Ha muerto John Gibson, programador de juegos para ZX Spectrum. Trabajó para Imagine Software, Ocean Software y Denton Design, compañías muy recordadas por los spectrumeros de los años ochenta.
Su hermana ha dejado el siguiente mensaje en su muro de Facebook: "Este mensaje es para todos los amigos de John Gibson, soy su hermana Sheila, con mucha tristeza les tengo que decir que mi amado hermano falleció el jueves, luego de luchar contra una larga enfermedad".
Dos de mis programas-juegos favoritos del ZX Spectrum allá por los años 1983 y 1984 y a los que dediqué infinitas horas fueron 'Stonkers' y 'Gift from the Gods', el primero de Imagine Sofware y el segundo de Ocean, dos compañías emblemáticas y muy conocidas por los usuarios Sinclair de aquellos años y a las que les debemos creaciones extraordinarias de la época. 'Stonkers' -un juego de movimiento de unidades de guerra, considerado oficialmente como el primer juego de estrategia bélica en tiempo real- y 'Gift from the Gods' -una aventura basada en los personajes mitológicos griegos Orestes, Electra, Agamenón y Clitemnestra- tienen un denominador común: fueron creados por John Gibson, un programador británico que también firmó por aquellos años juegos en la memoria de los actuales cincuentones, como 'Molar Maul', 'Zzoom' o 'Frankie Goes to Hollywood'.
Jamás puedes imaginar con quince años que, décadas después, vas a contactar con personas como Gibson gracias a las redes sociales. Cuando le encontré en facebook, fue emotivo y divertido leer una conversación entre él y un amigo suyo en la red en la que éste le animaba a adaptar 'Stonkers' a los sistemas de teléfonos móviles. En realidad, su colega le anima a pasar a IOS "el juego con el bug más famoso de la historia de los videojuegos" ('Stonkers' tenía un fallo de programación que, llegado un momento del juego, se te podía bloquear completamente la partida). John Gibson le contestó que empezó a escribir una conversión para android "pero luego me di cuenta de que hace tanto tiempo de aquello que no podía recordar cómo lo programé". Su amigo le dice: "Tú puedes, 'Gibbo', yo quiero jugarlo de nuevo", a lo que Gibson contestó con un icono de una cara sonriente al final: "Pues búscate un emulador de Spectrum".
Hoy día, aun hago huecos de vez en cuando para enchufarme 'Stonkers' y el 'Gift from the Gods' sabiendo que quien hizo estas joyas estaba cerca gracias a las redes sociales pero ahora nos ha dejado para siempre.
Se nos va gente que construyó nuestra juventud, nuestro mundo.
Enhorabuena a todos aquellos que, tras soportar las dos primeras horas de película enferma de incontinencia verborreica y musical, han logrado llegar hasta la prueba nuclear en Los Álamos, que es cuando 'Oppenheimer' se modera un poco de un exceso del que no nos logramos curar ni con una aspirina de 1000 mg.
De todas maneras estamos ante la mejor película de Christopher Nolan, que nos aporta algunos indicios de que quizá en sus próximas películas continúe madurando y dejando atrás la megalomanía que padece y se centre en lo que en no pocas ocasiones hace en 'Oppenheimer': buen cine, cuidado, bien narrado a pesar de los saltos temporales y meterse de lleno en temas distintos al onanismo que practica cuando se pone a mirar si la luna está en cuarto menguante o creciente.
Lástima del escaso aprovechamiento de un personaje histórico en el filme como Lewis Strauss, un tipo oscuro, muy influyente y judío como Oppenheimer, aupado por el zoquete de Truman e interpretado en la película por un extraordinario Robert Downey Jr. Nolan ha creado un filme de dos personajes que contrapesan pero a uno de ellos no le da opciones de equilibrar, y eso que ha tenido tres horas para hacerlo. Pero sigue empeñado en construir techos de puntos de luz para baños turcos que cambian de colorines en lugar de buen cine. Y mira que cuando se pone a hacer cine, el tipo lo hace bien.
Ya tenéis disponible la videocrítica de #Oppenheimer en el canal #UltimoEstreno de Youtube. Os invito a verla para que compartáis opiniones, discrepancias y os forméis vuestro propio criterio de la película del momento que en estos tiempos es lo más destacable ante una cartelera sonrojante y que, si se hubiera estrenado hace varias décadas, se hubiera olvidado en poco tiempo.
Mi gran amigo Paco Martín acaba de presentar su nuevo libro, 'Campeonas con C de Cádiz', en el que podemos ver a mujeres deportistas gaditanas que han alcanzado un extraordinario nivel en cada una de sus disciplinas: natación, boxeo, automovilismo, fútbol sala, escalada, surf...
