viernes, 7 de abril de 2023

Pedro Manzano


La restauración que
Pedro Manzano Beltrán ha realizado a la Esperanza de Triana es absolutamente extraordinaria. En todo el mundo cofrade y artístico más allá de Sevilla se habla del trabajo que este especialista en restauración y conservación con un impresionante currículum ha realizado a una de las dolorosas más veneradas y admiradas.

Manzano, miembro de la Red de Expertos del Proyecto Campus de Excelencia Internacional en Patrimonio Cultural y Natural concedido por el Ministerio de Ciencia e Innovación desde el año 2010, es un destacado profesional del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH) de la Junta de Andalucía. Su trabajo trasciende el importante fenómeno de la fe de millones de personas a través de la fisonomía de las imágenes, porque estamos hablando de la conservación de tallas, en numerosas ocasiones, esculpidas siglos atrás, de un gran valor artístico, que conforman el patrimonio cultural de incalculable valor que poseemos gracias al legado de grandes escultores. Manzano ha restaurado imágenes de las hermandades del Gran Poder de Sevilla, de Santa Marta, la Carretería, de otras provincias andaluzas y españolas con imágenes de gran valía, y en San Fernando las del Cristo de la Vera-Cruz, el de la Expiración de la hermandad del mismo nombre, el Señor Yacente del Santo Entierro o el crucificado de la Salud, dos de las joyas del convento del Carmen. En breve acometerá la restauración de Nuestro Padre Jesús Nazareno.

Este señor, del que hoy y anoche hablan los comentaristas de Canal Sur constantemente en su retransmisión de los cortejos procesionales de la madrugá sevillana por lo hecho en la Esperanza de Triana, es de San Fernando. En Sevilla se dice en ocasiones, incluidos algunos medios, que Manzano es de la capital hispalense, pero no. Nació en San Fernando, tiene parte de su familia en esta ciudad y estrecha vinculación con su lugar natal. En octubre de 2010, el periódico SAN FERNANDO COFRADE le dedicó un homenaje por su trayectoria.

De Pedro Manzano poco se habla en la ciudad que lo vio nacer y ya no digamos más allá de algunos círculos cofrades. Como tampoco del cineasta isleño Gabriel Blanco, ganador de la Concha de Oro del Festival de cine de San Sebastián, ya fallecido hace décadas. En San Fernando, mientras, se discute sobre títulos de excelencia o reconocimientos oficiales que se otorgan a gente de otros ámbitos, que al parecer, interesan más, sobre todo para ganar votos o premiar afines.
Allá quienes permiten esto que, en definitiva, es la ciudadanía. A mí me importa lo mismo que una película de Christopher Nolan, es decir, nada. Pero hay veces que hacen hablar a los muertos.
Y yo lo único que quería era decir lo orgulloso que puede estar Pedro Manzano por su trayectoria y su trabajo.
Foto de sus redes de hace unas horas, delante del paso de la Esperanza de Triana.

martes, 4 de abril de 2023

Ryuichi Sakamoto


Absorbido por las fechas como cada año cuando llega la Semana Santa, leo la noticia del fallecimiento del compositor Ryuichi Sakamoto tras padecer un cáncer que él mismo reveló que sufría desde hace tiempo.

Aunque parezca extraño, no lo tengo catalogado como un creador nato de música cinematográfica. No comento esto peyorativamente, sino que siempre he tenido la sensación de que Sakamoto es más "músico" que "músico de cine" y, de hecho, creo que, a pesar de grandes trabajos como los que hizo para las películas de Bertolucci, especialmente 'El último emperador', su labor para la pantalla la desarrolló con más desdén que ilusión, en buena parte por culpa de una industria, la cinematográfica, en la que el músico sufre muchas veces la incomprensión del director o las indecisiones de los productores. Los compositores orientales, además, tienen 'su' propio concepto y filosofía de las cosas que les rodean, incluyendo las imágenes, todo ello propiciado por una cultura muy particular y que no es tan compatible ni adaptable a la occidental como nos pueda parecer. Otro día podemos hablar de lo complicado que es tratar, por ejemplo, que Joe Hisaishi asista a festivales de música de cine y conciertos, por razones análogas a lo que cuento.
Sea como fuere, Sakamoto ha sido un icono musical contemporáneo, una 'firma de prestigio' y autor de bandas sonoras que se nos quedará para siempre en la memoria como 'Feliz Navidad, Mr. Lawrence', aunque como sucedía con el 'Carros de fuego' de Vangelis, sea solo por unos compases musicales -demasiado reiterativos, por cierto- que les valió valorar una obra global para una película por sólo un tema musical. #UltimoEstreno



sábado, 25 de marzo de 2023

Remake de 'Vértigo'



La gente, escandalizada ante el anuncio del remake de 'Vértigo', cuando quien lo haga tiene una estupenda oportunidad para arreglar algunas incongruencias y chapuzas de la película de Hitchcock, con la que me entra la risa floja cuando dicen ya no sólo que es una obra maestra, sino que está entre las cuatro o cinco mejores de la historia del cine.

