viernes, 24 de abril de 2020

Basura impostada


Este es el tipo de político que sufre este país de un tiempo acá. 
Te lo encuentras en la derecha, en la izquierda, en el centro, en los extremos... figurones que se colocan milimétricamente para que el lacayo de turno le haga una foto impostada acompañada de un repugnante texto. 
Vivir para aparentar, mantener como máxima la necesidad de difundir posturitas a través de imágenes preparadas y prostituir el concepto de la comunicación real y necesaria por delirios mesiánicos de gentuza encantada de sí misma sin escrúpulos hasta en temas tan graves como este. Unos a nivel estatal se colocan frente al espejo medidamente. 
Otras, en ámbitos más locales, se convertían en directoras de orquesta con batuta en mano. Sujetos, simple y llanamente, ridículos en sus mensajes visuales, en sus palabras robotizadas, en sus tics, en sus ansias y, en definitiva, en su egocentrismo, creyéndose mejores que el resto. 
Ambiciosos que dejan a Gollum y su fijación a la altura del zapato porque solo quieren el poder. Dais asco.

miércoles, 22 de abril de 2020

La banda sonora para despedir el día... 'Alguien voló sobre el nido del cuco'/'Nueve semanas y media'/'Starman'/'Oficial y caballero'


El 22 de abril de 1937 nacía, en Chicago, el compositor Jack Nitzsche. 
Su labor en la producción musical de artistas como Neil Young o su condición de teclista de los Rolling Stones en los años sesenta dio paso, a mediados de los setenta, a su carrera como compositor y arreglista cinematográfico. 
Es el prototipo de creador afectado por el fenómeno de las canciones en el cine, aunque tuvo la suerte –por decirlo de alguna manera- de que algunas de esas canciones que eclipsaron sus bandas sonoras al menos eran suyas. Ya se sabe que en el cine, cuando un tema vocal triunfa en un filme, la música original queda eclipsada por completo. Casos hay por decenas, y en lo que concierne a Nitzsche, fue el autor de la música de películas como ‘Nueve semanas y media’, pero nadie lo cita porque todo el mundo recuerda las canciones, especialmente la que canta Joe Cocker…que tampoco es de él, sino de Randy Newman. 
Nitzsche también hizo algo en ‘El exorcista’, pero la gloria se la llevó Mike Oldfield cuando el director de la película decidió utilizar su ‘Tubular Bells’, escrito un año antes. ‘Sirenas’ también es suya, pero lo que llamó la atención fue Cher cantando, y así podemos estar hasta mañana escribiendo ejemplos de tantos compositores…
Francamente, Jack Nitzsche no fue un gran compositor cinematográfico (falleció en el año 2000), pero tiene un puñado de bandas sonoras interesantes, destacando sobre todas ellas ‘Alguien voló sobre el nido del cuco’, nominada al Oscar a mejor score en un año (1975) en el que poco podía hacer ante la maestría de John Williams con ‘Tiburón’, que fue la ganadora de la estatuilla. Pero la música que Nitzsche compuso para el filme de Milos Forman es curiosa por diversas razones, principalmente porque desempeña un importante papel a la hora de informar al espectador de que la película cuenta realmente con dos protagonistas y no solo con Jack Nicholson. 
Lo descubrimos desde el inicio, con los créditos del principio, que es con lo que comenzamos el vídeo de hoy. Randle McMurphy (Nicholson) no es indio, ni la película se desarrolla en territorio amerindio. ¿Entonces por qué suena ese tema principal con sones tribales? La respuesta la tenemos a lo largo del desarrollo de la película: es el jefe Bromden, el grandullón actor Will Sampson, con quien McMurphy mantiene una especial relación, el primer internado a quien se dirige nada más llegar, con el que pacta la huida, su ‘pasaporte’ al exterior… el jefe Bromden es sinónimo de libertad como motivo central de la relación entre ambos personajes, tanto es así que será él quien ‘libere’ de su estado lobotomizado a McMurphy al final de la película antes de decidir escaparse como acción realizada en su nombre y en el de su amigo en una brillante secuencia en la que Nitzsche explota las posibilidades del tema principal del inicio que vuelve a utilizarlo en todo su apogeo. McMurphy y Bromden son dos caras de una misma moneda. 
Ese es el estupendo guiño del compositor hacia el espectador, de un músico que comprendió perfectamente las relaciones humanas de los protagonistas del filme. Una prueba de ello –os lo muestro en el vídeo también- es un instante de la película en el que un vigilante se dirige a McMurphy cuando éste trata de enseñarle al ‘jefe’ Bromden a jugar al baloncesto: “-¿Para qué le hablas si está completamente sordo?”. Nicholson contesta con una frase clave: “-No le hablo a él. Me hablo a mí mismo”. 
Continuando en el vídeo, tenéis los momentos en los que suena la música que Nitzsche escribió para ‘Nueve semanas y media’, especialmente un tema pianístico romántico que emplea en momentos amorosos relajados de tono entre ambos protagonistas y que, aun variándolo en las secuencias graduales que paulatinamente van desvirtuando la relación, el compositor no es capaz de sacarle provecho psicológico ante una historia que da musicalmente para mucho más. En 1984, Carpenter estrenó ‘Starman’, una película casi de culto sobre un ser venido de las estrellas transformado en hombre y con un final que no es John Williams con su ET pero que no deja de ser curioso, con sintetizadores a la orden del día, y finalmente os muestro para terminar el vídeo los instantes del desenlace de ‘Oficial y caballero’ con la música original que adaptó a canción para los títulos de crédito finales, ‘Up Where We Belong’, y que le valió el Oscar de Hollywood a Nitzsche, cantada por Joe Cocker y Jennifer Warnes. 

