Ocurre que, a veces, las películas son como las personas. No excesivamente agraciadas en belleza ni en aspecto, aparentemente vulgares y complicadas de entender nada más establecer el primer contacto. Pero sus defectos se convierten en virtudes al aflorar paulatinamente unas peculiaridades muy particulares y una forma de ser que conforman un acusado carácter personal o, en este caso, cinematográfico.
Es algo que sucede con ‘Blonde’, y entre tantas personas (películas) vulgares que deambulan por el mundo, se agradece enormemente el producto con capacidad de llamar la atención. No es solo por el conjunto de sus anárquicas peculiaridades técnicas (estamos ante una película con secuencias rodadas en 4:3, en panorámica, en blanco y negro, color, distintos etalonados…), sino por obviar las ortodoxas y aburridas maneras con las que se ruedan los biopics. Los famosetes que pasan por la pantalla nacen, se producen, mueren y son aplaudidos tras una retahíla de hechos ordenados en el tiempo que, si carecen de algo de originalidad, terminan por aburrir. No es el caso de ‘Blonde’.
Para empezar conviene advertir que
esta es una película oscura, sucia, lisérgica y fea en los momentos que debe serlo en función de su naturaleza. Si alguien busca una biografía filmada de Marilyn Monroe con los altibajos de cualquier estrella, con momentos tristes y otros de felicidad y éxito y aplaudir al final, que se vaya olvidando. ‘Blonde’ es una tragedia de cojones, sin concesiones, que termina dejando un malísimo sabor de boca buscado, un relato ficticio –está basado en una novela tanto como en la realidad del personaje- que se regodea en el sufrimiento, sin medias tintas.
El espectador termina incomodado ante tanta crueldad ex profeso, ante tanto esfuerzo interpretativo de Norma Jean en su juventud para lograr un papel para que en realidad se fijen en su culo, entre tanto abuso sobre la protagonista desde pequeña, pero especialmente nos removemos en la butaca ante el
retrato sin tamices de un repugnante presidente Kennedy, el relato de los embarazos de Monroe y las vistas de cámara desde dentro de su vagina, sus delirios oníricos provocados por el alcohol y las drogas, las respuestas que jamás encuentra a su alrededor y la infelicidad congénita por la falta de su padre que se resuelve en la misma línea de desolación que el resto de lo que conforma esta despiadada cinta.
‘Blonde’ no es una película guapa, rubia y perfecta como era exteriormente Marilyn. Es una cinta con carácter -a veces con costosos esfuerzos por entenderla- con muchas debilidades, surrealista y cruel. Si prefieres la aburrida perfección del biopic, te vas y te pones alguna de Zefirelli. Si te sumerges con Andrew Dominik, prepárate a vivir rodeado de defectos pero apasionadamente y sin conocer límites estéticos ni prejuicios.
Y Ana de Armas. ¡Ay, Ana de Armas..!
Véanla y escúchenla en original subtitulada, hagan el favor. Personaje interpretado al milímetro con la voz tanto como con el resto de dotes.
Nos adentramos en ‘Blonde’ en el canal #UltimoEstreno a través de la nueva videocrítica que os dejo en este enlace. Ya sabéis que la película está en Netflix, que por cierto, es una verdadera pena que no pueda visionarse en pantalla grande.