XctdurEytzpZBb