Ni el halo de Connery ni los otros me ha ocultado desde siempre las características del papel: un tipo hierático, que chasquea los dedos y en la siguiente escena aparece metido en la cama en un mundo en el que las mujeres son objetos; malvados que se quedaron anticuados hace ya décadas, bien locos grotescos o regímenes políticos fáciles de atacar u obsoletos; inventos ya vistos en muchas películas y ya ni siquiera interés en sus bandas sonoras, cayendo la última en manos de Hans Zimmer.
Si Bond fue algo "para divertirse un rato" prefiero 'Top Secret' y Hillary Flammond midiéndole el nardo a 'La antorcha' en una escena cojonudamente zafia que ver a un tipo al que le colocan gente descerebrada a su alrededor para lucimiento de un personaje misógino y pobre en guiones a más no poder.
Y que conste que no soy defensor del ultracorrectismo político que actualmente impera, es decir, no rechazo al invento de Bond porque lo considere exclusivamente machista sin mirar otras hipotéticas excelencias. Es que, francamente, no se las encuentro. El propio Daniel Craig tampoco, a tenor de algunas de sus declaraciones en estos últimos años, aunque comer haya que comer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario