Hacía 13 años que no veía 'Hacia rutas salvajes' que dirigió Sean Penn. Desde su estreno no la revisaba y en estos días lo he hecho para reafirmarme en dos cosas: la bazofia que nos han colado con 'Nomadland' y el tremendo error que cometen quienes justifican la aparición de esta cosa como producto del florecimiento del cine independiente (¡la produce y distribuye Disney!) y el cine 'realista', a pie de la gente, alejado de los oropeles hollywoodienses, fruto de los difíciles tiempos económicos y las dificultades de grandes rodajes debido a la pandemia del Covid-19.
Aquel absorbente viaje iniciático hacia la naturaleza más alejada de una civilización que ahogaba a Alexander Supertramp, en el que sí se mostraba la América más profunda con una inconmensurable riqueza no solo visual sino a través de una cuidada selección musical, fue una de las mejores películas que optó a varios Oscar en la edición de 2008. También basada en un libro con cierto éxito -como 'Nomadland'-, se convirtió en un filme más que solvente y respetado y en el que ya se nos contaba la necesidad de conocer mundo de un protagonista inadaptado. También había furgoneta o autobús, aunque eso sí: Frances MacDormand caga en la suya y un extraordinario y olvidado Emile Hirsch -que sería un grande si no estuviera tan chalado- se envenenaba en el trasto que encontró en su camino.
La amarga voz de la hermana de Alexander como brillante recurso narrativo que va exponiendo el desgarro familiar; la desigual lucha del protagonista contra la misma naturaleza que busca y especialmente contra el elemento paradójicamente más 'regenerador' como es el agua o la riqueza que aportan los personajes con los que se va encontrando son extraordinarios puntos a favor de esta hermosa y a la vez amarga película. Justo todo lo contrario de 'Nomadland', donde no hay absolutamente nada de lo que encontramos en 'Hacia rutas salvajes'. Nada de nada.
Quienes parecen haber descubierto el cine 'libre' con la basura oscarizada este año y encima la defienden como el no va más, que dediquen más tiempo a ver cine y menos a decir burradas. En 24 horas al día hay tiempo para ver al menos varias películas diarias.
'Hacia rutas salvajes' está en Netflix.