jueves, 13 de agosto de 2009

Innecesariedades

No entiendo la actitud de los políticos gobernantes a todos los niveles. Con la que está cayendo, y el ministro Caamaño le da por liarla con los crucifijos en las escuelas. Hay ministros (y ministras) que realmente no sé si tienen encomendada la misión de entretener al personal con disputas estériles lanzándole anzuelos -llámense simbología religiosa o aborto- para que a nadie le dé por pensar en lo que realmente está sucediendo, o es que simple y llanamente les gusta provocar. O denotan una inmadurez impropia del cargo.

El problema es que esta crispación innecesaria se traslada a otros ámbitos y localizaciones donde gobiernan los del lado contrario. Y en Cádiz le ha dado al Gobierno local de Teófila Martínez (PP) por establecer una cruzada moderna (es decir, con alegría moderada y sibilina, pero cruzada al fin y al cabo) contra el nudismo en las playas urbanas. Así que entre los crucifijos y los bañistas en pelotas...

Con tales temas tan tribales es fácil provocar debates que empequeñezcan lo que realmente nos preocupa como ciudadanos y españoles. No hay consenso en el diálogo social, los trabajadores caen como ametrallados, los autónomos cierran sus negocios por cientos al día, la economía parece dejada de la mano del "Dios proveerá" porque nadie (de un lado y otro) aporta soluciones suficientemente sólidas, las familias no tienen que comer, Cádiz es el culo del mundo en posiblidades de trabajo y en fomento de la cultura, donde el chovinismo carnavalero y futbolístico hace un daño mortal,... y estos se embroncan por quítame allá un bañador para tapar las tetas y los chochos.

Si yo gobernara en Cádiz no me preocuparía por prohibirle a los bañistas que se desprendan del bikini o del meyba de mi abuelo. Todo el mundo sabe cuál es la 'filosofía' que impera en una playa urbana como la de la capital, por cierto bastante deficiente en muchas cosas. Si yo gobernara me preocuparía mucho más esa ristra kilométrica de colillas pirieteando entre la espuma sucia que se queda en la orilla tras morir las olas, las latas de refrescos flotando, las mierdas (sí, sí, mojones) en el agua, lo sucísimo que se ve el mar en general, como estancado, en La Victoria, y el surrealismo de una franja longitudinal con todo el mundo pegado, sombrillas encima de otras y niños pisoteando las toallas ajenas, mientras el resto de la playa, la arena seca hasta el cemento del paseo, está totalmente vacía, en algo contranatura. Me preocuparía más porque La Victoria es una playa puerca, le moleste a quien le moleste, y existe una sustancial diferencia entre el agua y la arena de esa zona y la de Cortadura, y ya no digamos Camposoto por poner un ejemplo en San Fernando, cuyo mar fue calificado hace unos años por una revista especializada a nivel nacional como entre los cinco mejores de España. Y no vale hablar de que eso debe ser del manguito o de la trócola, es decir, de las mareas y coeficientes y otras nimiedades futesas. Es que no hay mierda porque no hay guarros contados por miles echando porquerías y otras playas son más 'naturales' en su concepción que La Victoria, observándose una adecuada distribución de disposición de los bañistas según sus criterios, a la hora de colocar sus bártulos.

El paseo marítimo de Cádiz es un lujo, nadie lo niega. Su playa es patética. Y la conozco desde que nací, que para eso mi madre me llevaba todas las tardes del verano desde donde vivíamos, en la calle General García Escámez, hasta cerca de El delfín azul, andandito y pasando por el lado de las ruinas de la plaza de toros gaditana tras ser demolida, donde ahora se sitúa la plaza Asdrúbal. Y almorcé buenos pescados en Casa Ramón, olí el zotal de las casetas y ya por entonces pillé una infección cutánea en mi torso por culpa de la porquería.

