Cuidadito, que están hurgando en las heridas. Quizás lo sepas, pero el que avisa no es traidor, es sólo un avisador. El peculiarismo de tus intervenciones y apariciones en estos meses ha servido también para que tus enemigos (de la derecha, me refiero, de los otros hablaremos en próximos días) ya no sólo traten de atacarte con argumentos políticos.
Sé cautelosa. Periodistas de una conocida revista a nivel nacional andan como locos buscando qué hacías de joven, quiénes son tus ex novios, de dónde has salido y de paso intentar saber si eras buena vecina y cualquier resquicio personal e intransferible con el que puedan hacerte daño.
Intereconomía va por ti, poniendo a sus huestes a llamar por teléfono como locos a periodistas gaditanos y a todo aquel susceptible de que diga algo que puedan usar en tu contra.
Átate los machos. O las machas, como desees.
miércoles, 2 de julio de 2008
lunes, 30 de junio de 2008
¿El nuevo Opus Dei?
El periodista de El País Jesús Rodríguez publica un extraordinario trabajo sobre Kiko Argüello (http://www.elpais.com/articulo/portada/Kiko/colera/Dios/elpepusoceps/20080629elpepspor_3/Tes/). Os recomiendo que no os lo perdáis, no sólo por el contenido, sino por la excepcional manera de redactar una radiografía tan concreta del personaje en cuestión.
El Vaticano ha dado su espaldarazo al movimiento neocatecumenal que fundara en su día este líder mesiánico y grandilocuente en sus reflexiones. Tras años en los que los denominados 'kikos' se han movido subterráneamente en la Iglesia expandiéndose desde sus bases al instalarse como comunidades en las iglesias de las más recónditas poblaciones, su estructura piramidal ha servido para que Benedicto XVI los haya admitido como entidad oficial de evangelización eclesial.
¿Conforman los 'kikos' el nuevo Opus Dei de la Iglesia? Un somero repaso a la trayectoria de los neocatecumenados sirve para corroborar las sorprendentes coincidencias entre ambos movimientos, con la diferencia de que resulta chocante que en el siglo XXI podamos asistir al crecimiento de tendencias de esta índole en el seno de la Iglesia y más aún en la sociedad.
No voy a censurar a los neocatecumenados con la misma crueldad que ellos emplean en condenar a la mayoría de los mortales, entre otras cosas porque existe la Misericordia de Dios, virtud que muchos parecen no querer emplear o no son capaces por su dificultad y que personalmente, por afinidad cofrade, trato de practicar. No obstante, es probable que mis comentarios de hoy sirvan para ganarme sus iras que ellos creen divinas, algo que me importa un rábano con bicho dentro.
Lo que resulta obvio es que no beneficia para nada a la Iglesia y a su progreso hacia lo social el refrendo de un grupo que admito está rodeado de ínfulas críticas que pueden considerarse exageradas en ciertos aspectos, pero que todos, incluido su fundador que se jacta de ello, sabemos que conforman el ala más ultraconservadora de la Iglesia.
Si los cristianos tenemos que dar respuesta hoy día a lo que la sociedad nos exige, no sé qué puñetas hacemos garantizando oficialmente comunidades donde los textos de sus ceremonias se retrotraen al dogmatismo más casposo, sus conceptos morales son sectarios y las cuentas económicas de su cúpula permanecen en el más estricto de los secretos. En la experiencia más cercana, todos hemos vivido la desestabilización provocada por estas comunidades en templos de la Diócesis gaditana, sus exacerbados ataques a las entidades religiosas que consideran más "progresistas" (entre ellas movimientos católicos obreros y hermandades) y la semilla de la crispación generada ante la fagocitación de todo lo que supone la estructura y organización parroquial.
Flaco favor hace el Vaticano validando una facción que bien pudiera ser investigada por la comisión en el Congreso que analiza las sectas en España. En estos pasados años no dudaron en advertir sobre la peligrosidad de determinados grupos como los testigos de Jehová o los mormones. ¿Acaso son más nocivos que los neocatecumenados, observando la trayectoria hilvanada por éstos?
Millón y medio de seguidores, presencia en más de un centenar de países, medios propios de comunicación y discursos en los que impera la condena expresa a la homosexualidad, "que es una enfermedad que se cura" (Argüello dixit), así como construcciones faraónicas o ataques a las chicas por llevar faldas o el ombligo al aire. No lo extraigo de El País. También, pero conozco casos personalmente.
En definitiva, más vacuidad para una Iglesia que necesita soplos de aire fresco reales que parecen no interesar al Vaticano, más ocupado en que la "doctrina de la fe", de la que siempre ha entendido mucho Benedicto XVI, persista por siempre.
El Vaticano ha dado su espaldarazo al movimiento neocatecumenal que fundara en su día este líder mesiánico y grandilocuente en sus reflexiones. Tras años en los que los denominados 'kikos' se han movido subterráneamente en la Iglesia expandiéndose desde sus bases al instalarse como comunidades en las iglesias de las más recónditas poblaciones, su estructura piramidal ha servido para que Benedicto XVI los haya admitido como entidad oficial de evangelización eclesial.
