viernes, 25 de enero de 2008

"Eso es poder"

Hay líneas en las que resulta difícil mantener el equilibrio. Entre ellas está la de la perspectiva trenzada con la inteligencia.No frunzas el ceño, es fácilmente reconocible en nuestro interior. Se da en los casos en los es necesario mandar a alguien al carajo, decirle cuatro verdades a quienes te tocan los cojones o hacen daño a personas y entidades a las que quieres.

Hay gentuza convertida en chinitas de zapato que, aun sin poder para desestabilizar porque apenas significan nada ni nadie, no dejan de provocarte una minúscula herida en el dedo meñique de alguno de los pies. Así que siempre es bueno descalzarte para expulsar la puñetera piedra. Pero como se pega al zapato, tienes que meter la mano, y entonces te encuentras que al final puede oler a pie y remover los olores ya se sabe... Es más, ¿y si el hedor no es tuyo y ni te explicas cómo ha llegado hasta tus peanas? Está claro, la chinita apesta. También sirven para apestar, eso sí. ¿O no era eso lo que me contaron?

Caminar sobre la línea de la inteligencia es no subestimar el poder de la indiferencia y dar el golpe de gracia donde debe darse, no practicar lo del elefante en la cacharrería por mucho que te jodan las cosas que se dicen y se leen, que sin que ustedes se den cuenta, resulta que también las leen los demás, las moscas atraídas por la peste del zapato y la mierda y se regocijan entre tanta bronca. Pero debe ser la edad por una parte, la falta de cerebro por otra, la mala leche en ambas y el carajotismo en general lo que provoca que, finalmente, la gente no se percate de lo que pueden llegar a perjudicar.

Cuando yo escuchaba el ‘disco del penitente verde’ no habían ni nacido, y desde tiempos remotos mi padre me enseñó a no hacer daño a lo que se ama. No he seguido las enseñanzas de mi progenitor en alguna que otra ocasión, sobre todo en el caso de las mujeres, pero como también a mí me han jodido, pues equis en la quiniela. Pero en 39 años de edad cumplidos el pasado 9 de enero, hay cosas e instituciones que me han acompañado desde que nací. Mi padre me habló de una de ellas hace ocho meses, y quiso compartirla con terceros. En ocasiones soy tan orgulloso que me creí que me estaba leyendo aquel discurso magistral sólo a mí, como las lecciones en EGB que trataba de meterme en la cabeza. Otros se la perdieron, pero quieren ocupar unos sitios que no les corresponden, porque para eso tienen que comer muchos picos. O escuchar a los que saben. O ir a los actos. A las reuniones. O ir por derecho. Si se quiere estar de verdad.

Yo aconsejo siempre ser inteligente, guardar el equilibrio, aunque te cueste, sobre todo cuando tienes poder. En ‘La lista de Shindler’, el protagonista del gran filme de Steven Spielberg mantiene una charla con el sanguinario Amon Goeth. Para culminar la conversación, Oscar Schindler le espeta: “Un hombre roba algo, le conducen ante el emperador, se hecha al suelo ante él, le implora clemencia... él sabe que va a morir, pero el emperador le perdona la vida, a ese miserable y deja que se vaya. Eso es poder, Amón... eso es poder. Yo…te perdono”.

El poder está en manos de quienes lo tienen en silencio, y sus actos son infinitos. El resto chilla en la calle o se queda en el zapato. O toman de chupa de dómine al máximo dirigente. Suerte tienen de que algunos mandatarios no son como yo, que pegaba dos puñetazos en la mesa y me duraban 0,2 segundos en un cónclave en el que se les ve el odio y la niñería en los ojos. Pueden aspirar a tener el poder, pero para conseguirlo legítimamente hay que reunir cuatro condiciones indispensables: heterogeneidad de grupo, valía personal, fidelidad y capacidad de sacrificio. Lo primero me suena a risa cuando los veo, lo segundo ni me paro a estudiarlo, lo tercero es imposible entre tanto cambio de opinión y lo cuarto es la virtud más alejada de sus nombres.Así que a joderse. Y a seguir siendo torpes. Ya aprenderéis.

