viernes, 2 de noviembre de 2007

La chapuza del tranvía

Padua es una mediana localidad italiana, centro neurálgico del Veneto, similar en extensión a San Fernando, con una población algo superior. Este pasado verano la visité en un viaje a un país de numerosas similitudes con España en cuanto al comportamiento ciudadano. Los italianos son aspaventosos, vivarachos, les gusta vivir la noche y son un auténtico desastre en cuanto al orden en las colas de los taxis, trenes, autobuses,... En definitiva, son latinos, venden frutas en plazas públicas, gritan mucho y la picaresca les puede. Mucho más divertidos, por tanto, que los británicos o daneses...

Padua tiene la plaza más grande del mundo. Ellos al menos así lo aseguran y rechazan de plano que sea San Pedro de Roma la mayor del planeta. Un río y un rosario de estatuas de grandes hombres italianos circunda el Patro della Valle. Como también la rodea un tren tranvía como el que os muestro en la fotografía.

La imagen la capté a sabiendas de la polémica existente en San Fernando y Sevilla con respecto a la puesta en funcionamiento del tren tranvía. Y lo hice para que, una vez más, y a pesar de que Italia se parezca a España y entre sus ciudadanos también podamos establecer esa similitud, aprendamos de las cosas bien hechas. Sobre el turismo y sobre el tranvía tenemos mucho que aprender del país romano.

Los sevillanos ya viven entre una maraña de cables y postes enormes y enlutados de los que se alimentan las máquinas que recorren el casco histórico de la capital hispalense. Hace varios días, uno de los tranvías descarriló. La polémica ha vuelto a la calle, si es que alguna vez desapareció. El faraónico proyecto para cercenar el celaje del cielo sevillano y la vista de su maravillosa catedral lleva ya "comidos" más de 80 millones de euros. Su penoso paisaje de aceros y catenarias ha destrozado la belleza de la luz de la ciudad.

En San Fernando se prevé contar con algo parecido. Demasiado similar. Siempre he conocido por mi profesión periodística, que la intención de los gobernantes municipales en La Isla ha sido peatonalizar la calle Real. Ahora le incluyen un tranvía. De acuerdo. No pertenezco al grupo de los que rechazan la idea porque me gustaría ver el centro neurálgico de La Isla con establecimientos hosteleros y terrazas, paseantes que disfrutan plácidamente de los escaparates, bicicletistas en armonía con los viandantes y el agradable sonido del bullicio humano mezclado con el del piar de los gorriones. Pero de eso a meter un monstruo que enmarañe el cielo isleño como si el mismísimo Spiderman hubiera lanzado su tejido sobre la ciudad hay un abismo.

En Padua tienen la oportunidad para comprobar que es posible un tranvía sin catenarias. Si les pilla lejos, les muestro la fotografía. No es un montaje ni se ha borrado nada con Photoshop. Lo vieron mis propios ojos y así lo plasmo. ¿Cómo es posible que una ciudad universal como Sevilla habilite una red tranviaria sin energía propia en las máquinas y destroce su entorno? ¿Acaso es un pueblo de mala muerte sin dinero ni existen administraciones para que no se produzca este esperpento? El propio alcalde socialista, Alfredo Sánchez Monteseirín, es consciente de lo que sucede. Pinchen en este enlace y verán lo que ha prometido ante la evidencia del error consumado: http://www.20minutos.es/noticia/284321/0/recorrido/utilizar/catenarias/

Y en San Fernando....¡Ay, esta Isla de mis culpas! Algunos cegatos protestan contra el tranvía porque molesta a las procesiones de Semana Santa. Como si eso fuera lo más grave. Se pregunta el porqué de tanto cable previsto y se nos dice que los tranvías con energía propia o a través del raíl "son muy caros". ¿Acaso un proyecto de esta envergadura no bien merece echar el resto y llevarlo a cabo con la perfección que merece la ciudad? ¿Creen que ese impacto visual desaparecerá en un futuro como en Sevilla parece que ocurrirá? Si dudamos de que en la capital hispalense se cumpla lo dicho por su primer edil, ¿vamos a confiar en los políticos de andar por casa del PA y del PP en San Fernando?

