El 27 de julio de 1995 fallecía Miklos Rozsa. Por entonces me pilló de
vacaciones en mi trabajo y supe de la noticia por un breve comentario en
un informativo de televisión.
Han pasado 22 años desde que nos dejó uno
de los más grandes compositores de música cinematográfica de la
historia.
Porque la adoración de los magos en Ben-Hur, a pesar de la sorprendente torpeza de Wyler rodando esta secuencia, no es la misma sin el tema que compuso el gran Rozsa. Ni las notas que suenan cuando en pantalla aparecen Judá y su madre. Ni las paradas romanas imperiales. Ni El Cid es el mismo si no suena la música del compositor húngaro en pantalla. Ni el desbordante romanticismo de 'Recuerda' podría estar guardado toda nuestra vida en un rinconcito de nuestra cabeza.
Larga vida a la obra de Miklos Rozsa y un beso muy fuerte a su hija, Juliet Rozsa, la hija orgullosa de un maestro irrepetible, de una época dorada, de un estilo inconfundible, de un sentimiento que de joven se quedó para siempre. De quien ponemos su música en la madrugada y nos eclipsa la vista cerrando los ojos trasladándonos a esas escenas que no volverán jamás...
Porque la adoración de los magos en Ben-Hur, a pesar de la sorprendente torpeza de Wyler rodando esta secuencia, no es la misma sin el tema que compuso el gran Rozsa. Ni las notas que suenan cuando en pantalla aparecen Judá y su madre. Ni las paradas romanas imperiales. Ni El Cid es el mismo si no suena la música del compositor húngaro en pantalla. Ni el desbordante romanticismo de 'Recuerda' podría estar guardado toda nuestra vida en un rinconcito de nuestra cabeza.
Larga vida a la obra de Miklos Rozsa y un beso muy fuerte a su hija, Juliet Rozsa, la hija orgullosa de un maestro irrepetible, de una época dorada, de un estilo inconfundible, de un sentimiento que de joven se quedó para siempre. De quien ponemos su música en la madrugada y nos eclipsa la vista cerrando los ojos trasladándonos a esas escenas que no volverán jamás...