Buenos días. Unas preguntas, así como disparatadas, respecto a la cosa esta del domingo, para empezar el día...
1. ¿Y si a los descontentos les da a todos por votar a UPyD?
2. Cuando gane el PP, ¿con quién va a meterse continuadamente Intereconomía?
3. ¿Por qué todo el mundo tiene la sensación de que, gane quien gane, esto se va al carajo?
4. ¿Votarán los falangistas (los de verdad) a la UCE en las poblaciones españolas donde no se han podido presentar?
5. ¿Seguirá sirviendo el Senado para nada después del domingo?
5. ¿Alguien de Costa Ballena y alrededores va a votar al PACMA?
viernes, 18 de noviembre de 2011
jueves, 17 de noviembre de 2011
Desiderata particular
Es necesario prestigiar las instituciones, entidades, asociaciones de cualquier naturaleza. Para ese cometido debemos contar con personas con capacidad de gestión, dedicadas a la tarea sin devaneos ni compatibilidades que dividan el esfuerzo; personas de intachable seriedad en sus actitudes, con conocimiento y convencimiento profundo del lugar, del estamento donde se encuentran.
Deben evitar adulterarse con terceros que divagan y mostrarse ante los demás inmortalizados con la zafiedad y el desprestigio personalizados. Tienen el deber de caminar rectos en su cometido, con paso firme, dejando a un lado la mediocridad que tanto grita hoy día y trepa por ocupar el lugar antaño reservado para los elegidos. Deben alejarse de la vulgarización que confunde hoy los derechos igualitarios con el falso axioma de que todos pueden gobernar; deben desoír las incongruencias y defender lo suyo ante los foros que lo merezcan con el convencimiento que otorgan las decisiones bien tomadas y la madurez en el comportamiento.
Para el progreso de cualquier institución deben existir personas consecuentes con un pasado en el que crearon grandezas que ahora destruyen terceros con el convencimiento de que es necesario defender lo creado no como derecho, sino como el ético y moral deber paternofilial en el que no cabe el abandono de un hijo hasta que deja de existir.
Se busca gente íntegra de verdad. Para cualquier mesa desde donde decidir destinos, para cualquier despacho. Para la vida.
Deben evitar adulterarse con terceros que divagan y mostrarse ante los demás inmortalizados con la zafiedad y el desprestigio personalizados. Tienen el deber de caminar rectos en su cometido, con paso firme, dejando a un lado la mediocridad que tanto grita hoy día y trepa por ocupar el lugar antaño reservado para los elegidos. Deben alejarse de la vulgarización que confunde hoy los derechos igualitarios con el falso axioma de que todos pueden gobernar; deben desoír las incongruencias y defender lo suyo ante los foros que lo merezcan con el convencimiento que otorgan las decisiones bien tomadas y la madurez en el comportamiento.
Para el progreso de cualquier institución deben existir personas consecuentes con un pasado en el que crearon grandezas que ahora destruyen terceros con el convencimiento de que es necesario defender lo creado no como derecho, sino como el ético y moral deber paternofilial en el que no cabe el abandono de un hijo hasta que deja de existir.
Se busca gente íntegra de verdad. Para cualquier mesa desde donde decidir destinos, para cualquier despacho. Para la vida.
lunes, 14 de noviembre de 2011
Recuerdo a dos grandes: Poledouris y Berlanga
Esta pasada semana ha sido de recuerdos. En primer lugar, el pasado 8 de noviembre se cumplieron cinco años de la muerte de uno de los grandes de la música cinematográfica: Basil Poledouris. El compositor falleció pocos meses después de que asistiera al Festival Internacional de Música de Cine 'Ciudad de Úbeda', donde no sólo su música, sino su humanidad, nos impregó a todos y contribuyó en gran medida a consolidar lo que vino a denominarse 'Espíritu de Úbeda', ese sentimiento de unidad alrededor de la música cinematográfica sin ínfulas, en donde todos somos iguales, compositores y aficionados, organizadores y visitantes, compartiendo días enteros como si de toda la vida se tratase. Basil era un hombre afable, hacía años que no dirigía a una orquesta, pero aceptó el reto que meses antes le lanzó la organización del festival y en julio tomó la batuta para dirigir su obra maestra, 'Conan el bárbaro', que hizo llorar a todos, incluido él y los seres queridos con los que vino. Existió un Poledouris antes y otro después de Úbeda, y no exagero ni un ápice. Le cambió la vida aquellas atenciones y admiración de un puñado de chavales y en el concierto tantas personas de pie aplaudiéndole, cuando alguien de su categoría estaba prácticamente olvidado. 'Conan el bárbaro', 'La caza del Octubre Rojo' o 'El lago azul' son algunos ejemplos de su maestría compositiva. Comimos, hablamos, reímos y compartimos música en Úbeda, donde me firmó varios ejemplares de algunos de sus CD más interesantes como se observa en la foto.