Y es que, queridos amiguetes, la mayor chapuza de Hitchcock no fueron aquellas conocidas transparencias tras los coches ni en las persecuciones, por mucho que lo hayamos pensado desde siempre y que, en realidad, solo es un asunto técnico al que al director y a mí me importan un rábano ante el descomunal talento que demostraba Hitchcock en sus películas. Lo más churretoso es tratar de hilvanar la compleja trama de 'Vértigo' durante casi dos horas para resolverla con un susto de una monja que aparece como si de una película de serie B se tratase, hacerle dar a la Novak un grito y pegarse un pellejazo, mientras la monja se santigüa y Steward abre las manos como si ambos estuvieran en una obra de teatro del colegio o los hubiera tallado un imaginero para un paso de Semana Santa. Y al carajo, se acabó la película. Si esta inverosímil y abrupta manera de terminar algo es propio de una obra maestra, entonces cualquier película de los hermanos Calatrava es mejor que ET.

Lo de la Novak, aparte de justita de talento en el filme, es también para hacérselo mirar. No tanto ella como vestirla de esa manera, maquillarla, reconvertirle el rostro, ponerle esas cejas... Ya es cuando la atracción de Scottie por Madeleine/Judy no se la cree ni Forrest Gump.

Por cierto, si yo salvo a una majarona de morir ahogada y no la conozco de nada, no la llevo a mi casa. La llevo a la suya, que para eso su marido está además al tanto del temita en cuestión.

Lo peor de un remake que pueda solventar estos desaguisados en 'Vértigo' entre otros es que jamás se podrá contar con Bernard Herrmann para escribir su banda sonora y habrá que cruzar hasta los dedos de los pies para que se seleccione un compositor capaz de, al menos, superar la suela de los zapatos del maestro entre maestros de la música de cine. 

Te cuento más en este enlace al canal #UltimoEstreno: https://youtu.be/8kM-H-Ohv10

domingo, 19 de marzo de 2023

¡Cómo está el servicio! John Dankworth y 'El sirviente'



El cine experimentó en 2019 el fenómeno de la irrupción de Parásitos. El cineasta surcoreano Bong Joon-ho presentaba una película con dos atrayentes características para el público: el contenido social evidenciado en la diferencia de clases que siempre vende en pantalla y el manierismo oriental en la forma de mostrarlo y especialmente en resolver una solvente aunque efectista cinta avalada por dos de los premios más mediáticos que existen en la industria cinematográfica: la Palma de Oro de Cannes —era además la primera película surcoreana que obtenía esta distinción— y el Oscar de Hollywood. Curiosamente, Parásitos vence la batalla del año a Érase una vez en… Hollywood, la película de Quentin Tarantino, cuando en determinados momentos bastante identificables parece que el director de Kill Bill es quien se encuentra tras la cámara del filme surcoreano, aunque justo es decir que Tarantino suele beber de las fuentes formales del cine oriental en una buena parte de su filmografía.

El hecho es que los ríos de tinta y los debates coparon periódicos, televisiones y radios, así como redes sociales, con las andanzas y las folletinescas y teatrales usurpaciones de los miembros de la familia Kim.

Quienes se entusiasmaron con el guión de Parásitos tienen que apuntar en su agenda dos películas fundamentales en el caso de que no las hayan visto: La criada (1960), de Kim Ki-young, coreano para más señas, y El sirviente (1963), de Joseph Losey. Ambas nos cuentan la aparición de personas que, en su condición de mayordomos o cuidadores, invaden el espacio de sus señores hasta el punto de arruinarles la vida. Como podrá comprobarse, nada nuevo bajo el sol o, en este caso, delante del objetivo.

