Me imagino a esos seres humanos tras tomar asiento en el MD-82 de Spanair. Con la placidez que da la paciente espera en el interior de un vehículo, seguro estoy de que la mayoría hacían cábalas en su mente sobre cómo disfrutar lo máximo posible de su tiempo libre en Canarias a partir de las cuatro, las cinco de la tarde, cuando muchos soltaran las maletas en el hotel, en casa de algún familiar, refrescaran rápidamente su rostro y se colocaran un bañador, un pareo, un sombrero de paja para soportar mejor el calor de las islas.
Ojeando las habituales revistas colocadas en el asiento delantero, la pequeña que ha muerto camino del hospital estaría jugando con la bandeja abatible y su madre la habría mandado replegarla instantes antes de ese maldito despegue.
Lo demás... Habrá sido similar al inicio de Fearless, sin miedo a la vida, paradójico título para aquella película de Peter Weir. Pero lo ocurrido ayer en Barajas no era un plató cinematográfico, sino la misma vida. O la misma muerte arrasando en segundos en aquel avión.
A estas horas, cuando ya anochece en el cielo limpio de Cádiz y atizonado de humo y luto en Madrid, los periódicos se convierten en internet en una macabra sucesión de cifras de fallecidos, como si de apuestas por la muerte se tratara, sobre el cráter dejado por el avión a modo de ensangretado tapete, para el juego de subir al cielo sin reparar en la existencia del error humano, presente y consustancial hasta cuando se nos olvida. Dicen que llevan contabilizados 140 cadáveres, carbonizados la mayoría. Entre ellos estarán las chicas que vuelan durante todo el día, las jóvenes azafatas que tenían toda una vida por delante, repasando el perfil de sus labios en el pequeño espejo del aseo, el nudo del pañuelo y su ensayo de sonrisa instantes antes de la tragedia, sin saber que sería el último vuelo hacia el cielo. O el primero.
Son horas de dolor. Mi fe de creyente me hace orar a Dios y mi fe en el hombre me obligará a exigir, en su momento, responsabilidades por este horror. Y me temo que el caso va a traer cola.
EN MEMORIA DE TODAS LAS VÍCTIMAS DEL ACCIDENTE DEL AVIÓN EN BARAJAS EL 20 DE AGOSTO DE 2008.
miércoles, 20 de agosto de 2008
lunes, 18 de agosto de 2008
Hay motivos
Una amiga que reside en Cataluña aunque es gaditana (información secundaria pero que sirve para que ella se dé por aludida cuando lea el blog) me escribió 'preocupada' hace varios días. Al ver mis escasas actualizaciones durante la última semana, deseaba saber si era motivo de unas particulares vacaciones blogeras, falta de inspiración o es que "no sucede nada en tu vida" o en el mundo, estas dos últimas preguntas hechas con el humor negro que nos caracteriza a mí y a los/las que me rodean. Vivir sin el sarcasmo sazonado incluso de cinismo se convierte en algo insustancial, aunque los hay que no ven más allá del lenguaje de las canciones de Camela y entienden lo sardónico como foribundos ataques personales o a sus respectivos entornos. También la manía persecutoria por ignotas razones los llevan a rezumar un carajotismo con ribetes de odio.
Mi amiga tiene razón al tirarme de las orejas por mi vida contemplativa en internet durante este tiempo. En realidad, suceden muchas cosas en tan sólo siete, ocho días, suficientes como para no pasarlas por alto. Lo que ocurre es que a veces bajas los brazos porque sientes que tu reino no es de este mundo y no por el hecho de que te consideres con pedigrí y superior a muchos, nada más lejos de ese concepto, sino porque me quedo alucinado con el borreguismo social y los tiempos oscuros que corren en un gran abanico de ámbitos, y ya es cuestión de esperar ver cómo el cadáver de los inútiles pasa por delante de tus narices mientras aguardas en la puerta, desazonado pero sentado con un mojito veraniego cuando el trabajo lo permite.
Dí que sí, que había mucho de qué escribir y hablar en estos días, como para relajarme de esa manera. Ya me dirás, amiga, cómo pude pasar por alto una semanita de conciertos en San Fernando, todos seguidos y sin resuello, que han costado una pasta (al bolsillo del contribuyente y a los asistentes) y algunos con apenas medio centenar de espectadores, tres coincidentes con otros espectáculos en la Bahía de Cádiz, entre ellos el de Operación Triunfo en la capital gaditana, con 80.000 almas sobre la arena de la playa. Eso se llama coordinación, previsión ante posibles coincidencias, perspectiva, aunque yo lo llamo desconocimiento como uno de los términos más elegantes que se me puedan ocurrir. No contento con ello, se hace coincidir un festival de música reggae en La Isla... con la noche de las barbacoas del Carranza. Perfecto. Un diez para los caballeros y damas andalucistas y peperos, que la pasada semana fueron a Zaragoza a entrevistarse con Belloch para "aprender" de esta ciudad de cara a los fastos del 2010 e inventarse no sé qué de una red de ciudades relacionadas con el Bicentenario, algo que podía tener un cierto interés y desarrollo adecuado si los mandatarios isleños hubieran empezado a planificarlo un par de años antes, porque que yo sepa y aunque sea de letras y me resulte difícil contar, quedan 17 meses para el año de los iberoamericanos y la procesión magna y ahora vamos a Zaragoza "a aprender". Glorioso. Y el PSOE ha dado poco, pero bien, en la boca, apuntando que todos los conciertos apenas han congregado a 16.000 espectadores. El cine sumaba menos, ¿verdad?
