Los jóvenes de hoy no hacen aquellas cosas de décadas pasadas: crear asociaciones de autoenriquecimiento, de crítica social utilizando vehículos como la música, el cine, la cultura en general.
Se perdieron en el tiempo aquellas revistas hechas de andar por casa donde cabía casi todo para estimular el conocimiento, las de instituto a través de talleres de los que salían chavales pensando que el periodismo era la profesión más maravillosa del mundo (me acaba de entrar la risa floja).
No sé cuántas veces quedaron conmigo muchas de estas asociaciones juveniles o esos institutos y colegios para que les hablara del cine, de la radio. He perdido mucha documentación y el otro día, rebuscando material para mi futuro libro, me encontré con unas hojas desperdigadas de una revista de chavales del año 2000 que fueron a la radio a entrevistarme. Eran cuatro páginas dedicadas a mis opiniones, pero solo he encontrado la portada y fragmentos de varias. Entre ellas ya rajaba de lo insufrible de 'La milla verde', del timo de 'El sexto sentido' o de que el cine estaba desapareciendo. Creo recordar que entre mis típicas barbaridades que decía ponía a parir a Ridley Scott, 'Matrix' y la falta de recursos para hacer cine mientras subvencionaban mierdas. Y leo que exaltaba 'Los diez mandamientos' por lo que supuso para mí de pequeño... amor condicionado por la infancia a un falsuno mamotreto, qué le vamos a hacer.
Veinte años no son nada, que decía Gardel. Por los cojones.
Soy raro. Llega la Navidad y se me viene a la mente una enormísima secuencia de 'El paciente inglés', aquella del tipo con la gaita y la gente cantando 'Noche de paz' mientras László y Katharine se han largado para darle fuerte y flojo.
Es maravilloso como Anthony Minghella la rueda, dejando que sean los primeros planos de ella los que hilvanen el momento, desde el broche al collar, el sujetador, la combinación, el rostro de ambos... Tanto el director como el compositor Gabriel Yared son conscientes de la importancia de generar con un prolongado silencio la expectación en el espectador, y luego desatan el brutal momento de pasión armonizando el villancico con el tema musical principal de la película.
Ya aprovecho para recordar otro enorme instante, el de László llevando entre sus brazos a Katharine en el desierto, desesperado. Ahí Gabriel Yared sí mete el tema, de fondo, como el que no quiere la cosa. Él le dice a ella que no hable, otro primer plano del colgante, Katharine deja caer su rostro sobre la mejilla y el hombro izquierdo de László, éste rompe a llorar desesperadamente como a la vez rompe el grandioso tema musical del filme.
Da igual que durante el resto de la película Ralph Fiennes siga poniendo cara de estar creyendo que interpreta a Amon Goeth o que la historia de Juliette Binoche con el indio me importe una mierda. Solo por estas dos secuencias ya me retuerzo en el más absoluto placer del cine maravillosamente hecho.
‘Mank’ (podéis verla en Netflix en estos días) es una película coral aunque gire en torno a un guionista gamberro como fue Herman Mankievicz. Personajes del mundo del creciente Hollywood dorado pululan por su metraje y son fundamentales para entender la historia de quien ideó ‘Ciudadano Kane’, una de las joyas del cine. Por eso los espectadores tenemos una gran ventaja y un inconveniente: la ventaja es que estamos ante una película cuidada como toda obra de su director, David Fincher, de buena factura, con un montaje complicado para quien visiona el filme pero admirable, que va más allá de la simpleza de quienes prejuzgan porque la catalogan como un producto sin interés, al tratarse al fin y al cabo de la historia de un tipo obligado a escribir el guión de una película, recluido y clandestinamente borracho. En ‘Mank’ hay mucho más, entre otras cosas el reflejo de lo mejor y lo peor de Hollywood, desde el desprecio a los técnicos del cine –especialmente a los incómodos por sus incorrecciones políticas- a reconocer que esos mismos denostados se merecen la gloria concediéndoles los premios más importantes del mundo en esto del cine.
El videorreportaje en el que os hablo de ‘Mank’ que acabo de subir al canal #UltimoEstreno de Youtube vuelve a invitaros a tomar asiento, echaros una copa previamente y disfrutar durante un buen rato. Os cuento porqué ‘Mank’ es tan buena pero se os hace algo pesada, dónde está el problema. Os hablo de quién es quién, de cómo Fincher recuerda rodando a Scorsese, a sus guiños como los planos rodados a la manera de Orson Welles cuando éste aparece en pantalla y las agudísimas referencias a la política en un texto para cada actor de bastante altura. También os cuento cómo la banda sonora no cumple con su verdadera función (aunque lo parezca) y algo muy interesante: cómo están reaccionando aquellos herederos de los personajes que protagonizan el filme o han tenido directa relación con ellos. Por ejemplo, ¿sabéis que
, la hija de Herber Stothart, compositor de ‘El mago de Oz’, le contesta porque ella fue amiga íntima de la mujer de Herman Mankievicz? Pues todo eso os lo muestro en este nuevo videorreportaje en #UltimoEstreno. ¡No os lo perdáis!
Hace muchos años que, entre las ciudades que marco con una X para visitar en Navidad, está Sevilla, que en realidad es para visitarla todos los días. La Navidad realza la belleza de las ciudades que ya de por sí lo son. Este año echaré de menos sus calles exornadas, su ambiente y sus belenes.
