TVE 2 emite esta noche, en «Días de cine clásico», la obra maestra «El planeta de los simios».
La banda sonora de Jerry Goldsmith es el claro ejemplo del uso no solo adecuado, sino perfecto, de la música en el cine, que no se compone para "ser bonita" ni escuchar en un CD, sino para cumplir una función narrativa. Y no, el tema de la caza del humano por parte de los monos a caballo no es música incidental si entendemos este término como secundaria por ambiental o 'de relleno'. Es un tema tan devastador como claustrofóbico con la particularidad de que ésta se suele provocar en escenarios cerrados y limitados, pero las escenas de «El planeta de los simios» se desarrollan en espacios absolutamente abiertos. La sensación de 'cazado' que sufre el espectador la provoca Goldsmith con su rudeza, con las llamadas de los cuernos sonando en los morros de los simios, con una atonalidad que hace pensar a quien visiona el filme que la acción no se desarrolla en un entorno, en un planeta conocido. Sin embargo, Goldsmith es partícipe fundamental del (maravilloso) engaño al que nos somete Franklin J. Schaffner.
La secuencia es tan demoledora como un final que lo es más aún porque, lejos de lucirse, Goldsmith no compone música para aquellos célebres planos finales. El hallazgo de George Taylor en la playa es más impactante todavía con solo el rumor de las olas. Y el silencio, ese maldito pero maravilloso silencio que, paradójicamente, tanta narrativa musical genera.
OBRA MAESTRA ABSOLUTA. Esta sí, qué puñetas.
Por cierto: hace tiempo que descubrí (personalmente, que conste) la magia que genera la superposición del tema de la caza de la banda sonora de Goldsmith con los compases del tema, también del mismo compositor, titulado 'Hanging On' de «Acorralado», mi otra banda sonora preferida de Goldsmith. Y es que en la película protagonizada por Stallone, Rambo también está siendo cazado por simios, por seres sin escrúpulos de una raza que no comprende nada...
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