Hablando de barbacoas, ¿cómo se me escapó tal acontecimiento en este blog? Miles de agangos legítimamente representativos del creciente catetismo juvenil que invade poco a poco nuestras calles (andando y en moto) camparon a sus anchas por el litoral capitalino, con sus cordones de oro, tatuajes camaroneros, réplicas de nike, barrigas orondas con ombligos semidescubiertos bajo camisetas cadistas, radios con CD en los que suena El Barrio y griterío bajunero en su salsa, como peces en el agua, en este caso, como horteras en la arena. Soy tan obtuso que no tengo manera de entender cómo un Ayuntamiento que hace tan sólo cuatro o cinco años quería llevarnos a la playa por cojones con barbacoas y todo lo que abultara para figurar en el Guiness, ahora exige todo lo contrario, moviliza a los cuerpos de seguridad para evitar bajadas a la arena con cualquier cosa que huela a madera, pide en cuñas publicitarias que "no uses carbón para la barbacoas" (!) y está loco por acabar con una fiesta que cuesta millones (me apunto a erradicarla) y que ya lo ha dicho por activa y por pasiva el presidente de los hosteleros gaditanos, Antonio de María Ceballos, que no deja ni dos euros más a los bares de la ciudad. Pero allá van, como en una gran concentración de catetos venidos de diversos puntos de la provincia, a comerse los pinchitos en la area, guitarra en ristre y soltando perlas por la boca. Todo un ejemplo de ciudad preparada para el turismo.
Cómo olvidarme, amiga, del Trofeo Carranza y sus gradas desangeladas, con lo que ha sido el torneo que algunos siguen empeñados en calificarlo actualmente como "el trofeo de los trofeos" en un claro ejemplo de ridícula afirmación. Grande el detalle de regalar entradas a los abonados cadistas para la final, todo un gentil ejemplo hacia los sadomasoquistas de la próxima temporada...¿O daba verguenza (si es que la hay) que toda España viera las gradas, tan vacías como algunas cabezas?
Tampoco debí obviar (perdóname, gaditana exiliada) las variopintas procesiones agosteñas en numerosas localidades, algunas son todo un ejemplo de cómo reunir a rencorosos con chaqueta, repintadas con trajes largos asidas a una pértiga, cargadores protagonistas (ay, el cáncer de las hermandades) de punta en blanco alrededor de imágenes utilizadas para atacar a otras y,en definitiva, todo un espectáculo mediático de oropeles y odio, mucho odio en el fondo hacia los demás.
Y el cura Fortea, que ha dicho que Federico Jiménez Losantos no está poseído por el demonio. Vamos, que es que el incendiario de la Cope es así, no le demos más vueltas.
Incendiario, pero sin sentido peyorativo al calificarlo, Fernando Santiago, el presidente de la Asociación de la Prensa de Cádiz, con su artículo en Diario de Cádiz el que se autodefine como un pringao. http://www.diariodecadiz.es/article/opinion/204660/pringaos.html Magnífico, no se lo pierdan. Y además, ya somos dos, Fernando, aunque no me imagino a nosotros en los palcos de las carreras, ni de las corridas de postín (de toros, se entiende) y menos aún en otros.
Mi amiga tiene razón al tirarme de las orejas por mi vida contemplativa en internet durante este tiempo. En realidad, suceden muchas cosas en tan sólo siete, ocho días, suficientes como para no pasarlas por alto. Lo que ocurre es que a veces bajas los brazos porque sientes que tu reino no es de este mundo y no por el hecho de que te consideres con pedigrí y superior a muchos, nada más lejos de ese concepto, sino porque me quedo alucinado con el borreguismo social y los tiempos oscuros que corren en un gran abanico de ámbitos, y ya es cuestión de esperar ver cómo el cadáver de los inútiles pasa por delante de tus narices mientras aguardas en la puerta, desazonado pero sentado con un mojito veraniego cuando el trabajo lo permite.
