lunes, 7 de febrero de 2011
'Shadow of a Lonely Man'
He redescubierto este extraordinario y emotivo vídeo utilizado en la canción de The Alan Parsons Project 'Shadow of a Lonely Man' ('Sombra de un hombre solitario'). Fue compuesta en 1978 -ya ha llovido- y está incluida en su disco 'Pyramid', una de las joyas de aquellos tiempos de buena música, finales de los setenta y década de los ochenta.
Si el tema cantado por John Miles es una joya de exquisita sensibilidad, no os perdáis las imágenes animadas, dibujadas por el italiano Bruno Bozzetto En realidad están hechas para el 'Valse Triste fron Muolema for Orchestra OP 44' de Jean Sibelius, pero el montaje con la canción de Parsons y Eric Woolfson es entrañable y muy bueno. Os la dejo, aunque no sea un tema para animar el inicio de una nueva semana. Ya daremos más 'caña' musical :-)
viernes, 4 de febrero de 2011
I Festival Iberomericano 'Un Mar de Cortos'
Hoy hemos presentado el cartel, la web oficial y el espacio en las redes sociales del I Festival Iberoamericano 'Un Mar de Cortos' que se celebrará el 29, 30 de abril y 1 de mayo de 2011. Realmente lo ha hecho Francisco J. Romero, el vicepresidente de la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de San Fernando, que es la institución de la que ha partido esta iniciativa y a la cual le agradezco -especialmente a Franjo- el encargo de la organización interna de este evento y el diseño de la imagen corporativa del que se convertirá con seguridad en todo un referente en la zona en cuanto a festivales con los cortometrajes como protagonistas. Es una idea madurada desde hace años -el primer proyecto que presentamos por petición de la Fundación de Cultura tanto Benjamín Colsa como yo tiene su origen en el año 2005- y antes de darlo a conocer a toda Iberoamérica desde hoy ya han llegado cortos para concursar. Buena señal.
Aquí os dejo el cartel. Lo hemos hecho en REDISEÑO CREATIVOS, mi empresa. Hemos querido realizar algo diáfano de elementos, con espacios en blanco, utilizando símbolos de la ciudad como el pórtico del Real Carenero junto al histórico Puente Zuazo, sus columnas a modo de fotogramas y elementos del litoral de la zona, que se convierten en especiales protagonistas de la web ('www.unmardecortos.com'), donde la frescura, los colores azules y verdes imperan sobre los demás, y sencilla de manejar, con una nítida información y utilizando el blanco y negro para los elementos marítimos de la pantalla dedicada a Gabriel Blanco, el cineasta isleño fallecido que muchos paisanos ni siquiera lo conocen aun habiendo ganado una concha de oro en San Sebastián con uno de sus cortos. Os recomiendo leeros un párrafo que he reproducido en su pantalla de la web con unas palabras que Blanco pronunció en su momento reflexionando sobre el arte de rodar cortometrajes.
Os aseguro que serán tres intensos días de desarrollo. La programación la daremos a conocer pronto, así como los miembros del jurado. Si alguno de vosotros le dais a la cámara, corred. Los premios son sustanciosos y merecerá la pena. Quienes tengan facebook, que nos busquen...
Enlace al vídeo de la rueda de prensa:
http://www.youtube.com/watch?v=bD_kVFCmeMQ
lunes, 31 de enero de 2011
John Barry
Me levanto esta mañana con la noticia del fallecimiento de John Barry (1933-2011).
No recuerdo cuántas veces he escuchado 'Memorias de África'. La gran película de Sydney Pollack se estrenó en aquellos años en los que las luchas por los Oscar eran merecedoras de seguirlas desde el momento en el que se producían las nominaciones. En aquella ocasión, Barry competía por la estatuilla con su extraordinaria partitura enfrentándose nada menos que a Quincy Jones y su 'El color púrpura'. Y no sólo le ganó la partida al score escrito para el drama de Spielberg, sino que 'Memorias de África' consiguió vencer nada menos que a 'Agnes de Dios' de Georges Delerue o a Maurice Jarre por 'Único testigo'. Ya véis, hoy se producen encendidas alabanzas a Zimmer y su 'Inception'. En música de cine, cualquier tiempo pasado fue mejor...
