Me cuesta trabajo encontrar en las redes menciones a Alfredo Landa cuando hoy, 3 de marzo, hubiera cumplido 88 años. Mientras algunos discuten sobre cosas sin ningún tipo de interés como los Premios Feroz esos, una gala que al parecer fue penosa y las demostraciones de lo encantada que está consigo misma Victoria Abril, pasa el día sin que 'los del cine' de este país se paralicen para hacer algo que sí sería útil: recordar a Alfredo Landa, a un actor inmenso entre los inmensos, denostado por algunos acusado de hacer un tipo de cine que no lo creó él, sino un país sumido en el tercermundismo cinematográfico por culpa de una vergonzosa dictadura que, a diferencia de algunos regímenes totalitarios sufridos por otros países en el siglo XX, ni siquiera fue capaz de crear una industria sólida, aquella que como el propio Luis García Berlanga afirmaba, comenzaba a aflorar en los años treinta y que acabó destruyéndose, como muchas otras cosas de este país, por culpa de una Guerra Civil.
La imagen de Alfredo Landa en 'Los santos inocentes' me produce mucho pavor. Un personaje impecablemente interpretado, sumiso hasta lo grotesco ante el señorito y a la vez tratando de conservar la dignidad como padre de familia. Las dos caras de una misma moneda de la sociedad española de tantos años...
Alfredo Landa recibió muchos premios, honores, distinciones y calles durante su vida. Se fue sintiéndose querido, pero al igual que en muchas ocasiones lamentamos que las honras se dediquen a personas que las merecen cuando ya han fallecido, en su caso estamos en el fenómeno contrario. Parece que, a día de hoy, se nos ha olvidado que tuvimos entre nosotros a uno de los mejores actores del mundo al que siempre hay que recordar, porque el legado que deja es mucho más importante que cualquier ceremonia, que cualquier polémica negacionista pasajera.
Sirva este videorreportaje en el canal #UltimoEstreno de Youtube como modesto homenaje.
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