Comenta Juan Carlos Aragón en su twitter que Carlinhos Brown va a cobrar 400.000 euros por su show de este sábado en Cádiz. "Me lo acaban de confirmar en el Patronato: 400.000 pavos se lleva mañana el Carlinhos de nuestras arcas. Si eres de Cádiz RT esto. Teo, qué!", escribe textualmente el autor carnavalesco.
Su comentario ha provocado un intercambio de frases con el responsable del twitter del Consorcio 2012, que le ha respondido que ese dinero lo pagará este ente y no las arcas municipales, es decir, que no sale un euro de los gaditanos. "El dinero del gobierno y del consorcio tb es de los gaditanos. O acaso lo pone Rajoy de su bolsillo, ¿cojones? Es dinero público". Así de taxativo le contesta Aragón, así que la cosa se pone interesante y sigo el debate hasta que el individuo del Consorcio apunta que "es dinero de Cruzcampo, está patrocinado 100x100". Parece que JCA no sólo quiere hacer público el casi medio millón de euros que asevera pagarán al carioca, aduciendo que se lo ha confirmando un empleado de Fiestas a las cuatro de la tarde, sino también la comparativa con lo que pagarán a las agrupaciones carnavalescas que hoy viernes actuarán en la capital gaditana. Y así, el comparsista asegura que "si el carnaval de Cádiz tiene fama es por nosotros. ¿Sabe la gente qué cobramos hoy los de aquí? Más vale que no me hagáis hablar", y posteriormente le comenta al Consorcio que "los 160 grupos del Concurso os dan en taquilla 700.000 euros ¿Dónde están mañana?" para coronar la bronca con esta frase: "Y si Cruzcampo es tan generosa con el Bicentenario, a ver si conseguís que San Miguel os acabe el Puente de la Pepa. Con espumita".
No sé lo que cobrará Carlinhos Brown ni las agrupaciones del Carnaval. Desconozco lo que le costará a la televisión pública el espectáculo del próximo miércoles en lo que ahora llaman Parque Temático de la Gran Regata 2012. Tampoco me he interesado en descubrir los sueldos de los cargos de los entes creados para conmemorar los doscientos años de 'La Pepa'. Lo qué si tengo claro, además de que bebemos hectómetros cúbicos de cerveza, es que somos unos cínicos y unos agoreros 'falsunos', como diría Alfonso Berraquero. Porque no entiendo de qué nos quejamos ni a qué desastre vamos encaminados como decís todos si Cádiz estará repleto de gente esta noche y mañana más aún; si 40.000 jóvenes gastarán en cubatas y demás una cantidad curiosa de dinero para ver a Chenoa, Andy&Lucas, Vanesa Martín y otras lindezas dentro de cinco días; si el espectáculo puede pagarlo Canal Sur, que además lo ofrece en directo con el despliegue que ello supone; si hemos llenado el Carranza para ver un partido de medio pelo entre la España 'falsuna' (de nuevo) y México y en cuanto comience la Liga abarrotarán estadios equipos como el Real Madrid o el Barcelona, pagando el personal entradas a precios astronómicos; cuando se cuentan por miles los asistentes a los conciertos de verano o se acaban los langostinos para las barbacoas nocturnas veraniegas. Tenemos, pues, 'cintura' para rato. Nadie va a salir a la calle a cambiar el mundo, como mucho a asomar la patita, como en el cuento. El día que en la cartera sólo tengamos una foto de nuestros hijos y nos corten la luz mañana, entonces se liará parda. Mientras, no te creas nada. Feliz Carnaval del Bicentenario, feliz pan y circo.
viernes, 20 de julio de 2012
miércoles, 18 de julio de 2012
Alejados de la gente
No entiendo a Izquierda Unida. La coalición quiere que el Congreso recuerde cada 18 de julio el golpe de estado de Francisco Franco y lo condene para "pasar esa página histórica de una vez por todas". Con la que está cayendo y los dirigentes de IU hacen gala de lo mismo que ellos critican. Si Rouco ha recibido el rapapolvo de algunos por decir que la liberalización de los horarios del comercio perjudicará la asistencia a misa los domingos en lugar de denunciar la precariedad laboral, los de la izquierda 'más pura', que ellos se autocalifican, no les van a la zaga.