(Texto del libro ‘Las bandas sonoras para despedir los días’, de inminente publicación)

Harold Lloyd y Carl Davis: el 'hombre de gafas' y el 'compositor moderno del cine mudo'


Algunos os habéis interesado por mi reseña de ayer sobre Harold Lloyd y Carl Davis. Como veo que tiene sustancia y el tema es muy interesante, he desarrollado la relación del 'hombre de gafas' y el 'compositor moderno del cine mudo' en un nuevo video reportaje para el canal #UltimoEstreno de Youtube. 
Siéntate, antes prepárate una copa, apaga la luz frente al ordenador o el televisor y relájate. Son cincuenta y tantos minutos, porque te cuento muchas cositas y vemos secuencias de las películas de Harold Lloyd, los dos Ben-Hur de 1925 y 1959, la estupenda 'La mujer del teniente francés', etc. Y no dejamos resquicio de sus bandas sonoras. Gracias por estar ahí y recuerda que, si el reportaje logra atraparte (si no, también), suscríbete al canal de Youtube.
Enlace para ver el vídeo reportaje: https://youtu.be/lCBYmXfTunI

martes, 21 de abril de 2020

La banda sonora para despedir el día... 'El hombre mosca'/'Ben-Hur' (1925)/'La mujer del teniente francés'