jueves, 25 de octubre de 2007

Odiosa comparativa

Aborrezco el debate sobre las similitudes entre El Orfanato y Los Otros. Admito que, tras visionar la película e inconscientemente, la comparativa se produce, pero tenemos todo el tiempo del mundo posterior para reflexionar sobre el regusto que pueda dejarnos la obra de JA Bayona sin recurrir al recuerdo de la (loable) cinta de Amenábar.
Creo además que no es de justicia hacerlo porque si realmente existe algo interesante en El Orfanato es la constante presencia de la mano de Guillermo del Toro, que se ha tomado la producción del filme con la suficiente convicción como para poder haberla firmado como director, aun rodando Bayona secuencias con un estilismo direccional de pocas connotaciones comunes con el realizador mexicano. A fin de cuentas, ¿qué importa eso cuando la presencia de los famosos "monstruos" que siempre acompañan a Del Toro están también presentes en El Orfanato, sazonados con los brillantes ingredientes de su cine?

Se cometió una injusticia cuando aun muchos no lo consideraban un cineasta de altura y, tras presentar El espinazo del diablo, se le acusó de copiar a Amenábar. Como si éste fuera capaz de hacer Cronos o El laberinto del fauno. Ahora se vuelve al fantasma, pero al de la comparativa. Me niego tajantemente, porque en El Orfanato no hay cine deudor nada más que del propio Guillermo del Toro. ¿Quién es Tomás con su rostro oculto tras la capucha, sino aquél púber espectro de El espinazo del diablo? Esos pequeños atrapados en el tiempo, en un espacio que obsesiona al mexicano desde siempre como ya lo dejó claro en Cronos... Si alguien tiene dudas, atiendan a un diálogo en una secuencia de la película de Bayona, convertido en un guiño al filme de Del Toro de 2001, y que forma parte de aquella extraordinaria reflexión de Federico Luppi en voz alta al inicio de aquella joya de cinta: "¿Qué es un fantasma? Un evento terrible, condenado a repetirse una y otra vez, un instante de dolor, quizá algo muerto, por momentos vivo aún. Un sentimiento suspendido en el tiempo, una fotografía borrosa, un insecto atrapado en ámbar. Un fantasma. Eso soy yo".

Aclarados los puntos comunes de Del Toro consigo mismo y no con terceros, El Orfanato se convierte en un cúmulo de elementos costumbristas del cine psicológico y de terror hábilmente engarzados para cautivar al espectador en el que destaca su notable envoltorio, hecho con los mimbres de una brillante interpretación o la notable banda sonora de Fernando Velázquez que, tras una veintena de scores intrascendentes, seguramente ocupará un lugar preferencial entre los autores españoles a partir de las notas escritas para este filme. La sucesión de hechos bien trenzados y la atmósfera creada en la última media hora de la cinta, pulcramente encaminada a resolver y aclarar al espectador lo que está sucediendo, es suficiente para estimar la obra de Bayona, pero no para encumbrar una producción demasiado recurrente a los golpes de efecto vulgares tan (mal) utilizados en el cine de terror (toda la secuencia del atropello es lo peor de la película) o la prolongada carrera de la madre por la playa al creer ver a su hijo en la lejanía entre las rocas, por citar sólo dos de los numerosos ejemplos que afloran al pensar en que quizás hay un convencionalismo demasiado barato hacia el espectador poco exigente con vistas a recaudar en taquilla, antes que reflejarse en el espero de un buen cine algo más psicológico pero que el público rechaza en favor de lo fácil. Corren tiempos de poco pensar. E incluso en el cine de terror se piensa. Más de lo que muchos creen.

martes, 23 de octubre de 2007

Carta maldita

Así es una carta de despido enviada al juzgado. Miradla bien. El documento que contempláis con apenas una veintena de lacónicas y frías líneas es el fin de una vida laboral. Es tan temible como un folio membreteado por el servicio de diagnóstico de un hospital, un oncólogo,... al fin y al cabo, esta carta sirve para acabar con tu estabilidad, tu economía, tu modo de vida, la forma de pagar tus deudas o poder comprar al tendero de la esquina o en el hiper.

