Ha muerto Jean-Luc Godard.
Me cansa tanta filmografía inabarcable del cineasta francés, un gamberro con cámara en mano que me aburre en sus películas más reconocidas -tanta carretera, tanto paisaje, tanta ida y venida constante- y me produce dolor de cabeza con su filmografía aun más retorcida y exagerada en etapas en las que le faltaba frescura a su habitual provocación.
Godard era muy francés, un país con un cine espesito. No obstante, y como siempre, revisionar lo que el cuerpo aguante de su filmografía siempre nos aportará riqueza a la hora de entender mucho cine contemporáneo realizado con otro pulso. En este sentido recuerdo precisamente haber revisado hace poco 'Banda aparte', quizá su película que me resulta más interesante de aquellos años sesenta, su etapa de mayor aporte conceptual al cine. Olvidándonos de cosas absurdas como tener pistolas a pares en tu casa, atracar a plena luz del día con medias en la cabeza sin que nadie se percate (¡y regresar al día siguiente!), el perro les mueva el rabo y el humillante trato a Odile como mujer, el baile de los tres protagonistas en el café es una joya de la que sin duda bebieron cineastas posteriores. Porque un atraco frustrado y un peculiar ritmo acompasado repentino en los actores no es exclusivo de Tarantino, oiga...
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