El 20 de abril de 1893 nacía uno de los grandes cómicos de la historia del cine y el mejor pagado durante la década de los años 20 del pasado siglo. 
No estamos hablando de Chaplin ni de Buster Keaton, sino de Harold Lloyd. Su icónica imagen colgado del reloj en ‘El hombre mosca’ (1923) ha quedado inmortalizada en nuestra retina cinematográfica. Harold Lloyd hizo más de doscientas películas que se extendieron también a la llegada del sonoro, incluso con papeles no cómicos. Y su figura nos da pie para el compositor protagonista de esta noche, Carl Davis
¿Por qué? Os explico la relación. Las cintas más famosas de Harold Lloyd eran mudas, pero algunas de ellas fueron posteriormente musicalizadas como sucedió con ‘El hombre mosca’. El músico Carl Davis (nacido en 1936) es conocido entre otras facetas por haber escrito bandas sonoras para películas mudas de gran renombre, algo que los puristas no consideran muy ortodoxo puesto que en realidad estas composiciones no están hechas en aquellos momentos para esos filmes como producto del trabajo conjunto compositor-director. Pero lo cierto es que también han servido para que generaciones que quizá olvidaron clásicos en silencio hayan prestado atención a esas obras, y si el trabajo resultante es notable, las películas son enriquecidas. Esta es, lógicamente, la opinión de otro sector más aperturista en este sentido.
Carl Davis posee dos características muy positivas. Su condición de compositor, director y arreglista de bandas sonoras, ballets y obras teatrales le dota de unos conocimientos musicales que demuestra en sus trabajos. Por otra parte, su versatilidad queda más que corroborada como vamos a ver en el vídeo que os he montado hoy. Del estilo Charleston y Big Band para las películas de Harold Lloyd fue capaz de pasar al clasicismo romántico de ‘La mujer del teniente francés’ (1981) y a la masa sinfónica cuando en 1987 compone una banda sonora para la superproducción ‘Ben-Hur’ de 1925, película que ha atraído a más creadores que le han puesto música a su criterio a lo largo de los años, entre ellos Steward Copeland. Pero sin duda la más famosa fue la de Carl Davis, que también se atrevió con ‘Napoleón’ (1927) de Abel Gance tras haber sido restaurada en 1981.
En el vídeo os muestro, en primer lugar, los créditos de ‘El hombre mosca’, de un Carl Davis imitando el estilo charlestoniano y Ragtime de entonces, para posteriormente ofreceros la secuencia del reloj, con una música en la que, sin abandonar los sonidos propios de las Big Band, Davis incide en lo que en las músicas que acompañaban a piano en el mudo no hacían, como es apostillar y sincronizar los efectos instrumentales a lo que sucede en pantalla. Como curiosidad y recordatorio de Harold Lloyd: el tercer fragmento del vídeo es la canción de entrada de la serie que, en los años 70, emitió la BBC –en España en los años 80- dedicada al cómico y que se hizo famosa por su alegre ritmo. No es de Carl Davis, sino de Neal Hefti, compositor y trompetista de swing con algunos premios en su haber.
El vídeo continúa con la carrera de cuádrigas de ‘Ben-Hur’ (1925) y la música que para la secuencia compuso Davis. Cabe recordar que Wyler prefirió no musicalizar la suya de 1959 en ese pasaje. Es un tema con estilo aventuresco más que 'romano' e incidentalmente dramático conforme avanza la pugna en la arena. Posteriormente, como curiosidad, os comparo la secuencia de los dos ‘Ben-Hur’ cuando el protagonista es asistido por Jesucristo, que le da de beber. ¡No vale comparar a Davis con Miklos Rozsa, solo es una curiosidad que además no he montado yo sino que la he encontrado por internet! 
Los vídeos finales pertenecen a una extraordinaria película, ‘La mujer del teniente francés’ (1981). Se trata de una banda sonora en la que las cuerdas desempeñan un papel fundamental y acentúan el estilo romántico y trágico del filme. Os recuerdo el bellísimo tema principal, que comienza a sonar cuando el nombre de Meryl Streep aparece en pantalla, camino del espigón. En una película bien trenzada en la que se salta constantemente en el espacio y tiempo, la banda sonora salió muy bien parada. El compositor deconstruye el tema principal para apostillar distintas secuencias de manera moderada como podéis comprobar en las secuencias posteriores del vídeo, destacando también especialmente el magnífico tema que acompaña al momento más desequilibrado de Sarah Woodrof ante el espejo y realizando sus dibujos. La música se identifica plenamente con el estado anímico de una protagonista por la que Charles Smithson sale a buscarla al verla en el espigón desde la ventana nuevamente con el tema principal en su pleno apogeo en un extraordinario momento del filme. Después os ofrezco un momento romántico que me recuerda especialmente en sus instantes finales musicales al estilo del compositor libanés Gabriel Yared (‘El paciente inglés’) y finalmente los dos temas con los que concluye la película, el de la barca de un gran calidad musical y el de los créditos volviendo al tema principal.

lunes, 20 de abril de 2020

Confinamiento útil. El libro avanza...


