El broche de oro a la saga regresa más que nunca a su origen conceptual: la lucha de dos bandos, el bien y el mal, de una manera directa y sin los aditamentos y artificios que rodean a la mayoría del resto de películas de la franquicia. Y, en un ejemplo más de inteligencia de la Disney y compañía, lo hace centrando la pugna en una mujer torturada por el dualismo que la persigue constantemente y cuyos indicios estratégicos de flaqueza están ubicados a lo largo del metraje de impecable manera. Así, si en ‘El despertar de la fuerza’ se nos mostraba las credenciales del personaje femenino de Rey, ahora alcanza su máxima plenitud convertida en casi absoluta protagonista de un filme que, ante los derroteros que va cobrando, va transformando a Kylo Ren en una muleta guionística de la todopoderosa Rey para terminar siendo un partnaire sacrificado que probablemente dé aun más la razón a quienes creyeron ver la inconsustancialidad de este personaje en la predecesora.
Protagonismos casi absolutos aparte, ‘El ascenso de Skywalker’ satisfará a los amantes de la saga porque J. J. Abrams ha querido mirar hacia atrás con los ojos de un seguidor incondicional que jamás dañaría la memoria de Star Wars con un producto ulterior. Y su manera de mimar el lote global de este impresionante folletín galáctico es punzando con emociones como en sepia el corazón del espectador. Así, aparece Lando Calrisian en un maravilloso rescate del personaje; el emperador Palpatine recupera su poder protagónico; C3-PO tiene mayores similitudes con el original; Leia se erige en la pura nostalgia y, además, no sólo se recuperan cromos personificados, sino objetos y conceptos, sobrevolando el tratamiento conceptual de la fuerza –maduro, adulto, oscuro- del que disfrutamos en ‘El imperio contraataca’, la mejor cinta de todas las de la saga.
A ello contrarresta un marcado carácter de desenlace disneyano que, si no somos exigentes, provocará la sonrisa complaciente en el espectador y la sensación de estar visionando un producto animado con el sello de la compañía que se hizo con los derechos de Star Wars en 2012.
Por su parte, no se entiende Star Wars sin John Williams. Al igual que en las películas más icónicas de la saga –con especial énfasis errática además en la primera de todas, ‘Star Wars-Una nueva esperanza’ (1977), ni el compositor ni el director dan respiro alguno y los momentos de silencio son prácticamente inexistentes. Williams apabulla con su magna obra, tanto para bien como para mal, ofreciéndonos como principal ventaja la inconmensurable calidad de su obra. Es probable que, de otro compositor, sería insoportable llegar al final de ‘El ascenso de Skywalker’, una banda sonora en la que los temas ya compuestos para su predecesora, en la que eran muy potentes los dedicados a Rey y Kylo Ren, están muy presentes constantemente en el metraje. El dominio paulatinamente cada vez más acusado de Rey en la estructura y filosofía del filme también está presente en la música, en la que el tema de Kylo Ren va perdiendo protagonismo en favor de las icónicas notas que Williams escribió para la empoderada protagonista.
En definitiva, J.J. Abrams se ha acercado al origen de la saga con ‘El ascenso de Skywalker’ con mayor acento que sus predecesoras, la ha actualizado a los tiempos que corren entregando el protagonismo a una mujer de infinitas capacidades hasta en su dualidad entre el bien y mal, hilvana atinadamente las estirpes familiares que se van aclarando ante el espectador gradualmente y otorga un (supuesto) final más que digno a una saga que, con seguridad, continuará indefinidamente en plataformas digitales como la de la propia Disney o Netflix, con la que ya negoció para ‘El despertar de la fuerza’. Y es que en ‘El ascenso de Skywalker’ se mira, y no de reojo, a ‘The Mandalorian’ sin ser casualidad y más allá de cualquier necesidad guionística. #StarWars #RiseofSkyWalker #UltimoEstreno