Entre estos últimos el llamado 'Belén del arquillo' que cada año monta el Ayuntamiento de Sevilla. Es un motivo navideño fundamental en la Navidad sevillana, en el que se detienen miles de personas para contemplar lo monumental de sus figuras y el buen gusto de esta representación que contribuye a embellecer el edificio consistorial y a recordarnos que el verdadero sentido de esta fiesta se encuentra en esa representación de un Jesús, desnudo e indefenso, recostado entre paja y heno, que vino a cambiar el mundo con su mensaje de paz pero de combate contra la opresión, de caridad pero de justicia social.
También debe ser que, curiosamente, una buena parte de las figuras del 'Belén del arquillo' son exactamente iguales que las que tengo yo heredadas de mi padre, que tantos años fueron expuestas al público y que volverán a ello en la Navidad de 2021 si la providencia quiere. Las mías son, obviamente, más pequeñas, pero no dejas de identificarte con ellas.
Supongo que tanta gente que admira el belén sevillano no tendrá en su casa reproducciones de estas imágenes, así que imagino que quienes aprecian esta iniciativa del Ayuntamiento de Sevilla que existe desde hace ya un buen número de años es porque les agrada de verdad, y eso constituye un atractivo más, e importante, de la Navidad hispalense.
Algunas cosas curiosas de este Belén: en 2016, la dirección de Parques y Jardines puso en marcha un taller de manualidades en torno a él, en el que los niños podían hacer sus propios nacimientos en el mismo espacio verde del monumental. Cientos de pequeños participaron de esta iniciativa municipal.
En 2017, el Ayuntamiento cometió un leve retraso en el montaje del 'Belén del arquillo' que puso en alerta a los sevillanos. ABC lo recogía así:
Este año no podre(mos) ir a Sevilla, me da la a mí la espina. Si es para contribuir a para este virus, que así sea. Me quedaré en San Fernando, que tiene un Ayuntamiento maravilloso, recién restaurando y aun sin volver a abrir sus puertas, que para estas fiestas presenta unos muñecos preciosos en su fachada y un Papá Noel visitable en su interior.
Me acordaré con nostalgia de Sevilla. Y su 'Belén del arquillo', claro está. Solo como curiosidad final y concluyente: el alcalde de Sevilla es el socialista Juan Espadas. Este año ha colocado el Nacimiento incluso antes de la iluminación de sus alrededores. Seguro que piensa que esta representación también "dinamiza y genera empleo" en la ciudad.
En este mes de noviembre que ahora finaliza se han cumplido TRES AÑOS desde que comenzó su andadura el canal-programa #UltimoEstreno en Youtube, heredero en las redes en cierta manera de aquel inolvidable 'Último Estreno' durante casi dos décadas en la radio que marcó una época y que muchos aun recuerdan y me comentan.
Aquella cercanía, frescura del directo y maneras de hacer radio se perdieron hace mucho tiempo porque los tiempos han cambiado en la comunicación a nivel global, así que #UltimoEstreno en internet se parece poco. El contacto con los oyentes-seguidores (al menos por el momento, jeje) no existe, pero a través de las videocríticas y los videorreportajes seguimos hablando de cine, que es lo importante, y de una manera muy particular como siempre se hizo. Estoy más moderado, lo sé, me lo decís continuamente, debe ser la edad, pero cuando falta el contacto directo de la gente no es lo mismo... Todo se andará ;-)
En tres años tenéis a vuestra disposición en el canal-programa #UltimoEstreno casi doscientos vídeos de contenido muy diverso y algunos de ellos casi con 200.000 visionados. Gracias de corazón por estar ahí y, si no estáis suscritos aun, os invito a hacerlo pinchando en este enlace. Es gratis, no supone nada para vosotros, os alerta de los nuevos vídeos que se suban y ampliamos la familia de amantes del cine en #UltimoEstreno. Además, ya sabéis que también estamos en Facebook, Instagram y Tik-Tok y en mi twitter personal.
Si Harold Ramis -era uno de aquellos famosos cazafantasmas de la icónica película de Ivan Reitman, por cierto- hubiera vivido en San Fernando, se habría percatado de que se encontraba en el lugar perfecto para rodar una versión de su película 'Atrapado en el tiempo', absurdo título del original 'El día de la marmota', que es como todo el mundo conoce aquella ingeniosa película sobre el tipo que se levanta cada mañana con el mismo panorama por delante.
San Fernando es una marmota gigante que no despierta de su sueño ni tiene visos de hacerlo. Me pongo a buscar municipios con actuaciones pendientes para su desarrollo y encuentro decenas, cientos de ellos, pero la lista se me acorta cuando hablamos de generaciones de jóvenes -y no tanto- que nacieron en los años ochenta y noventa del siglo pasado y hoy les mencionas proyectos perdidos en el tiempo y te ponen la misma cara que si les hablaras de Franco. Ni lo conocieron ni les interesa. Y eso es muy triste. Y no me refiero a Franco.
Leo en Diario de Cádiz que la playa de Camposoto no se desafecta militarmente. No sé qué de una respuesta parlamentaria. Quiero decir una más de tantas, respuestas parlamentarias sobre San Fernando hay para sobrepasar 'Guerra y paz'. Otra de la playa. A estas alturas, siglo XXI, y seguimos enzarzados en líneas epistolares políticas sobre si se tiran bombas o no en Camposoto.