Lo reconozco y no me corto un pelo. Como pille 'Memorias de África' en un canal televisivo, tras decenas de veces en las que la he visto, tengo que volver a pegar mis ojos al televisor hasta que la vista empieza a nublarse y el dolor de tráquea a invadirte por el pecho. Como dejes escapar la primera lágrima, ya es imposible detener el resto. La vi en el cine, tenía apenas dieciséis años, buena edad para pensar en divertirme y ver películas de terror italianas a las que llevar a las niñas para achucharlas y que sus perfumes quedaran impregnados en tu regazo sin que quisieras que te lavaran la camisa durante los días posteriores. Pero me fui a 'Memorias de África' y todos se rieron de mí al salir porque yo era una magdalena. Al día siguiente busqué el vinilo y lo compré, traía una canción ('You´re Karen') que, posteriormente en la edición del CD, no vino incluida. Estaba intepretada por Al Jarreau. Los que contamos con el disco disfrutamos de ese privilegio.
Barry no sólo era 'Memorias de África', ni sus composiciones para las películas de James Bond. Me resulta además cansino escribir un rosario de datos y scores que ya todos conocéis y que hoy figuran en todos los espacios de internet. John Barry es grande también por su magistral 'El hombre que vino del mar', compuesta en 1997, un gélido drama amoroso al que el compositor salva en los momentos románticos con su estupenda música. Recuerdo 'La letra escarlata', o antes en 1968 su magistral 'El león en invierno'. Y para un lobo de escuálidas patas llamado 'Calcetines' compuso unos minutos grandiosos en la obra más premiada de Kevin Kostner.
He discutido con músicos durante horas enteras sobre John Barry. Su característico estilo puede hacerlo teóricamente limitado en cuando al dinamismo notal y tonal. Los más escépticos con él, aun reconociendo que se trata de un maestro, hablan del uniforme relleno orquestal armónico con un prolongado uso de redondas en las cuerdas en una buena parte de sus obras. Lo que resulta aún más evidente y admirable es que, manteniendo esa forma compositiva y una obra tan prolija, seamos incapaces de encontrar dos bandas sonoras iguales de Barry como sucede en otros. Sus melodías, marcadas por el mismo patrón, jamás las ha repetido, algo que sí estamos ahítos de comprobarlo en compositores tildados de maestros. Pero el universo de Barry es tan aparentemente similar como abierto al juego de viento-metal sin limitaciones compositivas, rabiosamente rico, en el que el espectador logra identificar su estilo casado con las emociones que produce.
Se ha ido un grande entre los grandes. Se ha marchado el compositor que, personalmente, tras Miklós Rózsa y Bernard Herrmann, mayor cúmulo de sensaciones ha causado con su música en mi corazón a través de mis oídos y mis ojos.
lunes, 24 de enero de 2011
Agresión a la libertad
Me informan de la agresión sufrida por el presidente de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC), Fernando Santiago, provocada por un extrabajador de Delphi. El espinoso asunto laboral de esta factoría y los comentarios de Fernando en estos últimos años han sido considerados por el agresor motivos suficientes para tratar de darle una paliza a un periodista y conminarle a que no escriba más. Yo con Fernando estoy de acuerdo en unas cosas y en otras no, lo que jamás se me ocurriría es pegarle a alguien. Ni incluso a quienes pueden merecer que los pongan en su sitio, que no es este el caso. La democracia basa su fuerza en la palabra y el diálogo, en la comunicación. Y ahora se ha intentado cercenar al representante de los periodistas gaditanos. Mi más enérgica condena desde este modesto espacio. Mañana martes por la tarde se ha organizado una concentración de apoyo a Fernando Santiago en el acceso a la sede de la APC en la calle Ancha. Me uno también a este clamor de rechazo a la agresión.