Dí que sí, que había mucho de qué escribir y hablar en estos días, como para relajarme de esa manera. Ya me dirás, amiga, cómo pude pasar por alto una semanita de conciertos en San Fernando, todos seguidos y sin resuello, que han costado una pasta (al bolsillo del contribuyente y a los asistentes) y algunos con apenas medio centenar de espectadores, tres coincidentes con otros espectáculos en la Bahía de Cádiz, entre ellos el de Operación Triunfo en la capital gaditana, con 80.000 almas sobre la arena de la playa. Eso se llama coordinación, previsión ante posibles coincidencias, perspectiva, aunque yo lo llamo desconocimiento como uno de los términos más elegantes que se me puedan ocurrir. No contento con ello, se hace coincidir un festival de música reggae en La Isla... con la noche de las barbacoas del Carranza. Perfecto. Un diez para los caballeros y damas andalucistas y peperos, que la pasada semana fueron a Zaragoza a entrevistarse con Belloch para "aprender" de esta ciudad de cara a los fastos del 2010 e inventarse no sé qué de una red de ciudades relacionadas con el Bicentenario, algo que podía tener un cierto interés y desarrollo adecuado si los mandatarios isleños hubieran empezado a planificarlo un par de años antes, porque que yo sepa y aunque sea de letras y me resulte difícil contar, quedan 17 meses para el año de los iberoamericanos y la procesión magna y ahora vamos a Zaragoza "a aprender". Glorioso. Y el PSOE ha dado poco, pero bien, en la boca, apuntando que todos los conciertos apenas han congregado a 16.000 espectadores. El cine sumaba menos, ¿verdad?
Hablando de barbacoas, ¿cómo se me escapó tal acontecimiento en este blog? Miles de agangos legítimamente representativos del creciente catetismo juvenil que invade poco a poco nuestras calles (andando y en moto) camparon a sus anchas por el litoral capitalino, con sus cordones de oro, tatuajes camaroneros, réplicas de nike, barrigas orondas con ombligos semidescubiertos bajo camisetas cadistas, radios con CD en los que suena El Barrio y griterío bajunero en su salsa, como peces en el agua, en este caso, como horteras en la arena. Soy tan obtuso que no tengo manera de entender cómo un Ayuntamiento que hace tan sólo cuatro o cinco años quería llevarnos a la playa por cojones con barbacoas y todo lo que abultara para figurar en el Guiness, ahora exige todo lo contrario, moviliza a los cuerpos de seguridad para evitar bajadas a la arena con cualquier cosa que huela a madera, pide en cuñas publicitarias que "no uses carbón para la barbacoas" (!) y está loco por acabar con una fiesta que cuesta millones (me apunto a erradicarla) y que ya lo ha dicho por activa y por pasiva el presidente de los hosteleros gaditanos, Antonio de María Ceballos, que no deja ni dos euros más a los bares de la ciudad. Pero allá van, como en una gran concentración de catetos venidos de diversos puntos de la provincia, a comerse los pinchitos en la area, guitarra en ristre y soltando perlas por la boca. Todo un ejemplo de ciudad preparada para el turismo.
Cómo olvidarme, amiga, del Trofeo Carranza y sus gradas desangeladas, con lo que ha sido el torneo que algunos siguen empeñados en calificarlo actualmente como "el trofeo de los trofeos" en un claro ejemplo de ridícula afirmación. Grande el detalle de regalar entradas a los abonados cadistas para la final, todo un gentil ejemplo hacia los sadomasoquistas de la próxima temporada...¿O daba verguenza (si es que la hay) que toda España viera las gradas, tan vacías como algunas cabezas?
Tampoco debí obviar (perdóname, gaditana exiliada) las variopintas procesiones agosteñas en numerosas localidades, algunas son todo un ejemplo de cómo reunir a rencorosos con chaqueta, repintadas con trajes largos asidas a una pértiga, cargadores protagonistas (ay, el cáncer de las hermandades) de punta en blanco alrededor de imágenes utilizadas para atacar a otras y,en definitiva, todo un espectáculo mediático de oropeles y odio, mucho odio en el fondo hacia los demás.
Y el cura Fortea, que ha dicho que Federico Jiménez Losantos no está poseído por el demonio. Vamos, que es que el incendiario de la Cope es así, no le demos más vueltas.
Incendiario, pero sin sentido peyorativo al calificarlo, Fernando Santiago, el presidente de la Asociación de la Prensa de Cádiz, con su artículo en Diario de Cádiz el que se autodefine como un pringao. http://www.diariodecadiz.es/article/opinion/204660/pringaos.html Magnífico, no se lo pierdan. Y además, ya somos dos, Fernando, aunque no me imagino a nosotros en los palcos de las carreras, ni de las corridas de postín (de toros, se entiende) y menos aún en otros.
viernes, 15 de agosto de 2008
El más nefasto ejemplo del 'revival' del musical
Si terminan de visionar Mamma mía! y están deseando salir corriendo del cine ante el espanto que han sufrido durante casi dos horas, no se vayan todavía. Aún hay más, que decía el pedante Superratón de nuestra tierna infancia.