¿Alguien ha entendido algo? Pues eso.

miércoles, 23 de enero de 2008

'Croquette fatale'

Larga noche la del otro día. Ni siquiera una copa de buen brandy me sirvió para calmar mis ansias de encontrar respuesta a lo que contemplé apenas varias horas antes.

Pasé por la esquina del freidor. Como yo soy educado, tanto es así que incluso saludo a los/las que no lo merecen porque al fin y al cabo el “Buenos días” o el escueto “Hola” son como el bautismo –un evento social más que un acto de fe-, siempre desvío mi vista hacia el escaparate para enviar una mirada cómplice a los chocos y a las tajás de bienmesabe.

Pero aquella noche vi algo que me horrorizó. Tras un cristal con estratégicos salpicones de pringue, creí no ver absolutamente nada en la bandeja donde se depositan los citados manjares; apenas unas mijitas de esas que tanto agradan llevarse a la boca tras terminarse el papelón de pescado y un trapo amenazador, aguardando pacientemente casi en la esquina con el mostrador a ejecutar su trabajo al finalizar la jornada.

Allí estaba ella. Acurrucada en la esquina izquierda, con su rostro pegado al cristal y el cuerpo curvado, me detuve ante ella, pues un cúmulo de sentimientos atenazaron mi mente en ese instante en el que comprendí su dolor, el sufrimiento al sentirse despechada o lo que es aún peor, inútil...

Aquella croqueta tuvo que ser espectacular minutos antes. En este caso estoy seguro de que era orgullosa, esperando ser contemplada y recogida en el grisáceo papel acucuruchado, se pavoneaba sobre el resto de compañeras e incluso era observada con recelo por los rabos de chocos y las sosas pescadillas. Curvas perfectas, caliente como recién venida a la vida, perfectamente envuelta en su ropa bien ajustada tras la vivencia de la freidora, aquella croqueta se había convertido en una sombra de lo que fue.

La mala suerte se cebó en ella y, de pavonearse entre todas y ser objeto de miradas lascivas tras el cristal, se quedó finalmente abandonada y sola, para vestir santos, sin que hubiera hecho méritos para algo tan luctuoso.
Había perdido el brillo del aceite recién rezumado, la voluptuosidad de la calidez, había sido además apartada hasta una ignota esquina donde algún que otro golpe de paleta recogedora asestado por una mano masculina fría y calculadora le había creado algún moratón en el centro para dejarla escorada. Parecía morirse lentamente con su carita pegada al cristal, consciente de que nadie entraría a salvarla, a rogar por ella y a disfrutar de sus interioridades,…

No puedo quitarme de la mente la imagen de esa croqueta. Su lenta agonía la condujo indefectiblemente al cubo de la basura, aunque no quise verlo. Estuve a punto de salvarla, retrotrayendo mi mente a un imaginario paraíso donde ella era una reina, quizás una ‘croquette fatale’ de esas que haces que pierdas la cabeza… Pero ya hace años que perdí mi condición de héroe de freidores por culpa de las amenazantes moyas y mi temor a no cumplir con ella como antaño sí lo hice con las que tuve en mis manos, en mi boca. Por eso, jamás sabré de tus interioridades, si tu cuerpo era de jamón o de merluza…

Descansa en paz.

martes, 22 de enero de 2008

Vamos aclarándonos


Ya han cantado todas las comparsas susceptibles de estar entre las elegidas para la final del COAC. Hay cosas claras, vamos a resumirlas para no cansar al personal...
1. Tovar y Subiela se pegan el carajazo este año. No se puede venir al Falla con ese tipo, vestir a estos comparsistas con pelucas del Millonario a lo maradona y traer ese aburridísimo popurrí. De los quintos no bajarán, fijo.

2. El grupo de Juan Carlos Aragón ha visto mermadas sus cualidades vocales. Las bajas se notan demasiado este año, daños colaterales. Pasodoble precioso musicalmente hablando y presentación que espero la canten mejor en semifinales. La foto es JCA cantando en la noche del lunes (Cata Zambrano, Información Cádiz). Buen tipo. No Juan Carlos, sino la indumentaria de la comparsa.