Una carta que destruye ilusiones y humilla a las personas, millones... El papel del que con su corbata de seda firma una sentencia de muerte sin temblarle el pulso dejando a su suerte a quien nada le queda; la hoja de un cuchillo que cualquier padre de familia con un chiquillo lleva una noche a su hogar, apretada entre dedos que sangran sin saber cómo contarlo a su mujer, a la que tendrá que despertar.

Contempladla bien para que jamás os entreguen una. Yo no soy padre de familia, pero al sujeto que firmó mi despido no le interesaba eso lo más mínimo. Podía haberlo sido y también hubiera huido de darme explicaciones. El sinverguenza que el 6 de agosto me mandó a mi casa con una indemnización de apenas un millón de pesetas tras varios años de arduo trabajo se va del club del que me expulsó en los próximos días, tras la nefasta gestión de su presidente y él como su sicario. Me pregunto si antes de marcharse a Madrid para continuar nadando entre sus millones de euros va a devolverme el empleo que me quitó. Si tras hacer el ridículo en estos tres meses y haberse ahogado en su prepotencia va a subsanar tanto daño hecho a mí, a mi familia, a la gente que me quiere, a mi departamento y a mi club.

Buen viaje de regreso, Moisés Israel. Compra un billete sólo de ida. No vuelvas por aquí o te juro que te encontraré para lanzarte a la cara esa misma carta que me diste, hecha pedazos, mientras aún trato de recuperar el trabajo que me quitaste.

domingo, 14 de octubre de 2007

Todos clones

Para Mariano Rajoy, líder del Partido Popular, la defensa de España debe llevarse a cabo con la misma filosofía que defiende a la hora de apostar por otros conceptos sociales y que convierten a la derecha española y sus adeptos en algo que no es nuevo pero preocupante para una sociedad española fácil de desestabilizar en los tiempos actuales gracias a la instrumentalización de los elementos políticos de discordia como el estado de las autonomías, el sentido de nación, el problema del mileurismo y otros que ustedes tienen en mente en este momento.
El PP y otras corrientes ideológicas españolas se empeñan en hacernos clones a todos los españoles en dos temas de crucial importancia. Primero, en la familia; segundo, en el concepto de defensa de la patria. Y como los digo, haciendo todos los esfuerzos por conseguir que lo hagamos de la misma manera, es decir, aborregados y clonados.

Defendamos la familia frente a las ordas decadentes y escandalosas del PSOE que promulga la destrucción de este concepto permitiendo los matrimonios homosexuales, las parejas de hecho,... Con esta idea tan maniquea, los conservadores vuelven a instrumentalizar la familia. ¿De qué familia habla, señor Rajoy? ¿De la única que usted considera verdadera y que todos tenemos que formar? El líder popular se empeña, con la interesada anuencia de la Iglesia católica, en hacer ver que sólo existe un tipo de familia, utilizando un término además procedente del Derecho Romano y anterior a cualquier concepto religioso perteneciente a la fe cristiana para denostar cualquier unión social que no pase por una vicaría entre un hombre, una mujer y el resultado de uno buen lote de hijos que recen el "Cuatro esquinitas tiene mi cama...".
¿Se atreve alguien a expulsar de la sociedad a una pareja de otra religión o a una unión de hecho con hijos o sin ellos porque "no son familia"? ¿Una madre soltera con su pequeño "no es familia"? Realmente, ¿usted "no es familia" en su domicilio, donde vive convivencialmente con su pareja de manera estable?