No se puede estar machacando con fantasmas que hacen pensar que el franquismo es un trauma de niño pequeño que nos hará mearnos en la cama hasta que seamos ancianos. La dictadura de ese sujeto desapareció hace casi cuarenta años, los mismos que él se llevó mandando en España, y los jóvenes ya no saben si tenía bigote o peluquín. Hay otras amenazas, pero están en este mundo, no en la serie 'Cuéntame', y los ciudadanos reclaman soluciones a lo que precisamente han propiciado políticos como los que IU ha tenido desde hace décadas y no ministros de una dictadura periclitada, que diría Antonio Alcántara.
Si los dirigentes de la coalición creen que con este brindis al sol el personal va a apoyarlos, van listos. La gente está hasta los cojones de que les recuerden fantasmas del pasado y quiere dilucidar su futuro. Se equivoca también IU si, difundiendo este mensaje, va a alejar a la ciudadanía de su cada vez más creciente convicción de que este sistema no funciona. Defender una revisión de las autonomías, un rescate competencial del Estado y una gradual supresión de cargos políticos inútiles no es franquismo ni volver a las cavernas. Se llama adaptación a lo que necesita España cuatro décadas después de lo que se inventaron transitoriamente para callarnos la boca. Incluidos los comunistas.
Dejad a Franco en paz, que nadie quiere guerrear con fantasmas.
No se puede estar machacando con fantasmas que hacen pensar que el franquismo es un trauma de niño pequeño que nos hará mearnos en la cama hasta que seamos ancianos. La dictadura de ese sujeto desapareció hace casi cuarenta años, los mismos que él se llevó mandando en España, y los jóvenes ya no saben si tenía bigote o peluquín. Hay otras amenazas, pero están en este mundo, no en la serie 'Cuéntame', y los ciudadanos reclaman soluciones a lo que precisamente han propiciado políticos como los que IU ha tenido desde hace décadas y no ministros de una dictadura periclitada, que diría Antonio Alcántara.
Si los dirigentes de la coalición creen que con este brindis al sol el personal va a apoyarlos, van listos. La gente está hasta los cojones de que les recuerden fantasmas del pasado y quiere dilucidar su futuro. Se equivoca también IU si, difundiendo este mensaje, va a alejar a la ciudadanía de su cada vez más creciente convicción de que este sistema no funciona. Defender una revisión de las autonomías, un rescate competencial del Estado y una gradual supresión de cargos políticos inútiles no es franquismo ni volver a las cavernas. Se llama adaptación a lo que necesita España cuatro décadas después de lo que se inventaron transitoriamente para callarnos la boca. Incluidos los comunistas.
Dejad a Franco en paz, que nadie quiere guerrear con fantasmas.
miércoles, 11 de julio de 2012
¿Dónde estábamos?
No sé dónde estábamos cuando desmembraron España en diecisiete comunidades para desterrar los complejos y vestigios de la acabada dictadura. Tampoco nos vimos cuando crearon casi una veintena de parlamentos, televisiones que duplicaban sus canales conforme incrementaban sus multimillonarios presupuestos y todos ellos mostraban lo mismo que La Primera. ¿Dónde estábamos cuando, en el colmo del surrealismo político y territorial, la propia capital española y sus alrededores se convirtieron en una comunidad autónoma más? Cuentan en Extremadura, y lo hacen en todos sus pueblos, que la bandera de su 'nueva comunidad' se hizo con los colores de los dos equipos de fútbol más importantes, en un diáfano ejemplo de muchas y falsas reivindicaciones históricas que jamás existieron.
