La vida está llena de gente que practica el buenismo y son unos hijos de puta o lo han sido en momentos de su vida en los que han jodido a los demás de manera consciente. Estos especímenes pululan cada vez más porque los buenistas, los que no han roto un plato en su vida, han encontrado en las redes estupendísimas plataformas para decir que nos aman, que somos imprescindibles en su vida vacía si no estamos con ellos, que todo lo hacen de corazón por la humanidad y que nos necesitan para expandir el abrazo fuerte teletabi. La gente cae como moscas en las soflamas aparentemente bienintencionadas de estos cabrones, que en su día jodieron amistades, fastidiaron asociaciones creadas por gente ilusionada, rompieron parejas, olían a envidia cuando se te acercaban o se aprovechaban de los demás trepando porque querían ser como otros y después han comenzado a venir como gráciles pajarillos al alpiste para cuando te des cuenta, quitarte el banco y ser ellos quienes repartan las sobras a los demás, que se quedan dando saltitos por el suelo mientras el gorrión se ha convertido en un ave de rapiña que lo hace todo por nosotros, pero eso sí, por nuestra redención, para que ampliemos conocimientos de cine, de pintura, de música, de cuantas cosas dicen saber estas bazofias humanas que expresan su amor universal a todos y a todo pero solo se quieren a ellos mismos.
El buenismo es un mal social, un cinismo peligroso para la sociedad, porque da rienda suelta a mala gente encubierta. Es mucho más dañino que el correctismo político, porque éste limita para controlar el cuadrilátero pero el buenismo es universal e infinito, a la medida del ego de quienes lo practican. Conozco nombres y apellidos de gente así que los sufrí y ahí andan, dando la brasa ante cuatro gatos o ante toda una legión de adoradores que no tienen ni puta idea de a quién están adorando. Gente que trató de joderme o intentó fastidiar a personas que aprecié y ahora van, aparte de sabiondos, de candidatos a los altares en cualquier ámbito. Ya que hablamos en términos religiosos, en este campo es impresionante cómo se ha propagado el buenismo. Yo, cada vez que alguno me dice "hermano" antes de empezar la frase, me echo a temblar. Mientras tanto, los malos somos los que tratamos de ser sinceros o nos expresamos tal y como pensamos y sin necesidad de practicar el traperismo. Somos "personas difíciles" porque los fáciles son los buenistas, que son almas benditas de nuestro Señor.
Francamente, me importa un rábano, solo que me hacen gracia. Verlos de lejos, por supuesto. Yo ya llegué a una edad en la que este tipo de sujeto lo aparté de mi vida y, aunque siempre existe el riesgo de que te topes con un buenista en tu vida, lo tienen muy complicado conmigo. Pero ahí andan, aprovechando las nuevas formas de comunicarse que tiene la sociedad, que han puesto en liza los seres humanos, cada vez más carajotes y buenistas.