Quien me conoce sabe que a mí un paso por dentro, entre palos, me da urticaria. Jamás he cargado uno ni he tenido intención alguna de hacerlo. El dato no es relevante, pero por si algún malpensado o desconocedor de lo que me mueve a escribir este artículo decide prejuzgar y cree que voy buscando cargar a mi medio vejez o alguna prebenda de la asociación Jóvenes Cargadores Cofrades.
Que me entren unas enormes ganas de poner como ejemplo a la JCC para que los cofrades que dirigen las hermandades vayan aprendiendo no responde a interés alguno respecto a esta asociación, sino a hacer justicia hacia ellos por un lado y por otro -por qué no- destapar lo que no me duelen prendas en calificar de vergüenza cuando las cofradías celebran cabildos, especialmente en los que existen varias candidaturas que aspiran a dirigir los destinos de cada una de ellas.
La JCC ha dado en estos últimos meses ejemplo de cómo debe competirse por acceder a la Presidencia y junta de una institución. El sábado fue la guinda y lo pude comprobar personalmente. Me resulta tan sorprendente como lastimoso que una entidad civil -por mucho que esté relacionada con el mundo de las hermandades- sea capaz de hacer lo que los cofrades parecen tener olvidado, de dirimir en las urnas y elegir entre dos opciones sin que en las redes sociales y otros lugares en los que anida el anonimato se hayan leído insultos, descalificaciones, ataques personales, algo que justamente sucede en las cofradías cada vez que hay cabildos de elecciones. Las que se suponen son entidades piadosas llevan tiempo dando espectáculos sonrojantes, siendo precisamente asociaciones de fieles en el seno de la Iglesia. Llega una entidad civil y les da en las narices con una campaña limpia, contenida, en la que Juan Pedro García y Ángel Zapata, si han salido en facebook, ha sido en una foto de ambos juntos en un bar, compartiendo un refresco o lo que se terciara.
Si alguien piensa que soy un ingenuo, está en un error. Evidentemente, en todo ente donde se dirime el futuro existen cuitas internas. Pero esa palabra se convierte en la piedra angular del asunto: lo interno que debe tener, como principal característica, cualquier punto de vista divergente, visiones distintas sobre el rumbo que debe tomar una organización.
Me quedo perplejo cuando delante de mis narices Juan Pedro García López, en su discurso sabatino para convencer al personal que debía votar en los comicios de la JCC, culmina sus palabras entregándole a su oponente, Ángel Zapata, su programa de gobierno con el objetivo de que, si resulta finalmente el más votado, seleccione de sus ideas las que vea mejores, las que considere oportunas, ofreciéndose personalmente a apoyarlo. Y el programa se lo entrega literalmente, la votación termina y ambos candidatos se dan un abrazo entre el aplauso del personal. ¿Se imaginan a un aspirante a hermano mayor ofreciéndole su programa al otro, diciendo esas mismas palabras ante el cabildo de hermanos? No he visto ni el abrazo, ni un apretón de manos, sino muchas cosas en un buen puñado de cabildos tan alejadas de los postulados cofrades, cristianos...
No he leído un insulto ni un hilo viral envenenado en facebook de ninguna de las candidaturas que optaban a la JCC. En la pequeña entrevista realizada por SAN FERNANDO COFRADE a García López recién ganada la Presidencia, en el vídeo pueden oírse elogios a Zapata. "Incluso siendo oponente, ha estado a mi lado en toda la campaña", aseveraba. De hermandades podemos encontrar decenas de disparates, como aquel de una iluminada que llamó 'sepulcros blanqueados con herrumbre por dentro' a otros hermanos por el mero hecho de ir en una candidatura distinta sin que nadie hubiera abierto la boca, mientras el director espiritual de esa hermandad no quería saber nada de aquello y de los hirientes comentarios posteriores. Es solo un ejemplo, tenemos muchos más. Investiguen por la red si les interesa y a poco que transcurran quince minutos se llevarán las manos a la cabeza. Cabildos y postcabildos en estos pasados años de un buen puñado de hermandades dejaron atrás una estela de comportamientos lamentables y descalificaciones públicas que, para colmo, aún pueden leerse porque ni siquiera quienes las firmaron pasaron página para borrar tamaños bochornos o suprimir los 'me gusta' a tanto odio rezumado compaginado con hipócritas golpe de pecho en oraciones colgadas a continuación o fotos de santos de todas clases con frases rimbombantes.
Lo dicho: la JCC ha dado un ejemplo, una bofetada en la cara a los ¿cofrades? que van a cabildos con miradas altaneras, que insultan a personas cuando se han cruzado por la calle si no les vuelven la cara o incluso en plena oración a su titular, todo por un puesto de vulgar vocal en una junta de pueblo o empuñar una pértiga.