Es una publicación maravillosa que tuve la oportunidad de ver en primicia antes de su impresión gracias a que Paco es un tío con detalles hacia sus amigos, un libro con una maquetación de Rebombo Estudio en la que los espacios en blanco, los colores y los textos concretos otorgan el necesario protagonismo a estupendas fotografías de estas chicas que lo dan todo por el deporte y que son ejemplo de superación personal.
Parece que fue ayer cuando ambos trabajábamos en prensa diariamente y Paco revelaba cada tarde noche decenas de fotos de las cosas que sucedían a nuestro alrededor. Allí surgió una profunda amistad, trasladada luego a la radio como colaborador de #UltimoEstreno a la hora de hablar de la fotografía en el cine, y que llega hasta nuestros días tras tantos y tantos cambios que da la vida. Pero nosotros seguimos ahí, como las buenas amistades, y para mí es una alegría ver cómo un amigo hace realidad un proyecto y lo comparte contigo mostrándote orgulloso su trabajo. Pocos profesionales he visto en mi vida con los resultados que logra mi amigo Paco, un auténtico maestro en la fotografía deportiva. Y en otras tantas materias.
Enhorabuena, querido amigo. Brindo por tus éxitos y, siempre, por tu gratitud hacia mí y las cosas que hemos hecho juntos.
Si estáis interesados en adquirir el libro, preguntad en vuestra librería más cercana porque en estos días ya iban a comenzar a distribuirse los 500 ejemplares previstos.
Cuando llegues a donde dicen que vamos, acuérdate de dibujar lo que te encuentres y envíalo acá abajo. Será la mejor manera de confirmar que eres un artista inmortal. Gracias por tanto y por estar en mi vida desde pequeño, en mis horas incontables de niño introspectivo que se dedicaba a engullir, solo en mi habitación, las historietas de tus personajes.
Contigo aprendí a reír, a imaginar y a leer. Con eso fui inmensamente feliz porque no me hacía falta nada más para serlo.
Eternamente agradecido con el alma de un niño siendo un adulto que guarda celosamente todo lo que significó felicidad en mi vida.
¿Nunca os ha pasado como a los niños en una feria? Miran a su alrededor y, compulsivamente, fijan sus ojos sin pestañear en las atracciones, sin importarles su entorno, dirigiéndose hacia ellas como si no existiera nada más.
Esa reacción la volvemos a experimentar, siendo adultos, con otras cosas. Al menos a mí me ocurre. Una de ellas es la de encontrarme en algún lugar de esos que venden cosas dispares un stand en el que un tipo ofrece cientos de discosde vinilo en recipientes de plástico, divididos por estilos musicales con una cartulina amarilla escrita a rotulador.
Cuando las bandas sonoras eran complicadas de encontrar e internet no existía para poder comprarlas, tenías que recurrir a alguna tienda de discos de tu ciudad, en la que entrabas aceleradamente para ir pasando con las manos, uno a uno, aquellos vinilos que extraíamos del cajetín en el caso de que nos interesara y ver así su portada y su contraportada. Encontrabas alguna joya y la comprabas inmediatamente si llevabas dinero o hacías lo imposible por tenerla más tarde. Escondías el disco entre los menos manoseados para que nadie lo descubriera hasta que llegabas más tarde con lo que habías reunido. El de 'cazadores de BSO en tiendas o en los nómadas de discos' era una tarea reservada a quienes éramos unos frikis de la música.
La cosa cambió después. Se perdió la magia del hallazgo, el ritual del vinilo, y el comercio digital permitió comprar lo que quisieras. Así, por ejemplo, llegaban a mi casa, cada agosto, las bandas sonoras del Disney contemporáneo más maravilloso, mientras que la película se estrenaba en España cuatro meses después.
Ahora, en realidad, ya no es necesario manosear discos. Todo lo editado está en internet. Pero sigo cumpliendo el ritual como el renacuajo que descubre los cacharritos de feria. Cada vez que encuentro estos puestos vuelvo a desapelmazar los vinilos con mis dedos, con una habilidad igual a la de los contadores de billetes de los bancos de las pelis del oeste. El olor que desprenden es una mescolanza entre el papel apergaminado y el tiempo transcurrido. Así voy pasando veinte, treinta, cien discos... Es una búsqueda innecesaria, un tiempo en realidad perdido, porque la inmensa mayoría de lo que encuentro ya ocupa su sitio en mi colección, pero no puedo resistirme. Y los tiempos de caza y de radio regresan a mi mente durante los minutos que dura esta absurda manía, mientras el tipo que vende aquellas reliquias, con pinta de haber comprado en su día todo lo que editó Chapa Discos, ni se inmuta, acostumbrado a algún que otro ñoño crepuscular como yo.