También me preocuparía por la imagen de Cádiz ofrecida 'gracias' a las barbacoas de pasado mañana. Algo que, hace unos años, alentó el propio Ayuntamiento para establecer un récord en el Guiness, se le escapó de las manos (sofás, tresillos, pailas calcinadas, alcohol desbocado, angangos por miles cantando sucedáneos de flamenco), casas enteras construidas sobre la arena... y al año siguiente comenzar el propio equipo de Gobierno a recortar los desmanes permitidos anteriormente. Cosas del surrealismo. O de no saber qué se quiere.

Y con respecto a los crucifijos... Como cristianos tenemos que estar pendientes de otras muchas historias realmente más relevantes que esta. Tenemos mucha tarea para prestigiar una religión que nos hemos encargado de desprestigiar durante siglos.

sábado, 8 de agosto de 2009

El silencio sonoro de los poemas en Santiago de la Espada y la Sierra de Segura

Santiago de la Espada tiene apenas 1.500 habitantes, en verano algunos más. A los hornilleros no les gusta promocionar en demasía el núcleo que conforman Santiago-Pontones y sus maravillosos parajes naturales. El turismo da dinero, sí, pero la masificación les amenaza y no la ven con buenos ojos. Andan felices con sus aldeas, con el ganado paciendo plácidamente; a pocos kilómetros y entre parajes sublimes, el lago en Las Anchuricas que no tiene nada que envidiar a un paisaje de Los Alpes, donde nos bañamos hace unos días sin indicios de seres humanos a mucha distancia,...

En la aldea de Las Nogueras, a apenas una decena de kilómetros de Santiago, tiene una casa Benito Mostaza. Buen escritor, profesor, iniciador de medios de comunicación, columnista, y sobre todo, padre de mi buen amigo Jorge Mostaza. Ambos nos han hecho vivir unos días de retiro en aquellas tierras tan distintas a Cádiz, que sirven a Benito y a su familia en verano para alejarse del febril trasiego de Sevilla donde viven.

Benito no es jiennense, pero como si lo fuera. Él y Virginia, su mujer, se trasladaron hace años allí cuando les enviaron como maestros, después hicieron su vida en Sevilla y las escapadas a Las Nogueras son frecuentes en fechas señaladas. Y me hicieron compartir una de ellas estos días, en los que necesité placidez y lugares para reflexionar, para darme fuerzas ante un invierno crudo en el que habrá que luchar mucho.

En Las Nogueras viven apenas un centenar de personas. Sus casas me llamaron la atención principalmente por dos cosas: muchas están recubiertas de placas metálicas para hacer resbalar las duras nevadas de una zona a 1.350 metros de altitud. Otras mantienen porches de entrada con parras, vides de un verde vivo con uvas que al sol dejan ver, tras su bella transparencia, el lejano paisaje. Nada que ver con los campos de Hernán Perea, a unas tres horas en todoterreno, donde el paisaje es rudo e inmenso, especialmente sobre el monte Cagasebo, donde se puede apreciar la esquilma humana de miles de árboles, llevada a cabo cuando fue declarada paradójicamente provincia marítima en el siglo XVI para utilizar la madera y construir los barcos de la Armada Invencible. Allá arriba capté la emotiva imagen de Nani y Mamen emocionadas mientras Jorge contempla el horizonte, a espaldas del sol,..

Camino de los campos te encuentras un bosque por el que las ardillas piruetean por los pinos, cervatillos se esconden o huyen despavoridos al paso del cuatro por cuatro por el carril y haces una parada para acercarte al pino Galapán, que se alza imponente y desafiante para que, al menos entre cuatro personas con los brazos extendidos y manos enlazadas, traten a duras penas de rodear su tronco.

