Siento mucho la muerte de Pepe Pettenghi. La última vez que nos vimos fue en la Feria del Libro de San Fernando, él firmaba con sus colegas ejemplares de «Histeria de Cádiz» y yo de «Las bandas sonoras para despedir los días». Nos dio mucha alegría vernos y nos hicimos esta foto de recuerdo.
Lo conocí en su etapa de concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Cádiz, allá a inicios de los años 2000. Hablaba con sabiduría cuando se tocaban temas de educación y jamás le vi un exabrupto en sus intervenciones plenarias. De todas maneras, la política no era un buen caldo de cultivo para un hombre insobornable como él. Mantuvimos un relación de periodista a político estupenda, y después de amigos, que me llevó a seguir sus obras literarias, desde los libros hasta sus caústicos artículos en medios de comunicación. Me declaré fan incondicional de los inventos perfectamente prescindibles de la humanidad que publicaba en Diario de Cádiz y después me he reído mucho en redes con su «San Toral», ese vademécum gamberro y cáustico de santos con historias inventadas -y no tanto- cuya recopilación dio lugar a su penúltimo libro. Hace tan solo unos días se publicaba «Histeria sagrada», obra colectiva con su grupo de amigos con los que ha escrito cosas muy divertidas, molestas para mentes estrechas, interesantes y desmitificadoras en una tierra tan ombliguera como la nuestra.
Descansa en paz, Pepe. O que la tierra te sea leve, empléese la fórmula preferida por cada uno de quienes te apreciábamos.
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