Lo más importante es el respeto y cariño con el que se trata a Indiana Jones. Los ideólogos de aquel macho alfa con látigo se han adaptado a los tiempos actuales de empoderamiento y reivindicaciones femeninas, creando un alter ego del protagonista que ahora es mujer y que asume el rol prototipo: fuerte, con carácter, buscadora incansable de reliquias a cualquier precio y con niño a bordo. Tenemos a una Indiana (¿habrá heredera oficial del personaje en breve?) junto a un crepuscular arqueólogo que no se caricaturiza en la película en ningún momento para provocar la risa fácil del espectador, ni se le relaciona sexualmente con nadie, tiene un punto de viejo de 'Up' que hace que el público se identifique aún más con él y culmina sus aventuras con una escena romántica recordatoria de 'En busca del arca perdida' absolutamente maravillosa. Como también lo son las referencias, especialmente, a las dos primeras películas de la saga -sus creadores saben que son las mejores- o continuar apostando por la manera spielbergiana de contar las aventuras de Jones: un introito explosivo narrado en otro tiempo, un regreso pausado donde se ubica la película y una historia in crescendo que permite el paulatino desmadre no sólo visual, sino sinóptico. Así, se producen traslados disparatados a países y entornos lejanos o, como es el caso, en el tiempo como en 'Indiana Jones y el dial del destino'.
A pesar de recrearse demasiado en la diversión superflua de la acción 'per se' que siempre lo que provoca es que el espectador mueva el culo más de lo necesario en la segunda parte de la película; a pesar de volver a los nazis como punto de partida; a pesar de lo que puede chirriarnos la caracterización de Harrison Ford para ubicarlo en diferentes etapas temporales, 'Indiana Jones y el dial del destino' es una delicia. Es un cine que ya no se hace, es un homenaje a un personaje que vive en nosotros, una retahíla de guiños a momentos que han marcado a generaciones enteras de espectadores y un maravilloso vehículo para que el genio de John Williams, a sus 91 años, haga lo que nadie es capaz de hacer: conservar -y preservar- con orgullo la 'tutti' orquesta, identificar a los personajes con sus leit motivs, narrar con su música y, sabiendo que hay protagonista femenina -quizá para siempre-, hilvanar musicalmente la película no con un tema para la anticitera de Arquímedes, sino con la joya clásica en la que se convierte, desde el primer segundo de su audición, recordando a aquellos clásicos compositores del cine de la época dorada, el tema dedicado a Helena.
Gracias. Gracias por seguir haciendo este cine. EL CINE.
Si alguien dudaba sobre la vigencia y la influencia de
la marca verano azul, en estas semanas está teniendo la respuesta a su
pregunta. A las puertas de las elecciones generales, el Partido Popular ha
lanzado su campaña, en la que utiliza el nombre y elementos icónicos de la
serie de televisión y así tratar de atraer a los electores para conseguir sus
votos.
Saben que, a pesar de que estamos hablando de una producción televisiva que
va camino de cumplir el medio siglo de vida, continúa siendo un punto de
encuentro de generaciones, sus capítulos provocaron en su día el debate sobre
el clasismo, la especulación urbanística, el ecologismo, la atención a los
mayores, la seguridad ciudadana, las relaciones paternofiliales, las rupturas
matrimoniales... Es decir, todo lo que hoy día sigue siendo puntos de discusión
-y en muchos aún sin soluciones- en la sociedad española.
Así que era cuestión de tiempo que alguien utilizara Verano Azul
políticamente de manera directa. Si además las elecciones se han fijado en el
epicentro de la estación más calurosa del año, no ha sido tan extraño que un
partido político haya echado mano de la serie más universal de Antonio Mercero.