La propia definición de comunidad sonaba tribal, primitiva, pero siempre nos pareció mucho más progresista que la vitola de país subdesarrollado que mostrábamos en nuestro pecho. Todos miramos alrededor cuando esas 'comunas' editaban sus propios libros de texto, falseaban la historia de nuestros ancestros, elevaban el 'hecho diferencial' hasta el paroxismo, convirtiéndolo en motivo de división en lugar de unidad. Todos preferimos mirar hacia otro lado cuando se duplicaron competencias; ante el espectáculo colorista de distintos cuerpos de seguridad; cuando los coches de lujo comenzaron a rodar por los setos cercados de palacetes por los que paseaban engolados muertos de hambre, hartos de pan y con maletas en sus manos; nadie alzó la mano de la protesta cuando los sindicalistas dejaron entrever los rólex en sus muñecas, al darnos cuenta de que habían alcanzado a los ricos para convertirse en nuevos truhanes, en lugar de conminar al que tenía todo a que repartiera lo que era de justicia para sus trabajadores, para sus familias. Quisimos ser políticos en las encuestas cuando contemplamos un espectro de cientos de partidos creados para colocar concejales que esquilmaron miles de ayuntamientos, consejeros que no aconsejan y juegan a ministros de taifas, sueldos astronómicos y tarjetas visa oro olvidadas en prostíbulos de lujo, salas de fiesta donde la coca se aparta especialmente para nombres, apellidos y emblemas políticos. Mirábamos desde la bajura, sacándonos la tela del forro del bolsillo como Escobar dibujaba a Carpanta, a los senadores y sus salarios vitalicios, sin preguntarnos qué sentido tiene un cementerio de elefantes cuya reforma se ha convertido en el cuento de la buena pipa del chollo partitocrático.
Nos dijeron que más allá de la monarquía reinaba el caos y, como los fantasmagóricos profesores de Gerald Scarfe dibujados en 'The Wall', arrinconaron bajo amenazas a cualquiera que osara ofrecer alternativas al artificial sistema de partidos, avanzando inexorablemente hacia la bacanal de cargos y enchufes a dedo. Más allá de las siglas de los grandes sólo existe la quema de iglesias, el desmadre del 36, la tricolor de los piojosos, que tan estupendamente se encargaron de relacionarla con cualquier otra manera de defender las cosas de lo público. El Rey venía a Cádiz allá por finales de los setenta a quitar el peaje del puente Carranza, y todos fueron a San Juan de Dios a celebrarlo con él, revisionando el esperpento berlanguiano. Y así en todas las ciudades, en todos los pueblos de un país en el que ya no se pudo decir su nombre porque la sombra de los complejos continuó siendo alargada, en el que no es progresista mostrar nuestra enseña en los balcones salvo que Iniesta haga un gol o Casillas le detenga un penalti a un italiano; en el que abrimos embajadas en el extranjero, presididas por banderas babélicas, que sólo representan a las 'comunas'.
Observábamos con indiferencia en televisión los mítines de los partidos políticos, millonariamente subvencionados por el Estado, sonriendo al corroborarse una vez más los huecos discursos, las frases mal hechas, los insultos entre oponentes, las nimiedades que provocaban el divorcio con la sociedad, que andaba por otro camino sin que jamás fuera capaz de apartarlos a la cuneta. Las concentraciones aborregadas y mitineras tan costosas como estériles, porque los que van a escuchar ya están convencidos y los que no van no les interesa en absoluto. Tan inútiles como las tapias de los cementerios, de donde nadie puede salir y nadie quiere entrar.
No nos vimos cuando el euro acabó con nuestra moneda bajo el falso lema de una uniformidad europea en la que un español no tenía nada que ver con un danés, ni un portugués con un alemán. El funcionario que ahora protesta se tomaba su café a 80 pesetas y de la noche a la mañana lo pagó a doscientas, pero pensamos que era el peaje por ser tan europeo como un belga. Más complejos, presentes y perennes,...