El 19 de marzo de 1963 se estrenaba El sirviente. Losey había abandonado Estados Unidos, perseguido por comunista, y se asentó en Reino Unido donde encontró a su actor-fetiche, Dick Bogarde, que se puso a sus órdenes para rodar esta turbadora película en la que Losey demuestra una asombrosa capacidad para convertir su cámara en nuestros ojos y desfigurar estéticamente lo que observamos con el fin de contribuir a la degradación de los personajes del filme.

El sirviente roza la calificación de obra maestra, y su banda sonora contribuye a ello. Está compuesta por John Dankworth, un autor enmarcado en el género del jazz que no sólo trabajó para el cine y cuyo género también marcó la mayoría de sus partituras para la pantalla. A pesar de la aspereza y claustrofobia que, en ocasiones, rezuma El sirviente —como debe ser—, el jazz siempre marca el estilo de su música.

En el vídeo disfrutamos de una semblanza de la música de la película de Losey. Se trata de una banda sonora que, como en muchos casos entonces, no sólo acompañaba a las imágenes apoyando o describiendo lo que sucede ante nosotros, sino también conformada por temas que se ubican en el inicio de secuencias en las que se dividen etapas de momento-tiempo distintos en el filme.

Comenzamos por los créditos, con el elegante tema principal iniciado con cuatro notas que, aun pareciendo que acompaña a unas imágenes apacibles, no deja de sugerir cierta inquietud. Aún lo escuchamos con tranquilidad... Una sensación que desaparece en la segunda secuencia que enlazo, donde encontramos al mayordomo Barrett sentado en la cocina. Ya ha logrado ser contratado, engañar al pijo, decorarle su nueva casa y en la cocina, sin ser visto, adopta actitudes desdeñables. Al escuchar el tema que suena, es el mismo que el principal... pero John Dankworth le ha cambiado el tono, una nota y ya no suena apacible, sino intrigante. ¡Está describiendo al sujeto que tenemos en pantalla! Aparece el señor y la música sigue desempeñando su papel...

Joseph Losey hizo también mucho teatro, precisamente en la siguiente secuencia se aprecian las influencias escénicas. Los apuestos Tony y Susan van a visitar a otra pareja en su mansión y fíjense, tras el barrido del paisaje, la manera de entrar del mayordomo y la disposición de los personajes. Al espectador le invade la plena sensación de que se acaba de abrir el telón. La música es tan teatral como precisamente la de La huella, de la que hablábamos en capítulos anteriores, en la que no faltan toques de «alta sociedad».

Los pies, los grifos, el péndulo del reloj..., son elementos simbólicos de El sirviente. La siguiente secuencia es inconmensurable. Se trata de la estrategia de Vera para conquistar al señor. Primero, Losey y Dankworth no utilizan música. ¡Una constante gota de agua cayendo vale para tensar al espectador! Ya se encargará el score de dar calor cuando en el espejo veamos que Tony ha sucumbido a las faldas cortas de Vera.

Como apunte anecdótico: John Dankworth se casó con Cleo Laine, que es quien canta la canción de la siguiente y tórrida secuencia en un glorioso blanco y negro. También está compuesta por él.

La degradación en esa casa llega a tal extremo que mayordomo y señor juegan al escondite. La música, turbadora, contribuye a ese clima. ¡Y la secuencia termina con un grifo y las gotas de agua!

No podemos obviar otro elemento cinematográfico francamente extraordinario de El sirviente como es la fotografía, de Douglas Slocombe. Las secuencias seleccionadas en el vídeo relativas a la música también son perfectamente válidas para justificar el extraordinario trabajo de quien fuera el director de fotografía de películas tan icónicas como El león en invierno o las tres primeras de la saga de Indiana Jones (En busca del arca perdida (1981),  Indiana Jones y el templo maldito (1984) e Indiana Jones y la última cruzada (1989), cesando entonces su actividad por sus crecientes problemas de visión. Douglas Slocombe falleció en 2016, con nada menos que 103 años, y ganó el BAFTA a mejor fotografía por El sirviente en 1964.

miércoles, 15 de marzo de 2023

'Historias de la radio' en el Festival de Málaga 2023



'Historias de la radio', aquella maravillosa película dirigida por José Luis Sáenz de Heredia en 1955, fue homenajeada ayer en el Festival de Cine de Málaga, donde #UltimoEstreno estuvo gracias a nuestro colaborador José Muela, que asistió al coloquio posterior en el que participaron Adriana Ozores, Javier Gutiérrez, Pepón Nieto, Valeria Camporesi (directora de la Filmoteca Española) y Juan Antonio Vigar, director del festival.

