Vista 'El piano' nuevamente, por aquello de cumplirse 27 años de su estreno en Cannes, llego a las mismas conclusiones que entonces:
-El padre de la muda era un capullo. Mandar a su hija con una niña pequeña a Nueva Zelanda en una barcaza tipo patera con cuatreros y soltarla en una playa desierta es de quererla muy poco. No se ve que no tuviera dinero para organizar el viaje y llegar a un lugar en condiciones. Un cero de guión.
-Meter en un bote una docena de trastos, un piano de cola ¡y varios pollos en una jaula! suena a chiste, no a un guión al que le dieron sorprendentemente el Oscar en la categoría de original.
"-¿Qué te parece ella? -Me parece cansada". Con este nivel de diálogos entre Sam Neill y Harvey Keitel y otras perlas (-"¿Te ha hablado alguna vez?", preguntando por una muda) es imposible que tomemos en serio a ambos personajes.
-La solución a este sinvivir hubiera sido dejar muda a la niña y que hablara la protagonista. Ya hubiéramos inventado cómo hacer un guión nuevo. Aunque la niña, callada, sigue siendo insoportable.
-Dos horas dando el coñazo con el piano, lo vuelve a subir a otra patera al largarse (!)... y termina diciéndole al amante que lo tire al mar, que no sirve. Me corto las venas.
-Finalmente: Michael Nyman me parecerá toda la vida un timo en el cine.
Te lo cuento en un nuevo vídeo en el canal #UltimoEstreno de Youtube con sus ejemplos y detalles, incluido el culo de Harvey Keitel en la carátula, que lo luce junto con su picha sin venir a cuento en este espanto de película, para que no se diga que todo es producto de mi mente propia de mala persona.