Ese concepto interesado de pareja lo ha trasladado el conservadurismo español a la idea de patria. Parece que todos somos más patriotas si sacamos al balcón la bandera roja y gualda. Si no lo hacemos, si no llevamos cinturones en los pantalones con esos colores, tirantes o no estamos de acuerdo en que la futura letra del himno español incluya la palabra "Monarquía", no practicamos el adecuado patriotismo a la carta que nos dicta Rajoy. Y es que si la vida nos enseña algo es que en conceptos tan íntimos como familia y patria, cada uno debe practicarlo como le dicta su conciencia. Así que no trate de decirme cómo debo amar a mi país y mucho menos exigirme que lo exteriorice. Deje a los españoles que lo hagan con su naturalidad, viaje a cualquier lugar del mundo y encuentre a un grupo de paisanos, escúcheles hablar durante un par de minutos y aprenda cómo somos capaces de morder una yugular si alguien insulta a nuestro país. Pero no trate de hacernos comulgar con artificialidades de cara a una galería ya trasnochada, tan caduca y ajena al ciudadano como celebrar el día de nuestra nación al paso de la oca, cuando para eso ya existe la jornada especial de las Fuerzas Armadas.
Qué grato y plácido sería acabar para siempre con tantos artilugios bélicos en las calles de Madrid paseando el 12 de octubre y cambiarlos por concentraciones populares con suelta de palomas blancas de la paz, grupos de música alegrándonos el día y otras opciones que, no me vayan a calificar de iluso, nos unirían alrededor de nuestra España sin sentir el ruido de las cadenas de los tanques ocupar alevosamente el asfalto de la capital de nuestro amada patria...

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Premio escandaloso para Richard Gere

En unos tiempos en los que el cine se ha convertido en un actor secundario para el arte y el buen hacer, aún quedan resquicios que hacen confiar en que tanta vulgaridad es sólo pasajera. Los festivales de cine de relevancia por su calidad en la programación y dedicados durante todo el año a completar una cartelera de siete días en la que se pueda disfrutar de lo más granado del celuloide anual, se convierten en asideros para los que aún tenemos algo de fe en el cine de verdad.
En este sentido, siempre confié en el Festival de San Sebastián. Conocí a Diego Galán, el que fuera su director y alma durante muchos años y le entrevisté en varias ocasiones en mi programa, lo que me hizo conocer algunos aspectos de este evento cinematográfico no desvelados al gran público y, por su trayectoria y galardones, consideré siempre que el festival de Donosti era bastión del buen gusto cinematográfico y uno de los guardianes del glamour con mayúsculas en perfecta conjunción con la calidad. Pero jamás pude imaginarme que terminaría sucumbiendo al comercialismo barato que no creo que San Sebastián necesite, por mucho que sus actuales rectores no parezcan estar de acuerdo con mi reflexión.

Me resulta escandaloso que este año haya sido concedido el premio Donosti a Richard Gere. Desde mediados de la década de los ochenta, el festival entrega esta ilustre distinción a personalidades del mundo del celuloide -directores, actores, técnicos, etc.- considerados como merecedores del galardón por su carrera y su buen hacer. En 1986 se le entregó a Gregory Peck. Desde entonces, la lista es para quitar el hipo. En 2006 se le otorgó al gran Max Von Sydow, en un ejemplo de gran delicadeza por parte de los gestores del festival. En el transcurso de los años, el premio Donosti ha sido recogido por grandes como Bette Davis, Ben Gazzara, Paco Rabal,...

Pero en una clara concesión a la galería y al comercialismo que parece que les ha dado resultado -sesiones fotográficas multitudinarias, chicas despendoladas pidiendo autógrafos y hechos más propios de festivales de segunda fila ansiosos de notoriedad en lugar de consolidados-, el Donosti ha ido a recaer en 2007 en Richard Gere. Craso error y golpe bajo al cine de verdad.