Por otra parte, y muy sentida para mí fue la muerte, el 13 de noviembre de 2010, de Luis García Berlanga. Ahora hace un año. Para qué les voy a hablar de la trayectoria de Berlanga. Tuve el honor de conocerlo a principios de los noventa en El Puerto de Santa María, hicimos migas y desde entonces contactamos en varias ocasiones para mi programa de radio 'Último Estreno'. En 1995 hice de puente entre la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de San Fernando y Luis para organizar una mesa redonda en la ciudad con el cine como tema principal, en la que participaron entre otros amigos de Berlanga como Paco Algora. Aquella mesa redonda se prolongó durante varias horas, cenamos en Los Tarantos, compartimos muchas vivencias, al día siguiente le mostramos La Isla de San Fernando y alabó barrios como el de La Pastora, al que lo comparó con "un decorado". Desde entonces manteníamos los contactos que nos permitía el tiempo y su delicada salud. Un abrazo, amigo, donde quieras que estés. Ya no hay ideólogos del cine, directores con mayúsculas, como tú. AUSTROHÚNGARO.
lunes, 7 de noviembre de 2011
Carta abierta a una hora del debate:
En una hora estaréis debatiendo. Ahora mismo el tema que enfrenta a vuestros servidores es la temperatura del millonario decorado construido a modo de gallinero de pelea, Agustín Castellote asegura en su twitter que hay bronca por el color de la corbata del presentador. Es probable que, de los veinte mil euros que habéis previsto para engullir canapés y Moet Chandon -es imposible beber Cumbres de Gredos a ese coste-, hayáis ya consumido la mitad. Las migajas os las retirarán de la solapa los que, como los personajes secundarios disneyanos, pisan por donde andáis, desenrollan las alfombras previas a los shows donde bramais necedades y bajunerío discursivo que queréis y creeis convertir en política con mayúsculas. Qué sabréis de política vosotros ni vuestros sirvientes...
Fuera del boaterío que imprime al plató, cuentan los medios por internet que alrededor de dos centenares de jóvenes se manifiestan gritando consignas en las que dejan a las claras que no se sienten representados por los dos contendientes, el de la pelea y el que afirma saber lo que España necesita. El primero emplea un vocablo farfullesco, de patio de colegio cuando dos púberes se pegan ostias por un quítame allá un sacapuntas. Pelear es como luchar pero en sucio. El que osa asegurar lo que necesita este país aún no lo ha dicho claro: hay que acabar con diecisiete estados paralelos, diecisiete parlamentos, diecisiete defensores del pueblo, diecisiete televisiones autonómicas, la división de poderes inexistente, los sueldos vitalicios, los partidos que acuden a los ciudadanos cada cuatro años como carroñeros para volver a hacerlo dentro de otros cuatro, entes artificiales de una sociedad que empieza a percatarse de que existen otros cauces para gobernar un país, una civilización en la que no caben caterings de 20.000 euros, policías autonómicas de costes astronómicos, cajas de ahorros gobernadas por políticos y cinco millones de parados en la cola de la derecha mientras observan a los proveedores esperando en la de la izquierda. O viceversa, para evitar tintes ideológicos.
En definitiva, el ciudadano no podrá escuchar de los gallos de pelea lo que quiere: la necesidad de un profundo cambio de sistema, de civilización democrática, de orden mundial. Serían demasiado torpes que los que construyen esta verguenza de sistema hablaran de destruirlo.
