sábado, 25 de septiembre de 2021

'Cry Macho', de Clint Eastwood


Clint Eastwood es de esos (pocos) cineastas que, venido de vueltas de la vida –más allá del propio cine marcado por las vivencias- pone el piloto automático a la hora de dirigir una película y surge un producto estándar de calidad. Rodajes impecables desde el punto de vista técnico y direccional, ritmo y pausas marca de la casa y dramatización musical secundaria…

En este sentido, ‘Cry Macho’ es una road movie como tantas con claras similitudes con una de las mejores del director en las últimas décadas: ‘Un mundo perfecto’, si bien este último filme rodado por Eastwood padece el mal endémico de su cine contemporáneo y que cada vez gangrena más sus películas hasta convertirlas en sombras de dudosa dignidad hacia su propio autor. Eastwood se empeña en compatibilizarse con papeles ya imposibles e inverosímiles para él. Se sube a caballo a domar animales salvajes, conduce por carreteras empedradas a velocidad de vértigo, pega puñetazos y para colmo ama y baila. No hay sexo porque le viene mejor guionísticamente dejar tirada a la madre del chico. Si no fuera así, no tendría resquemor alguno por retratarse en una escena de cama autohumillante. ¡Si ni siquiera se puede sentar a comer en una mesa, retira una silla torpemente y anda en toda la película como arrastrando sus 91 años!

Quizá el chico que encarna Eduardo Minnet, convertido en el macguffin de la película, tiene la clave de este canto de cisne, respetuoso y aséptico con el cine, pero injusto con su propio creador, cuando casi al finalizar este ‘Cry Macho’ le espeta en el coche, de regreso/huida a Texas: “Antes eras fuerte y joven, ahora no eres nada”. Y Eastwood, pagando el peaje por venir de regreso de todo, se autodesmitifica en su réplica: “Es absurdo ser un macho”.

Quién iba a decir que escucharíamos esa máxima en su boca.

Videocrítica en el canal #UltimoEsteno en la imagen superior.

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