Tras todo un compendio de muecas y gestos en una de las peores interpretaciones de Meryl Streep en toda su carrera, la horrenda voz del gélido Pierce Brosnan y las tropelías con la cámara cometidas por Phyllida Lloyd, directora de este engendro, queda por ver lo que realmente y con seguridad les provocará la risa nerviosa que dará rienda suelta a la frustración que suscita uno de los peores musicales de todos los tiempos. Así que no se levanten y vean los créditos, algo que no tienen costumbre de hacer, para contemplar al impagable ex 007 vestido al más puro estilo glam setentón, en un homenaje a aquellos años en los que las canciones de Abba arrasaban y ahora, a pesar de su diáfano anacronismo, podían haberse salvado con nota, tal y como se ha hecho con la extraordinaria Hairspray, la enormemente fotografiada Chicago (con su obra maestra de secuencia-clip de Richard Gere con los periodistas marionetas) o Moulin Rouge, el mejor musical contemporáneo del celuloide, ‘verbi gratia’ no sólo al concepto espacial de Baz Luhrmann y a sus intérpretes (Kidman y McGregor sí que sabían cantar), sino también a las extraordinarias adaptaciones del compositor Craig Armstrong.
Lo de Mamma mía! tiene delito. Una amable y divertida historia (una chica trata de saber cuál es su padre antes de su boda e invita a los tres candidatos con los que su madre mantuvo relaciones en una época díscola) ha sido transformada en una sucesión de torpes números musicales, nefastamente dirigidos, carentes de la espacialidad necesaria en determinadas escenas de las secuencias para ofrecer al espectador una visión general, de claras reminiscencias teatrales, imprescinsdibles en el cine musical, un género en el que debe tenerse tino a la hora de manejar tanto las composiciones de los elementos y actorales como el ritmo narrativo, enlazado en este caso por una saturación de canciones negativamente dispuestas, en momentos en los que el espectador requiere diálogos explicativos y protagonizados por intérpretes que han sido asesorados por sus peores enemigos, con especial énfasis en Meryl Streep, que encarna a Donna en el filme, la asombrada madre al contemplar en la boda de su hija a los tres hombres con los que antaño mantuvo su carnal flirteo.
No me cabe la menor duda de que a la Streep la ha vestido alguna de sus oponentes a los Oscar, la ha peinado quien más la odia y, sobre todo, no ha tenido una dirección adecuada que tamice su siempre tendencia a la sobreactuación. Pero resulta obvio que la ¿directora? de esta basura procede del teatro y no es Sydney Pollack cuando supo extraer lo mejor de ella en Memorias de África.Se siguen empeñando en confundir lenguajes, en trasladar el teatro al cine -guiones, músicas, actores- sin llevar a cabo la necesaria transformación que convierta el filme en un producto cinematográfico en lugar de una sucesión de imágenes limitadas tanto como el teatro en sí, un género sin dudas tan atrayente como poco creíble para los que realmente disfrutamos de la gran perspectiva, en tiempo y forma, que nos aporta el celuloide.
Tras todo un compendio de muecas y gestos en una de las peores interpretaciones de Meryl Streep en toda su carrera, la horrenda voz del gélido Pierce Brosnan y las tropelías con la cámara cometidas por Phyllida Lloyd, directora de este engendro, queda por ver lo que realmente y con seguridad les provocará la risa nerviosa que dará rienda suelta a la frustración que suscita uno de los peores musicales de todos los tiempos. Así que no se levanten y vean los créditos, algo que no tienen costumbre de hacer, para contemplar al impagable ex 007 vestido al más puro estilo glam setentón, en un homenaje a aquellos años en los que las canciones de Abba arrasaban y ahora, a pesar de su diáfano anacronismo, podían haberse salvado con nota, tal y como se ha hecho con la extraordinaria Hairspray, la enormemente fotografiada Chicago (con su obra maestra de secuencia-clip de Richard Gere con los periodistas marionetas) o Moulin Rouge, el mejor musical contemporáneo del celuloide, ‘verbi gratia’ no sólo al concepto espacial de Baz Luhrmann y a sus intérpretes (Kidman y McGregor sí que sabían cantar), sino también a las extraordinarias adaptaciones del compositor Craig Armstrong.
Lo de Mamma mía! tiene delito. Una amable y divertida historia (una chica trata de saber cuál es su padre antes de su boda e invita a los tres candidatos con los que su madre mantuvo relaciones en una época díscola) ha sido transformada en una sucesión de torpes números musicales, nefastamente dirigidos, carentes de la espacialidad necesaria en determinadas escenas de las secuencias para ofrecer al espectador una visión general, de claras reminiscencias teatrales, imprescinsdibles en el cine musical, un género en el que debe tenerse tino a la hora de manejar tanto las composiciones de los elementos y actorales como el ritmo narrativo, enlazado en este caso por una saturación de canciones negativamente dispuestas, en momentos en los que el espectador requiere diálogos explicativos y protagonizados por intérpretes que han sido asesorados por sus peores enemigos, con especial énfasis en Meryl Streep, que encarna a Donna en el filme, la asombrada madre al contemplar en la boda de su hija a los tres hombres con los que antaño mantuvo su carnal flirteo.