Mi cuñada Cristina tiene 25 años. Es decir, nació casi a la vez que se logró que Defensa de entonces claudicara para que la ciudad contara con unos metros de su (lejana y aislada) playa. Cuando ahora le cuento lo de la (otra) respuesta parlamentaria, me mira con los mismos ojos que me ponía mi gato cuando yo sobrevaloraba su entendimiento. Aquí no se trata de menospreciar a Cristina y su capacidad de discernimiento, solo es cuestión de que ella ya es una mujer, ha transcurrido toda una generación en años y la chica no alcanza a entender que en casi tres décadas se siga hablando de lo mismo que escuchó cuando comenzó a tener constancia de donde vivía. Ha mamado La Isla día tras día en su joven vida y, si no lo impide la ruina que estamos padeciendo todos en esta tierra desaprovechada, continuará viviendo aquí. Al menos creo que es su intención. Y ha leído no sé cuántas veces lo de las "respuestas parlamentarias" sobre Camposoto, de la misma manera que los reproches políticos y peleas ridículas en las que unos a otros achacan lo logrado sobre lo debido. Yo desafecté y tú no. Yo no liberé pero puse meaderos de madera para que alivien los bañistas. Tú tenías la carretera hecha un cisco, yo he hecho un par de rotondas por las que durante dos meses y medio esto es la ostia de gente entrando para darse chapuzones (ya eso del aprovechamiento económico lo dejamos para otro momento), pero durante el resto del año circulan un puñado de coches para que algunos extravagantes vengan a un cubilete de cemento desde donde se ven los chorlitejos patinegros. Y así sucesivamente.
Me refiero a que ahora Cristina lee otra "respuesta parlamentaria" sobre algo que nadie ha sido capaz de alumbrar en treinta años, que es toda una vida generacional. Y lo más probable es que mi cuñada lea en la prensa, en unos días, que alguno de estos ponen a parir a los otros porque los polvorines de Fadricas están abandonados y Punta Cantera es un erial, cuando iba a significar el desarrollo de aquellos vestigios militares, de la zona norte hasta la ahora desgraciada Casería de Ossio, en donde quieren intervenir y puede cebarse la mala suerte, esa que dice que todo está muerto porque nadie con poder se ha remangado jamás, pero lo único que está vivo ahora resulta que se lo quieren cargar.
La animosa y joven Cristina pasará a ver en prensa, días después, discusiones sobre "el aprovechamiento de la-figura-universal-del-flamenco", y volverá a salir, casi otros treinta años después, otro marmótico asunto: Camarón de La Isla. Tres décadas y otro cubilete con mercedes al exterior, como una oficina de Movisa Renault. Punto y final.
El otro día me preguntó para qué sirve eso que llaman "la mesa del Turismo", y como obviamente soy el doble de mayor que ella, me bastó recordar cuantas veces desde los años noventa del siglo pasado se ha venido hablando del turismo en San Fernando sin resultados concretos, cuántas redacté noticias al respecto en los medios en los que trabajé. Cruzo los dedos porque no paseemos un día por la calle Real, esa por donde nos prometieron hace ya una quincena de años que circularía un tranvía, y Cristina me pregunte por Casa Lazaga. Creo que en breve tocará nota de prensa de algún partido sobre ella, ya llevan varios meses sin orear el tema.
Tranquilos que no pretendo que nadie se corte las venas con tanto negativismo. Es que, simple y llanamente, mi cuñada lleva toda su vida escuchando Camposoto, Fadricas (polvorines y polígono, que esa es otra), Camarón, la Magdalena, la Marina, Tierra, (¡ay, el CEFOT!), turismo y estoy que no me llega la camisa al cuello esperando que tome una decisión: la conformista, la "resignada" tal cual los detallistas del Mercado Central dicen haber adoptado tras ¡otras cuantas décadas más! esperando el remozado de sus puestos, o buscar alguna tierra prometida donde Harold Ramis no pueda rodar la segunda parte de una tristísima película hacia ninguna parte.
La revista 'Imágenes de Actualidad' deja de publicarse. Aun quedaban, sorprendentemente, suscriptores.
Es probable que a todos nos venga a la cabeza la frase más habitual en estos tiempos: "El virus está haciendo estragos", pero en realidad lo que está provocando en muchos casos es adelantar acontecimientos.
La gente no compra revistas de cine porque todo lo que quieran saber lo buscan en internet y quienes se interesan por fuentes de mucha calidad en este país son tres gatos. Esto es así tanto para los aficionados al cine como para los que se dedican a cualquier otra cosa, y no digamos para las editoras de medios de comunicación.
Si tienes un negocio y te está arruinando, ciérralo. Si editas revistas y vendes cuatro, echa el candado por mucho que te duela. En estos tiempos tratar de salvar editoras te llevará a vender un puñado de ejemplares más, ni de lejos lo suficiente como para hacer el negocio solvente. Grandes cabezas pensantes intentaron salvar cabeceras regalando cupones de vajillas, pañuelos de serie o fichas de receta. Daba pena ver rotativos centenarios como ABC tratando de evitar desaparecer ofreciendo muñequitos de porcelana o regalándose, el colmo de la autofalta de respeto hacia una marca.
Claro que hay editoras que se han dedicado a vivir de la publicidad y no de las ventas, de hecho son 'los anuncios' los que mantienen a los medios. Cuando el chollo de la publicidad institucional que los políticos han venido inyectando a base de millones de euros se ha acabado, ha comenzado el calvario de los medios. Es cuando empezaron a cerrar de dos en dos hace algunos años. Porque si Imágenes no vende, quien crea que 'El País' vende es un ingenuo. Pero unas cuantas páginas enteras en impar y un par de módulos en portada, que cuestan una pasta -cada vez menos para poder venderlos- dan lo suficiente para mermar redacciones pero seguir huyendo hacia adelante.
