¿Hasta dónde tendría opciones de prosperar una querella contra los Sanfermines? ¿Ni siquiera saldría de la mesa de un despacho porque interesa menos que señalar a China con el dedo y nadie le chista al país oriental ante su régimen totalitario pero machacamos a Honduras, uno de los países más pobres del mundo?
No tengo opinión formada sobre el rito que se celebra en Pamplona. Es decir, que sería un error considerar que mis argumentos se deben a mi desagrado hacia esta fiesta. Jamás la he vivido, me aseguran que es la leche. Será. Si ellos lo dicen... No lo dudo, pero objetivamente, sin los aderezos que podamos colocarle al evento por razones ancestrales, folclóricas o sentimentales, se trata de una cosa en la que una manada de bichos con cuernos -a veces del tamaño de los de Tim Curry en Legend- salen corriendo y durante unos minutos la gente los rodea practicando el sadomaso, es decir, huyendo despavorida pero a la vez gozosa por estar allí. Curioso fenómeno. Conozco otras fiestas como la Semana Santa o el Carnaval, que también llenan las calles de miles de personas (millones en el caso de la Semana Mayor al celebrarse a la vez en cientos de ciudades) que también consumen en los bares, compran globos de helio a los micurrios, patatas de paquete por miles y los vendedores ambulantes hacen su agosto en marzo o abril. Pero los nazarenos no tienen cuernos, al menos como los que se ven en Pamplona. De manera que la famosa fiesta pamplonica tiene un riesgo de gravedad en su celebración, extremo podríamos decir. Deja mucho dinero, pero es muy peligrosa.
Una organización de derechos humanos podría perfectamente querellarse contra los promotores de esta fiesta. Su base jurídica sería la misma que nos obliga a a utilizar el cinturón de seguridad en el coche o a no suicidarnos, donde además tenemos castigo divino, por si fuera poco, y nos quedamos en no se sabe dónde por ser unos acojonados y decir aquello de 'paren el mundo que me bajo'. Aquí se juega sí o sí.
Me resulta sumamente complicado saber porqué estoy obligado a usar el cinturón en el coche cuando es un elemento de seguridad privada, que no afecta a terceros, de manera que el 'estado' se convierte en órgano protector de mi integridad física por encima del criterio particular, pero no se prohíbe correr delante de un toro en plena calle como un hecho de alto riesgo. Es imposible encontrar una respuesta a la pregunta de porqué el ser humano puede hacer 'lo que le dé la gana' en los Sanfermines pero no puede conducir sin cinturón o beber catorce cubatas porque, aun pudiendo, está mal visto emborracharse y reservado el derecho de admisión. Fumar mata y somos tan hipócritas que para evitar que se fume más gravamos el tabaco con mayores impuestos. Podríamos cobrar en los encierros, 30 euros por cada uno que lo haga. Sería una medida disuasoria. Sólo morirían los ricos. ¿Ridículo, verdad? Tanto como que sólo se irán al boquete los que tengan dinero para comprar un paquete de Chester o Ducados.
Daniel Jimeno Romero era un joven al que el toro 'Capuchino' empitonó por su yugular. El astado se rezagó de grupo en el encierro de hoy y se fue para el desafortunado corredor, que fue operado y, a pesar de ello, murió desangrado una hora después. En la foto tenéis el rostro de Daniel, y en la otra imagen, un ejemplo del tamaño de los cuernos de un toro en Sanfermín.
Me quedo perplejo cuando se emplea la terminología 'sanfermínica'. Resulta vomitivo escuchar lo de 'encierro limpio' cuando los animales no tocan carne humana. Para mí que todo esto es sucio, muy sucio y muy cínico. Pero a ver quién le pone el cascabel al toro. Y todo eso sin hablar del respeto a los animales. Sólo hemos comentado algo sobre el que le debemos al ser humano. De lo otro aún espero que, por ejemplo, los ecologistas se opongan a ello. ¿O muchos beben y fuman porros en las calles adyacentes a las cornadas, pero siempre en el corazón de Pamplona en fiestas?