En la fotografía, Fernando Santiago en el centro del apretón de manos donde aparece Gómez Periñán, en la manifestación contra la precariedad en el empleo en los medios de comunicación y las reducciones de plantilla de los últimos tres años.
En la fotografía, Fernando Santiago en el centro del apretón de manos donde aparece Gómez Periñán, en la manifestación contra la precariedad en el empleo en los medios de comunicación y las reducciones de plantilla de los últimos tres años.
sábado, 15 de enero de 2011
'El séptimo sello'
Anoche revisioné 'El séptimo sello' de Ingmar Bergman en una cadena de televisión, hacía algunos años que no la veía. Me la encontré buscando algo que llevarse a la vista y volví a disfrutar como un niño de su puesta en escena, las reflexiones en las palabras de cada intérprete y el hecho de ver al protagonista jugando una partida de ajedrez con la muerte, algo que por mucho que ya hayas visto el filme, siempre resulta apasionante y esperas que el juego acabe con final distinto. Como las obras maestras.
Aquí va uno de sus diálogos para enmarcar. Y aún hay quien dice que hoy se hace cine bueno... No conozco una película actual capaz de mostrarnos diálogos con esta inteligencia y riqueza.
"- Válgame Dios, ¿no eres tú el herrero Plog?
- Buenas...
- ¿Qué haces aquí lloriqueando?
- Compadécete de mí, soy un desgraciado que no halla consuelo.
...- ¿Lo de tu mujer?
- Sí, no la han encontrado.
- La vida es un infierno con las mujeres y sin ellas. Así que lo mejor es divertirse a su costa y no preocuparse más.
- Riñas y bazofia para comer.
- Pañales sucios y protestas.
- Malas caras y siempre pidiendo.
- Y la suegra, pariente del Diablo.
- Y cuando uno se acuesta...
- Otra nueva canción.
- Lágrimas, discusiones y berridos que llegan hasta el cielo.
- "¿Por qué no me das un besito?"
- "¿Por qué no me cantas?"
- "¿Por qué no me mimas como antes?"
- "¿Por qué no me miras el camisón?"
- "Sólo me das la espalda y roncas."
- Qué asco.
- ¿Qué asco? Ya se ha largado. Alégrate.
- Les romperé los huesos a martillazos. Les machacaré la cabeza sobre el yunque como a una nuez... Les meteré en la fragua hasta que se pongan rojos como ascuas...
- ¿Ya berreas otra vez?
- Es que yo la quiero.
- Con que ésas tenemos. Te diré una cosa, tonto. 'Amor' es sólo una palabra bonita para decir que, felicidad más felicidad, es igual a engaños, mentiras, falsedades y disgustos.
- Pero duele igualmente.
- Sí, también es verdad. El amor es la más negra peste. Ojalá se muriese el amor. Pero de eso se cura uno.
- No, mi amor no pasa.
- Claro, el tuyo también, como todos. Y, muy de vez en cuando, muere de amor una pareja de idiotas. Si todo es imperfecto en este mundo imperfecto, el amor es lo más perfecto de todo, precisamente, por su perfecta imperfección.
- Qué suerte. Tienes una elocuencia como nadie. Crees en tus propias palabras.
- ¿Creer? ¿Quién dice que yo creo algo? Doy buenos consejos. Si me pides uno, te doy dos. Piensa que soy un hombre instruido".
Aquí va uno de sus diálogos para enmarcar. Y aún hay quien dice que hoy se hace cine bueno... No conozco una película actual capaz de mostrarnos diálogos con esta inteligencia y riqueza.
"- Válgame Dios, ¿no eres tú el herrero Plog?
- Buenas...
- ¿Qué haces aquí lloriqueando?
- Compadécete de mí, soy un desgraciado que no halla consuelo.
...- ¿Lo de tu mujer?
- Sí, no la han encontrado.
