jueves, 20 de febrero de 2020

La banda sonora para despedir el día...'Los Aristogatos' y 'Cats' en el Día Internacional del Gato


La conmemoración del Día Internacional del Gato el 20 de febrero nos ofrece la posibilidad de tratar de recordar en cuántas películas hemos visto a un felino doméstico –que son innumerables- o han sido protagonistas absolutos de ellas. 
Se me vienen dos a la mente de la manera más inmediata: ‘Los Aristogatos’ y las distintas versiones de Cats, aun siendo una obra teatral y no una película, pero el tema tiene miga y os contaré el motivo.
‘Los Aristogatos’ se estrenó en 1970. Fue el primer largometraje en el que Disney ya no estuvo presente, puesto que falleció en 1967, y de hecho al propietario del imperio de animación más importante en la historia del cine le sobrevino la muerte cuando supervisaba ‘El libro de la selva’, el filme justamente anterior a ‘Los Aristogatos’. 
Aunque hay quien dice que desde 1970 Disney comenzó a arrastrar problemas en la calidad de sus producciones y en sus cuentas que desembocaron en una crisis de la que se salvó décadas después gracias a ‘La sirenita’ (1989), nada más lejos de la realidad, al menos en el plano económico. ‘Los Aristogatos’ costó cuatro millones de euros y solo en los cines recaudó 60 millones. ‘Robin Hood’ (1973) sextuplicó en taquilla su presupuesto y ‘Los rescatadores’ (1977) consiguió sólo en USA 48 millones de euros cuando la película costo apenas algo más de un millón. Solo ‘Taron y el caldero mágico’ (1975) supuso un fuerte varapalo, cuando el presupuesto se disparó hasta los 44 millones y ni siquiera logró recaudar la mitad. Posteriormente volverían los números positivos y ya, lo sucedido en 1989 con ‘La sirenita’, todos lo sabemos. 
A lo que iba. ‘Los Aristogatos’ era una deliciosa película para la que Disney, en el aspecto musical, quiso repetir la exitosa fórmula de su predecesora en el tiempo, ‘El libro de la selva’. Contó con el mismo director y compositor, George Bruns, y un puñado de canciones entre las que llamaban la atención las compuestas por los hermanos Richard y Robert Sherman, especialistas en hacer letras para cine animado y familiar. Bruns ya demostró su buen hacer en ‘La bella durmiente’, adaptando y enriqueciendo la música original del ruso Tchaikovski, y si vais a Eurodisney, a la atracción ‘Piratas del Caribe’, la música que escucharéis incluida las canciones son de este compositor. 
En el vídeo que os ofrezco os muestro unas pinceladas de ‘Los Aristogatos’ y de las canciones de los Sherman -de un marcado estilo parisino por la localización de los historia- que dieron en la diana en su carrera como compositores cuando escribieron la música de ‘Mary Poppins’, por la que se llevaron el Oscar en 1964. Y como joya, en el vídeo, los propios hermanos Sherman al piano interpretando la canción de los créditos iniciales.
Lo de ‘Cats’ es más peculiar. La obra teatral original es de Andrew Lloyd Webber. Su nombre está en el olimpo de la composición teatral, con títulos como ‘Evita’, ‘El fantasma de la Ópera’, ‘Jesucristo Superstar’...y ‘Cats’. Esta última, la historia de los gatos callejeros, ha sido llevada a la pantalla en dos ocasiones. Aunque muchos piensen que solo ha existido la desastrosa versión de 2019, ya antes, en 1998, el propio Webber produjo un telefilme directamente vendible en vídeo que nos convertía en espectadores de butaca ante la propia obra teatral.
Os ofrezco en el vídeo la interpretación de la canción ‘Memory’, una de las más bellas, cantada por Elaine Paige, que había encarnado este mismo papel durante las representaciones de la obra en Londres. Posteriormente, os muestro un fragmento de la vapuleada ‘Cats’ dirigida por Tom Hopper en 2019.
En realidad, y sin que sirva de excusa para defenderla, lo cierto es que es la obra de Webber menos adaptable al cine y más estrafalaria estéticamente. ¿Acaso un montón de gente disfrazada de gato puede quedar bien en una pantalla de cine?