De este encuentro os hemos montado distintas intervenciones muy interesantes.

Adriana Ozores, hija de José Luis Ozores y sobrina de Mariano y Antonio, cuenta cómo su padre y sus hermanos entendían que este trabajo tenía mucho que ver con el juego, el reto, la diversión... Cómo quedaban con Gila -que era vecino del mismo edificio- para hacer el ganso, delante de un magnetofón antiguo, a grabar las primeras ocurrencias que les venían a la mente en función de un frase que decía uno de ellos. "Mi padre no era un actor, sino otras muchas cosas y no le quedaba más remedio que ser actor, aunque esté feo que lo diga. Era un gran pintor, un gran fotógrafo, un gran poeta...".
Las reflexiones de Javier Gutiérrez y Pepón Nieto no tienen desperdicio.
Os dejo el vídeo con esos momentos en este enlace: https://youtu.be/AimRBaWbWLI

martes, 14 de marzo de 2023

Ganadoras del Oscar que le hacen un flaco favor al cine "de los nuevos tiempos"



A ver, que yo entiendo que el cine, como muchas cosas, ha cambiado. Que a la gente siesa y rancia como yo nos cuesta trabajo comprender eso esgrimido mucho desde hace varios días de que "el nuevo cine ha llegado" (dígase al estilo Arrabal y su milenarismo en el mítico programa de Sánchez Dragó). Que el personal que ve ahora una película tiene otros códigos distintos a los que existían cuando se estrenaron 'Los mejores años de nuestra vida' o 'Lawrence de Arabia'. De acuerdo, hagamos "otro cine", empecemos una nueva era, vamos al multiverso ese. Pero no con multimierdas como la que acaba de embucharse siete Oscar.

Conclusión: haced nuevo cine, defendedlo, pero no porque una película sea exponente de ese concepto tan revolucionario significará que sea buena. Ponedlo todo del revés, nuevos hijos de lo audiovisual, pero haced CINE, no basura.

Apuntes sobre esto en un nuevo vídeo en el canal #UltimoEstreno en este enlace: https://youtu.be/ADGPJQW6a8c

lunes, 13 de marzo de 2023

Los Oscar



Esta próxima madrugada son los Oscar. Llegan sin esperarlos, como si no los hubieran anunciado. Como si fueran algo perteneciente a un ámbito ajeno a mí. Al menos esa sensación es la que tengo, la misma que en las ediciones anteriores.

Cuando en la radio y durante años dirigí programas especiales dedicados a los Oscar emitiéndolos en directo y siendo entrevistados colaboradores como Benito Zambrano, Carlos Pumares o Ricardo Gil había PELÍCULAS con mayúsculas que aspiraban a los premios. Hace, por ejemplo, justamente 30 años, entre las nominadas en apartados importantes estaban 'Sin perdón', 'Regreso a Howards End' o el Drácula de Coppola. Un año después, en 1994, era orgásmico hablar durante ocho horas de programa ininterrumpido de nominadas como 'La lista de Schindler', 'Lo que queda del día' o 'En el nombre del padre'. Y si ya nos vamos atrás, mucho antes de que #UltimoEstreno existiera porque yo solo tenía cuatro años -en 1973, hace justo medio siglo-, entre las películas que aspiraban a los Oscar estaban 'El padrino', 'La huella' o 'Cabaret'.

Esta noche no hay ni una sola candidata a los premios más importantes que le llegue a la suela de los zapatos a estas obras maestras. Yo debí hacer nacido hace mucho más tiempo, porque me imagino ante un micrófono, discutiendo conmigo mismo, sobre las puñeteras y perfectas obras maestras que son 'El padrino' y 'La huella'. Sobre Nino Rota y John Addison. Esta noche tendría que entusiasmarme con bandas sonoras mediocres que, tras sufrirlas en sus respectivas películas, se me olvidan al día siguiente. Y de mi cabeza, desde el primer día, jamás se han ido las notas del inicio de 'El padrino' ni el pirueteo teatral de las corcheas con las que se nos presentaba el retorcido juego de 'La huella'.

Cuando ver las películas nominadas a los Oscar se convierte en una obligación más allá del trabajo, quiero decir en un sacrificio sin ilusión por ellas, algo muy grave falla en ellas. O en mí, lo admito. Decía Pumares en una entrevista, hace varios años, que ir al cine se había convertido en un auténtico coñazo. Quizá lleve razón pero no queremos admitirlo.