- La vida es un infierno con las mujeres y sin ellas. Así que lo mejor es divertirse a su costa y no preocuparse más.
- Riñas y bazofia para comer.
- Pañales sucios y protestas.
- Malas caras y siempre pidiendo.
- Y la suegra, pariente del Diablo.
- Y cuando uno se acuesta...
- Otra nueva canción.
- Lágrimas, discusiones y berridos que llegan hasta el cielo.
- "¿Por qué no me das un besito?"
- "¿Por qué no me cantas?"
- "¿Por qué no me mimas como antes?"
- "¿Por qué no me miras el camisón?"
- "Sólo me das la espalda y roncas."
- Qué asco.
- ¿Qué asco? Ya se ha largado. Alégrate.
- Les romperé los huesos a martillazos. Les machacaré la cabeza sobre el yunque como a una nuez... Les meteré en la fragua hasta que se pongan rojos como ascuas...
- ¿Ya berreas otra vez?
- Es que yo la quiero.
- Con que ésas tenemos. Te diré una cosa, tonto. 'Amor' es sólo una palabra bonita para decir que, felicidad más felicidad, es igual a engaños, mentiras, falsedades y disgustos.
- Pero duele igualmente.
- Sí, también es verdad. El amor es la más negra peste. Ojalá se muriese el amor. Pero de eso se cura uno.
- No, mi amor no pasa.
- Claro, el tuyo también, como todos. Y, muy de vez en cuando, muere de amor una pareja de idiotas. Si todo es imperfecto en este mundo imperfecto, el amor es lo más perfecto de todo, precisamente, por su perfecta imperfección.
- Qué suerte. Tienes una elocuencia como nadie. Crees en tus propias palabras.
- ¿Creer? ¿Quién dice que yo creo algo? Doy buenos consejos. Si me pides uno, te doy dos. Piensa que soy un hombre instruido".
jueves, 13 de enero de 2011
'Más allá del puente...' ('Cuentos cotidianos')
Hoy hace un día precioso. He traspasado la cancela que separa la silenciosa calle peatonal donde vivo para poner los pies en la ancha avenida que, oteando el horizonte hacia poniente, te regala la estampa dibujada por la paleta de celaje en la que las ramas de tres palmeras y varios pinos piruetean con el imposible plano de la silueta de Cádiz. El sol parecía dispuesto a irradiarme todo el rostro con tal virulencia que mis ojos contestaron cerrándose inconscientemente. Pero no han tardado en confiar en el calor que desprendía.
He dejado atrás la apacible estampa en la lejanía, acharolada por ráfagas de un mar dormido, caminando hacia el puente que divide la Casería de la ciudad. Mis manos han temido al frío invernal de estas pasadas semanas, al temblor que indefectiblemente te provoca el dolor del olvido, volviéndose a meter en los bolsillos, buscando cobijo, durante unos minutos. Esta mañana no han hallado en ellos aquellos viejos papeles que hablan de amor y de promesas, de facturas de almuerzos y cenas de confesiones, de compras conjuntas o aquella horquilla encontrada en el suelo del comedor, agazapada en la esquina del sofá, donde hace tan sólo mes y medio nos quitábamos la ropa apasionadamente para hacer el amor sobre la manta naranja extendida en el mármol. Los dedos no han jugado con papeles del pasado porque ya no lastran los bolsillos del abrigo que aún en la solapa izquierda del cuello rezuma olor a perfume caducado. En ellos ya no existe nada, ni siquiera mariposas negras que amenazaban mis noches de tortura, asiendo con los brazos el aire de la nada, labios de histrión musitando frases de otra boca, nombres de fantasmas.
Mis manos han salido de los bolsillos buscando el sol, quizás alentadas por mi rostro, para alzarlas hacia él y sentir el calor de la vida. Me he detenido en el centro del puente para dejarme atrapar por el sordo carrilar de los trenes que dejan atrás Cádiz y marchan repletos de destinos quizás conexos. El futuro es capaz de engarzar en sus cuencas nuestras vidas en un orden que desconocemos y hacer de ellas diamantes lascados por cada sufrir. Ni el golpe más duro acabará, no obstante, con el brillo de su prestancia.