En esta polémica que ha generado el áspero enfrentamiento entre Televisión
Española y el Partido Popular, con las opiniones de la familia de Mercero en
contra de la politización de la serie tanto en medios de comunicación como en
sus propias redes sociales, y las opiniones de gente relacionada con Verano
Azul como el actor Juanjo Artero o la reveladora aparición de Miguel Joven
'Tito' en la segunda andanada de la campaña del PP, existen dos formas de ver
las cosas: una, desde el legalismo, y otra, desde la ética. El Partido Popular
insiste en que tiene todo atado y que Televisión Española no puede denunciar
nada porque el uso de la icónica música de los silbiditos compuesta por
Carmelo Bernaola para la serie ha sido autorizada por sus herederos. Tampoco en
el anuncio electoral aparecen escenas de algunos de los 19 capítulos que
conformaron la serie, por lo que no se ha empleado material registrado, y
verano azul es una serie, sí, pero no deja de ser una estación del año con un
adjetivo colorista. Verano Azul han sido una agencia de viajes en el propio
pueblo de nerja, nombres de canciones, e incluso hace unos meses, la serie
inspiró varios anuncios de la marca de alcohol Larios en la que aparecían
personajes ataviados como los protagonistas de la serie y el propio Juanjo
Artero -Javi- con su hijo. Ahí, por mucho que existiera también una motivación
para respaldar una marca netamente malagueña, no podemos olvidarnos que se
anunciaba una ginebra y, por lo tanto, se promocionaba el alcohol. Por entonces
nadie dijo que se estaba utilizando la serie y que la gente iba a terminar
relacionándola con todos los borrachos de España.
Desde ese punto de vista, vamos a darle un voto de confianza al Partido
Popular. Pero dimes y diretes judiciales aparte, lo importante de todo en la
vida es la ética que rodea a las personas y a sus actuaciones. La ética nos
hace reflexionar sobre el buen o mal uso de las costumbres, las creencias, los
dilemas morales y establece las reglas sobre cómo debemos actuar de manera
justa, ecuánime y respetuosa con todos los miembros de una comunidad humana. Y
desde ese punto de vista, el Partido Popular sí ha dejado mucho que desear.
Verano Azul ha trascendido mucho más allá gracias a los valores éticos
mostrados en la serie por muchos de sus personajes. Verano azul nos enseñó a
pensar sobre la necesidad de acabar con la especulación inmobiliaria o la fama
que endiosa a la gente gracias a Chanquete; a la igualdad de las mujeres y la
reivindicación del acceso a la cultura con Julia, la pintora; a la manera
correcta de educar a los hijos con los padres de Bea y Tito; a valorar otras
formas de vivir distintas a lo convencional con el personaje de Eva o a
manifestarse ante la incomprensión infantil sólo con una frase: “A lo mejor”.
Ahora, todos esos valores que son lo que realmente conforman la identidad
de la serie se relacionan directamente y a través de una campaña, cuyo ideólogo
sabe perfectamente lo que hace, con un partido político. Los silbidos, las
imágenes de la playa, de las calles de Nerja con dos chicas en bicicleta, son
sólo una estética que conduce al espectador del anuncio electoral a unos
conceptos que no son otros que los valores de la serie. Y claro, la campaña del
PP se apropia de estos valores y los identifica con sus siglas. Y eso, queridos
políticos, no es ético.
Así que en la polémica nos hallamos mientras la política actual demuestra
las gravísimas carencias éticas que padecen los partidos que se supone nos
representan. Porque claro, si la campaña electoral de Verano Azul la hubiera
hecho el PSOE, los populares hubieron puesto el grito en el cielo por la
torticera utilización de la serie. Y mientras que la familia de Mercero, Juanjo
Artero y otros muchos han lamentado el uso político de Verano Azul, el
Ayuntamiento de Nerja, cuyo pueblo también es usado para ubicar el anuncio, no
dice ni pío porque el Consistorio nerjeño está gobernado por el Partido
Popular. Si el PSOE gobernara en Nerja, la polémica alcanzaría también
dimensiones estratosféricas y las quejas de los socialistas nerjeños serían
continuas. Pero cada cual arrima el ascua a su sardina, o también quizá algunos
consideren que la ética que yo estoy defendiendo es un poco exagerada. Por eso,
Miguel Joven sí ha colaborado con la campaña… o es probable que mantenga unas
excelentes relaciones con el PP. Pero yo no estoy hablando aquí para señalar
políticamente, pero sí para que las cartas las ponga todo el mundo sobre la
mesa para que lo que está sucediendo no vuelva a ser otro ejemplo de la
política tan demagógica que estamos padeciendo hoy día.
Por otra parte, y para terminar, podemos ver el anuncio del PP desde el
simple punto de vista de un potencial votante que vive en un pueblo de Cuenca y
no ha visto en su vida Verano Azul. Es una lástima que ese elector, y con él
todos los millones de votantes que seremos en España el próximo 23 de julio,
tengamos que sufrir –vengan de quien vengan- campañas de tan bajo perfil
político, en las que en tres cuartos del tiempo que dura el anuncio, lo que se
hace es desear que el oponente haga las maletas mientras quien quiere llegar al
gobierno no ofrezca ni una sola alternativa ni un mensaje en positivo y
esperanzador para España. Ahí sí que radica la gravedad de la penosa filosofía
de los lumbreras de las campañas electorales de hoy día.