¿Sabéis lo que no os perdonaré esta noche cuando os mire en vuestra encorsetada mentira catódica? La ilusión que habeís aniquilado de tanta gente que realmente luchó hace casi cuatro décadas por hacer de este país un lugar de libertad e igualdad, el legado de los que se quedaron por el camino, los que tuvieron los mismos cojones que los doscientos jóvenes anónimos apostados ante vuestro castillo de cristal nocturno para romper con la corrupción de cuarenta años de dictadura. Luchamos para tener como saldo resultante un país lleno de miseria, acallado por el fútbol diario, con una sanidad colapsada, con las banderas enfrentándonos y la amenaza del 'enemigo extranjero'. ¿Qué ha cambiado entonces? ¿El derecho al pataleo? ¿El ejercer desde el ruido?
Que os aprovechen los canapés.
Fuera del boaterío que imprime al plató, cuentan los medios por internet que alrededor de dos centenares de jóvenes se manifiestan gritando consignas en las que dejan a las claras que no se sienten representados por los dos contendientes, el de la pelea y el que afirma saber lo que España necesita. El primero emplea un vocablo farfullesco, de patio de colegio cuando dos púberes se pegan ostias por un quítame allá un sacapuntas. Pelear es como luchar pero en sucio. El que osa asegurar lo que necesita este país aún no lo ha dicho claro: hay que acabar con diecisiete estados paralelos, diecisiete parlamentos, diecisiete defensores del pueblo, diecisiete televisiones autonómicas, la división de poderes inexistente, los sueldos vitalicios, los partidos que acuden a los ciudadanos cada cuatro años como carroñeros para volver a hacerlo dentro de otros cuatro, entes artificiales de una sociedad que empieza a percatarse de que existen otros cauces para gobernar un país, una civilización en la que no caben caterings de 20.000 euros, policías autonómicas de costes astronómicos, cajas de ahorros gobernadas por políticos y cinco millones de parados en la cola de la derecha mientras observan a los proveedores esperando en la de la izquierda. O viceversa, para evitar tintes ideológicos.
En definitiva, el ciudadano no podrá escuchar de los gallos de pelea lo que quiere: la necesidad de un profundo cambio de sistema, de civilización democrática, de orden mundial. Serían demasiado torpes que los que construyen esta verguenza de sistema hablaran de destruirlo.
¿Sabéis lo que no os perdonaré esta noche cuando os mire en vuestra encorsetada mentira catódica? La ilusión que habeís aniquilado de tanta gente que realmente luchó hace casi cuatro décadas por hacer de este país un lugar de libertad e igualdad, el legado de los que se quedaron por el camino, los que tuvieron los mismos cojones que los doscientos jóvenes anónimos apostados ante vuestro castillo de cristal nocturno para romper con la corrupción de cuarenta años de dictadura. Luchamos para tener como saldo resultante un país lleno de miseria, acallado por el fútbol diario, con una sanidad colapsada, con las banderas enfrentándonos y la amenaza del 'enemigo extranjero'. ¿Qué ha cambiado entonces? ¿El derecho al pataleo? ¿El ejercer desde el ruido?
Que os aprovechen los canapés.
lunes, 31 de octubre de 2011
La lista de Hortensia
Benito Zambrano se reencuentra con el cine de profundidad compromisaria. En realidad, 'La voz dormida' no dista mucho de su ópera prima. Los fotogramas del nuevo latigazo a la conciencia recordando lo que fue capaz de vivir un pais fratricida muestran un estilo expositivo de las situaciones, de personajes, de tempo secuencial, de destacadas concomitancias con 'Solas'. Otros lópez son las vidas truncadas que cuentan, las situaciones -esencialmente de sufrimiento femenino- que Benito Zambrano parece sentir fervor por exponer a un público que, entre tanto cine descerebrado, que podemos calificar con suma bondad como escapista, agradecerá el compromiso con el que el cineasta aborda lo que resulta una nueva vuelta de tuerca sinóptica cuya notable factura nos sirve para corroborar que las temáticas inmortales siempre lo serán mientras se sepa cómo tratarlas, cómo exponerlas, cómo rodarlas.