Los sonidos sornos de las ruedas de acero de los vagones, golpeando las uniones de los raíles que dividen destinos, se entremezclaban con el ladrido de dos perros despreocupados que jugaban en lo más angosto del puente. Parecían llevar toda la vida arropándose el uno en el otro, toda la vida en el mismo lugar incluso… Es extraña la confianza del ser humano cuando cree tenerlo todo para siempre.
Un huidizo gato grisáceo de panza blanca cruza la carretera buscando el bajo de un coche abandonado al término del puente, pero el sol es tan apetecible que, en otro gesto de confianza, ha decidido desperezarse en el techo y mirar también al sol mientras olisquea el aire de la mañana más cálida y clara de todo el invierno. Sus ojos me recuerdan a los míos al dejar mi hogar instantes antes, ciegos al mirar de frente lo que descubres en su calor.
He dejado atrás la apacible estampa en la lejanía, acharolada por ráfagas de un mar dormido, caminando hacia el puente que divide la Casería de la ciudad. Mis manos han temido al frío invernal de estas pasadas semanas, al temblor que indefectiblemente te provoca el dolor del olvido, volviéndose a meter en los bolsillos, buscando cobijo, durante unos minutos. Esta mañana no han hallado en ellos aquellos viejos papeles que hablan de amor y de promesas, de facturas de almuerzos y cenas de confesiones, de compras conjuntas o aquella horquilla encontrada en el suelo del comedor, agazapada en la esquina del sofá, donde hace tan sólo mes y medio nos quitábamos la ropa apasionadamente para hacer el amor sobre la manta naranja extendida en el mármol. Los dedos no han jugado con papeles del pasado porque ya no lastran los bolsillos del abrigo que aún en la solapa izquierda del cuello rezuma olor a perfume caducado. En ellos ya no existe nada, ni siquiera mariposas negras que amenazaban mis noches de tortura, asiendo con los brazos el aire de la nada, labios de histrión musitando frases de otra boca, nombres de fantasmas.
Mis manos han salido de los bolsillos buscando el sol, quizás alentadas por mi rostro, para alzarlas hacia él y sentir el calor de la vida. Me he detenido en el centro del puente para dejarme atrapar por el sordo carrilar de los trenes que dejan atrás Cádiz y marchan repletos de destinos quizás conexos. El futuro es capaz de engarzar en sus cuencas nuestras vidas en un orden que desconocemos y hacer de ellas diamantes lascados por cada sufrir. Ni el golpe más duro acabará, no obstante, con el brillo de su prestancia.
Los sonidos sornos de las ruedas de acero de los vagones, golpeando las uniones de los raíles que dividen destinos, se entremezclaban con el ladrido de dos perros despreocupados que jugaban en lo más angosto del puente. Parecían llevar toda la vida arropándose el uno en el otro, toda la vida en el mismo lugar incluso… Es extraña la confianza del ser humano cuando cree tenerlo todo para siempre.
Un huidizo gato grisáceo de panza blanca cruza la carretera buscando el bajo de un coche abandonado al término del puente, pero el sol es tan apetecible que, en otro gesto de confianza, ha decidido desperezarse en el techo y mirar también al sol mientras olisquea el aire de la mañana más cálida y clara de todo el invierno. Sus ojos me recuerdan a los míos al dejar mi hogar instantes antes, ciegos al mirar de frente lo que descubres en su calor.
Infinidad de sonidos de pájaros, gaviotas buscando la playa, madreselvas dibujadas en el enrejado de un balcón por el que ya asoman sinuosos aromas a puchero y, repentinamente, silencio absoluto en apenas diez segundos. ¿Lo oyes? Es el instante que la vida te da para que la valores. Y tras una sonrisa de esperanza salida de tu inconsciencia, los sonidos regresan a tu mente.
Hoy tengo ganas de vivir y descubrir qué me depara la vida más allá del puente...
martes, 11 de enero de 2011
Philip Glass en Málaga
El compositor y músico Philip Glass ofrece un concierto en Málaga el próximo sábado 22 de enero. Creo que lo organiza la Diputación costasoleña. Se trata de un autor con unas características muy diáfanas a la hora de hacer música. No soy muy amante de los compositores minimalistas. Sufrí a Michael Nyman en Sevilla hace años cuando estaba de moda por aquello que hizo para El piano, pero considero que Glass es el que demuestra, con diferencia, mejor formación musical en sus composiciones dentro de un género diferenciado.
Se trata de un autor que no sólo trabaja para la gran pantalla, y entre muchas de sus obras destacadas no se encuentran scores. Os aconsejo su octava sinfonía. Sin duda, la influencia de sus años en Francia e India, donde trabajo con el mismísimo Ravi Shankar, le han marcado en su vida incluso religiosa. Abandonó su estilo de los primeros años para componer piezas austeras que hoy día muestran una gran carga emocional para películas en las que los sentimientos o la complejidad mundana jueguen un papel primordial.
A mí personalmente me absorben dos trabajos suyos: El agente secreto, un score para una película escasamente conocida que ví en el Festival de Sitges de 1996 dirigida por Christopher Hampton, y Las Horas. De esta me quedo absolutamente con todo el filme, no sólo su banda sonora, una cinta que puede entrar en el olimpo de las contadas obras maestras de esta última década. Su amarga composición, su hábil utilización de los arpegios y la música acompasada con el doloroso drama de las tres mujeres protagonistas se fusionaron, gracias a él y a Stephen Daldry, para regalarnos una maravilla a los oídos y la vista en una tipología de cine no apta para amantes de lo liviano. Recuerdo aquellos últimos minutos de Richard Brown, el poeta interpretado magistralmente por Ed Harris, dirigiéndose a Meryl Streep antes de lanzarse al vacío: "Cuéntame un cuento sobre tu día (...) Yo tenía 19 años y nunca había visto algo tan hermoso. Eras tú saliendo por la puerta de cristal, por la mañana, aún medio dormida. Es extraño. La mañana más corriente en la vida de cualquiera,...".
Butaca 12, fila 7. Allí estaré el día 22, no faltaré.
Se trata de un autor que no sólo trabaja para la gran pantalla, y entre muchas de sus obras destacadas no se encuentran scores. Os aconsejo su octava sinfonía. Sin duda, la influencia de sus años en Francia e India, donde trabajo con el mismísimo Ravi Shankar, le han marcado en su vida incluso religiosa. Abandonó su estilo de los primeros años para componer piezas austeras que hoy día muestran una gran carga emocional para películas en las que los sentimientos o la complejidad mundana jueguen un papel primordial.
A mí personalmente me absorben dos trabajos suyos: El agente secreto, un score para una película escasamente conocida que ví en el Festival de Sitges de 1996 dirigida por Christopher Hampton, y Las Horas. De esta me quedo absolutamente con todo el filme, no sólo su banda sonora, una cinta que puede entrar en el olimpo de las contadas obras maestras de esta última década. Su amarga composición, su hábil utilización de los arpegios y la música acompasada con el doloroso drama de las tres mujeres protagonistas se fusionaron, gracias a él y a Stephen Daldry, para regalarnos una maravilla a los oídos y la vista en una tipología de cine no apta para amantes de lo liviano. Recuerdo aquellos últimos minutos de Richard Brown, el poeta interpretado magistralmente por Ed Harris, dirigiéndose a Meryl Streep antes de lanzarse al vacío: "Cuéntame un cuento sobre tu día (...) Yo tenía 19 años y nunca había visto algo tan hermoso. Eras tú saliendo por la puerta de cristal, por la mañana, aún medio dormida. Es extraño. La mañana más corriente en la vida de cualquiera,...".
Butaca 12, fila 7. Allí estaré el día 22, no faltaré.
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