No unimos nuestras voces cuando los clubes de fútbol comenzaron a especular con los terrenos, cuando de la burbuja inmobiliaria salían a espuertas los sacos de billetes para presidentes y consejos de administración de equipos con cheques en blanco firmados por alcaldes populistas, cuando se pagó noventa millones por un futbolista chulo y angango, cuando se debatió en el Parlamento si el balompié era bien nacional... Hemos estado siempre mudos cuando los más votados han sido desbancados por las minorías en un ejercicio perverso de la democracia en innumerables ayuntamientos, 'comunas' y diputaciones, esas que siguen existiendo sin sentido alguno. ¿Quién alzó la voz cuando las reformas laborales comenzaron a abandonar al trabajador?
Ahora, cuando la posible solución va camino de ser la revolución social, como siempre fue en tiempos en los que se miraba de frente, lamentamos las reformas de políticos incompetentes, los millones de euros que nos deben a modestos empresarios que no aguantamos más. Nos sumamos de boquilla a los mineros porque han tenido dos cojones tras 46 días de lucha y, una vez comprobado que el Gobierno de Rajoy subirá el IVA del 18 al 21 por ciento y bajará las prestaciones por desempleo, nos sentaremos esta tarde a ver 'Sálvame' y saber qué hay de cierto en la paternidad de Ortega Cano. Hasta que una mañana la gente se apodere de las calles, sin esperarlo, sin que nadie sepa cómo fue, sin no decir que fue un sueño. Como las viejas revoluciones.
Fotografía: la marcha de los mineros, anoche en Madrid.
La propia definición de comunidad sonaba tribal, primitiva, pero siempre nos pareció mucho más progresista que la vitola de país subdesarrollado que mostrábamos en nuestro pecho. Todos miramos alrededor cuando esas 'comunas' editaban sus propios libros de texto, falseaban la historia de nuestros ancestros, elevaban el 'hecho diferencial' hasta el paroxismo, convirtiéndolo en motivo de división en lugar de unidad. Todos preferimos mirar hacia otro lado cuando se duplicaron competencias; ante el espectáculo colorista de distintos cuerpos de seguridad; cuando los coches de lujo comenzaron a rodar por los setos cercados de palacetes por los que paseaban engolados muertos de hambre, hartos de pan y con maletas en sus manos; nadie alzó la mano de la protesta cuando los sindicalistas dejaron entrever los rólex en sus muñecas, al darnos cuenta de que habían alcanzado a los ricos para convertirse en nuevos truhanes, en lugar de conminar al que tenía todo a que repartiera lo que era de justicia para sus trabajadores, para sus familias. Quisimos ser políticos en las encuestas cuando contemplamos un espectro de cientos de partidos creados para colocar concejales que esquilmaron miles de ayuntamientos, consejeros que no aconsejan y juegan a ministros de taifas, sueldos astronómicos y tarjetas visa oro olvidadas en prostíbulos de lujo, salas de fiesta donde la coca se aparta especialmente para nombres, apellidos y emblemas políticos. Mirábamos desde la bajura, sacándonos la tela del forro del bolsillo como Escobar dibujaba a Carpanta, a los senadores y sus salarios vitalicios, sin preguntarnos qué sentido tiene un cementerio de elefantes cuya reforma se ha convertido en el cuento de la buena pipa del chollo partitocrático.
Nos dijeron que más allá de la monarquía reinaba el caos y, como los fantasmagóricos profesores de Gerald Scarfe dibujados en 'The Wall', arrinconaron bajo amenazas a cualquiera que osara ofrecer alternativas al artificial sistema de partidos, avanzando inexorablemente hacia la bacanal de cargos y enchufes a dedo. Más allá de las siglas de los grandes sólo existe la quema de iglesias, el desmadre del 36, la tricolor de los piojosos, que tan estupendamente se encargaron de relacionarla con cualquier otra manera de defender las cosas de lo público. El Rey venía a Cádiz allá por finales de los setenta a quitar el peaje del puente Carranza, y todos fueron a San Juan de Dios a celebrarlo con él, revisionando el esperpento berlanguiano. Y así en todas las ciudades, en todos los pueblos de un país en el que ya no se pudo decir su nombre porque la sombra de los complejos continuó siendo alargada, en el que no es progresista mostrar nuestra enseña en los balcones salvo que Iniesta haga un gol o Casillas le detenga un penalti a un italiano; en el que abrimos embajadas en el extranjero, presididas por banderas babélicas, que sólo representan a las 'comunas'.
