A cosas como esta es lo que nos está llevando la creación desmedida de portales en internet (webs, supuestos medios de comunicación que ni siquiera están registrados ni hacen frente a sus obligaciones, etc.).
El periodismo se enfrenta, y con él la credibilidad de una sociedad necesitada de estar bien informada, al peor peligro que pueda afectarles. Ni siquiera la sangría laboral vivida en los últimos años, ni la desaparición gradual de periódicos, televisiones o emisoras de radio, han significado nada en comparación con lo que ya estamos viviendo: la consideración de que alguien capaz de abrir un espacio en internet y sus correspondientes perfiles sociales sin reunir los requisitos que exige la profesión periodística consiga el estatus de 'medio de comunicación' gracias entre otros factores a una apariencia de diseño más o menos digna y, lejos de cualquier código deontológico y requisitos mínimos para informar, logre lo que por ejemplo ha conseguido esta bazofia que reproduzco: nada menos que 577.838 personas a las que 'le gusta' su página.
'Fulltimedeportes.com' es un claro ejemplo de ello, pero cada vez han aumentado más. A las once de la noche anunciaba a los cuatro vientos el fallecimiento de Tito Vilanova. A las doce, su responsable insistía y además se pavoneaba de lo que íbamos todos a decir cuando se supiera la verdad posteriormente. Como un visionario apocalíptico, se acostó mientras muchos le escribían en su portal y en su facebook exigiéndole la retirada de la noticia. Se fue a la cama y su conciencia también. Hoy, hace apenas un rato, ha "pedido disculpas" y borrado la noticia. E insisto, tiene medio millón de seguidores en su facebook y un despliegue montado.
Su dislate de mal gusto por un quítame allá unas visitas provocó anoche además un fenómeno viral. Los usuarios de las redes sociales, cada vez más crédulos y dispuestos a apoyar con sus 'me gusta' a seudomedios y gentuza pisacuellos que publican fallecimientos, sirenas encontradas en las playas o marcianos que visitan a políticos, ni siquiera se plantean la credibilidad de las noticias. Practican la lógica máxima de que, si lo expuesto lo publica 'un medio', será cierto, algo comprensible.
Pero entonces, ¿quién para esto? ¿Cómo detendremos un fenómeno mucho más peligroso que la desinformación vivida predemocrática, convertida ahora en saturación de desinformaciones que, como el fenómeno de antaño o peor aún, engaña al lector, lo vuelve crédulo e imbécil y todo ello amparado en el mal entendido derecho a la información tanto para el que la recibe como el que supuestamente la ofrece?
Es para preocuparse. Y mucho.