¿Quién puñetas es Richard Gere para recibir uno de los premios de mayor prestigio del mundo del Séptimo Arte? ¿Acaso su registro interpretativo alcanza los niveles de los anteriormente premiados y, como mayor injusticia, supera los que son menospreciados al no recibir este premio? ¿Cómo se puede conceder el premio Donosti a Gere cuando aún no lo tiene Paul Newman, por poner un ejemplo de muchos?

Gere se hizo famoso por su papel hierático en Oficial y caballero. La misma cara, pero con canas ya prodigando en su testa, puso en el éxito fácil de Pretty Woman. Protagonizó aquel espanto de El primer caballero, en el que sólo se salvaba el score de Jerry Goldsmith. En Infiel podíamos haberlo sustituido por cualquier otro actor, y en Asuntos sucios volvió a poner la cara de pintura egipcia, a pesar de ser uno de sus mejores papeles en este semitelefilme en su estética. De Mr. Jones más vale no hablar, y el remake de El Doctor T lo dejaremos para un año de estos. Su número musical con los periodistas como marionetas en Chicago es lo mejor de su carrera, pero el mérito es de Rob Marshall, no de él que no canta una mierda aunque lo intente. Y podemos continuar repasando someramente su filmografía para llegar a la conclusión de que es un actor extremadamente limitado e inmerecedor de este prestigioso galardón. Ni siquiera ha sido capaz de hacer otra cosa por el cine como producir y aún menos dirigir, a diferencia de otros galardonados como De Niro, Al Pacino,...

San Sebastián le debe una disculpa a los amantes del buen cine y los que considerábamos que festivales como este aún sirven para confiar en las cosas bien hechas en el maltrecho mundo del celuloide. Si a ello le añadimos el Premio Nacional de Cinematografía para Alberto Iglesias, creo que debo pensar seriamente en dedicarme a los videojuegos en lugar de algo que era tan maravilloso y que paulatinamente agoniza como es el ¿Séptimo Arte?

domingo, 12 de agosto de 2007

¿Hacia dónde va el Cádiz CF?


La lógica les invitará a ustedes a pensar, al menos en primer término, que las reflexiones que expongo a continuación son fruto del despecho que puedo sentir después de que la nueva directiva del Cádiz Club de Fútbol decidiera prescindir de mis servicios la pasada semana. Con vistas a que reconsideren esa opinión, trataré de ser lo más objetivo posible y evitar así que piensen que mis palabras están sesgadas por la indignación que puede haberme producido dejarme en la mismísima calle laboralmente hablando, tras dos años de desvelos dedicados a construir el departamento de Medios y Comunicación de este conocido club.

No les voy a llorar, descuiden. Pero nadie me va a callar sobre determinadas actuaciones que se están llevando a cabo en estas semanas desde que Antonio Muñoz Vera decidiera vender su paquete mayoritario de acciones del Cádiz CF al grupo liderado por Arturo Baldasano.

