Ha muerto Gene Hackman. ¡Qué fallecimiento tan extraño, al encontrarse los cuerpos de él, de su esposa (33 años más joven que Hackman, que tenía 95) y uno de sus perros! El colosal protagonista de películas como «La conversación» (Coppola ha lamentado su pérdida en redes sociales con una foto de ambos durante el rodaje del filme), «French Connection» o «Sin perdón» se había retirado de la interpretación hace décadas, hastiado del mundo del cine. Había llegado a una fama que, en su senectud, pareció no compensarle en su vida e incluso hablaba con desdén de la industria que le había hecho ser un actor de gran relevancia, de una enorme presencia en pantalla y mucho más allá de la interpretación del estrafalario personaje de Lex Luthor, «la mente criminal más grande de nuestro tiempo».
Un amigo amante del cine, Antonio González Mesa, me recordaba hoy «El espantapájaros», la película que, bajo la dirección de Jerry Schatzberg, rodó en 1973 junto con Al Pacino. Rememoro esta interesantísima y olvidada cinta, rotundo fracaso comercial en su día aun siendo Palma de Oro en Cannes, y me parece un acertado ejemplo para homenajear a Hackman. «El espantapájaros» (está en Amazon Prime Video en alquiler) es un duelo interpretativo de dos grandes encarnando a sendos perdedores anónimos cuyas vidas se cruzan en busca de una particular felicidad que se supone viene dada por la idea del personaje de Hackman de abrir un lavadero de coches. «Todos los coches se ensucian», le dice a Al Pacino en un diálogo en el que intenta convencerlo de que forme parte del negocio. Las cosas se complicarán porque el mundo que rodea a ambos no está hecho a la medida de ellos y viceversa. El intérprete de «El padrino», rodada precisamente muy pocos meses antes, y especialmente su secuela que se estrenará un año después, encarna en «El espantapájaros» a un joven ingenuo, con sentido del humor, frente a un Hackman recién salido de la cárcel, misántropo y violento. Esta unión devengará tanto enriquecimiento entre ambos como autodestrucción, todo ello contagiado a un espectador que asiste a la traslación de caracteres de los protagonistas en determinados momentos del filme, a la exposición del sentido de la vida del personaje de Al Pacino hilvanado a través de una caja con un lazo de regalo que siempre le acompaña con un destino esperanzador y, sobre todas las cosas, un espectacular tour de force entre ambos intérpretes cuando Hackman aún no estaba asqueado de Hollywood y Al Pacino no tenía los tics sobreactuados.
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