3. El Piojo y algún otro pega menos con Quiñones que yo vestido de monje budista o de candidato del PP a cualquier cargo. Cuando pase el Carnaval, habrá muchas transacciones nuevamente. No obstante, El mercado de las maravillas la veo en la final, a pesar de que suena muy bien pero más antiguo 'quer carajo'. (Esas palabras en los repertorios, por favor, como "febrerillo",... Qué horror).

4. Los mendas lerendas son agradables de escuchar. Vale. Hasta el año que viene.

5. Cuidadín con La comparsa de Momo. Lo mejor hasta ahora sobre el escenario, vaya presentación y popurrí, de los pasodobles para qué vamos a decir nada... Pero sus letras son incómodas y políticamente incorrectas. Voces portentosas, aunque estaría mejor ahorrarse algún grito. Para mí, cuando cantaron, tenían en la frente la palabra 'perdedores' como la vi escrita en 'Los Inmortales' de JCA en su día. Pero han cantado ya el resto de las agrupaciones y no las veo mejores, así que de eso se aprovecharán. En estos momentos es el primer premio, según mi torpe entender.

6. Los gitanos de El Puerto, Pedro Romero y otros no me interesan lo más mínimo. Al jurado tampoco.

7. Resumamos: si en 2007 el nivel estaba regular, este año la cosa no va a mejor. Veremos lo que queda de concurso, que aún es mucho. Pero las músicas ya están ahí, no hay más, eso es lo que tenemos para deleitarnos los oídos.

Aprovecho para reiterar mi indignación ante el mamarracho de proceso de venta de entradas para el Concurso. Y para preguntarle al Ayuntamiento que cuándo coño va a quitar los arbolitos de Navidad de los adornos de luces de la Avenida. Y para desear lo mejor a mis colegas Sánchez Reyes y Vera Luque, que este miércoles la liará. "Ya estamos en capilla", me decía ayer en el teatro. Pues eso. A sacar el paso con jesusitos de mi vida, picha mía.

lunes, 21 de enero de 2008

El perfumista

Este fin de semana me he escapado a Córdoba con unos extraordinarios amigos que han institucionalizado unos encuentros ineludibles tras aquel inolvidable viaje a Italia. Entre los numerosos momentos de satisfacción (sobre todo en los restaurantes de la capital califal, lugares realmente maravillosos tanto en su fisonomía como en el ámbito culinario), fue especialmente curioso el rato que pasamos con un perfumista. Sí, efectivamente, estos alquimistas del olor aún existen.

Paco nos vio y nos invitó a entrar en un precioso patio cordobés para confesarnos su secreto a voces en esta ciudad: tiene una pequeña habitación donde vende una mercancía que envuelve primorosamente en papel de regalo y previamente en cajas diseñadas por un amigo suyo. Dentro, tarros de perfume de varios olores: mandarina, jazmín, azahar,… Él los hace, destilando la materia y con sus fórmulas magistrales, en un taller que comparte con su compañero de viaje empresarial.

Paco, que vende los tarros de colonias maravillosas que nos dio a probar a 20 euros, tiene una historia digna de película. Una madrugada llevaba ya varias copas en la barra de un bar cuando observó a escasos metros a un individuo de apariencia hundida que consumía alcohol en grandes cantidades. Se acercó a él hasta que entablaron conversación. Se trataba de un empresario químico que acababa de entrar en la ruina al quebrar su empresa. De ahogar las mutuas salió una idea: ¿Y si Paco aprovechaba las instalaciones de este empresario y el poco dinero que ambos podían reunir, además de los conocimientos que desde pequeño había adquirido de forma autodidacta mezclando flores, alcohol, etc. y creaban unos perfumes para venderlos?

Dicho y hecho. Eso fue hace casi un año. Ahora han salido a flote, venden mucho en Córdoba y el pequeño local donde Paco ofrece sus perfumes es para que lo veáis.

Esta historia me la contó durante un rato que estuvimos conversando rodeados de sus perfumes. Le dije que entonces era perfumista, como la famosa película, a lo que añadió: “Soy alquimista perfumista”.