Observábamos con indiferencia en televisión los mítines de los partidos políticos, millonariamente subvencionados por el Estado, sonriendo al corroborarse una vez más los huecos discursos, las frases mal hechas, los insultos entre oponentes, las nimiedades que provocaban el divorcio con la sociedad, que andaba por otro camino sin que jamás fuera capaz de apartarlos a la cuneta. Las concentraciones aborregadas y mitineras tan costosas como estériles, porque los que van a escuchar ya están convencidos y los que no van no les interesa en absoluto. Tan inútiles como las tapias de los cementerios, de donde nadie puede salir y nadie quiere entrar.
No nos vimos cuando el euro acabó con nuestra moneda bajo el falso lema de una uniformidad europea en la que un español no tenía nada que ver con un danés, ni un portugués con un alemán. El funcionario que ahora protesta se tomaba su café a 80 pesetas y de la noche a la mañana lo pagó a doscientas, pero pensamos que era el peaje por ser tan europeo como un belga. Más complejos, presentes y perennes,...
No unimos nuestras voces cuando los clubes de fútbol comenzaron a especular con los terrenos, cuando de la burbuja inmobiliaria salían a espuertas los sacos de billetes para presidentes y consejos de administración de equipos con cheques en blanco firmados por alcaldes populistas, cuando se pagó noventa millones por un futbolista chulo y angango, cuando se debatió en el Parlamento si el balompié era bien nacional... Hemos estado siempre mudos cuando los más votados han sido desbancados por las minorías en un ejercicio perverso de la democracia en innumerables ayuntamientos, 'comunas' y diputaciones, esas que siguen existiendo sin sentido alguno. ¿Quién alzó la voz cuando las reformas laborales comenzaron a abandonar al trabajador?
Ahora, cuando la posible solución va camino de ser la revolución social, como siempre fue en tiempos en los que se miraba de frente, lamentamos las reformas de políticos incompetentes, los millones de euros que nos deben a modestos empresarios que no aguantamos más. Nos sumamos de boquilla a los mineros porque han tenido dos cojones tras 46 días de lucha y, una vez comprobado que el Gobierno de Rajoy subirá el IVA del 18 al 21 por ciento y bajará las prestaciones por desempleo, nos sentaremos esta tarde a ver 'Sálvame' y saber qué hay de cierto en la paternidad de Ortega Cano. Hasta que una mañana la gente se apodere de las calles, sin esperarlo, sin que nadie sepa cómo fue, sin no decir que fue un sueño. Como las viejas revoluciones.
Fotografía: la marcha de los mineros, anoche en Madrid.
martes, 10 de julio de 2012
La Feria
Creo que soy un extremista de las ferias. No es que las defienda a capa y espada. El hecho es que me agrada visitarlas 'en sus extremos', es decir, antes y después. Anoche, cuando aún quedaban 48 horas para que el recinto ferial isleño comenzara a recibir visitantes, me acerqué para visitar las calles de las casetas y de las atracciones. La noche en la que la Magdalena pierda su trasiego hasta el año próximo, también pasearé para presenciar el desmontaje.
Me resulta muy atractivo vivir durante dos horas el recinto ferial dormido esperando el gran día. En las casetas que aún instalan los valientes, dada la crisis actual, se observa entre penumbras a gente trabajando, pintando planchas de madera, abriendo farolillos,... los focos de los coches iluminan las lonas que impiden el paso y los rayos halógenos se cuelan dejando entrever a conocidos cofrades, jóvenes y no tanto, que continúan trabajando al anochecer impulsados no sólo por el cariño a sus hermandades: hay camaradería, compañerismo,... se hace hermandad también. Yo viví esas experiencias durante nada menos que décadas. Ahora no es lo mismo (yo qué voy a decir...), pero la esencia sigue ahí.