En apenas un mes, Moisés Israel Garzón, sicario del que fuera candidato a la Presidencia del Real Madrid para amoldar el club amarillo y azul a las pretensiones del citado grupo, ha sido el ejecutor de una serie de determinaciones conocidas y otras no. En una operación de marketing con sorprendentes decisiones, el altanero pretoriano de Baldasano, como cabeza visible de este grupo acusado en su día de haber comprado votos en las pasadas elecciones del club merengue, ha dado a conocer actuaciones de un sonrojante populismo, encaminadas a meterse en el bolsillo a una afición que ha demonizado a Antonio Muñoz, fruto de una actitud desesperada por la mediocre campaña realizada por su equipo en la pasada temporada, a pesar de finalizar quintos en la tabla clasificatoria. De esta manera, ha nombrado socios de honor del club a varios periodistas amiguetes que en su vida han mantenido relación alguna con el Cádiz o la propia ciudad, cuando ni siquiera grandes aficionados cadistas han recibido jamás tal distinción, algo que en cualquier entidad debe reservarse para personas de especial prestigio y dedicación hacia ella. ¿De honor? ¿Por qué no son socios de honor del Cádiz CF Macarty a título póstumo, exjugadores que lo dieron todo por su equipo, exdirectivos y empleados de otras épocas que sufrieron las amarguras de muchas decisiones disparatadas de directivos de otras épocas? A ello se unen los socios de honor del basket. O la expectación, propia de paletos en los que parecen que nos están convirtiendo, con las camisetas de la equipación para la próxima temporada. O el 'Star System' inventado en el futuro Consejo de Administración con la presencia de Pepe Oneto. Por cierto, me entra un escalofrío al recordar que el periodista era candidato a ocupar el puesto de presidente marioneta de cierto grupo de Madrid que tanto daño le hizo al Cádiz en su día...¿Lo sabían?

Todas estas decisiones y tantas pijadas están haciendo que los aficionados desvíen su mirada más hacia el palco presidencial del club que hacia el césped, donde los fichajes estrella brillan por su ausencia. De nada va a servir que traten de convencerme de que Cristian, Gastón Casas o Dani, por poner tres ejemplos, son mejores a priori que en su día lo eran teóricamente Benjamín, De Paula, César Caneda,... O que García Remón es mejor entrenador que Víctor Espárrago. Así que, por el bien de los altaneros madrileños, espero que tengan la suerte que faltó en temporadas anteriores porque de lo contrario, en el caso de que el Cádiz se sitúe octavo a finales de octubre por ponerles una fecha como ejemplo, veremos cómo reacciona la afición y si Moisés Israel también dice que ascender "está chupado", como se atrevió a decir sin pestañear respecto a contabilizar 18.000 abonados para la nueva temporada. Si tal pretenciosidad la hubiera dicho Muñoz o su directiva hubiera contratado los servicios de García Remón, el escándalo hubiera sido mayúsculo...

Pero todo esto pueden ser nimiedades ante lo verdaderamente preocupante de las decisiones que está tomando el grupo madrileño, ejecutadas personalmente por el personaje de Moisés Israel, redicho, soberbio, de mirada por encima del hombro, sabedor de todo, bajado de la gran capital con infinita preparación para venir a poner orden entre los provincianos borregos como les aseguro que nos considera. Sólo así se explica el trato sufrido por profesionales que hemos caído tratándosenos con el mayor de los desprecios.

José Mata, hasta ahora director general del club durante más de cinco años en los que luchó sin descanso por relanzar al Cádiz económicamente y en la provincia, atrayendo a los empresarios al proyecto amarillo, sufrió durante semanas las mayores humillaciones no contempladas por los aficionados. Reuniones en las que recibió gritos, desprecio a su trabajo, comentarios despectivos,... actitudes impropias hacia una persona que, con virtudes y defectos, se ha desvelado por este club.

Un trato aún peor recibió el responsable de Protocolo del Cádiz, Rafael Rivas, algo que no ha trascendido. Se le rescindió su contrato en una tarde sin apenas poder exponer sus cometidos y sin estudiar su posible recolocación -y la de varios de sus empleados, que ahora irán a la calle- para evitar la pérdida de un puesto que no sólo se dedicaba hasta ahora a atender estupendamente a los invitados al Carranza, sino casi a coordinar las decisiones ya adoptadas para el Centenario del club, entre otras intervenciones. Rivas es un hombre de docta preparación, de exquisita educación, y fue tratado de manera humillante. Algún día se conocerán las palabras que recibió.

Alberto Benito, director deportivo del club hasta junio, se decantó por marcharse al Almería tras ser "invitado", y Olverio Álvarez 'Oli', figura del cadismo, ha sido el último en salir... hasta el momento. Los propios nuevos directivos esgrimen una frase repugnante en un medio de comunicación, relativa a la rescisión del contrato con el que fuera el delantero ovetense que nos llevó a Primera División en Jerez...: "Estuvimos buscando una cláusula de su contrato para poder prescindir de él...". Las formas fueron las mismas: apenas varios minutos y adiós.

