martes, 13 de agosto de 2024

«La trampa», de Michael N. Shyamalan



Regresa Shyamalan a los cines con «La trampa», una película con una solvente primera parte en la que el director va introduciendo al espectador en los acontecimientos con tal habilidad que, sin suceder más allá de un concierto para adolescentes y un gradual conocimiento del personaje psicótico, nos mantiene en la butaca sin pestañear.

El director de «El protegido» se vuelve a mostrar como pez en el agua rodando espacios multitudinarios, marchando de un lado a otro pero con pulcritud clásica, descubriéndonos elementos u objetos importantes para el guión con movimientos de cámara hacia abajo, a un lado, sin ostentosidad, e inquieta al espectador con el convencionalismo que supone el cerco a un asesino, pero manejando los tiempos admirablemente. Otros lances son los que acontecen cuando el filme da paso a una vulgar persecución del protagonista, con policías estereotipados y situaciones inverosímiles que le benefician en sus chirriantes escapatorias del cerco de los agentes y el ramalazo hitchcockiano de andar por casa con fantasma de madre incluida que atormenta a su perturbado hijo en apariciones que suceden cuando al guión le conviene y no cuando hay que darle credibilidad a la película para que el espectador no termine cabreado.

En realidad lo que sucede es que, cuando nos sentamos a ver una película, nos predisponemos a vivir el género que se nos anuncia. Por eso nos creemos las disparatadas peripecias de James Bond o disfrutamos con Indiana Jones y sus amigos cayendo al vacío desde un avión en un bote hinchable. Pero la pregunta es –desde el principio de los tiempos- en qué género enmarcamos las películas de un tipo que ha hecho «El sexto sentido», «Señales», «El bosque» o «Tiempo». Su versatilidad sinóptica lo encumbra tanto como lo condena.

Yo me he divertido porque creo que Shyamalan, con «La trampa», también. Sin alardes filosóficos, sino con piruetas guionísticas no muy serias. Sin lo que le aportaba James Newton Howard con su música, pero con canciones pop tan livianas como la película. Y lo ha hecho siendo consciente de ello. No hay más, ni siquiera la pretenciosidad que mostraba en algunos de los títulos con los que carga en su irregular mochila. Y si encima hace calor en la calle y en el cine se está fresquito, pues mejor que mejor.

Ya tenéis la videocrítica de #LaTrampa en el canal #ultimoestreno en este enlace: https://youtu.be/XIXfe7pPxzI?si=u5XctdurEytzpZBb

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