Cuando la feria toca a su fin, mejor me traslado a la calle del infierno. Ver el desmontaje de las casetas me apena. Es como desmontar un belén o incluso un altar de cultos. En la zona de atracciones vives una mecánica, curiosa y ordenada descomposición de esos monstruos metálicos tan lejanos del Gusano Loco, La ola o El badén en los que me montaba de pequeño en el Parque Almirante Laulhé, cuando la feria apenas la conformaban una quincena de cacharros y las casetas eran media docena, entre ellas siempre la de la Hermandad de la Misericordia, la primera que se instaló en el real, a la que corresponde la fotografía de este texto (1973).
Anoche presencié algunos detalles preocupantes, entre ellos el cartel que reproduzco al final del texto. Terrenos vacíos sin casetas o una entrada más propia de unas Fallas cutres para quemar ninots que de una de las ferias que en su día fue santo y seña de la Bahía de Cádiz. Quedan horas para que se encienda el alumbrado y confío en que la imagen no deje en evidencia, una vez más, la actual situación de La Isla, azotada por la crisis que envuelve a todos y por la mediocridad que padece a título particular.
Verás cómo sí, como una vez se enciendan las luces, las hermandades comiencen a crear ambiente en las casetas (qué sería de la feria sin las cofradías) y las familias hagan un esfuerzo, disfrutamos de lo lindo. Aunque no nos hayan pagado a principios de julio en el plan a proveedores, aunque no tengamos un duro en el bolsillo, estoy convencido que pasear por el real nos traerá recuerdos de aquella feria isleña que tan grato recuerdo dejó en mí, aquella en la que recogía botellines del suelo con siete años en la caseta de mi hermandad; en la que, en una travesura insconsciente de niño, con cinco años, pedí dinero por sus calles para montarme en el tíovivo hasta que mis padres se dieron cuenta; en la que siempre se hacía de pescador en unos patos de color pollo; a la que íbamos 'los niños de la Misericordia' para disfrutar todos juntos hasta que nos convertirmos en camareros de su barra agotados por tantos visitantes, por mucho que nuestra juventud nos sirviera para aguantar. A pasarlo bien.
Me resulta muy atractivo vivir durante dos horas el recinto ferial dormido esperando el gran día. En las casetas que aún instalan los valientes, dada la crisis actual, se observa entre penumbras a gente trabajando, pintando planchas de madera, abriendo farolillos,... los focos de los coches iluminan las lonas que impiden el paso y los rayos halógenos se cuelan dejando entrever a conocidos cofrades, jóvenes y no tanto, que continúan trabajando al anochecer impulsados no sólo por el cariño a sus hermandades: hay camaradería, compañerismo,... se hace hermandad también. Yo viví esas experiencias durante nada menos que décadas. Ahora no es lo mismo (yo qué voy a decir...), pero la esencia sigue ahí.
Cuando la feria toca a su fin, mejor me traslado a la calle del infierno. Ver el desmontaje de las casetas me apena. Es como desmontar un belén o incluso un altar de cultos. En la zona de atracciones vives una mecánica, curiosa y ordenada descomposición de esos monstruos metálicos tan lejanos del Gusano Loco, La ola o El badén en los que me montaba de pequeño en el Parque Almirante Laulhé, cuando la feria apenas la conformaban una quincena de cacharros y las casetas eran media docena, entre ellas siempre la de la Hermandad de la Misericordia, la primera que se instaló en el real, a la que corresponde la fotografía de este texto (1973).
Anoche presencié algunos detalles preocupantes, entre ellos el cartel que reproduzco al final del texto. Terrenos vacíos sin casetas o una entrada más propia de unas Fallas cutres para quemar ninots que de una de las ferias que en su día fue santo y seña de la Bahía de Cádiz. Quedan horas para que se encienda el alumbrado y confío en que la imagen no deje en evidencia, una vez más, la actual situación de La Isla, azotada por la crisis que envuelve a todos y por la mediocridad que padece a título particular.