¿Conforman los 'kikos' el nuevo Opus Dei de la Iglesia? Un somero repaso a la trayectoria de los neocatecumenados sirve para corroborar las sorprendentes coincidencias entre ambos movimientos, con la diferencia de que resulta chocante que en el siglo XXI podamos asistir al crecimiento de tendencias de esta índole en el seno de la Iglesia y más aún en la sociedad.
No voy a censurar a los neocatecumenados con la misma crueldad que ellos emplean en condenar a la mayoría de los mortales, entre otras cosas porque existe la Misericordia de Dios, virtud que muchos parecen no querer emplear o no son capaces por su dificultad y que personalmente, por afinidad cofrade, trato de practicar. No obstante, es probable que mis comentarios de hoy sirvan para ganarme sus iras que ellos creen divinas, algo que me importa un rábano con bicho dentro.
Lo que resulta obvio es que no beneficia para nada a la Iglesia y a su progreso hacia lo social el refrendo de un grupo que admito está rodeado de ínfulas críticas que pueden considerarse exageradas en ciertos aspectos, pero que todos, incluido su fundador que se jacta de ello, sabemos que conforman el ala más ultraconservadora de la Iglesia.
Si los cristianos tenemos que dar respuesta hoy día a lo que la sociedad nos exige, no sé qué puñetas hacemos garantizando oficialmente comunidades donde los textos de sus ceremonias se retrotraen al dogmatismo más casposo, sus conceptos morales son sectarios y las cuentas económicas de su cúpula permanecen en el más estricto de los secretos. En la experiencia más cercana, todos hemos vivido la desestabilización provocada por estas comunidades en templos de la Diócesis gaditana, sus exacerbados ataques a las entidades religiosas que consideran más "progresistas" (entre ellas movimientos católicos obreros y hermandades) y la semilla de la crispación generada ante la fagocitación de todo lo que supone la estructura y organización parroquial.
Flaco favor hace el Vaticano validando una facción que bien pudiera ser investigada por la comisión en el Congreso que analiza las sectas en España. En estos pasados años no dudaron en advertir sobre la peligrosidad de determinados grupos como los testigos de Jehová o los mormones. ¿Acaso son más nocivos que los neocatecumenados, observando la trayectoria hilvanada por éstos?
Millón y medio de seguidores, presencia en más de un centenar de países, medios propios de comunicación y discursos en los que impera la condena expresa a la homosexualidad, "que es una enfermedad que se cura" (Argüello dixit), así como construcciones faraónicas o ataques a las chicas por llevar faldas o el ombligo al aire. No lo extraigo de El País. También, pero conozco casos personalmente.
En definitiva, más vacuidad para una Iglesia que necesita soplos de aire fresco reales que parecen no interesar al Vaticano, más ocupado en que la "doctrina de la fe", de la que siempre ha entendido mucho Benedicto XVI, persista por siempre.
jueves, 26 de junio de 2008
Noche de tele con Ninette y Lucía
Anoche era una buena ocasión para disfrutar del televisor. Gruñiendo ante lo que se ve también se disfruta porque se extraen conclusiones con el objetivo de aprender cada día un poco más.
Los alemanes ganaron su partido ante los turcos imitando a Italia, es decir, si hacer apenas nada. Por cierto, ¿alguien ha visto alguna vez, o al menos desde hace treinta años, un encuentro futbolístico con cuatro jugadores barbudos? Hasta en el equipo teutón conté uno. Ya creíamos que a los del balón sobre el césped no les salía pelo en la cara, como tampoco hemos visto jamás un soldado romano en una película con rostro tupido. Los habría, digo yo...
Lo más interesante llegó tras la semifinal de la Eurocopa. Dos películas españolas, dos, como anuncio taurino: Ninette y Lucía y el sexo.
Lo del calificativo de interesante utilizado al principio es en clara referencia a Elsa Pataky y Paz Vega, porque como ejercicios cinematográficos más vale no hablar demasiado. José Luis Garci tiene un gusto por el costumbrismo que no es nada nuevo, y como cineasta me parece único en España desde el punto de vista estilístico y como director coral. ¿O acaso es algo que sólo posee Pedro Almodóvar? Pero no entiendo cómo el director de extraordinarias cintas pudo hacer un filme de nefastas interpretaciones y cuyo magnífico físico de la Pataky es apenas lo único salvable.
A mí Asignatura pendiente me parece lo mejor de Garci, con esa honestidad en cada uno de los ámbitos de la película, desde un rodaje donde el espectador tiene todo lo que contempla tan mascado como la misma vida y sin pirueteos extraños, hasta un guión que es tan real como un templo. Y vaya final... Volver a empezar era menos sustancial pero más proclive a los halagos, y ello se vio en forma de premio en lo más alto de la meca del celuloide. Y de otros productos suyos como Las verdes praderas o El abuelo me quedo con momentos de gran brillantez.
Por ello no me explico este ejercicio de adaptación novelística con alguna ínfula acertada -el padre de Ninette tocando la gaita, el amigo encarnado por un gran Enrique Villén-, pero que no deja de ir cayendo conforme avanza el metraje hasta el tedio y una resolución deficientemente adaptada del texto literario. Eso sí -y no me acusen de machista que no van por ahí los tiros-, lo de Elsa Pataky es absolutamente glorioso desde el punto de vista estético.