No me cabe la menor duda de que a la Streep la ha vestido alguna de sus oponentes a los Oscar, la ha peinado quien más la odia y, sobre todo, no ha tenido una dirección adecuada que tamice su siempre tendencia a la sobreactuación. Pero resulta obvio que la ¿directora? de esta basura procede del teatro y no es Sydney Pollack cuando supo extraer lo mejor de ella en Memorias de África.Se siguen empeñando en confundir lenguajes, en trasladar el teatro al cine -guiones, músicas, actores- sin llevar a cabo la necesaria transformación que convierta el filme en un producto cinematográfico en lugar de una sucesión de imágenes limitadas tanto como el teatro en sí, un género sin dudas tan atrayente como poco creíble para los que realmente disfrutamos de la gran perspectiva, en tiempo y forma, que nos aporta el celuloide.
viernes, 8 de agosto de 2008
Paul Naschy sigue dando guerra
El inefable Paul Naschy sigue vivo y dando guerra. Jacinto Molina -su verdadero nombre- fue un icono del cine patrio en películas que fueron al cine de terror lo que las del spaguetti western al del oeste, una degradación del género con la que mantuvimos una relación amor-odio porque al fin y al cabo, algunas de las rodadas mantienen un encanto basado en lo grotesco y otras son sencillamente vomitivas.
José Muela, un amigo del Congreso de Úbeda, me envía esta fotografía de Imaginamalaga, un evento anual que congrega en la capital costasoleña en julio a cientos de aficionados a las cintas de ficción, juegos de rol y todo lo que, como su nombre indica, invite a la imaginación. Paul Naschy ha recibido el premio de honor de Imaginamalaga, y el profesor, escritor y ensayista linense Ángel Gómez Rivero presentó su libro El vampiro reflejado, contando con la presencia del homenajeado en Imaginamalaga.
Me cuentan por otro lado que Paul Naschy sigue rajando de lo lindo de la industria cinematográfica y de lo mal que lo hemos tratado en España tras su dilatada carrera, relegándolo al olvido. Lleva años predicando en este desierto de sinsabores que es la maquinaria del séptimo arte. Querido Jacinto, deberías llamarte John Carpenter, por ejemplo, para que te recordaran más. C'es la vie!
José Muela, un amigo del Congreso de Úbeda, me envía esta fotografía de Imaginamalaga, un evento anual que congrega en la capital costasoleña en julio a cientos de aficionados a las cintas de ficción, juegos de rol y todo lo que, como su nombre indica, invite a la imaginación. Paul Naschy ha recibido el premio de honor de Imaginamalaga, y el profesor, escritor y ensayista linense Ángel Gómez Rivero presentó su libro El vampiro reflejado, contando con la presencia del homenajeado en Imaginamalaga.
Me cuentan por otro lado que Paul Naschy sigue rajando de lo lindo de la industria cinematográfica y de lo mal que lo hemos tratado en España tras su dilatada carrera, relegándolo al olvido. Lleva años predicando en este desierto de sinsabores que es la maquinaria del séptimo arte. Querido Jacinto, deberías llamarte John Carpenter, por ejemplo, para que te recordaran más. C'es la vie!
miércoles, 6 de agosto de 2008
¿Por qué en China?
Que me cuelguen por los pulgares del palo mayor si lo entiendo, pero no sé cuál es el motivo para que los Juegos Olímpicos de 2008 se celebren en un país en el que gobierna una dictadura, la polución envenena el aire que se respira -el que paradójicamente tendrán que necesitar los deportistas- y sus mandatarios, sanguinarios como ellos solos y expertos en represiones en plazas públicas, impiden la entrada libre en internet. Ahora, bailando al son de los anacrónicos gobernantes orientales, amantes de las gorras de plato superlativas, de los uniformes al más puro estilo stalinista, grotescos y ridículos en pleno siglo XXI, determinados comités olímpicos como el español 'sugieren' a sus atletas no hacer declaraciones políticas para evitar follones.
Resulta que hablar de la represión que todos sabemos existe en China y de lo alucinados que están nuestros representantes ante los disparates que están observando e incluso viviendo es "hacer política", no proclamar que no existen los derechos humanos en esta ingente cueva de dictadorzuelos uniformados. Afirmar que no se respetan las mínimas libertades y que se tortura no es hacer política, sino reivindicar la indefectible y básica dignidad de la que deben disfrutar los seres humanos como así lo estipula sin titubeos la Declaración Universal.
Quizás alguna cabeza pensante ha creído que los JJOO puedan servir como acicate para abrir China al mundo, incluso por la 'fuerza pacífica' del peso de tanta 'libertad' presente en estos días. Hay que ser ingenuo, porque ese puro no arde por ahí. Por lo tanto, alguien debería explicar cómo se va a celebrar en escasas horas el inicio de un acontecimiento universal y deportivo, cuyo cometido desde sus orígenes es el de unir a los pueblos en democracia y en igualdad de condiciones como así sucede en las pruebas de los atletas, en un país que practica la represión, millones de habitantes pasan hambre y existe una escandalosa explotación laboral refrendada, eso sí, por la vista gorda que hace Europa y Estados Unidos, cuyo presidente asegura que acudirá a la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos "porque soy deportista y no voy a mezclar la política con el deporte". ¿Será cretino, el tío?