Las Anchuricas, el pantano del Tranco, la belleza del parque natural de Cazorla, Segura y Las Villas,... El nacimiento del Segura se contempla como un lugar de fe, mana del suelo en una piscina natural de profundidad indeterminada y sus aguas heladas comienzan a buscar pronto los recovecos de las montañas no sin antes robarle un gélido chorro para beber en una alberquita. El río Borosa y sus entresijos de agua cristalina conforman un paisaje al que los encorsetados parques temáticos tratan de imitar en zonas vérdeas, con la diferencia de que lo que se vive recorriendo los caminos de la Sierra de Segura son reales.
Pero lo que jamás se olvida realmente es a la gente. Las mujeres de Las Nogueras salen a la calle a primera hora vestidas de negro una mayoría para comprar alimentos en una furgoneta que viene de Santiago, sobre todo lo que no se cultiva en las huertas de alrededor y falta para completar una buena y jugosa despensa. En el almuerzo del primer día que llegamos, Josico 'el de las migas', como su apodo indica, nos hizo una exquisita y gigante sartén de migas aderezadas en la mesa con uvas, pimiento, naranjas,... Josico tiene apelativo de niño, pero en realidad es el alma y sus ojos lo que tiene de pequeño travieso y feliz con lo que le rodea.

Mariano 'el de la Ía' disfruta al lado de Benito abriendo una botella de Marqués de Polavieja, un ribera del Duero de 2003, mientras un Marqués de Cáceres de 1997 aguarda sobre la mesa. Mariano tiene un supermercado en Santiago, durante años era quien traía el pescado a la zona y en realidad es fresador. Poco a poco se incorporan personas, amigos de Benito, hasta completar 'la cocinica', que es como el chalecito de la casa de los Mostaza, cruzando la calle del portón de la vivienda, donde sólo hay una explanada techada con una hamaca a la derecha, a la izquierda una barbacoa, varias mesas de plástico para comer y la vista del riachuelo enfrente que recorre la trasera entre árboles. Aparecen Carlos, Jesús y Antonio, hijos de Antonio Cózar, que es el 'potentado' de Santiago con su trabajo como dentista al que le han seguido sus hijos, que toman una cerveza, charlan con nosotros sin conocernos hasta ese momento,... La hija del policía municipal es preciosa y con 16 años se sienta callada a contemplar la escena. Su cabeza quizá esté en otros lugares, en otros mundos,... cosas de chiquillas.

Y tras el opíparo almuerzo, José Muñoz aparece con su guitarra. De piel curtida, semblante serio pero dicharachero al ratico, tiene predilección por las soleás, habla de sus discos grabados y la toca mientras Benito comienza a recitar algunos de sus poemas, varios de memoria, otros con uno de sus libros en las manos.
Juan, que es el cuñado de Mariano y Nicolasa casado con 'La Pía', se decide a recojer su guitarra y de ella y de nuestra garganta afloran las canciones de Sabina, Aute, La Mandrágora, Serrat y 'Aquellos duros antiguos..." en honor a nosotros. Olegaria, la mujer del 'Pieles', contempla una escena que se prolonga, con bebidas espirituosas y café, hasta casi la noche... Hay que correr y cambiarse, que toca verbena en Las Nogueras, preludio de las fiestas de Santiago de la próxima semana. El año que viene iremos de nuevo.

viernes, 31 de julio de 2009

Diario de Cádiz no se despeina en nueve años

El último barómetro del Estudio General de Medios (EGM), publicado hace varias semanas, revela que Diario de Cádiz cuenta con 153.000 lectores. Los datos corresponden al periodo comprendido entre octubre de 2008 y mayo de 2009.

Aunque existe un abanico de medios escritos de prensa en la provincia gaditana, el rotativo del Grupo Joly apenas se ha despeinado en estos años con respecto al número de seguidores del que disfruta. Cuando el monopolio informativo se acabó fruto de los avances del periodismo y la necesidad social de mayor información, apareciendo otros grupos mediáticos que compitieron con el buque insignia de los Joly, era de prever que se produjera un descenso de ventas o convulsos movimientos en el seno de su empresa editora. Pero ni la crisis actual, afortunadamente, puede con él. Hay despidos candentes, como en otros muchos grupos empresariales del país azotado por la crisis, pero los datos del cuadro que os aporto nos hace llegar a la conclusión de que el lastre que sufre el grupo editor del diario gaditano y que le obliga a apretar el cinturón no nace precisamente en la redacción ni en los despachos de los comerciales de este medio, sino en las cuentas con números rojos que emanan los resultados de ventas, publicidad y presencia social de los periódicos que el Grupo Joly ha ido creando paulatinamente en otras provincias como parte de una estrategia de expansión en la que además no todos los miembros de la familia estuvieron de acuerdo. Algunos diarios tuvieron que irrumpir necesariamente ante el desmadre de este sector empresarial de los últimos diez años y que ahora, cuando llegan la vacas flacas, ha obligado a sentarse a los editores que antaño se enfrentaban crispadamente para establecer una coexistencia pacífica, reducir gastos y romper la cuerda por el lado más débil: las plantillas, los empleados.

Cierto es que los clientes potenciales de periódicos también sufren la crisis, pero no nos quedemos en las frías estadísticas del último EGM. En un par de horas podemos extraer unos datos de los que podemos emanar conclusiones que nos darán que pensar, independientemente de la principal que ya la he citado anteriormente a la hora de reflexionar sobre el talón de Aquiles de este importante grupo periodístico.

Un análisis de las estadísticas del EGM en sus tres oleadas desde el año 2000 nos servirá para comenzar a pensar. De hecho, y como bien se puede ver en el cuadro, estamos extrayendo datos de 27 oleadas, suficientes como para hacernos una idea. Y una sucinta mirada nos lleva a una primera conclusión: Diario de Cádiz (insisto, excluyendo el resto de periódicos del grupo incluso los otros dos provinciales, Diario de Jerez y Europa Sur) contabilizaba 142.000 lectores entre febrero y noviembre de 2000. Si las estadísticas del EGM reflejan que actualmente cuenta con 153.000 lectores, nos indica un incremento de 11.000 lectores. Y ese guarismo, en plena crisis de carácter brutal. Pero veamos las evoluciones de estos años...

El diario por excelencia de Joly alcanzó su pico más elevado en cuanto a número de lectores entre abril de 2006 y marzo de 2007, con una cifra de 201.000. Desde febrero de 2005 habían venido experimentando un aumento paulatino de lectores cuyo máximo exponente se dio entre octubre de 2005 y mayo 2006, con nada menos que 34.000 lectores más. Superar en doscientos mil el número de seguidores diarios era algo obviamente temporal, de manera que esta inusual subida vino a moderarse conforme avanzaron los años, y de hecho sólo entre octubre de 2006 y mayo de 2008, Diario de Cádiz pierde nada menos que 47.000 lectores. Una buena cifra para utilizarla demagógicamente por sus competidores... si no fuera porque si así lo hacen, están obviando la suma de los paulatinos incrementos que le hicieron llegar al pico anteriormente mencionado, de manera que este periódico llega a sumar la cifra de 70.000 lectores nuevos entre febrero de 2005 y marzo de 2007. Tras el 'calentón', los guarismos volvieron a su cauce, y las diferencias de lectores en los dos últimos años apenas ha sido testimonial. En noviembre de 2008 suma 155.000 lectores, pierde varios miles después, ahora los vuelve a recuperar,... hasta situarse en los 153.000 lectores que le da el EGM. Y si hacemos la media de los 27 sondeos, nos percataremos -tal y como refleja el cuadro- que la media de lectores de Diario de Cádiz en nueve años se sitúa en 147.777 personas. Es decir, casi seis mil menos de los que disfruta ahora. No está nada mal... Si alguien quiere seguir con las elucubraciones, le recuerdo que fue en septiembre de 2004 cuando Vocento apareció en Cádiz con La Voz. 161.000 lectores contabilizaba Diario de Cádiz por entonces, durante los siguientes meses sufre un leve descenso en este aspecto, pero desde febrero de 2005 hasta marzo de 2007 no para de ganar lectores hasta alcanzar su culmen en toda una década.

¿Conclusiones? Las cuentas no cuadran porque el respaldo de lectores, y con él de ventas, se pierde por otro lado. ¿Es entonces justificable que se produzcan despidos en la 'Gallina de los huevos de oro' del grupo?

miércoles, 29 de julio de 2009

Muere el periodista Adolfo Álvaro

Me llega la noticia, por una llamada telefónica, de la muerte del periodista madrileño Adolfo Álvaro Martín. Son de esas cosas que te afectan porque trabajé con él durante su etapa como director del periódico Cádiz Información durante el año 2004 y parte de 2005. Yo era el redactor jefe de la sección de local, su amigo íntimo Nicolás García Becerra el de provincia y el 'tridente' lo completaba Adolfo. Modestia aparte, un trío bastante resolutivo para sacar adelante un periódico. Ninguno de los tres estamos ya en las oficinas que ocupábamos diariamente hace casi cinco años.

