martes, 30 de agosto de 2022

La situación del Cádiz CF



La cosa ya empezó mal desde un rato antes del partido de este fin de semana. Uno, que tiene la costumbre y el defecto profesional de echar un vistazo a determinadas redes sociales y por supuesto las del Cádiz CF, le pega el clickazo al escudo de nuestros amores futbolísticos varias veces un día de partido por lo que pueda pasar de última hora, y hoy, de repente aparece este medio gachó con pinta de sentirte en la obligación moral de darle unas moneditas para que se compre chopped en el Mercadona.

Pero qué coño, enseguida te percatas que este tiene más dinero que todos los que hoy nos hemos sentido abochornados con el ¿juego? de nuestro equipo juntos y te guardas la limosnita para mejor ocasión, que por cierto llegó tras dos horas de sonrojante partido. Aunque también te das cuenta de que esos que deambulan por el Carranza (perdón, Nuevo Mirandilla) de un lado para otro sin ser capaces de hacer ni dos pases de balón seguidos -literalmente y sin exagerar- ganan también más que los carajotes que nos tragamos los partidos cada semana esperando que tanto parche dé resultado. Así que al final la limosnita te la guardas para pedirle a Santa Rita de Casia, patrona de los imposibles, que esto cambie más pronto que tarde.

Decía que la historia de hoy empezó ya mal porque al final te das cuenta que la ridícula foto de este menda es el fiel reflejo de otras muchas cosas. Y que, por mucho que le pongan una camiseta amarilla, al nota le importa el Cádiz un nabo, algo que se está comprobando que le sucede cada semana a muchos que se visten de corto y también a los que no. La cara de asco del niño este y de preguntarse "qué hago yo aquí" quizás también la empiecen a mostrar algunos que dirigen el cotarro y que hasta el momento han mostrado sonrisas impostadas. Y en definitiva, la foto también demuestra que todo no es posturitas, apariencia, vender la moto con merchandising y estrategia de comunicación. Lo digo yo, sí, precisamente por eso, porque somos especialistas en tapar boquetes en acero con plastilina de la tienda del moro y después nos echan las culpas de todo lo malo siendo ellos los que no han sabido gestionar las cosas importantes, que en el fútbol se resumen en un mandamiento: meter goles gracias a profesionales que hagan fútbol. No filigranas, que para eso todos sabemos que no hay dinero bastante, pero sí para al menos pegar unos cuantos zarpazos que, sobre todo, infundan dignidad a unos colores.

Lo que hemos visto este lunes, entre otras cosas, era un equipo, el Athletic, contra un filial un miércoles de partidillo en un campo de entrenamiento. Y fíjense ustedes que el tío ese que se quiere ir al Depor para jugar contra el Rayo Majadahonda, el Unionistas o el San Sebastián de los Reyes en lugar del Real Madrid, el Barcelona o el Atlético de Madrid, en un ejemplo inédito de Expediente X, costó un millón de euros. Lógico que el personal lo reciba con una pitada. Si te quieres ir, pasa por caja y con lacito.

Pocos pitos se sacan en Carranza (perdón, Nuevo Mirandilla) para decir aquí estoy yo. Ni la afición, ni los futbolistas, ni la directiva.

Siempre les quedarán las fotos de gente que no tiene nada que ver con el fútbol, las panorámicas de Cádiz, en definitiva grandes repelladas de plastilina barata -con cara de asco o sin ella- para tapar los boquetes de un barco que se va a pique.

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