
No entiendo algo que me parece magnífico para los que, como yo, no fumamos. Es decir, llevar la ley hasta las últimas consecuencias, al extremo más radical, y hacerlo con ahínco desde hace tiempo, cuando otras normativas que deberían implantarse no se llevan a efecto con la misma rectitud. Colocarse un pitillo en la boca es pecado mortal social, pero pasear con pinta de angango con un dogo argentino al lado es cojonudo.
Me parecen absolutamente insuficientes las escasas medidas tomadas tras la catalogación de las razas de perros potencialmente peligrosos. Sigo viendo canes en la playa campando a sus anchas con pequeños alrededor, niñatos con cachorros de pitbull y viviendas en las que los ladridos parecen atentados de ETA. Insisto, lo tengo claro: hay que prohibir tener perros peligrosos en las viviendas. A nadie se le ocurre tener un tigre o un leopardo en el salón de su casa. La demagógica frase aquella de "yo tengo en mi casa lo que me da la gana" no vale desde el momento en el que se convierta en riesgo de afectación al resto de personas. Por algo vivimos en sociedad, y el que no quiera -ojalá pudiera yo hacerlo- que se compre un chalet cerca de la torre del Puerco. Los perros peligrosos no son animales domésticos por razones obvias y no vamos a explicar la etimología latina de la palabra. Y si no son animales domésticos, no se pueden tener en casa. Y menos aún en los espacios públicos comunes. Si se quiere tener un yorkshire o un chucho sin pedigrí no incluido en las razas peligrosas, disfrute usted de su can en su piso. Pero que tenga en su cocina un animal brutal que sale como un toro bravo por la puerta cuando usted se despista y a mi hija la pilla por el cuello y la convierte en jirones mientras paseamos plácidamente es un homicidio por parte de su propietario, así de claro. De manera que para evitar estas situaciones, reclamo que la ley prohíba tener perros potencialmente peligrosos en domicilios afincados en ciudades. Esos animales, al campo.
¿Radical? ¿Imposible de llevar a efecto? Mucho más sencillo que no permitir a un solo bar de España, sala de fiestas, local en general, que alguien se fume un cigarro. Basta con no conceder los permisos para tenerlo, ni chip, ni vacuna, ni pollas en vinagre. Así de sencillo. Y llegará, ya lo veréis. Al tiempo.