Resulta que hablar de la represión que todos sabemos existe en China y de lo alucinados que están nuestros representantes ante los disparates que están observando e incluso viviendo es "hacer política", no proclamar que no existen los derechos humanos en esta ingente cueva de dictadorzuelos uniformados. Afirmar que no se respetan las mínimas libertades y que se tortura no es hacer política, sino reivindicar la indefectible y básica dignidad de la que deben disfrutar los seres humanos como así lo estipula sin titubeos la Declaración Universal.
Quizás alguna cabeza pensante ha creído que los JJOO puedan servir como acicate para abrir China al mundo, incluso por la 'fuerza pacífica' del peso de tanta 'libertad' presente en estos días. Hay que ser ingenuo, porque ese puro no arde por ahí. Por lo tanto, alguien debería explicar cómo se va a celebrar en escasas horas el inicio de un acontecimiento universal y deportivo, cuyo cometido desde sus orígenes es el de unir a los pueblos en democracia y en igualdad de condiciones como así sucede en las pruebas de los atletas, en un país que practica la represión, millones de habitantes pasan hambre y existe una escandalosa explotación laboral refrendada, eso sí, por la vista gorda que hace Europa y Estados Unidos, cuyo presidente asegura que acudirá a la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos "porque soy deportista y no voy a mezclar la política con el deporte". ¿Será cretino, el tío?
lunes, 4 de agosto de 2008
La Isla sin cine
La Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía trae a Cádiz el Ciclo de Cine de Verano en los Espacios Naturales, un programa que cumple su segunda edición gracias a la exitosa acogida del pasado año. Así lo ha anunciado hoy la delegada provincial de Medio Ambiente, Gemma Araujo, encargada de presentar esta actividad que tendrá lugar en pleno corazón del Parque Natural de Los Alcornocales. La iniciativa, que se desarrollará el próximo 24 de agosto a las 22 horas en el Parque Félix Rodríguez de la Fuente de Alcalá de los Gazules, pretende concienciar a los ciudadanos, especialmente a los más jóvenes, en temas relacionados con la naturaleza, la calidad de vida y el cambio climático. La película elegida este año es Nómadas del Viento de Jacques Perrin.
El largometraje será proyectado en formato de 35 mm., y los espectadores podrán disfrutar del mismo de forma gratuita e incluso podrán debatir, si lo desean, los aspectos tratados en la película visionada. La actividad cuenta con la colaboración del Ayuntamiento de Alcalá de los Gazules y de Endesa.
Esta es una de las acertadas iniciativas que las instituciones públicas, en ocasiones con la colaboración de organismos privados, están llevando a cabo como divertimento cultural en sus respectivas programaciones veraniegas. Cualquier gobernante local, provincial o autonómico sabe de la relevancia del cine para incluirlo en sus actividades estivales. Es algo tradicional desde hace años que conforme transcurre el tiempo se va extendiendo por ciudades. Fijaos la iniciativa en Los Alcornocales, que se une a otras cercanas. Ahí está el cine de verano en la playa organizado por el Ayuntamiento de Cádiz, las proyecciones con las películas de Francis Ford Coppola en la Diputación acompañadas de aquel acertadísimo concierto y otros muchos eventos en ciudades. Todos saben que el cine es tan recurrente como exitoso, cuesta poco dinero poner en marcha las proyecciones y el resultado siempre es positivo.
Todos... Menos el Ayuntamiento de San Fernando. En estos ocho años que han transcurrido, el ciclo estival denominado Las noches del Castillo incluía entre dos y tres proyecciones de películas, incluso conciertos de música de cine acompañados de imágenes, o los estrenos de jóvenes directores con sus nuevos productos como el pasado año cuando el cineasta y pintor Lolo Pavón presentó Fango en el patio de la Escuela de San José, ante unas cuatrocientas personas.
Todo eso ha desaparecido del programa de Las Noches del Castillo organizado por la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de San Fernando, un ciclo que este año ha contado con varias representaciones teatrales, un concierto de pasodobles y pare usted de contar. Debe ser que era muy caro el cine, buscar un proyector, alguien que abriera la puerta, que presentara los filmes,...
Me dicen que ha sido el propio alcalde isleño, el andalucista Manuel María de Bernardo, el que ha ordenado el recorte. Que para qué tantas cosas. Que no hay dinero. En eso sí debe llevar razón. San Fernando no cuenta este verano con proyecciones de cine. No sé vosotros, pero yo soy de los que piensa que el conformismo sólo conduce a un mayor empobrecimiento. Yo ya manifiesto mi rechazo a estos recortes, lo hago públicamente y espero fervientemente que tanto los ciudadanos como la oposición en el Ayuntamiento sean capaces de decir que Isla Verano no es lo que era, con una merma de actos sin sentido y con unos conciertos ahora enlazados a lo largo de esta semana nefastamente distribuidos en el tiempo.
