Hoy se cumplen 110 años del nacimiento de uno de los más grandes nombres del cine: Bernard Herrmann.
Tipo malhumorado y más antipático que el gato del doctor No, sin su música Hitchcock no hubiera alcanzado las cotas maestras de algunas de sus películas más grandes. Ambos caracteres chocaron hasta la disolución del tándem en la última etapa del director, perdiendo tanto uno como otro.
Cuentan que un profesor, bastante corto de miras, le dijo al 'niño' Herrmann en sus primeros años de aprendizaje musical que no servía para esto de la música, a lo que Bernie, con su habitual forma de ser, le partió el violín en la cabeza a su maestro y se fue tan tranquilo a su casa. Con los años, ya sabemos: vinieron 'Ciudadano Kane', 'Vértigo', 'Con la muerte en los talones', 'Jason y los argonautas', 'Psicosis'...
En este último caso estamos ante una de las obras maestras músico-cinematográficas más perfectas, no sin antes no haber tenido su rifirrafe con Hitchcock, que no quería música en la película. De hecho, el director pensaba colocar, en la famosa secuencia de la ducha, el sonido de un cuchillo entrando en una sandía, que se supone es el mismo que oímos al clavar este objeto en la carne humana. Herrmann le dijo que al menos escuchara su opinión y sus temas, y finalmente la película se quedó con su banda sonora, una de las más grandes y redondas porque se ha convertido en el ejemplo de score perfecto como tal: los violines por agudos en la ducha, que nos trasladan inconscientemente a los pájaros embalsamados de Norman, revelándonos quién está asesinando; la extensa secuencia anterior de Marion en el coche, con el ritmo trepidante marcándonos la huida; el asesinato de Arbogast...
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