Es lo que hay. Y dentro de cinco, diez años, me recordáis este texto, que vamos a pasar un buen ratito recordándolo.
El Festival de Cine Fantástico de la Universidad de Málaga, Fancine, ha sorprendido a todos cuando este viernes 13 de noviembre ofreció en
su canal de Youtube y con acceso libre el anunciado concierto de bandas sonoras
incluido en la programación de esta edición con la Orquesta Sinfónica de Málaga
como intérprete y bajo la batuta de Arturo Díez Boscovich.
Una hora y unos minutos más duró el evento. Cuando éste finalizó,
eran más de seiscientas personas las que habían disfrutado del visionado de un
concierto con composiciones como ‘Parque Jurásico’, ‘Desafío total’, ‘ET’,
Cinema Paradiso’ e incluso ‘Urubú’, compuesta por el propio maestro Díez
Boscovich.
Contabilizar más de medio millar de personas un viernes
laborable a una hora inusual es todo un logro para Fancine y para los amantes
de la música de cine que pudimos presenciarlo en directo. En el canal de
Youtube de los organizadores se puede visionar. Es lo bueno además, que su
emisión a través de la tecnología que desde hace tiempo está a nuestra
disposición nos permite disfrutar de cualquier acto cuando tengamos ocasión de
hacerlo o simplemente cuantas veces nos venga en gana, quedando inmortalizado
sin fecha de caducidad.
Durante estos difíciles meses mediatizados por el
Coronavirus, la inventiva humana se ha agudizado con el objetivo de que
nuestras vidas se normalicen todo lo posible en una situación anormal. Desde
las salas de cine a los festivales de mayor o menor impacto en la industria
cinematográfica, todos se han resistido a enterrar la cabeza bajo tierra y han
logrado adaptarse a la situación hasta conseguir que el sector cultural sea el
que menos haya tenido que ver en este repunte de la enfermedad provocado por
otras actitudes que no han sido precisamente la de ir a un cine o a un
concierto de bandas sonoras. Ya sabemos que se nos ha coartado la libertad de
movimientos en aras de una recuperación global que todos deseamos, como también
tenemos conocimiento de que los políticos y generadores de intereses de otra
índole sí andan a sus anchas por toda Andalucía –por todo el país- como
vacunados prematuramente por Dios o, paradójicamente, confesos negacionistas.
Esta misma mañana me he cruzado en mi ciudad con Juan Marín, vicepresidente de
la Junta de Andalucía, acompañado de todo un séquito, cuando este señor reside
a casi doscientos kilómetros del municipio desde donde escribo. Pero son los
cines los que contagian, ya se sabe.
Hablaba de la inventiva humana positiva, no de hipocresía.
Durante estos meses hemos visto programaciones de festivales cinematográficos
organizadas presencial o virtualmente, en una fórmula mixta que funciona. O no,
porque si el Festival de Cine de Sevilla proyecta en estos días películas de
interés como el documental biográfico dedicado a contar la vida de la escoria
humana que fue Antonio González Pacheco ‘Billy el Niño’ por citar un ejemplo,
el festival no te da opción a verla como otras tantas a competición, imagino que
a la espera de una futura distribución comercial.
¿A qué largo fiais? ¿A semanas, meses, años de una película guardada
en un cajón confiando en que la pandemia toque fondo? ¿No hemos tenido ya meses
para coordinar acciones en los festivales que permitan cambiar los clichés de
la distribución? Si me hacen pagar una entradavirtual de una película de primera fila en un festival y con ello tener
la opción de visionarla, ¿no tenemos aun estructurados los cauces para la
distribución de mis euros entre los participantes de la producción y
distribución cinematográfica y convertir mi compra en una entrada de facto?
Quien me conoce sabe que soy un defensor a ultranza de las
salas de cine, pero la realidad actual es tozuda. Mientras las pantallas crían
telarañas estas semanas por los imperativos de cierre y ya desde antes había
polvo por las esquinas de las Kauber de tela blanca porque las salas están
vacías debido a más causas para analizar en otro momento, ¿no es posible ‘mover
el negocio’ con las plataformas de festivales? La complejidad en ello, si es
que la hay, no es excusa. Lo fácil lo hace el tonto del pueblo, que en este
caso es cerrar cines y lamentarse o, centrándonos en el asunto del inicio, no
contemplar iniciativas de acercamiento a millones de potenciales espectadores
sentados en los sofás de sus casas, dispuestos a ver películas. Y a escuchar
conciertos.
Más de seiscientos amantes de la música de cine se han
sentado hoy a ver un maravilloso espectáculo. Seguro estoy que los músicos de
la Sinfónica de Málaga han sentido la gelidez de la ausencia de público, algo
que también es casi incompatible con la pasión que el amigo Arturo Díez
Boscovich descarga con su batuta. Pero peor hubiera sido el silencio de los
instrumentos, los arcos de los violines guardados en sus estuches, las
partituras muriendo en las carpetas.