Deberían preguntar a Juanpe y a Ángel cómo lo han hecho, pero ¡ay!, si ese mal endémico que es la soberbia mezclada con la incomunicación nos puede, venciendo a los valores cristianos que tanto queremos hacer creer a los demás que tenemos, pavoneándonos en una procesión o escribiendo frases bíblicas en una red social, diciendo a los demás lo que tienen que hacer con sus vidas...
Que me entren unas enormes ganas de poner como ejemplo a la JCC para que los cofrades que dirigen las hermandades vayan aprendiendo no responde a interés alguno respecto a esta asociación, sino a hacer justicia hacia ellos por un lado y por otro -por qué no- destapar lo que no me duelen prendas en calificar de vergüenza cuando las cofradías celebran cabildos, especialmente en los que existen varias candidaturas que aspiran a dirigir los destinos de cada una de ellas.
La JCC ha dado en estos últimos meses ejemplo de cómo debe competirse por acceder a la Presidencia y junta de una institución. El sábado fue la guinda y lo pude comprobar personalmente. Me resulta tan sorprendente como lastimoso que una entidad civil -por mucho que esté relacionada con el mundo de las hermandades- sea capaz de hacer lo que los cofrades parecen tener olvidado, de dirimir en las urnas y elegir entre dos opciones sin que en las redes sociales y otros lugares en los que anida el anonimato se hayan leído insultos, descalificaciones, ataques personales, algo que justamente sucede en las cofradías cada vez que hay cabildos de elecciones. Las que se suponen son entidades piadosas llevan tiempo dando espectáculos sonrojantes, siendo precisamente asociaciones de fieles en el seno de la Iglesia. Llega una entidad civil y les da en las narices con una campaña limpia, contenida, en la que Juan Pedro García y Ángel Zapata, si han salido en facebook, ha sido en una foto de ambos juntos en un bar, compartiendo un refresco o lo que se terciara.
Si alguien piensa que soy un ingenuo, está en un error. Evidentemente, en todo ente donde se dirime el futuro existen cuitas internas. Pero esa palabra se convierte en la piedra angular del asunto: lo interno que debe tener, como principal característica, cualquier punto de vista divergente, visiones distintas sobre el rumbo que debe tomar una organización.
Me quedo perplejo cuando delante de mis narices Juan Pedro García López, en su discurso sabatino para convencer al personal que debía votar en los comicios de la JCC, culmina sus palabras entregándole a su oponente, Ángel Zapata, su programa de gobierno con el objetivo de que, si resulta finalmente el más votado, seleccione de sus ideas las que vea mejores, las que considere oportunas, ofreciéndose personalmente a apoyarlo. Y el programa se lo entrega literalmente, la votación termina y ambos candidatos se dan un abrazo entre el aplauso del personal. ¿Se imaginan a un aspirante a hermano mayor ofreciéndole su programa al otro, diciendo esas mismas palabras ante el cabildo de hermanos? No he visto ni el abrazo, ni un apretón de manos, sino muchas cosas en un buen puñado de cabildos tan alejadas de los postulados cofrades, cristianos...
No he leído un insulto ni un hilo viral envenenado en facebook de ninguna de las candidaturas que optaban a la JCC. En la pequeña entrevista realizada por SAN FERNANDO COFRADE a García López recién ganada la Presidencia, en el vídeo pueden oírse elogios a Zapata. "Incluso siendo oponente, ha estado a mi lado en toda la campaña", aseveraba. De hermandades podemos encontrar decenas de disparates, como aquel de una iluminada que llamó 'sepulcros blanqueados con herrumbre por dentro' a otros hermanos por el mero hecho de ir en una candidatura distinta sin que nadie hubiera abierto la boca, mientras el director espiritual de esa hermandad no quería saber nada de aquello y de los hirientes comentarios posteriores. Es solo un ejemplo, tenemos muchos más. Investiguen por la red si les interesa y a poco que transcurran quince minutos se llevarán las manos a la cabeza. Cabildos y postcabildos en estos pasados años de un buen puñado de hermandades dejaron atrás una estela de comportamientos lamentables y descalificaciones públicas que, para colmo, aún pueden leerse porque ni siquiera quienes las firmaron pasaron página para borrar tamaños bochornos o suprimir los 'me gusta' a tanto odio rezumado compaginado con hipócritas golpe de pecho en oraciones colgadas a continuación o fotos de santos de todas clases con frases rimbombantes.
Lo dicho: la JCC ha dado un ejemplo, una bofetada en la cara a los ¿cofrades? que van a cabildos con miradas altaneras, que insultan a personas cuando se han cruzado por la calle si no les vuelven la cara o incluso en plena oración a su titular, todo por un puesto de vulgar vocal en una junta de pueblo o empuñar una pértiga.
Deberían preguntar a Juanpe y a Ángel cómo lo han hecho, pero ¡ay!, si ese mal endémico que es la soberbia mezclada con la incomunicación nos puede, venciendo a los valores cristianos que tanto queremos hacer creer a los demás que tenemos, pavoneándonos en una procesión o escribiendo frases bíblicas en una red social, diciendo a los demás lo que tienen que hacer con sus vidas...