Lo otro de la noche también lo es, aunque para disfrutar de Paz Vega, tanto actoral como físicamente, les recomiendo mejor Carmen, de Vicente Aranda. Lo de Lucía y el sexo hubiera quedado bien como un cortometraje, porque lo que hace Julio Medem no deja de ser un corto ampliado, con estilo de rodaje propio de éstos, que se pierde en los minutos en los que una historia exagerada va recorriendo unos vericuetos demasiado artificiales. Y cada vez me confirmo más en manifestar mi sorpresa ante los que consideran al compositor Alberto Iglesias como un maestro, por mucho que haya estado nominado a dos Oscar. Vaya partitura. Tan mala como el resto de lo que ha escrito. Y me las he tragado casi todas en las películas y en CD, que conste. Tanto es así que sufrí a Iglesias en los Encuentros de Música de Cine de Sevilla, en un concierto, y dentro de varias semanas tengo entrevista con él y unas conferencias en el marco del Congreso Internacional de Música de Cine de Úbeda. De esta cita ya les contaré en próximos días algo más de lo que les ha adelantado estos últimos meses. Ya espero con ansiedad esos conciertos y charlas con John Scott, Patrick Doyle, Fernando Velázquez o Joel McNeely. De este último estoy repasando ahora Shadows of Empire, la banda sonora que compuso para un libro que se basaba en La guerra de las galaxias. Hay que tener bemoles para escribir una partitura para un libro.
Los alemanes ganaron su partido ante los turcos imitando a Italia, es decir, si hacer apenas nada. Por cierto, ¿alguien ha visto alguna vez, o al menos desde hace treinta años, un encuentro futbolístico con cuatro jugadores barbudos? Hasta en el equipo teutón conté uno. Ya creíamos que a los del balón sobre el césped no les salía pelo en la cara, como tampoco hemos visto jamás un soldado romano en una película con rostro tupido. Los habría, digo yo...
Lo más interesante llegó tras la semifinal de la Eurocopa. Dos películas españolas, dos, como anuncio taurino: Ninette y Lucía y el sexo.
Lo del calificativo de interesante utilizado al principio es en clara referencia a Elsa Pataky y Paz Vega, porque como ejercicios cinematográficos más vale no hablar demasiado. José Luis Garci tiene un gusto por el costumbrismo que no es nada nuevo, y como cineasta me parece único en España desde el punto de vista estilístico y como director coral. ¿O acaso es algo que sólo posee Pedro Almodóvar? Pero no entiendo cómo el director de extraordinarias cintas pudo hacer un filme de nefastas interpretaciones y cuyo magnífico físico de la Pataky es apenas lo único salvable.
A mí Asignatura pendiente me parece lo mejor de Garci, con esa honestidad en cada uno de los ámbitos de la película, desde un rodaje donde el espectador tiene todo lo que contempla tan mascado como la misma vida y sin pirueteos extraños, hasta un guión que es tan real como un templo. Y vaya final... Volver a empezar era menos sustancial pero más proclive a los halagos, y ello se vio en forma de premio en lo más alto de la meca del celuloide. Y de otros productos suyos como Las verdes praderas o El abuelo me quedo con momentos de gran brillantez.
Por ello no me explico este ejercicio de adaptación novelística con alguna ínfula acertada -el padre de Ninette tocando la gaita, el amigo encarnado por un gran Enrique Villén-, pero que no deja de ir cayendo conforme avanza el metraje hasta el tedio y una resolución deficientemente adaptada del texto literario. Eso sí -y no me acusen de machista que no van por ahí los tiros-, lo de Elsa Pataky es absolutamente glorioso desde el punto de vista estético.
Lo otro de la noche también lo es, aunque para disfrutar de Paz Vega, tanto actoral como físicamente, les recomiendo mejor Carmen, de Vicente Aranda. Lo de Lucía y el sexo hubiera quedado bien como un cortometraje, porque lo que hace Julio Medem no deja de ser un corto ampliado, con estilo de rodaje propio de éstos, que se pierde en los minutos en los que una historia exagerada va recorriendo unos vericuetos demasiado artificiales. Y cada vez me confirmo más en manifestar mi sorpresa ante los que consideran al compositor Alberto Iglesias como un maestro, por mucho que haya estado nominado a dos Oscar. Vaya partitura. Tan mala como el resto de lo que ha escrito. Y me las he tragado casi todas en las películas y en CD, que conste. Tanto es así que sufrí a Iglesias en los Encuentros de Música de Cine de Sevilla, en un concierto, y dentro de varias semanas tengo entrevista con él y unas conferencias en el marco del Congreso Internacional de Música de Cine de Úbeda. De esta cita ya les contaré en próximos días algo más de lo que les ha adelantado estos últimos meses. Ya espero con ansiedad esos conciertos y charlas con John Scott, Patrick Doyle, Fernando Velázquez o Joel McNeely. De este último estoy repasando ahora Shadows of Empire, la banda sonora que compuso para un libro que se basaba en La guerra de las galaxias. Hay que tener bemoles para escribir una partitura para un libro.
martes, 24 de junio de 2008
Ruido
Ahí los tienen, enfrentándose por cuáles son los logos más atractivos para los fastos de 2012 en Cádiz. Viva La Pepa y abajo la pena, la misma que padezco al ver tanto oropel con estériles resultados.
Quedan dos años para que San Fernando acoga la celebración del bicentenario, que al paso que vamos se quedará en unos juegos deportivos y, cómo no, una procesión magna con todos los pasos de Semana Santa en la calle cual pasarela Cibeles pero por la calle Real. Eso si no está manga por hombro con las obras del polémico tren tranvía. Y, a decir verdad, con respecto a la magna, todos los pasos tampoco. Sé de varias hermandades que no se prestarán a esta exhibición ideada por políticos para manipular el verdadero sentido de fe de las imágenes. Una tengo claro que no estará allí. Así lo dice el artículo 29 de su Reglamento de Régimen Interno, que no permite la salida de sus titulares para eventos "que no sean de naturaleza y carácter estrictamente religioso".
Para entonces es difícil saber si la sociedad isleña ya habrá colmado el vaso de su paciencia. Y la gaditana, dos años después, para qué hablar. Estamos en un 2008 para olvidar, en el que cada semana nos desayunamos en los periódicos expedientes de regulaciones de empleo y despidos. De Dragados a Altadis, de Delphi a los pequeños y medianos comerciantes. ¿Tendremos ganas de exhibiciones de imágenes para el 2010 al ritmo de desangre que llevamos? Es probable que llegados ese momento nos hayamos cansado de tanto paso en la calle fuera de su fecha. Como también es posible que nos importe un pimiento cuál será el logo final para Cádiz 2012, entre otras cosas porque los ciudadanos están más preocupados en querer pensar que sus políticos van a reactivar esta nefasta situación económica, empresarial y social antes que celebrar doscientos años de una constitución que a nadie le interesa conocer. Podemos preguntar en la calle a cincuenta gaditanos quién reinaba en España en el año 2012, vamos a partirnos de la risa, por no llorar, con las respuestas...
Si lo desean me pueden llamar demagogo. Pero la gente no quiere fiestas, ni vestirse de soldaditos franceses con fusiles de juguete y señoras con delantales y madroñeras para dar vueltas por las ciudades gaditanas mientras suena la banda del pueblo. Y menos dentro de dos años ante la que va a caer. Sabe Dios a cuánto estará la gasolina en 2010 y lo que costará la factura de la luz en 2012. Pero algunos viven en sus cuitas por quítame allá la palabra Cádiz del logo, pon un barquito y llámale al puente como la tata que va al Carranza. Y si podemos mangar creando cargos públicos políticos, mejor... para ellos.
Alguien quiere vendernos como la panacea y las soluciones para San Fernando la celebración de unos desfiles en 2010 mientras la ciudad se muere, sumida en una creciente pobreza y a la cola del desarrollo provincial. En Cádiz se adivina la inercia del absolutismo y de la dejadez que acabó con el socialista Carlos Díaz, pero ahora no tiene bigote, sino que va de rubia. Aunque para entonces, todos calvos por los efectos del ruido. Ruido de logos, ruido de discusiones políticas por conferencias de liberales inútiles en lugar de golpes en la mesa para crear empleo. Ruido de tambores y trompetas a destiempo. Ruido de cháchara inútil sobre el papel de la Iglesia en el 2012. ¿Y el de ahora, ante la sangría laboral que padecemos? ¿La curia obispal no piensa abrir la boca antes que firmar convenios con Zarrías por utilizar un edificio?
Lo decía Joaquín Sabina. Ruido, mucho ruido...
"Mucho, mucho ruido,
ruido de tijeras,
ruido de escaleras
que se acaban por bajar.
Mucho, mucho ruido,
tanto, tanto ruido.
Tanto ruido y al final...
Tanto ruido y al final...
Tanto ruido y al final
la soledad.
Ruido de tenazas,
ruido de estaciones,
ruido de amenazas,
ruido de escorpiones.
Tanto, tanto ruido.
Ruido de abogados,
ruido compartido,
ruido envenenado,
demasiado ruido.
Ruido platos rotos,
ruido años perdidos,
ruido viejas fotos,
ruido empedernido.
Ruido de cristales,
ruido de gemidos,
ruidos animales,
contagioso ruido.
Ruido mentiroso,
ruido entrometido,
ruido escandaloso,
silencioso ruido.
Ruido acomplejado,
ruido introvertido,
ruido del pasado,
descastado ruido.
Ruido de conjuros,
ruido malnacido,
ruido tan oscuro
puro y duro ruido.
Ruido qué me has hecho,
ruido yo no he sido,
ruido insatisfecho,
ruido a qué has venido.
Ruido como sables,
ruido enloquecido,
ruido intolerable,
ruido incomprendido.
Ruido de frenazos,
ruido sin sentido,
ruido de arañazos,
ruido, ruido, ruido".
Quedan dos años para que San Fernando acoga la celebración del bicentenario, que al paso que vamos se quedará en unos juegos deportivos y, cómo no, una procesión magna con todos los pasos de Semana Santa en la calle cual pasarela Cibeles pero por la calle Real. Eso si no está manga por hombro con las obras del polémico tren tranvía. Y, a decir verdad, con respecto a la magna, todos los pasos tampoco. Sé de varias hermandades que no se prestarán a esta exhibición ideada por políticos para manipular el verdadero sentido de fe de las imágenes. Una tengo claro que no estará allí. Así lo dice el artículo 29 de su Reglamento de Régimen Interno, que no permite la salida de sus titulares para eventos "que no sean de naturaleza y carácter estrictamente religioso".