Cuando en 1992 todos fruncimos el ceño al saber que Steven Spielberg rodaría 'otra más de nazis y judíos' -qué enorme añoranza de años de encendida competencia entre 'Lo que queda del día' o 'En el nombre del padre', 'Short Cuts' o 'Seis grados de separación'- no tuvimos otra opción que claudicar no sólo ante la visión particular que ofreció el director de la narración de Thomas Keneally, sino también ante el trabajo del novelista, como aquí sucede con el estupendo libro de Dulce Chacón. Al fin y al cabo, las buenas historias y las que son necesarias recordar pese a quienes prefieren un silencio casi cómplice resultan inmortales como el propio cine. Ahora, con el recuerdo de cientos de producciones que, con mayor o menor fortuna han tratado la Guerra Civil y sus consecuencias, con la indefectible sensación al sentarnos en la sala que vamos a revisionar 'Las trece rosas' con mayor personalización -el resquemor del revival nos abandona a los escasos minutos del metraje-, 'La voz dormida' se convierte en un ejercicio dicotómico en todos sus aspectos, desde el ideológico hasta el personajístico, realizado con ese sentido, con la intención de que el espectador encuentre dos caminos, dos opciones en las que reflejarse para que afloren sus sentimientos sean los que fueren: en los vencedores y vencidos, en identificarse con Hortensia y su, porqué no decirlo, orgullo superlativo en su situación, mártir obcecada desde un bautizo hasta un beso a un Niño Jesús que todos sabemos dónde terminará, o adentrarse en la piel de Pepita encarnada por una inconmensurable María León, que nos sirve cinematográficamente para recordar momentos que brotan desde 'El crimen de Cuenca' a la propia indefensión y primitivismo bondadoso de María Galiana en la primera película del director.
'La voz dormida' servirá para despertar a la de la conciencia, que siempre conviene. A este ejercicio ético social se une la otra cara de un filme de necesaria visión para el amante del cine, de un asombroso estilo documentalístico en determinadas secuencias que recuerda nuevamente al Schindler de Spielberg. Lástima que a la cinta de Zambrano le sobre demasiada teatralidad en la puesta en escena carcelaria en más de una ocasión, el mismo exceso que comete su director en el intento por convertir en grotescos a determinados personajes de la película en un innecesario empeño por demonizar a los vencedores, cuyo mayor ejemplo es la carcelaria blanquecina más cerca de la directora del internado de 'Matilda' que del personaje encarnado. No hacía falta. Ya ellos se muestran por sí solos. En el cine y, por desgracia para este país, en la realidad.
Cuando en 1992 todos fruncimos el ceño al saber que Steven Spielberg rodaría 'otra más de nazis y judíos' -qué enorme añoranza de años de encendida competencia entre 'Lo que queda del día' o 'En el nombre del padre', 'Short Cuts' o 'Seis grados de separación'- no tuvimos otra opción que claudicar no sólo ante la visión particular que ofreció el director de la narración de Thomas Keneally, sino también ante el trabajo del novelista, como aquí sucede con el estupendo libro de Dulce Chacón. Al fin y al cabo, las buenas historias y las que son necesarias recordar pese a quienes prefieren un silencio casi cómplice resultan inmortales como el propio cine. Ahora, con el recuerdo de cientos de producciones que, con mayor o menor fortuna han tratado la Guerra Civil y sus consecuencias, con la indefectible sensación al sentarnos en la sala que vamos a revisionar 'Las trece rosas' con mayor personalización -el resquemor del revival nos abandona a los escasos minutos del metraje-, 'La voz dormida' se convierte en un ejercicio dicotómico en todos sus aspectos, desde el ideológico hasta el personajístico, realizado con ese sentido, con la intención de que el espectador encuentre dos caminos, dos opciones en las que reflejarse para que afloren sus sentimientos sean los que fueren: en los vencedores y vencidos, en identificarse con Hortensia y su, porqué no decirlo, orgullo superlativo en su situación, mártir obcecada desde un bautizo hasta un beso a un Niño Jesús que todos sabemos dónde terminará, o adentrarse en la piel de Pepita encarnada por una inconmensurable María León, que nos sirve cinematográficamente para recordar momentos que brotan desde 'El crimen de Cuenca' a la propia indefensión y primitivismo bondadoso de María Galiana en la primera película del director.