Verás cómo sí, como una vez se enciendan las luces, las hermandades comiencen a crear ambiente en las casetas (qué sería de la feria sin las cofradías) y las familias hagan un esfuerzo, disfrutamos de lo lindo. Aunque no nos hayan pagado a principios de julio en el plan a proveedores, aunque no tengamos un duro en el bolsillo, estoy convencido que pasear por el real nos traerá recuerdos de aquella feria isleña que tan grato recuerdo dejó en mí, aquella en la que recogía botellines del suelo con siete años en la caseta de mi hermandad; en la que, en una travesura insconsciente de niño, con cinco años, pedí dinero por sus calles para montarme en el tíovivo hasta que mis padres se dieron cuenta; en la que siempre se hacía de pescador en unos patos de color pollo; a la que íbamos 'los niños de la Misericordia' para disfrutar todos juntos hasta que nos convertirmos en camareros de su barra agotados por tantos visitantes, por mucho que nuestra juventud nos sirviera para aguantar. A pasarlo bien.
Aclaración para los seguidores del blog
Me preguntan continuadamente desde anoche por lo sucedido con mi entrada sobre la Comisión pro Corpus Christi. Me gustaría no volver a darle actualidad al asunto, pero creo que los lectores de este blog merecen una explicación.
Lo he hecho a nivel privado a cada uno de los que habéis opinado, especialmente en facebook, pero lo hago también públicamente para conocimiento de todos. He borrado mi escrito después de que el padre Rafael Vez Palomino hiciera lo mismo con el suyo de réplica. Ayer fuimos protagonistas (sin ganas desde luego) de los mentideros cofrades isleños. Rafael y yo tuvimos una conversación en la que hemos dejado claras algunas cosas. Mi objetivo de hacer llegar a la comisión mi malestar por obviar a mi medio de comunicación se ha cumplido y el padre Rafael ha entendido mis razonamientos expuestos, punto por punto, siempre en privado. Por tanto, ni tiene sentido ya su contestación ni, al haber cumplido su misión, mi escrito.
No hay nada mejor que hablar las cosas cuando las partes quieren y hacer todo lo posible por no seguir dañando la imagen de nuestro Corpus con una pugna en internet impropia de cristianos, sea en este blog o en otros.
Gracias a todos por vuestro apoyo y comprensión.
Lo he hecho a nivel privado a cada uno de los que habéis opinado, especialmente en facebook, pero lo hago también públicamente para conocimiento de todos. He borrado mi escrito después de que el padre Rafael Vez Palomino hiciera lo mismo con el suyo de réplica. Ayer fuimos protagonistas (sin ganas desde luego) de los mentideros cofrades isleños. Rafael y yo tuvimos una conversación en la que hemos dejado claras algunas cosas. Mi objetivo de hacer llegar a la comisión mi malestar por obviar a mi medio de comunicación se ha cumplido y el padre Rafael ha entendido mis razonamientos expuestos, punto por punto, siempre en privado. Por tanto, ni tiene sentido ya su contestación ni, al haber cumplido su misión, mi escrito.
No hay nada mejor que hablar las cosas cuando las partes quieren y hacer todo lo posible por no seguir dañando la imagen de nuestro Corpus con una pugna en internet impropia de cristianos, sea en este blog o en otros.
Gracias a todos por vuestro apoyo y comprensión.
lunes, 9 de julio de 2012
Proveedores y Borgnine
Por cierto, noticia luctuosa en el cine, ese arte que dejó de serlo hace ya años y que ahora apenas interesa. Ha muerto Ernest Borgnine. En todo lo que hizo, desde Johnny Guitar hasta lo rodado hace muy poco, siempre demostró ser un grande. Nos quedan todavía vivos grandes nombres: Kirk Douglas, Jean Fontaine, Lauren Bacall o Jerry Lewis, por ejemplo.