Para entonces es difícil saber si la sociedad isleña ya habrá colmado el vaso de su paciencia. Y la gaditana, dos años después, para qué hablar. Estamos en un 2008 para olvidar, en el que cada semana nos desayunamos en los periódicos expedientes de regulaciones de empleo y despidos. De Dragados a Altadis, de Delphi a los pequeños y medianos comerciantes. ¿Tendremos ganas de exhibiciones de imágenes para el 2010 al ritmo de desangre que llevamos? Es probable que llegados ese momento nos hayamos cansado de tanto paso en la calle fuera de su fecha. Como también es posible que nos importe un pimiento cuál será el logo final para Cádiz 2012, entre otras cosas porque los ciudadanos están más preocupados en querer pensar que sus políticos van a reactivar esta nefasta situación económica, empresarial y social antes que celebrar doscientos años de una constitución que a nadie le interesa conocer. Podemos preguntar en la calle a cincuenta gaditanos quién reinaba en España en el año 2012, vamos a partirnos de la risa, por no llorar, con las respuestas...
Si lo desean me pueden llamar demagogo. Pero la gente no quiere fiestas, ni vestirse de soldaditos franceses con fusiles de juguete y señoras con delantales y madroñeras para dar vueltas por las ciudades gaditanas mientras suena la banda del pueblo. Y menos dentro de dos años ante la que va a caer. Sabe Dios a cuánto estará la gasolina en 2010 y lo que costará la factura de la luz en 2012. Pero algunos viven en sus cuitas por quítame allá la palabra Cádiz del logo, pon un barquito y llámale al puente como la tata que va al Carranza. Y si podemos mangar creando cargos públicos políticos, mejor... para ellos.
Alguien quiere vendernos como la panacea y las soluciones para San Fernando la celebración de unos desfiles en 2010 mientras la ciudad se muere, sumida en una creciente pobreza y a la cola del desarrollo provincial. En Cádiz se adivina la inercia del absolutismo y de la dejadez que acabó con el socialista Carlos Díaz, pero ahora no tiene bigote, sino que va de rubia. Aunque para entonces, todos calvos por los efectos del ruido. Ruido de logos, ruido de discusiones políticas por conferencias de liberales inútiles en lugar de golpes en la mesa para crear empleo. Ruido de tambores y trompetas a destiempo. Ruido de cháchara inútil sobre el papel de la Iglesia en el 2012. ¿Y el de ahora, ante la sangría laboral que padecemos? ¿La curia obispal no piensa abrir la boca antes que firmar convenios con Zarrías por utilizar un edificio?
Lo decía Joaquín Sabina. Ruido, mucho ruido...
"Mucho, mucho ruido,
ruido de tijeras,
ruido de escaleras
que se acaban por bajar.
Mucho, mucho ruido,
tanto, tanto ruido.
Tanto ruido y al final...
Tanto ruido y al final...
Tanto ruido y al final
la soledad.
Ruido de tenazas,
ruido de estaciones,
ruido de amenazas,
ruido de escorpiones.
Tanto, tanto ruido.
Ruido de abogados,
ruido compartido,
ruido envenenado,
demasiado ruido.
Ruido platos rotos,
ruido años perdidos,
ruido viejas fotos,
ruido empedernido.
Ruido de cristales,
ruido de gemidos,
ruidos animales,
contagioso ruido.
Ruido mentiroso,
ruido entrometido,
ruido escandaloso,
silencioso ruido.
Ruido acomplejado,
ruido introvertido,
ruido del pasado,
descastado ruido.
Ruido de conjuros,
ruido malnacido,
ruido tan oscuro
puro y duro ruido.
Ruido qué me has hecho,
ruido yo no he sido,
ruido insatisfecho,
ruido a qué has venido.
Ruido como sables,
ruido enloquecido,
ruido intolerable,
ruido incomprendido.
Ruido de frenazos,
ruido sin sentido,
ruido de arañazos,
ruido, ruido, ruido".
viernes, 20 de junio de 2008
Llega la artificialidad: 'Sexo en Nueva York'
Prepárense para guardar colas interminables esperando ver una de las carajotadas del año. Ya es 20 de junio y se estrena Sexo en Nueva York. Hay quienes la esperan más que si fuera la primera vez que Michael Curtiz nos ofreciera Casablanca, por poner un ejemplo de cine de verdad.
La horrenda serie televisiva llega ahora a la pantalla grande porque, indefectiblemente, tenía que suceder. Si se han realizado versiones para el celuloide absolutamente desafortunadas de series como Starsky y Hutch o Los vengadores, ¿cómo no vamos a sufrir filmes de cosas pretenciosas y artificiales como Sexo en Nueva York?
Estoy solo en el mundo respecto a mi rechazo a la serie, lo sé. Es lo mismo que me sucede con Blade Runner, debo ser el único que se aburre soberanamente al verla. Pero ya estoy acostumbrado a vivir contracorriente en esto del cine sin necesidad de ser un snob, porque mis argumentaciones las suelo exponer de una manera muy diáfana.