Trato de pasar el confinamiento lo mejor posible, alejado de la crispación reinante que, imagino, habrá en el exterior -no converso con nadie y el móvil es un instrumento que aborrezco- y escurriéndome entre bombardeos que, al abrir redes sociales como esta, te aparecen en pantalla, explotándote en la cara y llenándote en la mayoría de las ocasiones de veneno y basura. 
Lo más útil que puedo hacer ahora -la utilidad social de cada uno de nosotros es algo fundamental para construir una sociedad que funcione y avance- es aprovechar e incrementar el ritmo de escritura de mi libro. 
Ya estoy llegando al final. Es algo tan apasionante como complicado. No se trata de un diccionario de compositores, aunque se reflejen en él 365 autores, hacerles una ficha con breves apuntes biográficos y listo. Creo que quienes aman la música de cine ya pueden encontrar por ahí excelentes recopilaciones sobre nombres, apellidos y qué obras han compuesto los Goldsmith, Steiner, Horner, Williams y compañía. 
El calendario de los días del año me está sirviendo de excusa para recordarlos a través de momentos que a muchos se nos escapan cuando vemos una película que han musicalizado, esos instantes que no valoramos precisamente porque, estamos tan metidos en la historia ante la pantalla, el trabajo del compositor ha funcionado tan bien, que nuestra mente acoge lo que realmente es el cine: un conjunto sincronizado de elementos, un todo que si funciona es lo más maravilloso del mundo. Por eso como espectadores no nos detenemos a valorar aisladamente porqué Herrmann utiliza esos violines agudos cuando Norman asesina a Marion en la ducha, Rozsa usa el órgano cuando aparece Jesucristo en Ben-Hur o Bill Conti refleja en su música la involución-evolución del personaje de Rocky en su película.
Para entenderlo y poder contarlo con el ilusionado objetivo de contagiar a los lectores de la pasión hacia la música cinematográfica, hay que volver a ver las películas, escuchar sus bandas sonoras tanto en las secuencias como fuera de ella, coger libreta y bolígrafo y apuntar. Apuntar mucho, hilar fino, resumir y tratar de no meter la pata guardando el máximo respeto tanto a los compositores como a los profesionales de la música para no ver lo que no hay en unas notas y ver lo que realmente hay en ellas. También consultar, claro, con tus amigos-músicos de cabecera.
Y todo esto es francamente complicado, conlleva mucho tiempo (repaso diariamente una media de tres películas) pero a la vez no solo es enriquecedor personalmente, sino ilusionante ante el hecho de poder trasladar y compartir con los demás, cuando llegue el momento, las sensaciones que se experimentan, contribuir con ello a valorar más el género y ser sensibles ante un legado musical y cultural extraordinario.
En más de una ocasión, como anoche, interrumpes la película o la audición porque te salta el aviso del messenger de facebook al recibir mensajes privados que te ayudan a completar felizmente el día, gente que no conoces y que te recuerdan durante tantos años en la radio y se sienten felices por encontrarte. Y en estos días, todo lo que sea ser útil desde nuestras distintas posiciones y objetivos y alegrar a las personas que te valoran, son acciones fundamentales para salir adelante.



viernes, 17 de abril de 2020

La banda sonora para despedir el día... 'Juego de tronos'/'Iron Man'


El 17 de abril de 2011 se estrenaba, con el primer capítulo, la serie 'Juego de Tronos'
Su permanencia en pantalla hasta 2019 con sus correspondientes temporadas fue la mejor prueba de que millones de espectadores quedaron enganchados a esta lucha de poder aventuresca, comparada indefectiblemente con 'El señor de los anillos', y para la que se contrató a un joven compositor que, con 37 años, escribió una de las intros más famosas de la historia de la televisión
Ramin Djadawi ya había tenido cierta fama especialmente con la banda sonora de 'Iron Man' (2008) y años antes había llamado la atención de Hans Zimmer que, como todos sabemos, construyó su imperio Media Ventures -ahora llamado Remote Control- en el que tiene a toda una legión de compositores clónicos que, como en una gran fábrica de ¿churros?, van realizando partituras para películas. 
El 'sonido 'Djadawi' es, obviamente, identificativo de la factoría zimmeriana: ampulosidad electrónica, notas largas sintetizadas, huecos con ruido y también algunas cosas inspiradas que hacen las delicias de otros tantos millones de aficionados. En el vídeo de hoy vamos a ver la intro de 'Juego de Tronos' y después varias secuencias de 'Iron man', la película protagonizada por Robert Downey Jr. de la que obviaré opinar.
Vayamos a las bandas sonoras... 'Juego de tronos' es enormemente pegadiza. Lo logra gracias, principalmente, a un distintivo musical también muy característico de la factoría Zimmer: el uso de ostinatos, es decir, la repetición de una figura melódica que se reitera una y otra vez en el desarrollo de un tema. En este caso hablamos de un patrón identificativo desde el primer momento, con variaciones a mayor o menor, que no desaparece jamás y da paso al chelo, posteriormente a las cuerdas... todo muy minimalista pero enormemente retentivo por su, como indica su nombre técnico en música, 'obstinación'.
'Iron Man' es más curiosa. La película ya se inicia mostrándonos a un personaje peculiar y tan machista como James Bond. Tanto que una periodista le pregunta algo y...a la cama. ¿Y qué parece sonar en las notas del 'folleteo' entre ambos? Efectivamente. Digamos que Djadawi homenajea a Bond... Pero lo más llamativo es que las notas que dan paso a la intro de 'Juego de tronos' ya las escuchamos en 'Iron Man'. En el vídeo las tenéis, cuando Tony Stark se prueba por vez primera el traje-armadura que se ha construido. ¿Las detectáis? :-) Todo ello tres años antes... 
El vídeo continúa con Stark golpeando un martillo construyendo la primitiva armadura y un tema muy bien ajustado al uso de esta herramienta, sonando al más puro estilo 'Remote Control', y finalizamos con la secuencia del rescate del protagonista en el desierto y su llegada al aeropuerto, con un tema solemne, heróico pero sobre todo, zimmeriano.