Hoy canta Mago de Oz en el estadio Bahía Sur. A ver cuántos van. Un dato anecdótico, para simplemente servir de referencia, de reflexión. Los medios de comunicación coincidieron en publicar que el concierto de Manolo García en San Fernando, a principios del verano, congregó a cuatro mil personas. Por cierto, García había ya ofrecido uno en Sevilla varias semana antes y en su gira tiene anunciados cincuenta. Original no hemos sido, desde luego. Si todo un Manolo García mete cuatro mil personas en La Isla con lo que cuesta un concierto de ese calibre y una proyección de cine de verano mete cuatrocientos espectadores....¿Qué es más rentable? Ah, los promotores del concierto del cantante dijeron que el paupérrimo número de asistentes se debió a la escasa promoción del evento por parte del Ayuntamiento de San Fernando. El mismo que ha encargado un diseño de cartelería de los conciertos veraniegos bastante mejorable.
La foto de hoy es de una plaza en Málaga llena de espectadores... del cine de verano que organiza el Ayuntamiento costasoleño.
El largometraje será proyectado en formato de 35 mm., y los espectadores podrán disfrutar del mismo de forma gratuita e incluso podrán debatir, si lo desean, los aspectos tratados en la película visionada. La actividad cuenta con la colaboración del Ayuntamiento de Alcalá de los Gazules y de Endesa.
Esta es una de las acertadas iniciativas que las instituciones públicas, en ocasiones con la colaboración de organismos privados, están llevando a cabo como divertimento cultural en sus respectivas programaciones veraniegas. Cualquier gobernante local, provincial o autonómico sabe de la relevancia del cine para incluirlo en sus actividades estivales. Es algo tradicional desde hace años que conforme transcurre el tiempo se va extendiendo por ciudades. Fijaos la iniciativa en Los Alcornocales, que se une a otras cercanas. Ahí está el cine de verano en la playa organizado por el Ayuntamiento de Cádiz, las proyecciones con las películas de Francis Ford Coppola en la Diputación acompañadas de aquel acertadísimo concierto y otros muchos eventos en ciudades. Todos saben que el cine es tan recurrente como exitoso, cuesta poco dinero poner en marcha las proyecciones y el resultado siempre es positivo.
Todos... Menos el Ayuntamiento de San Fernando. En estos ocho años que han transcurrido, el ciclo estival denominado Las noches del Castillo incluía entre dos y tres proyecciones de películas, incluso conciertos de música de cine acompañados de imágenes, o los estrenos de jóvenes directores con sus nuevos productos como el pasado año cuando el cineasta y pintor Lolo Pavón presentó Fango en el patio de la Escuela de San José, ante unas cuatrocientas personas.
Todo eso ha desaparecido del programa de Las Noches del Castillo organizado por la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de San Fernando, un ciclo que este año ha contado con varias representaciones teatrales, un concierto de pasodobles y pare usted de contar. Debe ser que era muy caro el cine, buscar un proyector, alguien que abriera la puerta, que presentara los filmes,...
Me dicen que ha sido el propio alcalde isleño, el andalucista Manuel María de Bernardo, el que ha ordenado el recorte. Que para qué tantas cosas. Que no hay dinero. En eso sí debe llevar razón. San Fernando no cuenta este verano con proyecciones de cine. No sé vosotros, pero yo soy de los que piensa que el conformismo sólo conduce a un mayor empobrecimiento. Yo ya manifiesto mi rechazo a estos recortes, lo hago públicamente y espero fervientemente que tanto los ciudadanos como la oposición en el Ayuntamiento sean capaces de decir que Isla Verano no es lo que era, con una merma de actos sin sentido y con unos conciertos ahora enlazados a lo largo de esta semana nefastamente distribuidos en el tiempo.
Hoy canta Mago de Oz en el estadio Bahía Sur. A ver cuántos van. Un dato anecdótico, para simplemente servir de referencia, de reflexión. Los medios de comunicación coincidieron en publicar que el concierto de Manolo García en San Fernando, a principios del verano, congregó a cuatro mil personas. Por cierto, García había ya ofrecido uno en Sevilla varias semana antes y en su gira tiene anunciados cincuenta. Original no hemos sido, desde luego. Si todo un Manolo García mete cuatro mil personas en La Isla con lo que cuesta un concierto de ese calibre y una proyección de cine de verano mete cuatrocientos espectadores....¿Qué es más rentable? Ah, los promotores del concierto del cantante dijeron que el paupérrimo número de asistentes se debió a la escasa promoción del evento por parte del Ayuntamiento de San Fernando. El mismo que ha encargado un diseño de cartelería de los conciertos veraniegos bastante mejorable.