Día Internacional del Gato


Llegó a casa en una caja de cartón atada en mi antigua Yamaha para que, desde Cádiz y por la autovía, pudiera mantenerse sobre el tanque delantero de gasolina. 
Esa misma tarde, lo encontró el personal de mantenimiento del Estadio Carranza junto con otros cuatro hermanos suyos y su madre, en un cuarto donde solo había trastos, en la ya desaparecida antigua tribuna. Al entrar, la camada salió despavorida. Tenían pinta de haber sido paridos recientemente, a lo sumo un par de semanas antes. Dos eran grises, uno de ellos estaba arrinconado y en la recepción de las oficinas del estadio hablaban de ello en esos momentos, como una mera anécdota, como una curiosidad. 
Me acerqué al cuarto al enterarme y lo salvé de terminar en la calle, supongo que de una muerte segura. Fue el primer impulso, sin que tuviera intención alguna de quedarme con él. ¿Cómo iba a cuidar yo de un animal trabajando trece o catorce horas diarias, ya fuera en un periódico antes o en un club de fútbol en aquellos años? Pero no lo pensé, lo metí en la caja y lo subí en mi moto al rato, cuando ya era de noche, al final de la jornada laboral. Era mediados de octubre de 2006.
Se pasó dos días escondido tras un mueble de la cocina apareciendo solo para pillar algo de comida y bebida que le puse al lado, pero enseguida que escuchaba un leve ruido, volvía a refugiarse, atemorizado. Era además una mierdecilla de gato y como acercaras los dedos te bufaba, y eso que te sobraba una mano para cogerlo de lo pequeño que resultaba.
Varios días después, escuché maullidos -tan enanos como él, claro- y bajé desde el despacho de mi casa a la planta baja. El nuevo 'inquilino' protestaba porque había sido valiente, pero se topó con una empinada escalera que aun no podía saltar para subir hasta donde yo me encontraba. Se dejó coger, lo llevé arriba y se echó en mi mesa, al lado, quieto, aun sin fiarse mucho, observándolo todo con los ojos abiertos como platos, con orejas superlativas y apenas sin poder mantenerse. Se sentó en mi teclado y desde ese instante, diariamente, lo subía y bajaba de la habitación, en la palma de mi mano, cada vez que en mis horarios nocturnos me situaba frente al ordenador. Si no lo hacía, emitía un lastimero maullido de advertencia. Entonces comprendí que aquel animal había llegado a su hogar para siempre... 
Hoy, este 'personaje' pasa la mayor parte del día en su cesta, sobre su manta, en un pequeño patio interior donde disfruta del sol, viene cada vez que él quiere -como buen gato- a hacerte unos cuantos cariños y regresa plácidamente a su lugar donde, tras catorce años, cada vez tiene mayor dificultad para correr como antes cuando llega la noche, incluso para subirse a su cesta. Va costándole casi como cuando aquellos escalones eran gigantes para él. Su pelo acharolado va perdiéndose dejando entrever los huesos de su columna vertebral. Su pecho, antaño prominente, se oculta cada vez más, en cada enrosque de su cuerpo con el frío. Sus bigotes y sus cejas son canas, y observa como una persona anciana, eso sí: muy digno él. 
A mi lado desde una década y media, tiempo en el que han cambiado mucho las cosas. Él solo lo ha hecho en su físico, en sus capacidades, en sus carreras alocadas pegándose tortazos con las puertas por calcular mal las frenadas, como un dibujo animado. En todo lo demás, sigue siendo el mismo: el fiel compañero que jamás deja de buscar caricias diariamente y que nunca volvió a bufar tras encontrar a su alter ego humano y su casa para siempre. 
En el Día Internacional del Gato...

miércoles, 19 de febrero de 2020

Huckleberry Finn en el cine y su música. Aniversario de su publicación en Estados Unidos.