Fancine ha tenido una estupenda idea que algún festival de
música de cine también ha probado a poner parcialmente en marcha en este
tiempo, caso de Fimucité en Tenerife, y con ello abre la puerta a que se sigan
celebrando conciertos organizados por cuantas instituciones o entidades
permanezcan en el empeño de salvar la cultura –la cinematográfica en el ámbito
que tratamos- y multipliquen esos seiscientos espectadores gracias a su mayor
poder mediático y a la necesidad de adaptarse a los nuevos tiempos. Jamás será
lo mismo escuchar a John Williams o a Jerry Goldsmith en streaming que en
directo, pero los millones de seguidores de la música de cine tampoco es que
estemos acostumbrados a los conciertos presenciales porque sencillamente no
proliferan en las programaciones de las orquestas y continuamos siendo seres de
otra galaxia, a pesar de que todos los que no miran haciendo muecas extrañas
con la cara silban constantemente ‘Cinema Paradiso’ afeitándose o se entusiasman
con la música de anuncios que utilizan bandas sonoras sin saber que lo son.
Espectáculos de esta envergadura deben contar con un
presupuesto que haga viable su celebración, no se me ha escapado esa
insoslayable circunstancia. Pónganse pues a buscar recursos, incluso a
patrocinar las emisiones, a inventar como obligan los tiempos, porque si nos
sentamos a esperar aquella normalidad que conocimos, cuando regrese tendremos
una victoria tan pírrica que habrán desaparecido las orquestas, las películas y
se nos habrán olvidado los compases que crearon Steiner, Herrmann o Williams.
Me llega a través de Diario de Cádiz (la foto es de este rotativo) la noticia de la muerte del profesor Juan López.
Un hombre brillante en su profesión, tímido y afable, del que guardo una anécdota imborrable en los años en los que fui alumno suyo en la Facultad de Filosofía y Letras en Cádiz.
Tras uno de los exámenes que hice, a los pocos días me mandó llamar a su despacho. Francamente, no tenía ni idea de lo que me iba a decir. Ya por entonces, principios de los noventa, compatibilizaba mis estudios con mi trabajo como periodista, pero no creí que aquello tuviera relación alguna porque de hecho él no sabía esta circunstancia. Me rogó que me sentara, sacó mi examen y me dijo: "Tengo un problema contigo. No tengo más remedio que suspenderte, porque es que no me contestas nada de lo que he preguntado. Pero me cuesta mucho trabajo hacerlo, porque da gusto leer una redacción así. Me intentas 'dar coba' con el examen porque no hay ni una palabra con la que contestes nada, pero te has hartado de escribir y cuando he terminado de leerte no he sabido qué hacer contigo. Deberías dedicarte a redactar, a algo que tenga relación con escribir...".
Salí de su despacho y comprobé posteriormente que me había suspendido, como es lógico. Pero nunca le dije a qué había decidido ya dedicarme.
Ha muerto casi treinta años después de aquello y no volví a coincidir con él. Me hubiera gustado decirle que sus palabras sirvieron para afianzarme en mi empeño en dedicarme a contar cosas por escrito.
Si los salones recreativos nos parece algo ya anacrónico, en Japón han seguido vigentes como grandes centros de ocio al menos hasta el momento, porque Sega se desmarca ante las pérdidas económicas que está sufriendo y los estragos del Coronavirus en el país nipón.
Con el tiempo, y más pronto que tarde, Japón dejará de ser el último bastión de estas grandes salas para matar marcianos entre otras habilidades.
¿Habéis visto la serie documental 'High Score' en Netflix? Con sus aciertos y más que errores, omisiones, es muy interesante para quienes las recreativas han formado parte de nuestra vida.
Cuando se estrenó hace algunos meses dediqué un videorreportaje en mi canal #UltimoEstreno en Youtube, os dejo el enlace por si queréis verlo y sumergiros en la historia de los videojuegos.
A mí el debate sobre si James Bond/007 va a ser hombre, mujer, negro/a o albino/a me importa un rábano con bicho dentro. Ya puedes poner a un xenomorfo con pajarita que me da exactamente igual, porque el personaje me parece uno de los más trasnochados e idiotas de cuantos he visto en el cine.
Ni el halo de Connery ni los otros me ha ocultado desde siempre las características del papel: un tipo hierático, que chasquea los dedos y en la siguiente escena aparece metido en la cama en un mundo en el que las mujeres son objetos; malvados que se quedaron anticuados hace ya décadas, bien locos grotescos o regímenes políticos fáciles de atacar u obsoletos; inventos ya vistos en muchas películas y ya ni siquiera interés en sus bandas sonoras, cayendo la última en manos de Hans Zimmer.
Si Bond fue algo "para divertirse un rato" prefiero 'Top Secret' y Hillary Flammond midiéndole el nardo a 'La antorcha' en una escena cojonudamente zafia que ver a un tipo al que le colocan gente descerebrada a su alrededor para lucimiento de un personaje misógino y pobre en guiones a más no poder.
Y que conste que no soy defensor del ultracorrectismo político que actualmente impera, es decir, no rechazo al invento de Bond porque lo considere exclusivamente machista sin mirar otras hipotéticas excelencias. Es que, francamente, no se las encuentro. El propio Daniel Craig tampoco, a tenor de algunas de sus declaraciones en estos últimos años, aunque comer haya que comer.
Surge en Netflix una película que ha llamado la atención de los amantes del cine de terror: 'Casa ajena', traducida como les da a entender a los señores responsables de titular las cintas, que se creen más listos que sus propios realizadores.
No os creáis que estamos ante la típica película de temática manida sobre casas encantadas. El director y guionista Remi Weekes, que se estrena en estas tareas, ha metido en una coctelera fenómenos extraños caseros con condicionantes sociales, los problemas de integración raciales, la cruenta guerra en Sudán y la magia negra ancestral africana. Un producto que funciona, especialmente desde el punto de vista guionístico, con música del español Roque Baños y que, si olvidamos los penosos efectos especiales de feria respecto a los fantasmones que aparecen, el resto resulta más que solvente.