Me hace gracia que me digan que no entiendo Sexo en Nueva York porque soy un hombre. Si fuera al revés y afirmara a cualquier mujer que es ella la que no comprende nada porque determinada serie es para hombres, estaría ya marcado con la cruz del machismo y vilipendiado en todos sitios. El cine es universal en su lenguaje y también lo es para los ojos de quien lo ve, independientemente del sexo del espectador de la butaca. Admitamos lo proclive de ciertas historias hacia determinados sectores sociales, pero de eso a decir que una película no se entiende “porque eres un hombre” me parece una afirmación tan insustancial como discriminatoria.
No me gusta Sexo en Nueva York porque es tan mentirosa como vacua. Envuelta en una pretenciosa idea de exponer el mosaico reflexivo que pueden dar de sí cuatro mujeres diferentes, es difícil encontrar en algún capítulo un resquicio de inteligencia en lugar de artificialidad y diálogos forzados para provocar teóricos debates sobre los hombres y el sexo que finalmente se convierten en lo menos importante ante su intrascendencia al primar lo que encierra el trasfondo de la serie: una sucesión de marcas comerciales, mucho glamour que contemplamos como pobres deseosos de imitar el consumismo americano y un insulto a la verdadera espontaneidad, ámbito en que resulta difícil además vencernos a los españoles.Todo esto en cuanto a la serie. La película... imagínense. El beneficio de la duda lo mantendré hasta su estreno para no prejuzgar. Pero si el pilar es esa bazofia que pulula por las televisiones...
Paralelamente a lo engañoso de la ¿base? de Sexo en Nueva York, esta nueva adaptación sirve para recordar otras series llevadas al cine a lo largo de estas décadas con desigual fortuna. Una de las mejores fue El fugitivo (1993). Andrew Davis versionó los episodios que dirigió Roy Huggins contando como principal baza con Harrison Ford como protagonista, y le salió un producto muy entretenido.
Se habla de un futuro rodaje de Mazinger Z, un filme basado en la famosa serie de animación japonesa. Pero conviene recordar que aquel producto televisivo ya tuvo su película en el cine a finales de los 70, Mazinger Z: el robot de las estrellas, un espanto fraudulento que en realidad no era la famosa máquina de Koji Kabuto.
Y otro día hablaremos de Misión imposible, Starman, Fama o Hulk, que ya tiene dos películas, una de ellas también de estreno hoy.
La horrenda serie televisiva llega ahora a la pantalla grande porque, indefectiblemente, tenía que suceder. Si se han realizado versiones para el celuloide absolutamente desafortunadas de series como Starsky y Hutch o Los vengadores, ¿cómo no vamos a sufrir filmes de cosas pretenciosas y artificiales como Sexo en Nueva York?
Estoy solo en el mundo respecto a mi rechazo a la serie, lo sé. Es lo mismo que me sucede con Blade Runner, debo ser el único que se aburre soberanamente al verla. Pero ya estoy acostumbrado a vivir contracorriente en esto del cine sin necesidad de ser un snob, porque mis argumentaciones las suelo exponer de una manera muy diáfana.
Me hace gracia que me digan que no entiendo Sexo en Nueva York porque soy un hombre. Si fuera al revés y afirmara a cualquier mujer que es ella la que no comprende nada porque determinada serie es para hombres, estaría ya marcado con la cruz del machismo y vilipendiado en todos sitios. El cine es universal en su lenguaje y también lo es para los ojos de quien lo ve, independientemente del sexo del espectador de la butaca. Admitamos lo proclive de ciertas historias hacia determinados sectores sociales, pero de eso a decir que una película no se entiende “porque eres un hombre” me parece una afirmación tan insustancial como discriminatoria.
No me gusta Sexo en Nueva York porque es tan mentirosa como vacua. Envuelta en una pretenciosa idea de exponer el mosaico reflexivo que pueden dar de sí cuatro mujeres diferentes, es difícil encontrar en algún capítulo un resquicio de inteligencia en lugar de artificialidad y diálogos forzados para provocar teóricos debates sobre los hombres y el sexo que finalmente se convierten en lo menos importante ante su intrascendencia al primar lo que encierra el trasfondo de la serie: una sucesión de marcas comerciales, mucho glamour que contemplamos como pobres deseosos de imitar el consumismo americano y un insulto a la verdadera espontaneidad, ámbito en que resulta difícil además vencernos a los españoles.Todo esto en cuanto a la serie. La película... imagínense. El beneficio de la duda lo mantendré hasta su estreno para no prejuzgar. Pero si el pilar es esa bazofia que pulula por las televisiones...
Paralelamente a lo engañoso de la ¿base? de Sexo en Nueva York, esta nueva adaptación sirve para recordar otras series llevadas al cine a lo largo de estas décadas con desigual fortuna. Una de las mejores fue El fugitivo (1993). Andrew Davis versionó los episodios que dirigió Roy Huggins contando como principal baza con Harrison Ford como protagonista, y le salió un producto muy entretenido.
Se habla de un futuro rodaje de Mazinger Z, un filme basado en la famosa serie de animación japonesa. Pero conviene recordar que aquel producto televisivo ya tuvo su película en el cine a finales de los 70, Mazinger Z: el robot de las estrellas, un espanto fraudulento que en realidad no era la famosa máquina de Koji Kabuto.
Y otro día hablaremos de Misión imposible, Starman, Fama o Hulk, que ya tiene dos películas, una de ellas también de estreno hoy.
miércoles, 18 de junio de 2008
El género y sexo de Bibiana Aído
Conozco a Bibiana Aído. Es de ese tipo de mujeres con los que cuentan partidos políticos como el PSOE que da gusto comprobar su empeño en hacer valer los valores que, durante años, muchos retros se dedicaron a enterrar.
