El año pasado y en este mismo blog ya hice mi reflexión sobre la celebración del II Festival Aéreo en Cádiz. Ya saben, el espectáculo ese en el que unos cuantos aviones del Ejército del Aire se ponen a hacer piruetas sobre la playa gaditana ante miles de bañistas y curiosos, para algunos gastando queroseno de manera innecesaria en tiempos de crisis y para otros un acicate más para la capital gaditana y su oferta ociocultural. Yo es que sigo igual que hace doce meses, de verdad, no sé qué opinar al respecto. Quien lo tiene claro es el periodista y buen amigo José Luis Porquicho, que la ha liado en el facebook, donde anoche su comentario ya llevaba camino del centenar de respuestas. Porquicho (¿quién no lo conoce en Cádiz?) critica duramente este evento por el gasto que supone no sólo el combustible de los aviones, sino la movilización necesaria en la ciudad para adoptar medidas de seguridad, los cien mil euros que aseguran cuesta la gracia, y define el festival como 'catetada', censurando a los gaditanos que puedan considerar que esta exhibición viene a beneficiar a la ciudad.
Hombre, Porqui, francamente, a mí no me agrada para nada un avión haciendo carajotadas en el aire, en eso te doy la razón, ni expulsando colorines para formar la bandera española. Yo estuve ayer allí porque Cádiz me gusta los domingos al mediodía y para ver el ambiente del asunto y su morbo, de ahí el vídeo que ofrezco en mi comentario. Pero también es comprensible que muchos consideren que sería necesario no opinar hasta que de una puñetera vez seamos capaces de valorar, con la exactitud que hoy día permiten los medios modernos para hacer las estadísticas, cuánto dinero ha dejado ayer en Cádiz el festival aéreo en los bares y restaurantes del paseo marítimo y barrios anexos, en las gasolineras, aparcamientos, a los 'lateros' con sus neveras vendiendo como locos por el propio paseo (observa a uno al más puro estilo gaditano en el vídeo que grabé), en los locales de copas,... Francamente no sé en cuánto se estipula esta cantidad, pero ayer no se podía andar por media ciudad de la gente que había, venida de muchas otras poblaciones. Al festival le unimos el campeonato de natación y Alcances,...Todo es objetable, claro, porque dices en el facebook que te largas a ver una peli del festival para que se te pase el cabreo de lo de los avioncitos. A mí particularmente el cabreo donde me entra es en el cine, no en el paseo marítimo, al ver la pena que da lo que en su día inventó Fernando Quiñones para revolucionar el verano gaditano y ahora es un ente desorientado y agónico cuyas cabezas pensantes le dan por homenajear a Carlos Saura en estos días. Creo que Alcances es el único festival del mundo que no ha tenido a Saura como protagonista, porque por muy prestigioso que sea el cineasta español, a estas alturas ya ha dicho todo lo que tenía que decir y en la provincia hemos contado con él para otros acontecimientos. De originalidad, cero patatero. Absolutamente innecesario. Yo mismo presenté a Carlos Saura en Jerez en octubre de 2002 en una mesa redonda del congreso de la Fundación Caballero Bonald, compartida con Hans Neuschafer, prestigioso estudioso del cine de Saura. Si alguien tiene dudas... http://www.fcbonald.com/index.php?id=90#6.
Me hablas de 'catetada'. Es posible, amigo mío, que lo de los avioncitos sea un poco cateto. Pero me extraña sobremanera que muchos consideren 'cateto' ver volar a la Patrulla Águila cuando en Cádiz somos cuna del catetismo más cutre con tanto barrigón emporrado hablando todo el día de fútbol y del 'Cádiz de su alma', tanta gente fea y anganga celebrando ascensos -y descensos (!)-, tanto pesado que sólo ve la existencia en amarillo y azul y parece no tener otra vida porque creen que son únicos en el mundo, en un mundo más allá que no existe para ellos porque les da urticaria pasar de Cortadura. De catetismo y fútbol en Cádiz podemos escribir una tesis doctoral. Y si ya mezclamos las cosas, como esas apasionantes mesas redondas previstas cinematográficas-futboleras con originalísimos invitados, para qué seguir comentando,... Aquí somos mucho de tener siempre a los mismos hasta en la sopa y hacerles creer que son el culmen de la sabiduría.
Y no digamos nada de Carnaval. Mira que nos gusta, a ti especialmente porque además eres un profesional del asunto gracias a tus excelentes crónicas analizando a las agrupaciones. He compartido foso contigo en el Teatro Falla echándote un cable durante una década, y un pasodoble de una buena comparsa me encanta hasta emocionarme. Pero si el Eurofighter sólo vuela una vez al año en el cielo de Cádiz, los/as canis horrendamente vestidos, con pésimo gusto en sus pintas, y los coñazos que están todo el día berreando letras carnavalescas y no hablan de otra cosa, se constituyen durante los 365 días del año en una de las lacras de una ciudad que necesita que su gente se abra de miras, tenga un poco de visión exterior, ¡vista bien coño! y su juventud se deje de tanta pelotita, tanto pasodoble, tanto golpe de pecho por la Caleta, que de lo vista y quemada que la tienen le coge uno hasta manía, y se ponga de una puta vez a pensar en que el futuro pasa por generar riqueza, obtener preparación y cultura con mayúsculas y arrimar el hombro en todo lo posible en una capital que, desgraciadamente, se encuentra en una isla y ni siquiera es territorio de paso, ya que a ella hay que venir expresamente, con el hándicap que ello supone para su desarrollo en todos los sentidos. Ese mismo que deberían exigir los veinteañeros que sólo se preocupan de esperar sentados lo que 'sacará' Juan Carlos Aragón para el próximo año, cuando el propio Juan Carlos Aragón piensa lo mismito que yo estoy escribiendo y se cachondea de ellos por lo bajinis. Así que catetadas hay por donde mires en una tierra que de eso entiende mucho,... por desgracia para los que la amamos.