De mí qué les digo... Tras ser ignorado durante una semana al regresar de mi operación de un tumor benigno en una parótida, y durante dos semanas de junio redactar alrededor de quinientos folios detallando todo lo que se había realizado en mi departamento en dos años, el sicario madrileño me mostró una carta de despido -naturalmente improcedente, como ellos mismos reconocen- y un cheque a modo de indemnización sin mediar palabra. "Intuyo que no han leído nada de lo que les entregué", les dije a Moisés Israel y al oscuro de Iván Baldasano. Su silencio corroboraba mi afirmación.

Horas después, informaban a los profesionales de mi departamento de que no volvería a funcionar la radio oficial del club por internet, tras más de dos mil pinchazos en cada partido y como nexo de unión con muchos países iberoamericanos, ni El Periódico del Cádiz, producto pionero en el fútbol español en el que tanta ilusión y mimo pusimos cuando lo creamos hace un año, tras seis meses de estudio de su viabilidad, perfectamente saneado y vehículo de llegada a la afición. De la misma manera defenestraron la campaña de abonados por la provincia, determinadas actividades, relaciones con los trabajadores,...

Cuando llegué al Cádiz, dos chavales escribían alguna nota de prensa y hacían una revista obsoleta bajo el hueco de una escalera bajo la que de vez en cuando pasaba fugazmente una rata. Dos años después, el departamento de Medios del Cádiz CF contaba hasta hace un mes con seis periodistas, dos fotógrafos, ocho ordenadores, una redacción, una emisora de radio con un proyecto para una estación por ondas, una web situada en el décimo puesto entre las más vistas de los clubes de la LFP y con nuevo diseño preparado para inicios de esta liga, atención personalizada a la prensa en los viajes del equipo, envío de fotografías con información, y otras actuaciones que, teóricamente no guardan relación con medios propios y prensa, pero que se emprendieron con ilusión desde mi departamento mientras el club crecía: decoración de puertas del estadio Carranza, toda la campaña de abonados para la temporada 2006/2007 "Ahora más que nunca", con 18.000 abonados de verdad e ideada con modestia en mi despacho en una reunión con Antonio Muñoz Tapia -algún día se le reconocerá a él lo mucho que evolucionó el club- y otras tantas cosas previstas con ilusión ahora truncada: el proyecto de TV, esos viajes a Toledo para ver alternativas, esos trabajos de espionaje en otros estadios, esos momentos de distensión celebrando los cumpleaños de cada empleado del club con el Consejo de Administración,...

Mi temor radica en cuántos puestos de trabajo pueden caer por las decisiones de la nueva directiva. Mi tristeza, en cuánto poco han tenido en cuenta lo realizado y mi pregunta, el por qué se destruye, sin respeto, lo edificado en cinco años con resultados positivos en todos los aspectos. Y sobre todo, mi duda es hacia dónde camina este club. Qué van a hacer con el resto de empleados y qué relación van a mantener con aquellos que siempre han permanecido al lado del club. Han destruido el Club de Empresas y aseguran que no quieren saber nada de los propietarios de negocios de Cádiz y provincia que durante estos años han aportado su publicidad al estadio, a cualquier proyecto cadista. Son apartados porque, con sus ínfulas, aseguran que quieren ver, tanto en Carranza como en la revista Nuestro Cádiz (lo único que han dejado vivo en mi departamento y realizado por otras personas), empresas a nivel internacional y que no 'desprestigien'. Como si Millán, Polanco, Autoescuela Las Marismas, etc. fueran nombres para echar por tierra. ¿Provincianos también, señor Israel?