El 18 de febrero de 1885, el escritor norteamericano Mark Twain publica 'Las aventuras de Huckleberry Finn' en Estados Unidos. 
La historia del joven Huck y el esclavo de color Jim a orillas del Missisipi, desarrollada a través de los conceptos de la libertad, la amistad y la fidelidad en la profunda América donde el racismo imperaba por entonces, ha sido motivo atrayente para las productoras cinematográficas. Vamos a quedarnos con tres versiones y diversas secuencias que os ofrezco en el vídeo. 
Una de las más populares fue la que Mickey Rooney protagonizó en 1939 y que produjo Joseph Leo Mankiewicz, años después brillante director de algunas obras maestras como 'Eva el desnudo'. A ella corresponden los cuatro primeros momentos del vídeo que muestra el papel de la banda sonora que el gran Franz Waxman compuso para el filme. Es una partitura solvente, en el mismo nivel que una película que tampoco fue nada del otro mundo. Probablemente Waxman no se la tomó muy en serio si comprobamos lo que el músico escribió en los dos años siguientes: nada menos que 'Rebeca' (1940) y 'Sospecha' (1941), dos grandiosas partituras, esta última nominada al Oscar aunque la estatuilla fue a parar a 'Pinocho'. 
En 'Las aventuras de Huckleberry Finn', Waxman se apoya en un estilo de música e instrumentación tradicional americana para los primeros treinta segundos del tema principal que aparece acompañando los créditos iniciales (primer momento del vídeo) y que impregna además la música de un fuerte carácter rítmico y juvenil, como corresponde al protagonista. Inmediatamente desarrolla los sones del que es sin duda el tema estrella de la película y que aparece en diferentes momentos, una bella melodía con cuerdas muy armónica, que conduce al espectador a identificarla con la tranquilidad de los paisajes del Missisipi y la calidez de los sentimientos de los protagonistas principales. La segunda secuencia que os ofrezco de la misma película es música que acompaña a unas imágenes en las que se demuestra que Waxman, junto con Max Steiner, fueron padres de la música cinematográfica a la hora de acompañar las imágenes recalcando con el ritmo e instrumentación lo que sucede en cada instante en pantalla. Hay tensión en unas escaleras, en Huck descubriendo el ataúd, romanticismo en la irrupción de la señora en la habitación, dinamismo musical en la huida del chico... 
En las dos últimas secuencias de esta película en el vídeo comprobamos el papel del tema melódico de los créditos acompañando a la discusión entre Huck y Jim, y finalmente la despedida en el final del filme con la misma melodía. 
En 1960, Michael Curtiz, quien dos décadas antes había dirigido 'Casablanca', tomó la cámara para rodar otra versión de 'Las aventuras de Huckleberry Finn' para la Metro. En esta ocasión fue Jerome Moross el compositor elegido, un músico que tiene su máximo exponente en la descomunal partitura para 'Horizontes de grandeza' (1958), compuesta tan solo dos años antes que su 'Huckleberry Finn'. En aquella versión se aprecia el estilo más acentuado de Moross en la estela de su score más apreciado, componiendo una música que opta más por los grandes espacios abiertos y más próxima a la aventura de ribetes westernianos que por los sones de la américa profunda sudista que observamos en la obra de Waxman. Os ofrezco en el vídeo los créditos iniciales. 
Como tercera película que he elegido sobre Huckleberry Finn, y siempre teniendo en cuenta sus bandas sonoras, no podemos dejar pasar por alto la versión que Disney rueda en 1993 con Stephen Sommers en la dirección (¡Y Janusz Kaminski como director de fotografía, el responsable de la luz en todas las películas de Spielberg desde 1993!), con un jovencísimo Elijah Wood en el papel de Huck, antes de ser universalmente conocido años después por encarnar a Frodo en 'El señor de los anillos'. Aquí pone banda sonora Bill Conti, especialmente apreciado por 'Rocky', 'Elegidos para la gloria' y series de televisión con partituras extraordinarias como 'Falcon Crest' o 'Norte y Sur'. De hecho, 'Las aventuras de Huckleberry Finn' de Conti nos recuerda la potencia de metales de 'Norte y Sur' y no deja de tener una cierta similitud con Júpiter de 'Los planetas', de Gustav Holst. Simplemente como curiosidad, que conste... 

