El 30 de abril se celebró, como cada año, el Día Internacional del Jazz. Aunque son muchas las películas que nos surgen a la hora de hablar de la relación entre el cine y este estilo de música, particularmente siempre se me viene a la memoria 'El buscavidas', la obra maestra del director Robert Rossen.
miércoles, 5 de mayo de 2021
'El buscavidas' (1961): cine y jazz
El esperpento autonómico (a colación de las elecciones en Madrid)
jueves, 29 de abril de 2021
Cumpleaños de Lady Halcón
Esta buena señora cumple hoy 63 años. A Michelle Pfeiffer, con una amplia y dispar filmografía a sus espaldas, siempre la recuerdo en dos películas: cantando encima del piano en 'Los fabulosos Baker Boys' y en 'Lady Halcón', aquella joya de los ochenta que dirigió Richard Donner que con los años ha venido a reivindicarse como puro cine de aventuras, con sus limitaciones disimuladas por el talento y con banda sonora de Andrew Powell apadrinado por Alan Parsons y que muchos criticaron por ser anacrónica, los mismos a los que jamás les escuché que 'El danubio azul' lo escribió Strauss en 1866 y lo usó Kubrick para mostrarnos el espacio y sus naves futuristas en '2001'.
miércoles, 28 de abril de 2021
Christopher Young, uno de los olvidados
lunes, 26 de abril de 2021
Los Oscars tocan fondo. El cine, probablemente, también
Los Oscars tocan fondo. El cine quizá también.
Me pregunto si la 93º ceremonia de los Oscar es un reflejo del estado actual y general del cine o el cine es un reflejo de la enorme pobreza que sus creadores demostraron en la ceremonia.
Como aun ando afectado por el sopor provocado por el desastre de anoche, no voy a hacerme más preguntas complicadas y dejo un vídeo en el canal #UltimoEstreno de Youtube contando lo vivido hace unas horas y el futuro que nos espera como esto no tome otros derroteros.
Porque los Oscars no le interesan a nadie. Han logrado, conforme han pasado los años, que aquel ritual anual con la expectación y la ilusión que generaban en los aficionados al cine, se haya ido al carajo. Lo que me acaba de rematar es una conversación mantenida esta mañana con un seguidor de #UltimoEstreno: "José Carlos, es que yo hace años que no es que no vea los Oscars, es que no voy al cine. Si acaso me pongo alguna película en mi casa, muy de vez en cuando, que me atraiga un poco, y nada más. Aquello que suponía ir a una sala de cine, salir de ella impactado, deseando volver a los pocos días, guardar dinero para comprar entradas cada semana... Aquello pasó, me han echado de aquella afición de tantos años, ya no me interesa nada".
Te dicen eso y te hunden la vida, más cuando te has llevado siete horas seguidas aguantando mierda en la pantalla, días organizando cómo entretener al personal que aun le interesa algo esto y muchos meses viendo películas espantosas que no te dicen nada.
Hacía años que no veía una ceremonia tan impostada, con un milimétrico porcentaje apabullante de gente de color (negro, que decían Les Luthiers) para contribuir a una falsa sensación de que es el año del cine auténtico, provocado por la pandemia, no el de las majors, que ese es falso y vacío. Ahora resulta que aguantar dos horas de una película de una tía con la misma cara de siempre que literalmente se nos muestra cagando en su furgona mientras trata de encontrar su propia mierda de vida es muy, muy real e independiente, cuando esta cosa la produce y la distribuye Disney. Disney dando lecciones de hippismo. Anda y que os den.
O los coreanos mirándole el culo a los pollos, que viven también en un autobús. O el tío que pierde el oído tocando la batería, otras dos horas de una pareja autómata dando tumbos.
Es lo que hay. Es lo que impera. Anoche todo era muy inclusivo y mucho inclusivo, mucho fantasma pero de color o muy modernos ellos y ellas con sus vidas en pareja. Me preguntaba constantemente dónde estaban Scorsese, Spielberg, Coppola, De Niro y tanta gente que durante años pasados, con tan solo aparecer en la alfombra roja, generaban un halo incomparable.
Hemos copiado durante décadas esta ceremonia y nos hemos reído de nuestro ridículo al imitarles. Ahora no tengo dudas en felicitar a Antonio Banderas y a su equipo por lo que hicieron en los Goya. Ciento y raya les dimos a estos desganados e impostados de anoche, que han perdido el concepto que mueve el cine: la magia, la diversión y el glamour.
Os dejo la primera parte del programa de anoche antes de abrir la sala chat en facebook: