domingo, 24 de agosto de 2014

¿Puertas abiertas en las iglesias por la Vuelta Ciclista?

La Vuelta Ciclista pasa hoy por San Fernando. No sé si las iglesias están abiertas en horario intensivo para tal acontecimiento, en esta ciudad no me extrañaría en absoluto. Quizás hay un servicio de confesionario extraordinario para los que pedalean. La foto está hecha en La Isla, palabrita de Contador, y el templo es fácilmente identificable.

martes, 12 de agosto de 2014

Robin Williams, el capitán de los ilusos



Robin Williams tuvo la culpa de que miles de adolescentes se creyeran a pie juntillas la ilusa historia que Peter Weir nos contó en una de sus películas, quizá la más aclamada y la más tramposa. Las carpetas de las niñas no solo de aquellos años, sino de generaciones posteriores hasta llegar a hoy, reflejaban en las mesas de los colegios e institutos margaritas dibujadas con dos frases de las que apenas se dedicaron a buscar su origen. El 'carpe diem' había hecho mella en la edad del pavo y el 'Oh capitán mi capitán' recitado era el sueño de todos los estudiantes, que por las noches se imaginaban de pie sobre los pupitres mientras las chicas suspiraban por ellos y un profesor de los que jamás hemos disfrutado alentaba la rebelión. Aquel club de poetas alimentó a los cursis de la clase, pero demostró lo que era Williams: un actor puesto en bandeja para tenerlo entronizado porque caía de puta madre en sus papeles bondadosos. Ahí queda de payaso, de separado trasvestido, de loco de juego de mesa...

Robin Williams se quedó con el rol del intérprete de peluche preferido por los amantes de un cine tan delicioso como fácil, que si jamás supieron que en sus estuches de carioca, escuadra y cartabón llevaban escrito un poema dedicado a Abraham Lincoln, menos aún conocieron al actor en 'El agente secreto' (1996), uno de sus mejores papeles y sorprendentemente contenido, del que declinó aparecer acreditado, o la voz original del genio en 'Aladdin' de Disney, por cuyo trabajo estuvo a punto de ser nominado como actor a pesar de tratarse de un filme de animación, lo que nos demuestra la importancia y la ardua tarea que supone interpretar declamando, algo que en España nos lo pasamos por el forro de los pantalones al doblar las películas y quedarnos tan panchos.

Nunca fue uno de mis actores preferidos y me podía su marcado histrionismo sobre su rostro bondadoso. Pero su registro interpretativo dramático cuando decidía absorber la cámara y especialmente su capacidad de crear ilusiones en el público son suficientes motivos como para considerarlo un icono actoral del cine contemporáneo. Al fin y al cabo, ¿qué es el cine sino una gran fábrica de sueños?

martes, 5 de agosto de 2014

Una ciudad "de parados y pensionistas"

Creo que las muestras de pésame y cariño hacia el historiador y académico isleño Jaime Aragón Gómez son sinceras y su familia y allegados sentirán el calor de quienes lamentan su pérdida. Pero también estoy convencido de que el mejor homenaje que se le puede tributar a don Jaime es escuchar sus palabras a lo largo de estos últimos tiempos, con las que demostraba que no le dolían prendas a la hora de denunciar la situación en la que se encuentra San Fernando, a la que amaba profundamente. Llorar su muerte sin más queda tan real como también políticamente correcto, pero lo justo -para él y para La Isla entera- es seguir sus consejos, asumir lo denunciado y ponerse manos a la obra ante tanta "falta de liderazgo" en una ciudad "de pensionistas y parados" como la calificó tan acertadamente hace tan solo unos meses. Así que a trabajar, que es lo que él hubiera querido. Si es que se sabe hacer, obviamente...
 

(Fragmento del debate 'San Fernando 1813-2013: memorial del esplendor, declive y realidad actual de la ciudad', celebrado por la Academia de San Romualdo el 22 de octubre de 2013):

 



viernes, 1 de agosto de 2014

La Caleta de Maro o 'Calachica'


Un año después, hemos vuelto. En nuestros días de vacaciones no puede faltar Nerja, culminándola con una visita a la Caleta de Maro. Con este ritual, que cumplimos desde hace varios años, venimos dando por finalizado nuestro descanso estival, corto pero intenso.

Bajar a esta playa virgen se convierte en una peregrinación para quienes desde pequeños fuimos incondicionales seguidores de la serie 'Verano azul'. Llegar allí y bañarte supone ocupar una privilegiada posición si te colocas observando los cañizos y las zonas rocosas, porque imaginas que delante de tus ojos estás contemplando a Pancho, en su alocada carrera, dirigirse hacia la pandilla para anunciarles la funesta noticia de la muerte de Chanquete; ver a Julia soltar la pelota entre sus manos, esperar a que el cretino de Bruno se cayera de las dos rocas situadas al final de la cala (aún están intactas) o dirigir la mirada hacia arriba para dibujar la silueta de Ayo -en cuyo chiringuito habíamos comido su paella horas antes- pendiente de lo que pudiera sucederle a su yegüa, recorriendo de una parte a otra esta cala de la que, doce meses después, puedo dar dos noticias de distinto signo. La primera, que el incendio ocurrido en diciembre no fue tan fiero como lo pintaron o la naturaleza ha mostrado una milagrosa capacidad de recuperación. Los titulares de los periódicos hablaban de una zona "devastada", "arrasada", exagerando lo sucedido y asegurando que el lugar donde la pandilla de 'Verano azul' vivió tantas emociones había desaparecido. En absoluto. Una parte de vegetación de la bajada hacia la playa, así como varios pares de postes de madera que marcan el camino hacia la playa, sufrieron las consecuencias del incendio, pero podéis estar tranquilos porque en absoluto hay una "devastación" de 'Calachica', como los niños llamaban en la serie a la que en realidad se denomina 'La Caleta'.

La noticia menos positiva es la preocupante pérdida de arena que ha sufrido la playa en los últimos meses. Piedras de mediano y gran tamaño han aflorado en toda la zona derecha según se accede y da la impresión de que el pedregal puede extenderse hacia el resto de la cala, algo que los responsables medioambientales de Maro deberían tener en cuenta para conservar el paisaje natural de este paraje.

Si no lo habéis visitado nunca, siempre es bueno hacerlo. Os lo recomiendo enfervorizadamente si sois seguidores de la eterna 'Verano azul', porque ir a Nerja sin pisar las arenas donde se grabaron tantos momentos inolvidables es un pecado capital. Si no tenéis especial interés por la historia que nos contó Antonio Mercero, tenéis que ir de todas maneras, porque maravillará a cualquier amante de la naturaleza. Olvidaos de una zona urbanizada, de altavoces dando la hora, de policías vigilando que nadie juegue a las palas ni servicio alguno. Es una playa en la que, en sus 400 metros, solo hay un mar limpio y gélido, arena mezclada con vegetación y una mezcolanza de parejas jóvenes, no tanto y grupos de hippies con construcciones básicas realizadas con cañizos. No es un vergel de portada de anuncio de una playa jamaicana ni lo requiere; no hay chiringuitos, ni señalización, ni siquiera arena dorada y pulcra. Es un paisaje encontrable en un naufragio con mucha historia para quienes la veíamos a través del televisor y ahora la disfrutamos al menos una vez al año.

No es fácil llegar a 'La Caleta' de Maro, pero como me he empeñado en que lo hagáis, os voy a ofrecer una detallada descripción de cómo podéis hacerlo para no perderos. Desde donde dejéis el coche -como sugerencia- hasta pisar su arena, andaréis media hora deliciosa entre higueras, cañaverales, albercas e invernaderos aparentemente inutilizados, pero en los que repentinamente os encontraréis a un agricultor con cajas de maravillosos tomates saludándoos como si os conociera de siempre. No es lo habitual, el camino es solitario, apasionante y sinuoso, pero no hay obstáculos de altura que superar, ni parajes pedregosos que escalar, solo caminos terrizos paralelos a un riachuelo de agua dulce que, tras pasar por albarcas, expirará en la misma playa en dos vertientes: una cueva natural, pequeña y algo descuidada, y una manguera aprovechada por los visitantes más habituales de la cala para refrescarse, en la que cuelga un rústico cartel que advierte: "Agua no potable".

Pero vamos al lío. Primero, tenemos que partir desde Nerja hacia Maro, que es una pedanía nerjeña. Por la N-340 llegaremos a este bello rincón en apenas unos cinco minutos siguiendo las indicaciones, y una vez allí, solo tenemos que seguir las calles hasta llegar a una amplia zona de aparcamiento a pie del Hotel Casa Maro. Generalmente siempre hay espacio para dejar el coche, ya sea en la zona superior o en la explanada más abajo que, a través de una escalera, nos lleva a pie a la carretera de bajada a la playa de Maro. Pero cuidado, porque no nos dirigimos a ella, sino a 'La Caleta', por lo que llegaremos a un punto del vial -hay que andar por el arcén- en el que hay que adentarse en el camino hacia nuestro lugar preferido o terminaremos en la playa más concurrida de la zona, también de gran belleza pero sin el encanto ni la historia de la llamada 'Calachica'.

Para una mejor comprensión de cómo llegar, os ofrezco la ruta acompañada de fotografías realizadas el pasado viernes, 25 de julio de 2014. En primer lugar, os muestro un mapa de google con puntos estratégicos señalizados y numerados que se corresponden con las imágenes que adjunto. Esta es la vista aérea de la zona donde nos moveremos. Si pincháis en las imágenes, lograréis ampliarlas para un mejor visionado:


El punto número 1 se corresponde con el origen de salida tras estacionar el vehículo. El día que os he indicado, en pleno verano y sobre las seis de la tarde, presentaba este aspecto, más que óptimo para aparcar:


A la derecha del aparcamiento, una escalera rojiza nos conduce a la carretera de bajada. El edificio de piedra que observáis en el lateral de la imagen es el Ingeniero de Maro, una construcción en ruina bastante impresionante que fue edificada en 1585 destinada a la producción azucarera y que abría un camino desde esta pedanía a Granada a través de la Sierra de Almijara. En los años sesenta del siglo XIX sufrió un incendio y está inutilizado, aunque conserva interesantes elementos arquitectónicos como el 'pie de amigo' que lo sustenta por el lateral del acantilado. En el plano de arriba de google os lo he indicado con el punto número 2.


Cuando emprendamos camino por la carretera dejaremos a la derecha unos invernaderos hasta llegar, aproximadamente en cinco minutos, al primer desvío por un carril terrizo. En un cartel de mediano tamaño, a la izquierda de esta entrada, podremos leer las características de la Caleta de Maro, y a la derecha, una señal amarilla que indica el "acceso público a la playa", rodeado de más invernaderos. Es el punto 3 de nuestro particular mapa.



Nos adentraremos por el carril indicado y un poco más adelante, a la izquierda, aparecerá una entrada a una especie de terreno llamado 'Casa Yoga' con cañizos en su puerta de doble hoja. No le haremos caso (solo la lógica curiosidad de dirigir la vista unos segundos hacia su interior) y continuaremos descendiendo por el mismo camino. 'Casa Yoga' la tenemos numerada en el plano superior con el 4.


El carril -lechado de cemento sin pulir- se nos volverá sinuoso y cuesta abajo. A escasos metros encontraremos una alberca de agua fría que nos dejará su 'rastro' desde ese momento en forma de caño paralelo a la carretera, a la derecha. Bien fresquita para enjuagarse los pies al regreso de la playa o simplemente darles respiro... aunque apenas llevamos diez minutos de nuestro camino.


Es importante el punto número 5 en el mapa de google que abría este itinerario. Se encuentra a unos tres minutos de la alberca y se trata del desvío que deberemos tomar. Dejaremos de andar hacia abajo por el carril principal -que nos llevará a otros invernaderos y el acantilado sin salida- y tomaremos el carril de la derecha. No tiene pérdida porque el Ministerio de Medio Ambiente tuvo a bien colocar otra señal como la amarilla anterior donde indica el acceso público a la playa. Dejaremos pues que el reguero de agua que se amplía paulatinamente desde la alberca continúe su curso natural...


El nuevo camino que tomaremos deja un invernadero en activo en la margen derecha, en la que vimos unos cajillos colmados de estupendos tomates. El paisaje se torna desde ese momento; es más verde, con rocosidad a la derecha y arbustos y cañas a la izquierda... Es probable que encontremos algunas zonas con coches aparcados, bien de los agricultores o quienes bajan a la playa y se atreven a introducir su vehículo por estos caminos. Hay apenas zonas terrizas para estacionar tres, cuatro vehículos, así que conviene no arriesgarse, ni por el espacio existente, ni por el propio coche...


A lo largo del camino nos encontraremos con varios desvíos. El primero de ellos es escarpado y está cerrado por una vetusta verja, por lo que seguiremos por el camino principal. Lo véis en la siguiente foto, mientras que dos ramales a unos metros más abajo a ambos lados del carril también debemos ignorarlos, a no ser que queramos visitar los entramados misterios de los invernaderos y zonas de plantación. Incluso algún valiente sigue empeñado en utilizar el coche como se puede ver en la segunda fotografía, esperando tener suerte y que, al llegar a una pequeña explanada antes de la bajada obligatoriamente a pie, exista u hueco donde aparcar de los apenas media docena posibles. Y los baches son bastantes, si alguien está algo loco y tiene un 4x4, podrá hacerlo y cruzar los dedos para no tener que regresar al no encontrar donde aparcar. Si tienes un turismo normal, vas a tentar al diablo, te lo advierto...



Y así las cosas, ya estamos prácticamente en el punto de localización número 6 de nuestro particular mapa. Llegaremos a una superficie de cemento a modo de mirador donde un rótulo nos indica que estamos en la Playa de la Caleta de Maro, nos da la bienvenida tanto en español como en inglés. Un pequeño habitáculo de cemento sirve para que los visitantes a la playa depositen la basura y un poste espera el izado de una bandera algún año de estos. Y en la fotografía segunda, podéis admirar la belleza de la cala, aguardándonos. Ya queda menos...




El recorrido entre el rellano que nos permite contemplar la cala desde arriba (6) hasta la playa (7) es una preciosidad. En apenas cinco minutos llegaremos al punto de destino, aquí sí que ya solo se puede acceder andando, puesto que el pasaje es estrecho y para uso peatonal, con la excepción de una entrada a la derecha para el acceso de vehículos a una pequeña finca, en la que se advierte para dejar expedita la entrada.  A la izquierda se observa la bajada a la playa, íntegramente con escalones, y recientemente se han colocado postes enlazados con cuerda a modo de barandal. Es precisamente aquí donde se produjo el incendio del pasado diciembre, que acabó con algunos matorrales, cañizos y varios pares de postes del trazado a pie, pero poco más, no hay que alarmarse. Os lo enseño en estas fotografías:


En esta siguiente, por cierto, ya podéis adivinar, en el centro-arriba, las rocas desde donde el cantante Bruno se da el pellejazo en el capítulo 'El ídolo', entre otros pasajes de la serie 'Verano azul'. No confundidlas con las que se encuentran más arriba, a la izquierda y de colores más claros, que son monumentales y 'abrigan' la Caleta de Maro, incluyendo el borde litoral donde la marea, como véis, ya alcanza la pared rocosa:


Aquí observaréis algunos vestigios del incendio tanto en el color gris de la superficie de la derecha como en los postes de la pasarela:

El camino ya no tiene pérdida. Se trata de andar un poco dejando en la margen izquierda las escasas secuelas del fuego -algunos han utilizado el tizne para inmortalizar sus nombres en los escalones- y descender por la escalera hasta llegar a la playa. Antes, encontraréis unos metros convertidos en un bonito túnel de vegetación, al haberse unido la existente en un lado y en otro, y finalmente llegaréis a la zona de bajada. Es ahí donde tendréis una sensación maravillosa al pisar 'Calachica', siempre que no prestéis demasiada atención a la zona de la derecha, que se encuentra como he comentado hecha un pedregal y algo sucia. A la izquierda ya podéis disfrutar de la Caleta de Maro y bañaros cómodamente, la superficie es de arena con algunas piedras de pequeño tamaño muy aisladas que no dificultan para nada el que os introduzcáis en el mar y miréis hacia atrás para ver la zona por donde hemos bajado y el lienzo rocoso, además de las maravillosas vistas laterales.

El agua de Maro es limpia, tranquila en la mayoría de las ocasiones y gélida. Su calidad la convierte en zona de paso de especies marinas como los delfines, y de hecho, escasas horas antes de nuestra última visita, una cría fue rescatada de la orilla tras el aviso de los bañistas. Presumiblemente se había despistado del grupo en el que iba, ahora tocaba cuidarla unos días y buscar el mejor lugar para hacerla regresar a su hábitat natural y que encontrara a su familia. Así lo publicaron diversos medios de comunicación de la provincia malagueña. En numerosas ocasiones, las atenciones o requerimientos que se hacen relacionadas con esta playa se realizan desde el mar, con lanchas, al ser más fácil el acceso. Algo así como lo que sucedió con parte del material técnico que se utilizaba para el rodaje de 'Verano azul', que diariamente llegaba por mar en lugar del camino que estamos describiendo, especialmente por lo dificultoso para introducir camiones por estos vericuetos con los grupos electrógenos, focos, pantallas, etc.

¿Qué tipo de visitante vas a encontrar en la Caleta de Maro? La primera impresión que vas a tener es que la playa está tomada por hippys y naturistas, que tienen habilitadas pequeñas cabañas para sus estancias durante días, semanas... Ya comprobarás que hay variados tipos de visitantes, desde parejas jóvenes a grupos o pandillas. Suele ser gente de edad entre los veinte y cuarenta años, y quienes sin decir nada, te percatas que acuden, tras su correspondiente esfuerzo, buscando la emotiva localización de la serie de Mercero. Sea como fuere, no temas absolutamente nada. Todo el mundo se respeta y todos van a su rollo. Estás en un lugar seguro, al menos es la impresión que me ha dado todas las veces que he estado en ella y cada una durante bastantes horas.

Espero que esta guía os sirva de referencia para llegar a uno de los lugares más sacrosantos para quienes amamos 'Verano azul' en nuestro recuerdo y a todos los enamorados de la naturaleza. Está bien que vayáis, pero no difundáis mucho el asunto para no masificar nuestra particular 'Calachica' y que podamos continuar disfrutando de ella sin que intervenga la mano humana solo para limpiar y adecuarla en lo justo y necesario. :-)

domingo, 27 de julio de 2014

Miklós Rózsa

En memoria de uno de los más grandes compositores de música de cine de la época dorada de Hollywood. 

Hoy hace 19 años que falleció Miklós Rózsa (1995). Recuerdo que ni un solo informativo dio la noticia en España e incluso revistas de ámbito nacional especializadas no le dedicaron nada o apenas unas letras.

Su sinfonismo, su grandiosidad compatibilizada con la delicadeza de sus temas dedicados a los personajes más íntimos de las películas en las que trabajó se convirtieron en sublimes herederas de la música romántica europea precinematográfica. Expirado el periodo de acusado clasicismo cinematográfico y musical, cuando en los años setenta ya imperaba otro tipo de composición y los experimentos ganaban premios -de ahí que Moroder fuera capaz de vencer a Williams en los Oscar de 1978-, su excepcional canto de cisne fue la partitura para 'El ojo de la aguja', de Richard Marquand, con la que mantuvo su sello compositivo. Pero el cine comenzaba a cambiar a la hora de visionarlo y oírlo...

'El ojo de la aguja' es una maravilla que suena así:




Pero si Miklós Rózsa llegó a emocionarme -y no solo a mí- en un estudio de radio hasta continuar hablando a duras penas a los oyentes fue con 'The Mother's Love' de Ben Hur, tema en el que el maestro logró una armonía sublime, un contrapunto melódico y una capacidad melodramática en contraste con otros momentos épicos que convirtieron el 'score' de este film en una grandiosa obra de la historia de la música en general.




Mi más emocionado recuerdo a, junto con Bernard Herrmann, mi compositor favorito en algo tan complejo como crear sentimientos auditivos para imágenes que, por sí solas, jamás hubieran logrado que nuestras emociones hubieran aflorado. Y mi afecto hacia su hija, Juliet Rozsa, con la que mantengo contacto en facebook. Deja que cada invitado se lleve a casa la memoria de tu padre con los recuerdos de un día tan especial. (Let guests take home candlelight and father's memories of a special occasion, Juliet).

domingo, 20 de julio de 2014

Los cuernos dan juego fotográfico. Las prohibiciones también

No soy nada taurino. Sí del convencimiento de que cada cual vaya a presenciar lo que le venga en gana. Si hay corridas (de toros), es porque existe público y, lo más importante, una industria alrededor de este arte o como ustedes lo quieran llamar.

Si prohibimos los toros, tenemos que inventar previamente algo nuevo con lo que dar de comer a quienes viven de ello, desde los propios matadores -repelús que me provoca esta denominación- hasta subalternos, personal de las plazas, bordadores de trajes, taquilleros, forjadores de los 'avíos de matar', que les llaman... Es como la innecesaria polémica porque un cura con carguito ha decidido enviar una circular interna a las hermandades de la Diócesis de Cádiz sobre las limitaciones de lo que deben gastar en proyectos como pasos, bordados, etc. La carta no aporta nada novedoso más allá de lo estipulado en 2003, y desde entonces se vienen dividiendo proyectos por partes para que no sufran trabas como truco útil para que en el Obispado se haga la vista gorda. La Iglesia dice que hay mucha hambre para hacer pasos, y mi amigo Manuel Guzmán Fernández asegura que habrá más bocas pidiendo comida si se cierran los talleres al no tener encargos.

¿Qué podemos inventar en la Semana Santa que no cueste dinero? ¿Parihuelas hechas con listones y pintadas a barniz? Que representantes de una institución que lleva más de dos mil años haciendo uso de una ostentación abusiva en otros muchos ámbitos que no son las cofradías tire de la oreja de esta manera resulta al menos sorprendente. Podemos quitar flores de los pasos si los curas venden sus coches o dejan de aparecer en fotos en redes sociales con cubatas en mano y en opíparos almuerzos, cosas que no solo me parecen signos de gastos nada éticos, sino lamentables ejemplos de un duro calificativo que me ahorraré. Como sugerencia, oiga: ¿Y si el clero deja en paz el patrimonio y evitan mejor la innecesaria creación de cofradías, potenciando las ya existentes, suprimen de una vez tantas procesiones chorras donde también se gasta y deja de utilizar a otras instituciones públicas para pagarse el boato de sus misas y actos?

Me desvío del tema de una manera espectacular, ustedes disculpen. Pero es el dilema de siempre, porque alguno seguramente está pensando en qué hacemos con la industria armamentística. Si fuera por Gandhi, hubiera enviado al paro a medio planeta, al que tan brutísimo ponen los fusiles y los misiles. Ya saben, aquello de que el ser humano es malo por naturaleza y los cacúmenes de Hobbes. "El arte de la guerra", le llaman. Curiosamente, como al toreo. A la estrategia, en cualquier ámbito, la llaman arte. Hitler acabó con el desempleo creando tanques y uniformes, pero ya se sabe que tantas máquinas de matar o eufemísticamente calificadas como 'de defensa del territorio nacional' no las colecciona uno como los clics de Famóbil. Si en Navantia no fabrican los BAM, la empresa se va a por tabaco. Si los construye, estamos creando armamento militar, socavando la paz y derrochando presupuesto público. ¿Aparecerá alguien que descubra la piedra filosofal que sustituya los barcos de guerra por beneficios económicos venidos de otros sectores más benévolos? Pues eso, un carajal del que no llegamos a extraer una conclusión diáfana.

Yo lo único que quería -y termino yéndome por ramas inconexas- es felicitar a mi amigo Santiago Muñoz Romero, periodista y buena gente, cuyo hijo torero, Santi, como lo llama su padre, hizo un faenón en la plaza de toros de La Isla este 19 de julio con su novillo. Yo no entiendo de cuernos y además, insisto, me gusta todo lo que rodea al mundo taurino -música, lenguaje, trajes de luces, curiosas manías- pero debo ser muy cateto y guiri cuando pienso que el toro debería tener un belcro con colchones en el lomo en el que se ensañen los de los capotes. Como eso no es posible, pues asisto porque me identifico con el compañero de fatigas en mi periódico, sin que yo sufra a un hijo torero, porque eso debe ser casi igual en grado de locura que te salga periodista, y además compruebo que cualquier mastuerzo como yo es capaz de hacer fotos medianamente pasables con mi antigua Sony Cyber-shot, lo que demuestra que aquí hace fotos hasta el más tonto, que los hay y a pares.Y es que estas cámaras tenían una lente Carl Zeiss que son la leche...

Va por el torero y el padre, especialmente la imagen de un emotivo abrazo que dure muchos años más. Tu hijo es lo que tú querías ser, Santiago, convirtiéndose por ello en tu viva imagen y tu sueño. Os quiero a los dos.