Sólo les pido a los aficionados que se mantengan ojo avizor, y que comprendan que los cambios son necesarios cuando de nuevos proyectos se trata. Pero todo esto huele muy mal. Algún día les contaré los incumplimientos del grupo madrileño con los anteriores gestores y el por qué del bochornoso numerito de julio entre ambos grupos. Mientras, los oropeles no dejan ver realmente las intenciones de esta gente, sobre los que conviene investigar. Y sé de hecho que varios medios están ya comenzando a hacerlo.

jueves, 14 de junio de 2007

Estafadores


Me siento estafado. Y no me digan que debe ser porque voté al PSOE, no prejuzguen porque yo no les he preguntado cuál fue la opción por la que ustedes se decantaron el 27-M. Pero se me ha quedado cara de imbécil. A la de pocos amigos que ya presentaba se ha unido la de otro nuevo rictus.

Se alteró el orden en La Isla. Hemos pasado de las listas más votadas a los listos menos votados. Y de un plumazo. La perversión de la democracia es pactar (Pedemonte dixit), pero cuando se llega el último en la carrera de fondo electoral, nadie ha dicho nada de que Maquiavelo fuera perverso. Aquél que afirmó que el fin justifica los medios terminará siendo representado en una imagen que los populares sacarán en procesión, que para eso está de moda esta práctica, y pasearán por las calles de La Isla como los naranjitos católicos por los boulevares de Belfast, pavoneándose, provocadores, delante de las narices de los timados. Mis narices. Las de usted.

O se pacta o se va el partido a tomar viento, y vayamos de penitencia también delante de Maquiavelo, con túnicas blancas y verdes y cánticos que hablan de libertad para Andalucía, de esperanza, de la necesidad de acabar con las ataduras. Antes muertos que sencillos en los bancos de la oposición, y antes los pactos supramunicipales que lo que realmente necesita San Fernando. Si vamos a morir, más vale hacerlo tarde y no soltar la poltrona. La maté porque era mía. Deben ser cosas de no estar acostumbrados a perder. ¿O sí? ¿Será que toda la vida han sido unos perdedores? Qué apasionante enigma…

Andalucistas y populares gobernarán La Isla durante cuatro años. El mundo al revés, segundos y terceros ven pasar el cadáver de los primeros en cuyos bolsillos asoman 11.091 papeletas de votantes pisoteadas por traidores y manchadas por salteadores. Tu quoque, filii mei! Yo también, sí, por gobernar me da igual tragarme el tranvía, olvidar los numeritos plenarios, los ataques frontales... Sálvame, que soy un náufrago en la política de esta ciudad, antes de que inexorablemente me vaya a pique del todo por mor de las listas que me da por presentar en las elecciones. Pero dénle tiempo, que ya oiremos el SOS y los glú glús...

No sé lo que decidiré dentro de cuatro años. Podemos inventar otra procesión el día de las elecciones para arreglarlo, pero créanme, en La Isla hacen falta menos pasacalles y más calles arregladas para pasar. Puedo también crear un partido abstencionista para darles en las narices a toda esta banda de irrespetuosos, vencería sin duda con los 40.602 isleños que decidieron quedarse en el sofá de su casa, pero no tiene sentido, porque si voto entonces no practicaría la abstención. O me fijo en Jerez, en donde los ciudadanos han castigado tantos pactos y devaneos con una abrumadora mayoría para dejar las cosas claras. Qué cruel dilema se me plantea…

Por lo pronto, se me ocurre mostrar mi más absoluta repugnancia por la monstruosidad firmada por andalucistas y populares. Y más vale que no procesionen con Maquiavelo. O mejor, ni siquiera salgan a la calle, porque en la propia toma de posesión se pueden encontrar a todo un pueblo ejerciendo, frente al búnker en el que se van a refugiar de la Casa de la Cultura, su legítimo derecho a denunciar tamaño mercadeo que está dilapidando tanto esfuerzo y años de consolidación democrática.