Cuando alguien me pregunta porqué no veo series de televisión, mi respuesta siempre es la misma: no puedo permitirme emplear mi tiempo en ver esas cosas mientras existan más de un centenar y medio de películas de John Ford y no he llegado a visionar ni una veintena de ellas.
De manera que ahora aparece la noticia del descubrimiento de uno de los filmes perdidos de Ford, de quien es imposible ver toda su obra porque decenas de sus cintas se perdieron o no tienen distribución. Por eso el hallazgo de «La gota escarlata» es todo un acontecimiento cinematográfico mundial al que posiblemente pocos presten atención. Fue rodada en 1918, apenas un año después de que Ford estrenara su primera película, «El tornado», pero no fue su segunda. En apenas doce meses, el director rodó una decena de películas, y después, hasta 1926, el 90% de su producción se ha perdido, por lo que hasta el momento sufrimos de la ignorancia que supone lo que, en su conjunto, podría completar una trilogía bíblica sobre el cine dictada por las obras de Einsenstein, Griffith y Ford.
«La gota escarlata» se ha encontrado en Chile. Jaime Córdova, investigador y periodista chileno, director del Festival Internacional de Cine Recobrado de Valparaíso, la encontró en un lote de viejas películas compradas a un anticuario. «Es como encontrar el santo grial», ha dicho. El romanticismo envuelve la obra de Ford, quién lo iba a a decir de un maestro que, para muchos errados, solo rodaba obras con tipos duros.
Así que aún tengo la esperanza de que decenas de películas del maestro se sigan encontrando. Mientras, me quedan muchas joyas por ver delante de mi pantalla.
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