Bye, Mr. Borgnine.
miércoles, 4 de julio de 2012
Música de cine en Córdoba
Cambios de aires, especialmente de localización, para el festival de música de cine más importante de España y quizá europeo, a tenor del programa que se desarrolla durante casi una semana. El Festival Internacional de Música de Cine que hasta 2011 tenía lugar en la localidad jiennense de Úbeda se ha trasladado a Córdoba por un cúmulo de circunstancias, desde las desavenencias políticas hasta la necesidad de crecer ante el evento que se había creado y desarrollado durante ya nada menos que siete años.
Córdoba tiene ventajas sobre la bellísima ciudad ubetense: espacios escénicos, capacidad hotelera, estructuras en definitiva, proyección presupuestaria paulatina, concepto cultural sobresaliente de la propia capital cordobesa y su provincia,... Los inconvenientes también existen, quizá el crecimiento provoque que el famoso 'Espíritu de Úbeda' se diluya en cierta medida y aquellas pandillas de frikis músicocinematográficos que nos encontrábamos por las esquinas para terminar todos cerrando bares tarareando 'Star Trek' ya no se crucen en la amplia Córdoba, o el plantel de la organización crezca con caras nuevas y éstas no estén tan contagiadas de aquella filosofía,... No sé, imagino que los organizadores estarán estudiando todas estas circunstancias tras un año de transición complicado. Yo pertenezco a la organización pero sólo llevo el Departamento de Prensa, no incluyo entre mis competencias analizar el festival en el grado que estoy comentando, mi labor ha sido atender a los medios en lo que se ha podido (gracias, Sergio Rivas, por tu apoyo), cubrir los actos desde las diez de la mañana hasta la madrugada diariamente y remitir notas de prensa y fotografías de todos ellos, actualizar redes sociales y otras labores anónimas que te hacen comer un día sí y otro no cuando además los bares están ya cerrados. Cuesta hacerlo en tiempos en los que tienes la cabeza puesta en el futuro laboral más que en fastos de esta índole, pero son unos cuantos años ya y ahora no podía perderme el salto de Úbeda a Córdoba, hacer crónicas para periódicos sin esperarlo (http://www.diariocordoba.com/noticias/cultura/la-mejor-musica-de-cine_726787.html) y especialmente dos circunstancias por las que todo merece la pena: volver a ver a los amigos que has hecho gracias a la música de cine (José Muela, Álvaro, Begoña, Cristina, Israel,....), amistad que ya trasciende por encima de gustos musicales y eventos de esta índole, y el pellizco en el alma que produce que aún se pueda escuchar en directo algo tan grande como el concierto de la productora Tadlow Music el sábado por la noche, con bandas sonoras como 'El Cid' de Miklos Rozsa. Salir de allí tras atiborrarte de bandas sonoras a las tres y media de la madrugada es algo deliciosamente masoquista, especialmente si puedes disfrutar de un score como el que compuso el maestro de origen húngaro cuya hija, Juliet Rozsa, tengo el honor de conocer y le he remitido este vídeo que he colgado. 'El Cid' es una de las cuatro, cinco bandas sonoras de mi vida y os recomiendo enfervorizadamente que disfrutéis de ella.
Ludovice Bource (Oscar de Hollywood 2012 por 'The Artist'), Cliff Martínez, Blake Neely, Mark Isham, Trevor Morris, Richard Bellis, Roque Baños o el grandísimo personaje que es Chistopher Young, compositor de bandas sonoras como 'Homicidio en primer grado' o 'Atando cabos', han sido otros de los compositores presentes este año en el festival. Young, que asegura que en Estados Unidos nadie presta atención a la música cinematográfica, fue capaz de arrodillarse literalmente ante los aficionados en su conferencia y preguntar "dónde almorzáis hoy" para ir con ellos de bares e incluso invitar al personal. Todo un ejemplo de ser humano que disfruta de la vida.
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