Antonio Banderas cumple hoy 60 años.
Hay que felicitarlo por muchas cosas. Jamás se me ocurriría hacerlo por haber sido un buen actor. Nunca me interesó Banderas como intérprete desde aquellas primeras apariciones en las que el encorsetamiento que mostraba dio paso durante años a un histrionismo con el que trataba de disimular sus limitadas dotes para el oficio. Gesticulaba, modulaba la voz como un locutor de radiofórmula y no sabía qué hacer con las manos, con el cuerpo.
A pesar del titánico esfuerzo que suponía, siempre traté de discernir entre el actor y el papel que encarnaba en sus películas. Cuando lo lograba conseguía disfrutar de ellas, porque el personaje siempre era mucho más interesante que quien lo hacía realidad.
Pero Banderas se fue convirtiendo en un admirable -e inteligente- hombre del renacimiento del cine. Se pulió como intérprete hasta llegar al sublime papel de 'Dolor y gloria' y durante estas pasadas décadas ha tenido culo inquieto y ojo con buena vista. Se lo ha currado, que conste. Acertó en el complicado mundo de la producción acercándose a quienes debía y eligiendo bien dónde poner el dinero. En 1999 su productora me invitó a la presentación de 'Locos en Alabama', su primera película como director. Por entonces Melanie Griffith era su mujer y las horas posteriores al pase de prensa matutino de la película -brillante debut tras las cámaras, por cierto- me dio la oportunidad de charlar con él y conocerlo mejor, gracias a aquella invitación que nos hizo a quienes nos quedamos allí de su círculo y varios de prensa a unas fresas bañadas en chocolate en forma de bombones con champán. Melanie estuvo encantadora, por cierto.
Hollywood le ha dado fama, prestigio y trabajo. Pero lo maravillosamente curioso de todo esto es que su talento interpretativo, por el que todo el mundo habla de él, se abre y se cierra en España, su país, y en torno a un nombre: Pedro Almodóvar. Él fue quien le dio la oportunidad y el hilo conductor de su afinación interpretativa hasta culminar con ese magistral ejercicio final en el que Banderas le ha devuelto al cineasta manchego todo lo que éste ha hecho por él. Una relación más allá de lo artístico, románticamente humana, un rabioso ejercicio de gratitud, que a mí me emociona y me hace llorar. Y eso es lo que hay.
Luego está el Banderas afable, el tío andaluz, que no es impostado, que le sale así porque es fiel a sus orígenes, a él mismo. Y gente así en el cine hay que quererla. El humanista que pone proyectos en marcha en su tierra, que hace suyo el Soho con el mismo entusiasmo que si, en lugar de cumplir sesenta tacos, llevara la mitad vividos. El Banderas que coincides con él después de las fresas y el champán y te reconoce charlando como tu vecino. Pero no, no es el que pone la radio a horas puteantes que vive al lado tuya. Es Antonio Banderas, joder. El icono andaluz, español, del triunfo en un mundo de lobbys y de mafias que él se ha puesto por...bandera. Y sin saber mover las manos.
Felicidades, Antonio Banderas. Hay que quererte y mucho. Nos vemos por Málaga.
ATENCIÓN: Antonio Banderas ha comunicado, en la mañana de este 10 de agosto, que padece coronavirus. Ha explicado en las redes sociales que aprovecha su cumpleaños para informar de esta circunstancia. Este es textualmente su mensaje:
"Un saludo a todos.
Quiero hacer público que hoy, 10 de Agosto, me veo obligado a celebrar mi 60 cumpleaños siguiendo cuarentena al haber dado positivo de la enfermedad COVID-19, causada por el coronavirus.
Me gustaría añadir que me encuentro relativamente bien, solo un poco más cansado de lo habitual y confiado en recuperarme lo antes posible siguiendo las indicaciones médicas que espero me permitan superar el proceso infeccioso que sufro y que a tantas personas está afectando alrededor del planeta.
Aprovecharé este aislamiento para leer, escribir, descansar y seguir haciendo planes para comenzar a darle significado a mis recién estrenados 60 años a los cuales llego cargado de ganas y de ilusión.
Un fuerte abrazo a todos.
Antonio Banderas"