Comenzó hoy el IV Congreso Internacional de Música de Cine Ciudad de Úbeda de la mejor manera posible: con una mesa redonda en la que el compositor
Joel Mc Neely y el productor
Robert Townson desgranaron la obra de
Bernard Herrmann, uno de los grandes clásicos de la música cinematográfica, autor de una buena parte de las partituras de las películas de Alfred Hitchcock entre otros apasionantes trabajos.
A decir verdad, el Congreso ha comenzado este jueves para todos, pero ya ayer miércoles tuvo lugar un interesante taller de composición de música de cine que viene francamente bien para los que tengan intención de dedicarse al mundo de los
scores. Tras la habitual rueda de prensa de presentación del evento por la mañana y la recogida de material y credenciales, el Hospital de Santiago ya presentaba un extraordinario ambiente a las cinco de la tarde, a pesar del exasperante calor que azota Úbeda en estas horas.
Nueva alegría y satisfacción, cada año de mayor tamaño: Sergio, venido de Málaga, y sus cariñosos piques para buscarme la lengua con James Horner; Asier, que teme no poder venir a tomar copas estas noches donde rememorar clamorosas secuencias de
Aterriza como puedas o
Top Secret al colaborar con los organizadores en diversos actos;... y muchos más, entre ellos
David Doncel, al que un sincero abrazo nada más llegar espero que le sirva como apoyo a la ingente labor direccional de este acontecimiento que tendrá que ostentar durante cuatro días.
Y cómo no, gente desesperante.
Conrado Xalabarder, que en un mal día alguien decidió que colaborase con este congreso y eso le ha servido para aprovecharse y convertirlo en su cortijo particular en determinados aspectos. Yo no tengo nada contra el crítico de Fotogramas. Es más que probable que sus contactos sirvan para que los organizadores cuenten cada año con algún que otro compositor español, pero alguien debería decirle que lo suyo es hacer crónicas cortas de las bandas sonoras en su revista y no presentar galas, y aún menos con la pasmosa falta de respeto que sufrimos ayer. A ver, para que de una vez por todas quede claro y no perdamos el tiempo ni el espacio de este blog con este asunto: ¿Para qué coño emplea Xalabarder el inglés durante toda la hora de ceremonia de entrega de distinciones a jóvenes compositores promesas -los premios llamados Goldspirits-? Esto es Úbeda, con un 90% de congresistas españoles, varios guiris y algun compositor aislado que acude a este acontecimiento puntual. Si es así y el idioma oficial del Congreso supongo que es el mismo que el de este país donde tiene lugar el evento, ¿por qué tenemos que aguantar a Xalabarder en un inglés además nefasto? ¿Signo de petulancia? Pero si inglés sabemos todos, alma de cántaro. Si fuera sánscrito tendrías cierto mérito. No me molesta por el hecho de que no lo entienda, que no tenemos obligación ninguna de ser bilingües, porque ya me encargué de saber inglés desde pequeño y lo he practicado mucho en los festivales de Sitges o San Sebastián, por poner dos ejemplos. El hecho es que debe ser al revés, Conrado, 'picha', como decimos en Cádiz: tú hablas en español y después si quieres traduces tu frase al inglés para los tres foráneos sentados. Pero ya ni siquiera al contrario, hasta tuviste la desfachatez de decirle a la ganadora que diera las gracias en inglés cuando la chica había comenzado a hablar en su lengua materna, que es la nuestra: el español. ¿Pero de qué va esto, joder? ¿Y por qué te vistes como un tramoyista de un teatro de pueblo para nada menos que presentar una gala? ¿Por qué ese descontrol con la imagen? ¿Por qué parece un loro leyendo?
¿Por qué tantas cosas inexplicables?
Dejemos a Xalabader desbocado y a rienda suelta -todo un problema para el Congreso, insisto- y vayamos a lo mejor del día: la mesa redonda sobre Herrmann.
Joel McNeely ha recuperado un buen lote de partituras de este maestro para remasterizarlas o volverlas a dirigir editando los cds para que así los aficionados puedan conocer más exactamente la obra del gran autor de
Marnie la ladrona,
La batalla del río Neretva o
Vértigo. Ha dirigido sus partituras y sus comentarios merecieron la pena tanto como el titular que nos dio a los escasos minutos de comenzar su alocución: "La música de Herrmann es engañosamente sencilla". Continuaba reflexionando al respecto, apuntando que "a veces veo las partituras y digo 'aquí no hay nada'. Pero no es así...".
Momento brillante la proyección de una secuencia de
Con la muerte en los talones en la que Cary Grant espera en una parada de autobús de carretera, antes del famoso tiroteo de la avioneta. Para esa secuencia, Herrmann compuso música que Hithcock jamás quiso utilizar. Vimos la secuencia sin el
score incidental, tal y como ha pasado a la historia, y después con la música que finalmente pudo grabar el tándem McNeely-Townson en 2007.
Se produjo un interesante debate y una votación auspiciada por los disertadores: la mitad del auditorio era partidario de la supresión de la música y la otra mitad de que el filme se hubiera quedado tal y como musicalizó Herrmann. El propio Joel era partidario de esto último y Robert de aprovechar el silencio de la secuencia como preludio de la próxima escena con la avioneta.