La foto de hoy es de una plaza en Málaga llena de espectadores... del cine de verano que organiza el Ayuntamiento costasoleño.
viernes, 1 de agosto de 2008
Portugal, tan cerca y tan lejos...
Hace sólo un par de días que regresé de mi viaje veraniego. No está el bolsillo en su momento más pudiente, no era el momento de volver por cuarta vez a París (regresaría a la capital francesa mil veces) ni a saldar cuentas con Roma. Me han quedado algunas con ella o con otras ciudades -menos de las que me gustaría visitar- pero ya el hecho de organizar un viajecito este julio casi arruinará mi maltrecha economía.
No es mi intención llorar en el hombro de quien me lee, así que dejaremos la economía doméstica para otra ocasión. Un viaje relativamente barato y con deseos de hacerlo por una misteriosa atracción que intuyo procede de la coetaneidad peninsular es el que he hecho a Portugal. Dos días en Lisboa y el resto conduciendo hacia el norte hasta encontrarme con Oporto, Braga y volver a rodar por territorio español para disfrutar de Vigo y Santiago.
Portugal está cerca, te cuelas en Lisboa en el Megane en apenas cinco horas desde Cádiz. Tan cerca su cultura mediterránea, sus curiosas coincidencias (el Barrio Alto es como El Pópulo gaditano pero con mayor oferta de locales y muchísima basura en las paredes, desde pintadas a carteles), como tan lejos su desarrollo en determinados ámbitos. Estás en una maravillosa capital a la que no tienes que considerarla de otra manera que una hermana pobre de otras europeas. No es que me decepcionara ni es mi deseo juzgar cuando han sido apenas dos días y medio los que he pisado la capital lisboeta, eso sí, sin parar, distribuyendo los tiempos para ver sus plazas, su estación de Rossio o como véis en la foto, la Tasca do Chico de noche, donde una chica interpretaba fados ante nuestra atenta mirada y cubiertos de cientos de banderas de clubes de fútbol colgadas en el techo de este recoleto local. Más me gustaron los manjares del queso fundido en la vinoteca más arriba o en la calle paralela los mojitos...
Si alguna vez vais a Portugal porque aún no la conocéis, no dejéis de ir a Sintra. A apenas cuarenta minutos en tren de la capital, sería un pecado mortal no subir en tranvía hasta el castillo do Pena, residencia de los reyes portugueses tardíos, y el castillo dos Mouros, llamado así por ser una fortaleza musulmana que francamente me impresionó su trazado, sus almenas, sus pasillos, su altura, todo ello coronado incluso con una bandera árabe como también podéis ver en la foto.
No es mi intención llorar en el hombro de quien me lee, así que dejaremos la economía doméstica para otra ocasión. Un viaje relativamente barato y con deseos de hacerlo por una misteriosa atracción que intuyo procede de la coetaneidad peninsular es el que he hecho a Portugal. Dos días en Lisboa y el resto conduciendo hacia el norte hasta encontrarme con Oporto, Braga y volver a rodar por territorio español para disfrutar de Vigo y Santiago.
Portugal está cerca, te cuelas en Lisboa en el Megane en apenas cinco horas desde Cádiz. Tan cerca su cultura mediterránea, sus curiosas coincidencias (el Barrio Alto es como El Pópulo gaditano pero con mayor oferta de locales y muchísima basura en las paredes, desde pintadas a carteles), como tan lejos su desarrollo en determinados ámbitos. Estás en una maravillosa capital a la que no tienes que considerarla de otra manera que una hermana pobre de otras europeas. No es que me decepcionara ni es mi deseo juzgar cuando han sido apenas dos días y medio los que he pisado la capital lisboeta, eso sí, sin parar, distribuyendo los tiempos para ver sus plazas, su estación de Rossio o como véis en la foto, la Tasca do Chico de noche, donde una chica interpretaba fados ante nuestra atenta mirada y cubiertos de cientos de banderas de clubes de fútbol colgadas en el techo de este recoleto local. Más me gustaron los manjares del queso fundido en la vinoteca más arriba o en la calle paralela los mojitos...
Si alguna vez vais a Portugal porque aún no la conocéis, no dejéis de ir a Sintra. A apenas cuarenta minutos en tren de la capital, sería un pecado mortal no subir en tranvía hasta el castillo do Pena, residencia de los reyes portugueses tardíos, y el castillo dos Mouros, llamado así por ser una fortaleza musulmana que francamente me impresionó su trazado, sus almenas, sus pasillos, su altura, todo ello coronado incluso con una bandera árabe como también podéis ver en la foto.
Y guardad tiempo para ver Oporto. No exagero, a veces me embrujaba en sus calles y su canal marítimo una sensación similar a la que me recorre el cuerpo cuando paseo por Cádiz. Oporto tiene encanto y no lo da sólo sus vinos. Es la foto correspondiente al puente.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)