jueves, 16 de abril de 2020

La banda sonora para despedir el día...'Sed de Mal'/'Desayuno con diamantes'/'Basil el ratón superdetective'


El popular compositor Henry Mancini nació el 16 de abril de 1924.
Su capacidad para crear bellas composiciones, especialmente en la década de los sesenta, con la elegancia por bandera y sin necesidad del empleo de amplias orquestas –su condición jazzística la reflejó constantemente en el cine- lo convirtieron en un músico proclive a la capacidad retentiva en nuestra memoria. ‘Charada’, ‘Dos en la carretera’, ‘Días de vino y rosas’ y, especialmente, ‘Moonriver’, han sido canciones que ya han pasado a ser consideradas sagradas en el mundo del celuloide. 
Consciente de que puedo ser apedreado e incluso quemado en la gran plaza pública que conforman los aficionados a la música de cine, diré que Mancini no está entre mis predilectos, lo que no es obstáculo para que reconozca lo que anteriormente he expuesto.
El vídeo que os he montado hoy recoge secuencias de cuatro películas con bandas sonoras de Mancini, dos de ellas porque la primera, ‘Sed de mal’ (1958), es su primer score, y la segunda, al tratarse de quizá la más conocida y apreciada.
La secuencia con la que se inicia la película y que Orson Welles mantiene durante minutos sin cambiar de plano es antológica y en las escuelas de cine y cursos de montaje la hemos analizado obligatoriamente. Mancini hizo lo que mejor sabía hacer como ya demostró desde entonces: manejar el ritmo brillantemente y, con los compases que le da el reloj de la bomba que posteriormente explota, desarrolla el tema con sones jazzísticos. 
Lo que siempre me he preguntado es porqué puñetas Orson Welles no volvió a trabajar con Bernard Herrmann en ‘Sed de mal’. ¿Qué obra maestra hubiera compuesto Herrmann para esta joya con este inicio y la temática de la película?
Después os ofrezco un puñado de momentos de ‘Desayuno con diamantes’. En los créditos iniciales ya suena el tema principal que proliferará en la película hasta en la sopa, apareciendo constantemente como os recuerdo en algunas secuencias que os muestro en el vídeo.
No soy nada amante de un filme sobrevalorado que no soporta más de un visionado con amabilidad. A pesar de inmortalizar a Audrey Hepburn, el papel no estaba escrito para ella, sino para Marilyn Monroe, como quería el autor de la novela, Truman Capote, que se encontró en la pantalla con una versión edulcorada de su libro, en el que “boyera repugnante” es de las frases más suaves que se pueden leer. La protagonista, Holly Golightly, es prostituta, drogadicta y bisexual, si bien, y como en Hollywood “todos los sueños son posibles”, la historia se cambió para suavizar los devaneos de la Hepburn en un papel ciclotímico, en el que habla por los codos y dice y hace demasiadas estupideces que ralentizan algunas secuencias de una película con el clamoroso fallo de casting femenino y también masculino, con un George Peppard hierático y perdido. 
‘Desayuno con diamantes’ le dio a Henry Mancini dos de sus cuatro Oscar de una tacada, por la banda sonora y la pesada canción ‘Moonriver’. Sí hay dos momentos interesantes musicalmente hablando en el filme que os muestro en el vídeo: los dos protagonistas en la tienda cuando roban las máscaras de animales, cuyos compases preludian lo que Mancini compondría al año y medio después con ‘La pantera rosa’, y los minutos finales de la película. Ahí el compositor sí demuestra ser brillante. Peppard sale del coche, deja a la insoportable Hepburn dentro y ésta va en su busca al encendérsele la bombilla. Es, de nuevo (y van…), el tema principal, pero cambiado de tono, es decir, lo ‘baja’ a menor para contribuir a la gravedad de la secuencia. Al instante, tras el encuentro con él y con su gato al que lo putea minutos antes en otro ataque de esta histérica insoportable, el tema vuelve a su tono normal, aportándonos la sensación de feliz conclusión de una historia con forzados momentos en su desarrollo a lo largo de su metraje.
La última secuencia pertenece a los créditos de ‘Basil el ratón superdetective’ (1986), que me sirve para recordaros que Mancini trabajó también para la animación, en este caso con la Disney. El tema principal es más sinfónico y a lo largo del filme el compositor experimenta un poco más allá de sus influencias jazzísticas. Es muy recomendable. 

(Texto perteneciente al libro ‘Las bandas sonoras para despedir los días’, de próxima publicación)