Sevilla perdió la oportunidad de convertirse en el centro mundial de la música de cine con los suprimidos Encuentros de Música Escénica y Cinematográfica. Grandes compositores como Elmer Bernstein, Jerry Goldsmith, Ennio Morricone, Patrick Doyle, etc. vinieron a la capital hispalense con gran repercusión mediática durante varias décadas. Yo los cubrí puntualmente año tras año. Festivales de cine ya había muchos, pero de música pocos. No se quiso aprovechar aquello porque se menospreció un género que hoy día le da prestigio a ciudades como Cracovia y millones de profesionales y aficionados de todo el mundo asisten a conciertos y conferencias, y se prefirió un festival más que, desde entonces, da tumbos, desorientado, es un agujero negro de gastos y en el panorama nacional e internacional no tiene presencia alguna.
En pocos años, y si se hace bien, el nuevo FIMUCS de Sevilla crecerá y se demostrará una vez más que esto es así. Mientras, este mamotreto inventado por varios lumbreras vaga sin rumbo y sigue costando una brutalidad de dinero.
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