Os dejo mi videocrítica en el canal #UltimoEstreno de Youtube para que la disfrutéis y os suscribáis al canal si aun no lo habéis hecho
Cuando, en 2017, Israel Gómez se ponía a las órdenes del director Isaki Lacuesta para rodar la película ‘Entre dos aguas’ en la playa de la Casería de Ossio, el joven isleño jamás pudo imaginar que pocos meses después estaría en el Festival de San Sebastián, en la ceremonia de los Goya y en cuantos eventos cinematográficos le reclamaran gracias al éxito de la película del cineasta catalán. Es probable que la mente de Lacuesta fuera más ambiciosa y visionaria que la de su actor, de hecho ya había gozado del éxito de los premios en el cine en años anteriores.
Quienes no deberían haberse sorprendido del asombro que causó ‘Entre dos aguas’ incluyendo las localizaciones de rodaje mostradas en el filme eran los responsables políticos que corrieron a sacar pecho –como siempre- ante las condiciones paisajísticas “y las que hagan falta poner en marcha” para convertir la Bahía de Cádiz en un centro neurálgico del rodaje de películas, aprovechar concretamente el litoral isleño, la maravilla del entorno que rodea a la famosa cantina de Bartolo, a La Corchuela, que leo hoy en Diario de Cádiz que mantienen medio centenar de puestos de trabajo, amén de la docena de pescadores que faenan en ese peculiar fondo de saco de la bahía gaditana.
Digo que no había lugar para extrañarse porque quienes tienen la responsabilidad administrativa de preservar y aprovechar los recursos –naturales o no- de sus municipios, de sus perfiles como el de La Isla, hace ya mucho tiempo que deberían haber tenido conciencia de las especiales características que posee la playa de la Casería de Ossio de San Fernando, su peculiar fisonomía y cuantas instalaciones permanecen en la zona desde hace ya casi un siglo. Esa necesidad de prestar atención a uno de los enclaves más peculiares del litoral gaditano debería haber nacido de la capacidad de la administración para generar respuestas provechosas a lo que sabemos –nadie lo duda- que se trata de un conjunto fuera del ordenamiento legal. Como si eso hubiera sido obstáculo en muchos lugares en los que se ha luchado por conservar el entorno en procesos de regularización. A todos se nos vienen ejemplos a la cabeza.
Para que las casetas de la playa de la Casería isleña y sus característicos locales de restauración, a donde acuden miles de personas al año, muchas de ellas más conocidas de lo que podamos imaginar, se pudieran mantener en el trazado perimetral donde se encuentran, hace tiempo –insisto, mucho tiempo- que el Ayuntamiento de la ciudad debería haber apostado por una regularización demostrando la capacidad de diálogo y gestión con otras administraciones competentes que se le supone poseen los representantes de la ciudadanía. Pero no solo no ha sido así, sino que corroborando esa falta de visión, vienen sacando pecho con la puesta en marcha de un proyecto de “recuperación” de la zona. Es decir, la intervención de manual en cualquier lugar donde pongan su ojo: un paseo, unas farolas, unos bancos, algunos árboles de media planta y una moderna balaustrada para contemplar el interior de la Bahía de Cádiz. Todo ello digamos que con una intención voluntarista pero carente de la más mínima sensibilidad hacia un lugar que se ha venido haciendo a sí mismo con unas peculiaridades distintas a tantos emplazamientos del litoral que necesitan un impersonal proyecto de “urbanización”.
En agosto de 2015, el presidente de Spain Film Commission, Carlos Rosado, realizó una visita a San Fernando para comenzar las gestiones que desembocaran en la inclusión de la ciudad en la llamada Red de Ciudades de Cine (https://www.diariodecadiz.es/sanfernando/Isla-quiere-convertirse-plato-cine_0_942506296.html). Impresionado por las diversas localizaciones de las que disfrutaba La Isla, entre ellas la Casería ‘actual’, alentó al Ayuntamiento a agilizar el proceso que permitiría a la ciudad subirse formalmente y de manera estructurada al tren de los beneficios que genera acoger rodajes de películas, series de televisión y documentales. Pocos meses después, Rosado regresó a San Fernando acompañado por Pedro Barbadillo, presidente de Mallorca Film Commission y prestigioso productor cinematográfico. Volvieron a la Casería, a Camposoto, a diversos enclaves susceptibles de ofrecer a los jefes de localizaciones de importantes producciones cinematográficas. También visitaron el edificio del malogrado Parque de la Historia y del Mar, ahora entregado a Navantia, ante la posibilidad de construir un plató acuático, iniciativa de lo que se lleva hablando décadas por parte de distintos dirigentes políticos de los municipios de la bahía gaditana. Yo estaba en ambas visitas y en la primera me encargué de trazarle el itinerario a Carlos Rosado.
Carlos Rosado y Pedro Barbadillo en 'El Bartolo'.
Los protagonistas de 'Camarón', la película de Chávarri, en la Casería en julio de 2017.
Desde entonces, hace ya seis años, nada se sabe de las intenciones de convertir a San Fernando en un lugar de atracción cinematográfica. Ni antes, cuando ya numerosos productores habían venido elogiando las particulares características de esta zona para poder rodar y de hecho se han llevado a cabo rodajes, ni ahora, cuando quieren convertir un espacio único en un paseo marítimo más de tantos en el mundo. ¿Quién va a venir a rodar una calle con bancos y papeleras que mira al mar como tantos otros? ¿Alguien conoce un espacio donde encontrar el perfil, anárquico, teóricamente paupérrimo pero absolutamente pintoresco y aprovechable que posee la Casería actual?
Pues eso es lo que quieren cargarse. Pero quienes auspician estas actuaciones en aras de una modernidad mal entendida o no han movido un dedo para proteger este paisaje con fórmulas recalificatorias, con declaraciones proteccionistas en torno a paisajes de interés turístico, económico o pintoresco que contempla la ley, se han venido pavoneando en estrenos de películas rodadas estos años en ese lugar que ahora quieren transformar en uno de tantos, luciendo palmito en el nombre de Camarón o en los Goya. Y así, La Isla, sigue perdiendo sus oportunidades. Qué mala suerte tenemos.
Actualización (6 de noviembre de 2020)
Salvo la excepción que pueda suponer extraer unos instantes de unas declaraciones que puedan estar sacadas de un contexto con más reflexiones, las palabras del representante de Costas en la pieza emitida por Canal Sur demuestran hasta donde llega la falta de sensibilidad de este individuo y su administración y el desconocimiento absoluto del lugar del que habla, sus características y lo que supone para el entorno y para una ciudad.
La mascarilla con el escudo de España le queda muy bien, es justo lo que hace medio siglo también se hubieran colocado aquellos prebostes que gobernaban en el ordeno y mando de una dictadura si hubiera habido una pandemia:
Curioso caso, el de Sean Connery. La calidad de sus películas en los últimos treinta y tantos años es inversamente proporcional a sus virtudes interpretativas. Creo que desde 1986 estuvo divirtiéndose sin más, tras su culmen en 'El nombre de la rosa', preludiado por sus maravillosos papeles entre 1975 y 1976.
Resulta casi innecesario recordar la prestancia, la elegancia de Connery en cada uno de sus movimientos dentro y fuera de la pantalla. El cine está a falta de señores con el marchamo de aquellos Gary Cooper, Cary Grant y la sublime versatilidad en ejercicios actorales inalcanzables esgrimidos por Paul Newman o Marlon Brando. Por eso, cuando se nos marchan estrellas como Connery, no solo se nos va el actor en sí, sino también el halo de la celebridad intocable ganada a pulso. Eso también provoca una sobrevaloración de sus obras en algunos casos, y uno de los más llamativos es el de Connery. El personaje supera a su obra, y es justo hacer un ejercicio de contención para proporcionar en su medida los halagos al protagonista en cuestión.
No obstante, hay que admitir que Connery no necesitó títulos a decenas para corroborar su eficiencia ante la cámara y su magnetismo en pantalla. Pero no deja de provocar desasosiego que en estas últimas horas tras su óbito, la vista se quede corta en el tiempo, exactamente en todos esos años en los que, como dije al inicio, pienso que el actor se dedicó a mirar desde arriba el cine que venía. Incluso el Oscar le vino por una película coral en la que solamente resultaba imprescindible la dirección de De Palma. Otorgarle la estatuilla por su papel en 'Los intocables' es ese ejercicio de humillación cometido con grandes como Paul Newman, al que le concedieron el premio viniendo ya de vuelta y cuando 25 años antes ya había sido un sublime Eddie Felson.
Y es que, ¿qué más da participar en cosas infumables como 'La roca', 'La casa rusia', 'El primer caballero', 'Los vengadores' y todo un lote de títulos de vergüenza ajena si ya has sido el mejor Bond de la historia, el Robin Hood más entrañablemente crepuscular o el aventurero Daniel Dravot?
Intrada acaba de publicar una ampliación de una banda sonora que es una obra maestra cinematográfica.
En 1988, y bajo los auspicios de Steven Spielberg, el director Don Bluth presentaba 'En busca del valle encantado'. Las aventuras de 'Piecito' en este filme y en sus secuelas se convirtieron en alternativas a la Disney -de donde procedía Bluth- dentro del cine de animación comercial. Demasiado similares, aunque la ñoñería proliferaba más en las producciones de la Amblin que en las de Disney, que por aquellos años trataba de aclarar su incierto futuro ante las últimas debacles en sus estrenos. Tan solo tuvieron que pasar unos meses para que 'La sirenita' abriera una nueva etapa. El resto, desde entonces, ya lo conocemos.
Decía que 'En busca del valle encantado' es una obra maestra porque el compositor James Horner ya había iniciado una carrera basada en su marcado estilo sinfónico, su característico uso de los coros y una excelsa música admirablemente capaz de describir las imágenes y acentuar las emociones que veíamos en pantalla en películas como 'Krull', 'El nombre de la rosa', 'Alien' o 'Willow'. Horner sale airoso con suficiencia en sus partituras para animación. Es complicado elegir entre 'En busca del valle encantado' o las andanzas del ratoncito Fievel, entre Diana Ross cantando 'If We Hold On Together' o Linda Ronstadt con 'Dreams to Dream' en Fievel va al oeste'. Sea como fuere, el nombre de Horner está especialmente unido a aquellos años entorno a la creación de 'En busca del valle encantado', en los que el maestro fue capaz de crear grandes obras como 'Tiempos de gloria', 'Buscando a Bobby Fisher', 'El hombre sin rostro' o 'The Rocketeer'.
A los amantes de la música de Horner no puedo invitarles a descubrir 'En busca del valle encantado' porque con seguridad la conocerán sobradamente y su CD lo tendrán entre las estanterías de bandas sonoras, pero a pesar de ello creo que esta versión extendida merecerá la pena por lo que he indagado. A quienes aun no la conocen... ya estáis tardando en disfrutar de esta joya.