Adolfo era un bien tipo -no como otros- en una profesión en la que es difícil decir esto de algunos de sus integrantes y los que la rodean. Peculiar, seco en el primer trato, pero a poco que aparecía la sintonía afloraba paralelamente aquella risa peculiar que tenía. Emprendedor, justo y ecuánime, tuvimos muchas charlas sobre lo divino y humano, algunas muy personales y lógicamente conversábamos sobre el periodismo, la manera de hacer la cosas, quienes nos rodeaban,... Jamás faltó el respeto a nadie, a mí aún menos, y no me hubiera importado seguir trabajando a sus órdenes si no hubiera sido porque fue otra víctima de los 'profesionales' en quemar a buenos periodistas y gestores hasta donde los dejan gestionar, claro está.

No recuerdo una bronca con él, ni siquiera como las que todos tenemos, por un quítame allá esta noticia de la página de apertura de local que es mejor esta otra. Todo lo contrario, la sintonía era casi total. Le gustaba llamarme 'Jose', no José Carlos como hace todo el mundo, y cuando se marchó hastiado del cuchitril de despacho del que fuera el periódico donde trabajamos, los tres nos pegamos un homenaje en un restaurante del Paseo Marítimo gaditano. La foto lo refleja. Lo dice todo para evitar las dudas. Él comenzó una nueva etapa al frente de los informativos de Onda Jerez, yo tomé su relevo en la dirección del periódico en mayo de 2005 y a los pocos meses me marché al Cádiz CF, Nicolás al Ayuntamiento de Sanlúcar,... la vida misma.

Nico me mantenía informado de su estado cuando hace poco más de dos años le diagnosticaron un cáncer. También lo hacía mi buen amigo y fotógrafo Paco Martín, que no me daba buenas noticias al respecto últimamente. Casi esperábamos el fatal desenlace y esta mañana me lo dijeron.

A las tres y media es el entierro. No estoy hoy por aquí, no podré ir. Otros sí, incluso los que lo putearon en diversos frentes en Jerez, en Cádiz,... Mejor no estar. Adolfo ya se fue y la vida sigue...

viernes, 24 de julio de 2009

Camino de un estallido social



Un millón de hogares españoles tiene a todos sus miembros en paro. El 65 por ciento de los empleados del país temen perder su puesto de trabajo, y las previsiones que el Gobierno manejaba para final de año, ya de por sí espeluznantes, se han alcanzado al llegar a la mitad de 2009. Otros muchos datos dados hoy a conocer en la Encuesta de Población Activa (EPA) no los voy a repetir porque cualquiera de vosotros puede consultarlos en los periódicos digitales o ya lo han escuchado a lo largo del día.
Todos estos nefastos resultados aparecen además cuando el diálogo entre Gobierno, sindicatos y patronal está totalmente roto. Da la sensación de que alguien tiene prisa. Puede que el Ejecutivo de ZP para que las centrales sindicales no le planten una huelga general y la patronal para que, a tenor de la aún mayor sangría que se avecina, se reforme el mercado laboral lo más pronto posible, se despida con mayor flexibilidad y más barato. Las negociaciones de este tipo en épocas pasadas han durado semanas, meses, y repentinamente se convoca una reunión urgente una tarde de un viernes de julio... Todo suena muy raro.
A Fernando González Urbaneja le parece que "tenemos que estar de luto" por lo sucedido en estas últimas 24 horas, al coincidir los datos del desempleo y los desatinos del diálogo social. Fernando mantiene últimamente una visión demasiado apocalíptica de todo lo que concierne al Gobierno de ZP. Desde su sonada trifulca con el caso del asesoramiento en RTVE hace ahora cinco años cambiaron las tornas en muchos aspectos de sus argumentos político-periodísticos. Yo no voy a ser tremendista como Urbaneja, porque...¿Qué vamos a dejar para diciembre, cuando se den a conocer las cifras del último trimestre del año, tras los despidos que serán por miles cuando acabe el verano y se caiga el maquillaje del empleo-basura en el sector servicios?
Vamos a acabar el 2009 con datos que pueden provocar un estallido social. Todas las alarmas deberían estar ya encendidas, y Gobierno, sindicatos y patronal deberían tratar de apagarlas cuanto antes con medidas conjuntas. Pero cada cual arrima el ascua a su sardina, mientras da la sensación de que el Ejecutivo de ZP le tiene pillada la medida al populismo del más puro estilo peronista. Decisiones como los cheques bebé y los famosos 400 euros en 2008, los comunicados contra la patronal a las once de la noche, los tocapelotas cambios en la ley del aborto, las inyecciones económicas para el turismo anunciadas hace horas y los poco más de 400 euros para parados de larga duración (¿y después, dentro de un año, qué?) son medidas más propias de gobiernos bananeros que de ejecutivos preparados y con miras a un horizonte que necesita actuaciones de suficiente solidez como para acometer el ciclón devastador que empezó a gestarse hace ya varios años, a notarse en España hace doce meses sin que se reconociera que existía una crisis y aún va a azotar más hasta que acabe 2009.