Ahí lo tienen, en la foto, mostrando los envases ya envueltos para regalo a nuestro grupo, y con su delantal. Para los que vieron el filme, ahora pueden contemplar de verdad cómo es un perfumista. Para los carnavaleros, curiosamente y tras la controversia de estos días, también pueden comprobar cómo un perfumista no va vestido a la usanza del desafortunado tipo de la comparsa de Tino Tovar y Ángel Subiela, ni tampoco precisamente Paco tiene pelos como los de esas pelucas de la agrupación que parecen las que vendía el Millonario simulando la pelambrera de Maradona.

Córdoba… Si Córdoba estuviera habitada por sevillanos, éstos ya hubieran ‘vendido’ al mundo todo lo precioso que es esta ciudad. Pero los cordobeses ‘venden’ poco lo bueno que tienen, les gusta ir a lo suyo, no competir y disfrutar de esa maravilla de ciudad que tienen en lugar de cacarear lo bonito que es la Torre del Oro o, como los gaditanos, afirmar qué preciosas son nuestras Puertas de Tierra. Admirable Córdoba, “lejana y sola”, como decía el poeta… Ni una cosa ni otra en realidad.

viernes, 18 de enero de 2008

La carajotada del himno

Vamos a dejarnos de carajotadas. Si queremos que el himno de España tenga letra, algo que me da la impresión de que a los españoles les importa un rábano con bicho dentro, pues seamos consecuentes.

Vaya por delante que a mí me entusiasma lo que ahora llaman “chunda chunda”, porque no sé qué obligación tenemos de ponerle estrofas a las bellas notas que hasta los republicanos reconocemos que no vamos ahora a cambiar aunque llegara la III República. Porque si se trata de evitar facheríos, el himno de Riego era igual de patriótico o más que cualquiera de las letras que cantaban los ultras en los cuarenta años de dictadura.

Y es que me pregunto qué coño quieren que incluya un himno de un país. El alemán dice en su frase más conocida “Deutchsland, Deuthsland Uber Alles”, que quiere decir “Alemania, Alemania ante todo”; el francés que tanto pone cachondos a muchos porque para eso Francia es prototipo de libertad según dicen, ya saben que la palabra patria aparece nada más canturreemos el primer verso. Así que estas son las palabras típicas de un himno nacional, porque por mucho que queramos hacer algo moderno, ¿vamos a cantar una letra que diga cosas como “nuestro país en el que existen muchas tierras”, “Viva España, dividida pero unida con tu comunidad…” pon pon piiii piiii…..?

Si queremos himno, tendrá que presentar connotaciones patrióticas o palabras propias de este asunto. Si la propuesta que manejáramos comenzara diciendo “España, España ante todo” como el himno teutón, ya habríamos puesto al tipo que le han rechazado su letras de colega de Blas Piñar. Pero los alemanes lo dicen y no les pasa nada, no les entra urticaria ni complejos, y mira que los germanos lo han pasado mal en los últimos 60 años...

Y cuando tengamos himno oral, ¿lo traduciremos al catalán, al gallego, al vasco? Es el momento menos oportuno para perder el tiempo con carajotadas como esta. Yo propongo dos cosas, cualquiera de ellas válidas. O rescatamos el que escribió Pemán, que es precioso y fue manipulado por Franco, que para eso el escritor era gaditano y podemos recuperar el original porque la familia lo tiene, o se lo encargamos a Juan Carlos Aragón. Eso sí que sería un pelotazo.

Ah, por cierto, Joaquín Sabina ha propuesto algunos borradores de letras para el himno, ¿lo sabíais? Allán van…

"Ciudadanos, en guerra por la paz y la diosa razón mano en el corazón. Ciudadanos, ni súbditos ni amos ni resignación ni carne de cañón. Pan amasado con fe y dignidad no hay nada más sagrado que la libertad".