¡Cómo se echan de menos aquellos tiempos en la música de cine!
(En la web de Intrada podéis adquirir el CD, aquí os dejo la carátula y una foto mía de no se cuántos años hace ya con Don Bluth).
'Por ti Antonio...Veinte años después' es un videorreportaje documental dedicado al actor Antonio Ferrandis al cumplirse, en este mes de octubre, dos décadas de su fallecimiento. Intervienen personas que conocieron muy de cerca al intérprete, principalmente su asesor personal, Juan Valverde, quien es protagonista de una extensa entrevista y nos hará recorrer los lugares más relacionados con Ferrandis, además de nombres como Miguel Ángel Valero, el famoso 'Piraña' de la serie Verano Azul. Realizamos, en una primera parte del videorreportaje, un repaso a la trayectoria artística de Ferrandis.
Pedro Almodóvar vuelve por los fueros de la narrativa interior atormentada como lo hizo en ‘Dolor y Gloria’, personajes defenestrados por los fracasos del pasado, por la pugna que aun mantienen con esas situaciones que los han llevado al límite.
En este caso, con el papel encarnado por una impoluta Tilda Swinton en plenitud interpretativa formando la dupla que mantiene en la cima este bellísimo ejercicio de Almodóvar: porque a Swinton se suma Alberto Iglesias, el compositor, capaz de condensar en los apenas 30 minutos de la película toda su capacidad para entender el universo de Almodóvar desde que musicaliza sus obras y en este caso no abandonar a la protagonista al silencio, sino conducirnos no solo a las situaciones sino también a los estados de ánimo de una mujer que espera la llegada de su pareja a recoger las maletas para marcharse para siempre entre amargos pero bellísimos temas musicales o indispensables para los momentos más angustiosos de la protagonista.
Tilda Swinton es físicamente esa versión femenina de David Bowie que llena de blancura la pantalla, contrastada por los tonos enormemente vivos que siempre gusta utilizar a Pedro Almodóvar y tratados por el estupendo director de fotografía que es José Luis Alcaine. Con la excepción de algunas apariciones fugaces de Agustín Almodóvar y otros familiares del cineasta manchego, la película es de Tilda que sostiene una historia que Jean Cocteau escribió en 1930 y después sería llevada a la ópera en los años cincuenta y en 2013 al cine con un cortometraje con Sophia Loren de protagonista. Ya Anna Magnani ('Roma cita aperta') había hecho lo mismo a las órdenes nuevamente de Rossellini y también Ingrid Bergman (Casablanca) bajo la curiosa dirección de Ted Kotcheff, solvente realizador que años después rodaría 'Acorralado' con Stallone.
Un único pero a tanta belleza de planos picados, de estética que nos recordará a Von Trier y su 'Dogville', del fuego apresurado calcinando el pasado tortuoso de la protagonista: que el corto se hace corto.
En el enfrentamiento que mantiene el obispo de Cádiz con el sacerdote y amigo Rafael Vez Palomino -situación bastante triste además de sonrojante para la Iglesia, por cierto- me llama poderosamente la atención que por vez primera el Obispado utilice como argumento de tanto peso en defensa de Zornoza las declaraciones y opiniones expresadas por el presbítero en medios de difusión digitales y en redes sociales.
Lo que los miembros de la iglesia, y especialmente los cofrades, han venido leyendo desde hace ya nada menos que casi dos décadas en diferentes plataformas de internet dejando al descubierto las situaciones que padecen numerosas hermandades de toda Andalucía; los insultos antes y después de los cabildos de elecciones; las calumnias con cobardes seudónimos; gente con responsabilidades en juntas de gobierno escribiendo barbaridades y, en definitiva, alimentando la basura, jamás fueron tenidas en cuenta para velar por el cumplimiento de la Ley de Dios en organizaciones eclesiales cuyos componentes deberían dar ejemplo fraternal y solucionar sus problemas con diálogo y acercamiento siempre en el ámbito de lo privado.
Se han presentado documentos de escandaloso contenido difamatorio a este obispo en momentos muy graves que, desgraciadamente, sufren numerosas cofradías, y han sido tirados a la basura, a veces desde el mismo despacho de los directores espirituales, otras en el Secretariado Diocesano y, en definitiva, se ha mirado para otro lado como si la reiteración de muestras de odio públicas fuera "cosas de chiquillos" en la Iglesia, algo que quizá pudiera ser así si estuviéramos hablando de quinceañeros en proceso de maduración. Pero no ha sido el caso y lo sabemos.
Ahora, cuando las supuestas difamaciones en redes afectan al propio Zornoza, se utilizan para tratar de despojar a un sacerdote de su oficio, que no -por imposible- de su vocación. Largos años mirando hacia otro lado cuando se alertó del daño que causaban tantas repugnancias escritas y quienes lo permitían y alentaban, que en ocasiones han sido hasta premiados con diferentes privilegios no solo dándole pregoncitos y palabrería barata en atriles, sino también en el ámbito de lo laboral, y ahora el obispo viene a censurarlo y utilizarlo como argumentario porque él mismo lo sufre en sus carnes... Tan sorprendente como triste para quien aun conserve la ingenuidad en todo lo que rodea a estos asuntos 'religiosos' que contemplo desde la grada hace ya bastante tiempo.
"Duelen los cuernos cuando crecen", que le decían a Imanol Arias en 'Tiempo de silencio'. O cuando te interesa.