jueves, 23 de julio de 2009

La playa de Torregorda


¿Qué queda de la esencia castrense, la herencia militar, en San Fernando? No se sabe bien cuándo ni cómo; lo podemos enmarcar en los últimos 20-25 años, pero la localidad gaditana comenzó a perder la influencia de las FAS y dirigió sus pasos hacia el sector servicios con demasiados titubeos en unos tiempos en los que se requieren decisiones diáfanas e inflexibles para hacer progresar una ciudad, y las media tintas se han apoderado de la vida social de los isleños.
Estamos en julio y ayer para despejarme quise recordar mis veranos de hace más de dos décadas, paseando por la playa de Torregorda. El polígono militar se encuentra realmente en el término municipal de la capital, pero fue siempre la playa a la que iban los isleños. El bellísimo litoral de Camposoto estaba restringido como zona de pruebas de tiro y hasta hace apenas esa veintena de años, el acceso a esta costa virgen lo impedía una oprobiosa empalizada de madera dispuesta por el Ministerio de Defensa. De manera que los isleños tenían que tener su playa y Cádiz les pillaba demasiado ajena. Junto con ellos, en una indisoluble comunión como siempre había sido, militares de cierto rango que disfrutaban también de la playa y en Torregorda disponían sus casetas como cortijos particulares, su paseo marítimo con balaustrada, consumiciones a precios irrisorios, marineros en las puertas de acceso pidiendo permisos que nos concedían en tarjetas hechas para la temporada estival,...
Yo no he tenido familia militar, pero sí amigos de este gremio. De manera que en mi juventud nos íbamos por la mañana temprano en el autobús que disponía la Marina, aquellos grises que en invierno se utilizaban para el transporte escolar, y nos llevaban gratis a Torregorda. Regresábamos por la tarde, tras jugar tres o cuatro horas al fútbol, comer con refrescos o cervezas que costaban 20 pesetas y las raciones y hamburguesas a precios casi simbólicos. Para entrar en Torregorda tenías que tener un pase, así que durante algunos años mis apellidos cambiaron en función de la familia de amigos que me sacaban la tarjeta de color verde, naranja,... Era una técnica habitual. Me llamé José Carlos Calle Corrales (amigo Migue, ¿cómo estás? Qué me alegra verte por la calle de vez en cuando y saludarnos, con esa sonrisa tuya de buen tío...) o José Carlos Mengíbar Vázquez. Por cierto, a mi amigo Quique Mengíbar sí que no lo veo. Está en Sevilla pero sería tal la alegría si alguna vez volviéramos a charlar de tantas y tantas cosas, compañero...
En Torregorda, en las mesas de su paseo, veía diariamente a personajes de La Isla. A gente conocida. Juan Meléndez, Pepe Macías, muchos cofrades de siempre, con sus cervezas en la barra o su café por las tardes en amable tertulia. Yo estudiaba mis materias pendientes de verano en aquellas mesas para examinarme en septiembre cuando había suspendido en junio (en más de una ocasión, no creáis), engullíamos dulces en esos veladores, buscábamos a las niñas guapas que por la noche veíamos pasear por la calle Real, cuando ver a una chica en San Fernando era algo que incluso atraía a otros amigos de Cádiz, El Puerto,... que venían a dar vueltas por la ciudad para comprobar la fama de elegantes y atractivas de las niñas isleñas. Ahora todo ha cambiado. Y tanto.
Pues he vuelto a visitar el balneario de Torregorda. Ahí está aún. En La Isla no existe ya la Capitanía General, los militares apenas se respiran en los actos sociales de la ciudad, pero Torregorda sigue funcionando. Y me alegré mucho. Su paseo marítimo con su barra y sus mesas sigue abierto, ahora gestionado por una empresa privada, una encomienda de la Armada, incluso la mayor parte de sus mesas metálicas son las mismas, sus vestuarios,... Y cientos de bañistas. En las fotos lo podéis ver. Ya no hay casetas, cotos privados de rangos con cocas en las mangas, los tiempos cambian, pero se ven rostros que bien pudiéramos trasladarlos a aquellos años inolvidables y dorados del balneario.
Los isleños ya tienen su playa de Camposoto, en tiempos del alcalde Antonio Moreno se logró liberar la playa y las mentalidades son otras. Pero me alegra que Torregorda esté ahí. Aún venden dulces. Y las pizarras reflejan raciones a precios módicos. Ya no hay pelones en la puerta pidiéndote tarjeta. No hay autocares por la cara para familias de militares. No existe aquella sensación de que ibas a una playa que te prestaban. Y todos hemos evolucionado, los militares los primeros. Otro día me sentaré en una mesa, voy a llevarme unos apuntes de lengua española aún guardados de mi primero de BUP, me pediré una cruzcampo de botellín y miraré de lejos, en el celaje, el inicio de la playa gaditana de Cortadura. Y a escasos metros del balneario, en el agua, cuando la marea baje, una pequeña isla a la que íbamos nadando, le llamaban 'La Leona'. Era nuestra particular Bahamas de lujo. Qué tiempos...