Borrador 2: "Ciudadanos, ni héroes ni villanos, hijos del ayer, hay tanto por hacer. Ciudadanos, tan fieramente humanos, tan paisanos del hermano de Babel. Alta montaña con puerto de mar clave de sol España atrévete a soñar".

jueves, 17 de enero de 2008

Grande Bardem

No sé si va camino de ser uno de los grandes por sus interpretaciones o por su forma de ser. A Javier Bardem hay que felicitarlo por el Globo de Oro y algunos premios más, así como otras nominaciones (incluido el Bafta, que es el Oscar de los ingleses).

Es un brillante actor, que utiliza acertadamente su expresividad facial y sus ojos para decir mucho en los papeles que encarna en su carrera. Su voz le pierde un poco, pero también le sucedía lo mismo a Clark Gable o Humphrey Bogart y nadie dijo nada.

Yo lo conocí en 1993, cuando se estrenó la película Boca a boca en el Festival de Sitges, con una Aitana Sánchez Gijón guapísima como compañera en esta divertida comedia. Hicimos buenas migas en aquella cafetería del Meliá Gran Sitges, nos fotografiamos con resultados como el que veis (sí, reíos de mis pintas, pero estamos hablando de hace 14 años) y me he tomado con él algunas cervezas en Sevilla, ciudad que visita con mucha frecuencia sin que mucha gente lo sepa.

Es un buen tipo. Le gusta más una caña de birra que un premio, una tapa de jamón que una gala aburrida y tiene un reducido grupo de amigos fieles con los que se escapa mucho a Cádiz. Pasa de casi todo, pero le puede su pasión por Penélope Cruz, su amor no confesado desde que rodaron Jamón jamón a las órdenes de Bigas Luna. Penélope era demasiada pequeña en aquellos momentos como para muchas cosas serias, pero se quedó prendado de ella y aún lo está. Espero que no se enfade porque yo lo diga tal y como me lo dijo él. No creo que me lea, pero nunca se sabe...

miércoles, 16 de enero de 2008

Calcetines de raquetas

Decía una agrupación carnavalesca en sus letras hace algunos días que los calcetines de raquetas se están perdiendo. Cuánta razón lleva.

Me siento muy compungido por esta circunstancia. Los calcetines blancos de antaño los lucíamos en nuestras piernas durante la gimnasia en el colegio como si lleváramos las medias nike del Barsa, y los dos modelos fundamentales vienen corriendo serio peligro de desaparecer. Al calcetín blanco le colocó algún diseñador vanguardista dos líneas, una roja y otra azul, haciendo un elegante juego de colores gabachos que ni el mismo McEnroe llevaba.

Las dos rayitas evolucionaron a la modernidad del dibujito, y aunque siempre han permanecido como residuales, dio lugar al calcetín de raquetas. Aquello fue una revolución. Yo tengo aún mis preservativos de pies arraquetados, si alguien lo duda aquí está la foto. Los uso para dormir, claro, o después del pediluvio nocturno para estar en el sofá ‘derramao’ varias horas viendo la tele, nada de hacer deporte, que eso es muy malo. Pero me resistí a tirarlos a la basura y ahora los considero como extensiones de mis pies, como elementos fundamentales de mi hogar, trato que no saquen pelusas para evitar su erosión y los lavo a mano cuando puedo para su mejor conservación. Si se sale algún hilito, los vuelvo a coser o si no tiene remedio, los corto con primor. Pero los calcetines de raquetas no pueden perderse. Si hace frío y me pongo dos pares de calcetines para dormir, de manera que no te dejen mover los deditos siquiera, las raquetas siempre están sobre los otros anónimos calcetines, prevaleciendo, en lugar privilegiado…

No podemos permitir que los calcetines de raquetas corran la misma suerte que los bañadores meyba, el zinzano, la mirinda, el Seat Ritmo –preferentemente color butano-, las muñecas de Marín (que por cierto, esta Navidad sufrí un Belén en Jerez en el que se podían ver dos ejemplares vestidos de bodegueros (¡!) o las cintas de video beta. Desempolvad vuestros cajones y armarios y buscad afanosamente en bolsas perdidas de ropa antigua. Cuando menos lo esperes, aparecerá el calcetín de raqueta, y dadle el lugar que se merece, por historia y tronío.