domingo, 16 de febrero de 2020

La banda sonora para despedir el día: 'El violín rojo', de John Corigliano


En la ceremonia de los Oscars de 2000 se coló una banda sonora que, desde que fuera nominada, parecía tener todas las papeletas para llevarse la estatuilla, aun siendo su autor un compositor no específico para el cine y competir en aquel año con pesos pesados como John Williams, con 'Las cenizas de Ángela', o Thomas Newman, que escribió una muy solvente partitura para 'American Beauty', película ganadora de aquella edición, con cinco Oscars.
Eso sí, el de mejor banda sonora original se le escapó al filme de Sam Mendes. Se 'coló' en este apartado 'El violín rojo', de John Corigliano, un compositor que hoy 16 de febrero ha cumplido 82 años y con solo varios scores en su haber, ya que compone música clásica contemporánea, valga la paradójica expresión.
'El violín rojo' solo tuvo esa nominación. Se trata de una película canadiense con ínfulas pretenciosas y algo impostada aun teniendo algunos momentos de cierta valía, una historia sobre el violín más perfecto del mundo, que juega el papel de elemento principal del filme y que recorre distintas épocas y culturas desde que fuera construido por un maestro italiano transido de dolor por la muerte de su esposa embarazada. Su característico color lo logra al pintar el instrumento con la sangre de la mujer, convirtiéndose desde entonces en un violín 'maldito' que va cayendo en manos de personajes situados en Viena, Oxford, Shangai y Montreal. La mezcla de película histórica con ribetes bastante poco creíbles de filme policíaco y de trueque como desenlace restan valor a un producto de culto limitado en calidad y en público.
'El violín rojo' tenía un hilo conductor que su director, el canadiense François Girard, empleó con aplastante lógica: una banda sonora salida del violín protagonista. Para ello contaron con John Corigliano, que compuso una música basada principalmente en un tema de amarga belleza que suele repetirse en distintos momentos del filme, en algunas ocasiones versionado. En el vídeo de esta noche os ofrezco varias imágenes de la película. La primera, el momento en el que el maestro constructor pinta el instrumento, en donde suena el citado tema. Una segunda secuencia responde a otra composición para el filme con un grupo de alumnos que aprenden y crecen en un monasterio y el joven protagonista de esa historia en Viena es el poseedor del violín rojo. En una tercera secuencia regresamos al tema principal versionado por los gitanos que aparecen en la parte de Oxford, a la que también pertenecen las románticas imágenes del violinista y la mujer y, finalmente, ya en otro momento de la historia del violín, su aparición en la China de Mao.
'El violín rojo' es una rareza de inquietante belleza de un compositor que trató de dar vida y alma con su música a un filme fallido a pesar de sus bondades.


sábado, 15 de febrero de 2020

'Planta cuarta' y Manuel Villalta en el Día Internacional del Cáncer Infantil



En el Día Internacional del Cáncer Infantil, me viene a la memoria una deliciosa película de Antonio Mercero, 'Planta cuarta'. 
Si algún cineasta ha demostrado su afinidad con los niños y jóvenes a la hora de contar y rodar sus historias ha sido Mercero, con dos ejemplos preclaros en televisión y cine: 'Verano Azul' y 'Planta cuarta'. 
Basada en la obra teatral 'Los pelones' de Albert Espinosa, el recordado Mercero presentó en el Festival de Málaga de 2003 (en la fotografía estamos él y yo el día del pase de prensa) este filme sobre las aventuras de un grupo de chicos hospitalizados con cáncer. Sus días transcurren entre pruebas, dolorosos tratamientos, momentos de añoranza por la vida cotidiana exterior, pero también instantes de travesuras, de carreras de sillas de ruedas por los pasillos, de deseos en el despertar sexual, de superación y sobre todo de convivencia y compañerismo, con un líder encarnado por Juanjo Ballesta, para superar la enfermedad. 
Una historia entrañable, con momentos brillantes y otros tendentes a la lágrima fácil, pero con el toque personal que Mercero fue capaz de aplicar a historias de esta índole. 
La banda sonora original fue compuesta por Manuel Villalta, y es probablemente su mejor creación para el cine, medio en el que ha compuesto partituras para películas como 'Nada en la nevera' o 'El oro de Moscú'. 
Su tema principal impera a lo largo del metraje del filme desde que aparece en los créditos de inicio, una sensible composición con el piano como instrumento protagonista del que surge una melodía muy pegadiza en la que se entremezcla la emotividad con el espíritu ingenuo de los protagonistas. A muchos les puede recordar el tema de apertura de créditos que Alan Silvestri compuso para 'Forrest Gump', con cuyo piano el compositor también quiso dejar la impronta de la ingenuidad del personaje interpretado por Tom Hanks. 
En el vídeo que os muestro, y tras el tema principal, os recuerdo la secuencia de los niños cuando visitan la incubadora de bebés, para el que el compositor emplea otro bello tema que inicia con instrumentos de viento como la flauta y la trompa, si bien vuelve a dejar el protagonismo al piano.
Muy reseñable es la tercera secuencia del vídeo, el momento de desesperación en el que el personaje de Ballesta se pregunta porqué no pueden disfrutar como los chicos que se encuentran en el exterior del hospital. Para ello, Villalta demuestra su buen hacer, empleando el tema principal pero semitonado, sustituye varias notas que le aportan ingenuidad y ternura al tema para, con tan solo cambiar sus tonos, transformar la música en una composición triste, desgarradora, apropiada para el momento. Con un par de variaciones sobre el tema principal, todo cambia. 
Es la magia de la música y saber emplearla para su finalidad.