A menudo, cuando una obra cinematográfica posee el carácter de biográfica, la crítica confunde lo que se expone con cómo se expone. En este sentido es muy fácil caer en el error cuando se visiona 'Ennio', el documental rodado por Guiseppe Tornatore sobre la figura del compositor italiano Ennio Morricone. Así, es muy probable que quienes consideren al maestro romano como el mejor creador de música de cine de todos los tiempos (qué enfermedad tan negativa supone jerarquizar todo) acaben entusiasmados cuando visionen este panegírico fílmico, en el que no caben discusiones sobre el protagonista, prolongado en el tiempo de manera excesiva, intuyo que en aras de ofrecer al espectador el mayor número de testimonios humanos y el material gráfico de archivo existente dedicado a Morricone. Una lástima, porque sería preferible que el director de 'Cinema Paradiso' hubiera optado por conjugar la loa al compositor con una mayor profundidad en el análisis de su música a través de terceros, enriqueciendo así el contenido del documental que, por un lado habría contado con las reflexiones hacia la cámara del propio compositor alternándose con una legión de aduladores -como de hecho resulta el esqueleto de la película- y por el otro con un contenido academicista y, porqué no, abogando por el contrapunto que objetivara al menos livianamente un descarado y subjetivo producto al servicio del compositor.
Que Morricone se las traía con los directores de las películas que musicalizaba es algo que todo el mundo sabe, y existieron ásperos enfrentamientos con muchos de ellos. Cabe recordar que estamos hablando de un músico que llegó a escribir en un solo año 21 bandas sonoras y más de quinientas en toda su vida. Es, por lo tanto, prácticamente imposible realizar una escucha analítica -con visionado, por supuesto- de toda una obra en la que han proliferado composiciones para películas infumables de decenas de realizadores. Esa misma profusión es un ingrediente más a favor del hallazgo de cineastas que hagan la réplica al italiano. Y cuando hablo de cineastas me refiero a directores y a otros compositores legitimados y capacitados para contestar las estratégicas píldoras de altanería dispuestas por Tornatore protagonizadas por Morricone, proclive durante toda su vida a dejar con la palabra en la boca a los demás. Claro está que todo no es refunfuñar y hay momentos de 'Ennio' en los que vemos a un Morricone emocionado, poner en su sitio justificadamente a Darío Argento o a los hermanos Taviani o definir extraordinariamente qué significa la música de cine: "Si diez buenos compositores, consultando al mismo director, escriben la música para la misma película, todos compondrán una música totalmente diferente. Este pensamiento dramático significa lo difícil que es escribir música para el cine. Si hay varias soluciones, la parte más difícil para el compositor es definir cuál es la mejor música, la más correcta. Ese es el tormento de un compositor".
Comentaba las diferencias entre lo que se expone y cómo se expone. En 'Ennio' se ofrece un detallado recorrido por la obra de un grande del cine, de eso no cabe duda, desde sus inicios hasta lograr el Oscar que se había merecido mucho antes. Pero lo que se encuentra en primera fila son los árboles que no dejan ver el bosque para tanto incondicional de Morricone que tendrá mayores dificultades para discernir entre lo expuesto y cómo se expone, que es donde el documental tiene sus pies de barro por la falta del contrapunto de opinión y análisis anteriormente descrito y por una profusión-dispersión-apabullamiento de personajes en la pantalla que revelan que Tornatore se ha dejado llevar por su incondicionalidad. Tratando de humanizar una figura que históricamente no fue sensible en el trato generalizado, Tornatore nos presenta al inicio a un Morricone que se ha dejado filmar dirigiendo al aire en un milimétricamente desordenado despacho a la vez que hace unos ejercicios gimnásticos impostados tirado en una alfombra que lo separa del suelo. Aun no tengo claro si el recurso humaniza al todopoderoso artista o lo ridiculiza inintencionadamente.
'Ennio' es un documental perfecto para incontestables de Morricone. Por si quedara resquicio alguno de su influencia, desfilan por la pantalla artistas que jamás relacionaríamos con el italiano, desde Bruce Springsteen a James Hetfield, fundador de 'Metallica'. Resulta paradójico que uno de los músicos de los Estados Unidos más profundos aparezca para hablar de Morricone, que no quiso jamás salir de Italia para vivir en Hollywood -casi ni siquiera trabajar allá- o que una banda de rock duro alabe a un compositor tan experimental como mediterráneo en su música.
Para quienes ponemos en cuarentena que Morricone esté en un nivel superior en solitario, nos falta el contrapunto. De todas maneras, 'Ennio' es una buena excusa para reivindicar al maestro Petrassi, tan injustamente olvidado, comprobar que las filigranas con trompeta en los western ya existió con Dimitri Tiomkin en 'Río Bravo' (1959), 'Investigación sobre un ciudadano libre de toda sospecha' (1970) es como el 'Farewell to Cheyenne' de ''Hasta que llegó su hora' (1968) o 'El desierto de los tártaros' (1976) ya preconizó 'La misión' (1986), además de revelarse el desprecio de Morricone por la animación, por poner solo varios ejemplos. Eso sí, siempre nos quedarán himnos inmortales salidos de la privilegiada creatividad del maestro como 'Here's to You' y Joan Baez. Y también la duda sobre la extraña ausencia de Andrea Morricone participando en este documental, el documental, impoluto y 'oficial', sobre su padre.
Enlace a la videocrítica en el canal #UltimoEstreno: https://youtu.be/xxEMcbaNeWk