'La voz dormida' servirá para despertar a la de la conciencia, que siempre conviene. A este ejercicio ético social se une la otra cara de un filme de necesaria visión para el amante del cine, de un asombroso estilo documentalístico en determinadas secuencias que recuerda nuevamente al Schindler de Spielberg. Lástima que a la cinta de Zambrano le sobre demasiada teatralidad en la puesta en escena carcelaria en más de una ocasión, el mismo exceso que comete su director en el intento por convertir en grotescos a determinados personajes de la película en un innecesario empeño por demonizar a los vencedores, cuyo mayor ejemplo es la carcelaria blanquecina más cerca de la directora del internado de 'Matilda' que del personaje encarnado. No hacía falta. Ya ellos se muestran por sí solos. En el cine y, por desgracia para este país, en la realidad.
miércoles, 26 de octubre de 2011
Mal gusto televisivo
No veo 'El hormiguero' jamás. No tengo nada en contra del programa, es que simplemente selecciono otras opciones cuando tengo 'el tele' de fondo, mientras generalmente trabajo de noche en el despacho.
Mi opinión será por tanto poco legítima porque no soy seguidor de Pablo Motos, pero nadie va a quitarme el derecho a decir que cortarle el cuello a alguien en directo y que su cabeza de plástico salga rodando es un ejemplo más del mal gusto que actualmente existe en las cadenas televisivas.
Con tu pan te comas tu índice de audiencia de anoche y las miles de críticas indigestas.
Mi opinión será por tanto poco legítima porque no soy seguidor de Pablo Motos, pero nadie va a quitarme el derecho a decir que cortarle el cuello a alguien en directo y que su cabeza de plástico salga rodando es un ejemplo más del mal gusto que actualmente existe en las cadenas televisivas.
Con tu pan te comas tu índice de audiencia de anoche y las miles de críticas indigestas.
domingo, 23 de octubre de 2011
Exposición inédita
La exposición fotográfica sobre la Semana Santa de San Fernando vista por la Familia Quijano se amplía hasta el miércoles en el Centro de Congresos. Francamente, muy pocas veces hemos podido disfrutar de imágenes inéditas de tanta valía, historia viva del mundo cofrade y de la propia ciudad al contemplarse sus calles, maneras de vestir, monumentos,... Casi un centenar de instantáneas que se custodian en su mayoría en el Museo Histórico Municipal y que conforman una exposición inaugurada el día 14 con la presencia de la saga familiar, el presidente de la Diputación gaditana y alcalde de San Fernando José Loaiza, el presidente de la Asociación de Comerciantes de San Fernando, empresarios isleños, cofrades de relevancia,...
La muestra -también lo afirmaría si la organización no tuviera relación conmigo- merecería mayor atención por parte de algunos medios de comunicación a niveles provincial y local, pero entre que están tan maltrechos por diversas razones, entre que la profesionalidad brilla cada vez más por su ausencia y la 'pelusa' de algunos, allá ellos y su incumplimiento de la función de informar y prestar atención a lo que interesa al ciudadano.
El mejor respaldo que puede tener esta exposición son las miles de visitas ya contabilizadas por los técnicos del recinto. Lo demás importa un rábano.
La muestra -también lo afirmaría si la organización no tuviera relación conmigo- merecería mayor atención por parte de algunos medios de comunicación a niveles provincial y local, pero entre que están tan maltrechos por diversas razones, entre que la profesionalidad brilla cada vez más por su ausencia y la 'pelusa' de algunos, allá ellos y su incumplimiento de la función de informar y prestar atención a lo que interesa al ciudadano.
El mejor respaldo que puede tener esta exposición son las miles de visitas ya contabilizadas por los técnicos del recinto. Lo demás importa un rábano.
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