martes, 21 de julio de 2009

Ninguneo de Tenerife con Úbeda

Cuatro días intensos para mis compañeros del Festival Internacional de Música de Cine 'Ciudad de Úbeda'. Un sueño cumplido, alcanzar el quinto año con compositores en la localidad jiennense de la talla de Patrick Doyle (Mucho ruido y pocas nueces, Frankenstein, Atrapado por su pasado), Michael Giacchino (Los increíbles, Ratatouille, Star Trek 2009), Christopher Young (Homicidio en primer grado, Atando cabos, El exorcismo de Emily Rose) o los españoles Roque Baños (Carreteras secundarias, La Comunidad, Alatriste) y Fernando Velázquez (El orfanato). A ellos, con otros de igual relevancia, se han unido Colette Delerue, viuda de Georges Delerue, quizás el compositor europeo más importante de la historia de la música de cine junto con Ennio Morricone. Ya hace varios años estuvo en Úbeda Carol Goldsmith, la viuda del gran Jerry Golsmith,...

Un problema insalvable familiar me ha impedido estar estos días en Úbeda. Tras diez meses de denodado esfuerzo por participar en la estrategia para dar a conocer el festival más de lo que era, cambiar la imagen del departamento de Prensa y esperar ansiosamente estas jornadas como premio a tanto esfuerzo de una organización que ya alcanza el medio centenar de personas, he tenido una mala fortuna de narices. Afortunadamente, todo ha sido un susto. Grande, pero susto 'arreglado' con un retoque. Tras cuatro años acudiendo a Úbeda, estos días me ha faltado algo que necesitaba. Otra vez será.