La diferencia entre una política teóricamente progresista y defensora de la igualdad y una feminista recalcitrante es que la primera conoce cierto refrán chino y la otra no, concretamente aquél que dice que todo el mundo es tonto durante cinco minutos al día y que el secreto radica en no pasarse de ese tiempo. Obviamente, sustituyamos el insulto por cualquier otra labor capaz de realizar el ser humano.
De manera que llega el momento en que la feminista ve las mismas conspiraciones que en su día creían sufrir los fascistas, ella urdida por todo hombre que la rodee, y aquellos por los rojos judeomasones. En definitiva, son tan grotescos unos como otros, porque entre los muchos motivos despreciables que ostenta la radicalidad se encuentra lo ridículo de sus formas y lo estentóreo de sus ademanes.
Está claro que una ministra no puede ser estentórea ni grotesca, porque entre otras cosas va a venir a darles la razón a los que dijeron que para qué puñetas fue nombrada. Pero a Bibiana le pierde situarse en Madrid y continuar con la misma forma de hacer política que en su provincia, en su ciudad, en su barrio o entre sus vecinos. No es lo mismo tener un puntito de radicalidad feminista en una conversación en un bareto de la calle Muñoz Arenillas de Cádiz, o incluso en un evento de difusión provincial cultural en el que se puede lanzar algún exabrupto reivindicativo como algo pintoresco. Una presentación de un acto en un centro cultural o social de un pueblo de mediana población en la provincia gaditana en el que de la boca de Aído como estrella invitada salga el palabro “miembras” resulta todo un ejemplo de simpatía que no va más allá de una gracia anecdótica bien entendida o una reivindicación casera. Pero emplear esta forma de hacer política como ministra en Madrid termina siendo escandalosa por razones obvias. Y a la buena de Bibiana aún nadie le ha explicado esa diferencia, seguramente porque los propios ideólogos de la cúpula de ZP darán por sentado que la gaditana ya traerá esa lección aprendida. Si a ese cambio de chip que aún tiene pendiente Aído le unimos un recalcitrante feminismo…
La metodología radical es propia para los que no tienen el poder, y Bibiana debe saber que ahora ya lo tiene en sus manos, no hay razón para seguir un discurso radical de defensa de la mujer cuando puede actuar con políticas a base de iniciativas que ella misma rubrica con su firma desde el despacho. “Eso es poder”, que decía Oscar Schindler en la extraordinaria película de Steven Spielberg…
Yo le recomiendo que ejerza de lo que ya es y deje los modos localistas reivindicativos. Todo ello desde el punto de vista político, porque si entramos en el lingüístico con el famoso femenino de "miembros", entonces le ponemos la guinda a un pastel mal horneado desde el principio.
La propuesta de Aído se fundamenta en la creencia de que las palabras que acaban en –a han de ser femeninas y las acabadas en –o, masculinas. Pero es que la ministra confunde sexo con género. Las cosas en la vida, en la realidad, tienen sexo o no. En particular, la mayor parte de los seres vivos perceptibles pertenecen a especies con sexo, como la nuestra. De ahí que haya sexo mujer o hembra o sexo varón o macho, con independencia de las tendencias sexuales y demás. Pero es obvio que las cosas no tienen sexo, porque como acertadamente dice el lingüista Igor Iglesias, ¿dónde tienen la picha un martillo, un coche o un puente? No haría falta decir que tampoco tienen sexo mesa, moto o farola. Sin embargo, en la lengua estas palabras que carecen de sexo en la realidad, son sustantivos masculinos y femeninos, respectivamente. Por tanto, sexo y género no es la misma cosa, por mucho que coincidan en la mayor parte de los casos donde el referente sí posee sexo.
Puestos a exigir el desdoblamiento genérico, podemos proponer que a la caballa macho a partir de ahora se le llame el caballo. Pero esa –a, con la que acaba "caballa", no es una –a femenina solamente, sino que además es masculina.
También será interesante conocer qué hacemos con la palabra víctima, puesto que de seguir las consideraciones exacerbadas de los que quieren cambiar el lenguaje confundiendo género y sexo, yo sería “víctimo” de un ataque de tos, o en otro caso más llamativo, “periodisto”.
¿Y qué hacemos con la RAE en el caso de juez y jueza? El diccionario define “jueza” como “mujer que desempeña el cargo de juez”. ¿Habría que pedir que se eliminara esa catalogación probablemente machista y tenerlo como prioridad, antes que inventarse “miembra”?
La diferencia entre una política teóricamente progresista y defensora de la igualdad y una feminista recalcitrante es que la primera conoce cierto refrán chino y la otra no, concretamente aquél que dice que todo el mundo es tonto durante cinco minutos al día y que el secreto radica en no pasarse de ese tiempo. Obviamente, sustituyamos el insulto por cualquier otra labor capaz de realizar el ser humano.
De manera que llega el momento en que la feminista ve las mismas conspiraciones que en su día creían sufrir los fascistas, ella urdida por todo hombre que la rodee, y aquellos por los rojos judeomasones. En definitiva, son tan grotescos unos como otros, porque entre los muchos motivos despreciables que ostenta la radicalidad se encuentra lo ridículo de sus formas y lo estentóreo de sus ademanes.
