Existen dos maneras de rodar una película de terror. Las buenas son las que cuentan con un guión de verdad que provoca una sucesión de efectos-patrones emocionales dirigidos al espectador para acojonarlo. Las malas se olvidan de la historia que cuentan porque, simplemente, no hay nada que decir, y dado que hay que hacer algo durante dos horas, engañan al personal con una sucesión de efectos especiales, de sonido y oscurecemos la pantalla para que estos timos se vean lo menos posible.
A pesar de la cosecha que tenemos desde hace décadas de buen cine de terror catalán, el recién estrenado David Casademunt no ha optado ni siquiera por el efectismo tradicional, sino que ha preferido confiar el éxito de su ópera prima a los resultados que te aportan los profesionales que trabajan para ti. Pero por mucho que cuentes con una preciosista fotografía, encuadres de paisajes tan pretendidamente perfectos que resultan fríos, una banda sonora notable (las connotaciones con 'El bosque' de James Newton Howard se me aparecieron como un fantasma, provocándome la película al menos sensaciones por vez primera) y otras excelencias técnicas que hoy día tanto han avanzado, si no hay guión, no hay película.
Te lo cuento en la videocrítica con la que inauguramos el año 2022 en el apartado de análisis de películas en el canal #UltimoEstreno.
Ah, y unos apuntes iniciales al gatillo fácil que tenemos con tanto 'actor maestro' y películas 'obras maestras'.
Pincha en el enlace y ahí la tienes o en la imagen superior: https://www.youtube.com/watch?v=q_QhZGIjsp8
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