Pero mis problemas no son los del festival, afortunadamente. Y aún no he tenido una conversación detallada con David Doncel, el director de todo este tinglado, porque debe estar arrastrándose de cansancio por los jardines y monumentos ubetenses. Seguro que todo ha salido a pedir de boca. Ya estos días lo comentaremos.

Hablábamos hoy de problemas y no míos, sino del festival. Y sí, tiene uno. Se llama ninguneo e ingratitud. El problema es más de otros, pero afecta. Miren que son dos conceptos que jamás perdono. Por eso dirijo hoy mis palabras a Diego Navarro. El director titular de la Orquesta de Tenerife y compositor de la banda sonora de La puerta del tiempo lo podéis ver en la foto de hoy conversando conmigo. Esa imagen la captó un congresista que fue a Úbeda hace cuatro años, allí nos pilló charlando de cine y música. Diego Navarro se quedó encantado del ambiente que se estaba gestando en este congreso -ahora ya festival-, se le trató maravillosamente y desde entonces han ocurrido cosas en estos dos últimos años. Navarro ha querido trasladar a Tenerife el festival de Úbeda y ha montado allí Fimucité, título que le ha dado a un congreso de varios días al estilo de la localidad jiennense con la asistencia de músicos de cine y conciertos. La pasta la pone primordialmente el Cabildo Insular.

No voy a dejarme llevar por ser miembro de la organización del Festival de Úbeda. Digamos que, como amante de la música de cine, me parece extraordinario que en España no sólo exista un evento de este tipo, sino dos, y si se pudiera (el festival de Úbeda cuenta con un presupuesto de más de 100.000 euros y los organizadores no cobran) tres, o cuatro. Pero siempre con la máxima del respeto y de la gratitud.

Me gustaría dejarle una cosa clarita a Diego Navarro, con el que además tuve conversaciones para traerme a Cádiz a la Orquesta de Tenerife que él dirige para ofrecer un concierto de música de cine. Y a Diego le digo que deje de meter la pata con las declaraciones que hace en los medios. Hoy martes, hace apenas una hora, lo he oído en el programa De Costa a costa de Punto Radio y ha dicho que Fimucité ya es el mejor evento de música de cine del mundo por ser único en estas características. Perdona, Diego, pero nada te da derecho a ningunear a Úbeda. Tú has estado en el festival ubetense conmigo (la foto lo demuestra) y sabes que este encuentro sigue siendo punto de referencia primordial en su ámbito. Y no lo digo yo, ni David Doncel, ni Marcelino Sánchez, alcalde ubetense. Lo dicen en Estados Unidos, en Inglaterra, en los medios nacionales e internacionales, en Francia donde se le ha premiado por su contribución mundial a la música cinematográfica,... y lo dicen los cinco años ya cumplidos con la presencia en vivo de John Debney, Basil Polidouris, Sean Callery, Don Davis, David Arnorld, Bruno Coulais, John Scott, los mensajes grabados de ánimo de James Newton Howard, de Emma Thompson,...son cinco años ya, Diego, y Fimucité tiene su mérito (comienza en las próximas horas, porque además lo han hecho casi coincidir en fechas con Úbeda) y te traes a gente curiosa como Mark Snow o Jan AP Kaczmarek, pero no quieras arrimar el ascua a tu sardina porque además no sé cuál es el objetivo. No lo necesitas, este tipo de eventos no se hacen con petulancia o dando codazos a otros colegas, sino con humildad y tenacidad. Así que deberías explicar porqué haces esas declaraciones, con la cantidad de cosas que puedes decir, y sabiendo que el ambiente está caldeado en Úbeda contigo.

Yo no soy un fanático de nada, ni soy David Doncel. Lo que te digo, colega, lo hago desde el cariño, te aseguro que objetivo, a la música de cine. Y a las actitudes caballerosas y gentiles. Así que recapacita, es mi consejo, y adopta otra filosofía. Ah, y felicidades. Deben estar muy bien los actos previstos por el aniversario de Alien. ¿Lo ves? No pasa nada por reconocer las cosas. Cuidate.