Está claro que una ministra no puede ser estentórea ni grotesca, porque entre otras cosas va a venir a darles la razón a los que dijeron que para qué puñetas fue nombrada. Pero a Bibiana le pierde situarse en Madrid y continuar con la misma forma de hacer política que en su provincia, en su ciudad, en su barrio o entre sus vecinos. No es lo mismo tener un puntito de radicalidad feminista en una conversación en un bareto de la calle Muñoz Arenillas de Cádiz, o incluso en un evento de difusión provincial cultural en el que se puede lanzar algún exabrupto reivindicativo como algo pintoresco. Una presentación de un acto en un centro cultural o social de un pueblo de mediana población en la provincia gaditana en el que de la boca de Aído como estrella invitada salga el palabro “miembras” resulta todo un ejemplo de simpatía que no va más allá de una gracia anecdótica bien entendida o una reivindicación casera. Pero emplear esta forma de hacer política como ministra en Madrid termina siendo escandalosa por razones obvias. Y a la buena de Bibiana aún nadie le ha explicado esa diferencia, seguramente porque los propios ideólogos de la cúpula de ZP darán por sentado que la gaditana ya traerá esa lección aprendida. Si a ese cambio de chip que aún tiene pendiente Aído le unimos un recalcitrante feminismo…
La metodología radical es propia para los que no tienen el poder, y Bibiana debe saber que ahora ya lo tiene en sus manos, no hay razón para seguir un discurso radical de defensa de la mujer cuando puede actuar con políticas a base de iniciativas que ella misma rubrica con su firma desde el despacho. “Eso es poder”, que decía Oscar Schindler en la extraordinaria película de Steven Spielberg…
Yo le recomiendo que ejerza de lo que ya es y deje los modos localistas reivindicativos. Todo ello desde el punto de vista político, porque si entramos en el lingüístico con el famoso femenino de "miembros", entonces le ponemos la guinda a un pastel mal horneado desde el principio.
La propuesta de Aído se fundamenta en la creencia de que las palabras que acaban en –a han de ser femeninas y las acabadas en –o, masculinas. Pero es que la ministra confunde sexo con género. Las cosas en la vida, en la realidad, tienen sexo o no. En particular, la mayor parte de los seres vivos perceptibles pertenecen a especies con sexo, como la nuestra. De ahí que haya sexo mujer o hembra o sexo varón o macho, con independencia de las tendencias sexuales y demás. Pero es obvio que las cosas no tienen sexo, porque como acertadamente dice el lingüista Igor Iglesias, ¿dónde tienen la picha un martillo, un coche o un puente? No haría falta decir que tampoco tienen sexo mesa, moto o farola. Sin embargo, en la lengua estas palabras que carecen de sexo en la realidad, son sustantivos masculinos y femeninos, respectivamente. Por tanto, sexo y género no es la misma cosa, por mucho que coincidan en la mayor parte de los casos donde el referente sí posee sexo.
Puestos a exigir el desdoblamiento genérico, podemos proponer que a la caballa macho a partir de ahora se le llame el caballo. Pero esa –a, con la que acaba "caballa", no es una –a femenina solamente, sino que además es masculina.
También será interesante conocer qué hacemos con la palabra víctima, puesto que de seguir las consideraciones exacerbadas de los que quieren cambiar el lenguaje confundiendo género y sexo, yo sería “víctimo” de un ataque de tos, o en otro caso más llamativo, “periodisto”.
¿Y qué hacemos con la RAE en el caso de juez y jueza? El diccionario define “jueza” como “mujer que desempeña el cargo de juez”. ¿Habría que pedir que se eliminara esa catalogación probablemente machista y tenerlo como prioridad, antes que inventarse “miembra”?
martes, 17 de junio de 2008
"Killo.. Que te he mandado la escupiderita, joé"
Pablo tendrá que aprender a utilizar pronto lo que ven en la imagen. O sus padres, que empiezan ya a conocer los hábitos y las obligaciones (también las satisfacciones) de ser progenitores.
Un mundo nuevo para una pareja a la que aprecio, Israel J. Poveda y Vanesa Perondi, el primero un excepcional fotógrafo capaz de captar con su cámara no sólo la foto de hoy, con la que me sorprendió en mi correo hace varios meses y hemos tenido nuestras risas, sino también momentos cotidianos con una extraordinaria viveza (si alguien tiene dudas puede comprobarlo en http://www.fotosijpoveda.blogspot.com/). Vanesa, por su parte, es una brillante periodista ex compañera en mi periódico.
Muchas felicidades y a disfrutar de vuestro hijo en tiempos duros...
Un mundo nuevo para una pareja a la que aprecio, Israel J. Poveda y Vanesa Perondi, el primero un excepcional fotógrafo capaz de captar con su cámara no sólo la foto de hoy, con la que me sorprendió en mi correo hace varios meses y hemos tenido nuestras risas, sino también momentos cotidianos con una extraordinaria viveza (si alguien tiene dudas puede comprobarlo en http://www.fotosijpoveda.blogspot.com/). Vanesa, por su parte, es una brillante periodista ex compañera en mi periódico.
Muchas felicidades y a disfrutar de vuestro hijo en tiempos duros...
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