Particulamente le hice una pregunta capciosa a Townson: Si era defensor de suprimir aquella música que aportaba un constante pero casi imperceptible ritmo de timbal y de suspense ideal para la espera del protagonista, también lo sería para suprimir el frenético tema que Herrmann compuso para la huida en coche de la protagonista de
Psicosis ya anocheciendo y diluviando, ya que el caso era muy similar. Cuestión de globalidad y uniformidad de cada película, me contestaron ambos, de ver realmente qué viene después de cada secuencia o previa a ellas para darle ritmo a cada filme. Pues vale.
Townson dijo frases interesantísimas, como en él es habitual. "El propio Hitchcock escribía en escenas de
Vértigo textos que decían "Dejamos este escena para el señor Herrmann", indicando que "tenía una forma y estilo que, escuchando varias notas, sabemos que es él. Abarcó una diversidad de estilos y con
Ciudadano Kane introdujo un sonido radicalmente nuevo en Hollywood".
Herrmann el arquitectoSe mostraron en la pantalla las partituras originales de puño y letra de Herrmann para varias bandas sonoras, entre ellas el tema del asesinato de
Psicosis. McNeely aseguró que "seguramente él se divertía componiendo sobre la forma de su música en el papel. En
Psicosis, las notas conforman triángulos. Creo que componía de forma arquitectónica". Townson apostilló esta reflexión. "Sus notas se apelmazaban cuando llegaba al final del papel, era como un niño cuando se le acaba la hoja", para aseverar McNeely a modo de broma que "antes de leer las partituras de Herrmann yo tenía la vista perfecta y ahora uso gafas".
John Scott y el polémico 'Robin Hood'Otra de las conferencias destacadas fue ayer la de
John Scott. Compositor de
Greystoke o la efectiva y espectacular, aunque reiterativa en el filme
El final de la cuenta atrás, fue muy duro con la música cinematográfica de hoy. "Hay muy poca originalidad en la música de cine actual. Una película tiene mucha música y te surge una melodía, pero el productor o el director la quitan para que no distraiga de la imagen. Espero que eso cambie", señaló entre otras reflexiones.
Destacó su trabajo para
Marco Antonio y Cleopatra, "mi primera oportunidad para trabajar con orquesta y coro. Compuse ese
score muy nervioso, me dieron tres semanas para hacerla y era un filme de dos horas y media. Me morí miles de veces, pero aquí estoy", aseveró entre las sonrisas de los asistentes.
La polémica afloró cuando reveló un nuevo proyecto: La película
Robin Hood muda rodada en 1922 será estrenada próximamente con música de John Scott. El caso es que, al estar grabada en 18 imágenes por segundo, ha habido que pasarla digitalmente a 24 como el cine actual para evitar esa sensación de velocidad anacrónica que observamos en el cine mudo. Por ello, el filme tiene tres horas. Temerosos de tanto metraje, ni cortos ni perezosos le han metido la tijera para que tenga una duración estándar, que pueda ser proyectada en los cines con un mínimo de garantías de asistencia de público. Le dije a Scott en el debate público que me extrañaba que todo un caballero como él permitiera que se mutilara la obra de un director por el mero hecho de colocarle una nueva música, pero no dio muestras de sentirse arrepentido por esta más que discutible iniciativa ni tener cargo de conciencia. Me replicó argumentando que "en aquellos años se tenía otro concepto del metraje, de la duración...Esto es adaptarlo a los tiempos actuales. Habrá puristas que digan lo que tú estás argumentando, eso lo sé...".
Concierto y adaptación de José DopicoAbandonamos el Hospital de Santiago para marchar a la plaza Vázquez de Molina, donde la Agrupación Musical Ubetense ofreció un concierto de piezas de música cinematográfica adaptadas a banda. Suenan bien estos músicos, pudimos disfrutar de adaptaciones bien hechas y resueltas por la agrupación como un popurrí de
John Williams o
Éxodo y otras desafortunadas por la mala labor del arreglista -ajeno a la banda, son partituras buscadas incluso fuera del país- como el caso de
Superman. Lo más destacado desde el punto de vista emotivo fue la última pieza, el himno oficial de BSOSpirit y del Congreso, estrenado por vez primera en público y que ha sido arreglado de orquesta a banda por mi amigo
José Dopico, un encargo de David Doncel que acertó una vez más. Qué maravilla de adaptación que viste y oíste de pie como uno más y sin que nadie explicara nada en el escenario. Ejem.
Son las tres de la madrugada, os adjunto fotografías de lo que os he contado de hoy y mañana a las diez es la primera de las conferencias sobre la música de Brouce Broughton. Seguiremos actualizando...
Foto 1: La mesa con Robert Townson (i) y Joel McNeely (d) en el debate sobre Bernard Herrmann.
Foto 2: La partitura original del asesinato en la ducha de
Psicosis, proyectada para los asistentes.
Foto 3: John Scott durante su disertación.
Foto 4: La Agrupación Musical Ubetense ofreciendo el concierto de música de cine.