viernes, 9 de octubre de 2020

El Festival de Sitges en mis primeros recuerdos


Hoy comienza el Festival de Cine de Sitges. No creo que haya habido un solo octubre, desde que se inventó esto de las redes sociales, que no haya hablado-escrito de él por aquí, como durante tantos años lo hice en la radio en
#UltimoEstreno, donde cada noche y desde Sitges contaba, vía telefónica, cómo había ido el día tras visionar, desde las nueve de la mañana, seis o siete películas, cada una 'de su padre y de su madre'.

Fue el primer festival al que asistí fuera de las fronteras más 'cercanas' de donde vivo. En 1992, cuando Cinesa aterrizó en la provincia de Cádiz con sus cines en el centro comercial Bahía Sur, revolucionando el negocio de la exhibición, hice una maravillosa amistad con su director de marketing, Ricardo Gil, un catalán de pura cepa, al que tenía prácticamente cada semana en la emisora contándonos por teléfono los estrenos de la compañía, taquillas logradas por las películas, curiosidades, etc. Ricardo venía a veranear a Chiclana y, aun disfrutando de su merecido descanso, me invitaba a su chalet alquilado para hablar de cine, conversar, se 'escapaba' a San Fernando y nos dábamos un homenaje... Era un gran tipo, supongo que seguirá siéndolo. Terminó agotado de los entramados del cine y hace ya más de década y media que dejó Cinesa y se dedica a otra actividad distinta. Desde entonces apenas sé de él.

Ricardo Gil era un estrecho colaborador de la organización del Festival de Sitges, prácticamente estaba integrado en ella. En 1992 hablé con Joan Lluis Goas (un fuerte abrazo y mi admiración por siempre, amigo) unas horas antes del inicio del festival para entrevistarlo como director que fue por aquellos años. Recuerdo a Goas entusiasmado en directo haciendo cábalas conmigo sobre el cine fantástico y su futuro. "Dentro de poco se estrena lo que será un auténtico acontecimiento, ya lo verás: el nuevo Drácula de Coppola, marcará un hito", me aseguró sin dudar. No se equivocó.

Decía antes que llamé a Goas. Coincidía con Ricardo Gil de 'inspección' por sus cines en Bahía Sur y se había acercado a la emisora, y me dijo que lo que tenía que hacer era acreditarme e ir al festival a cubrirlo, que no me preocupara porque allá estaría él de cicerone para lo que necesitara.

No me lo pensé más y, al año siguiente, con 24 años, me embarqué en lo que fue una aventura inolvidable: mi primer festival internacional, acreditado y con lo que ello significaba.

Conforme pasaron los años, y como es lógico, uno se acostumbraba a este tipo de festivales, cogiéndole la medida. Pero siempre recordaré las primeras ediciones en las que estuve presente. Allí conocí a Robert Wise, Tarantino, Christopher Lambert, Stuart Gordon, Christian Bale, Paul Williams, Keir Dullea, Ray Harryhausen, Guillermo del Toro, Lance Henriksen, Christopher Coppola, Don Bluth, Carlo Rambaldi y un largo etcétera de nombres sagrados que han sido, en mayor o menor medida, capitales a la hora de hablar del cine fantástico y en realidad del cine en general. Pero también conocí en persona a 'gente de a pie', a quienes se curraban aquello o con quienes desde entonces coincidiría en más festivales: Goas, Xabier Catafall, Nuria Vidal llevando Prensa del Festival, Alex Gorina y otros colegas y personajes como Carlos Pumares, uno de mis ídolos cinematográficos desde la infancia, que el primer año que fui al festival, estábamos ambos alojados en el Hotel Gallípolis en la misma planta, y cada hora preguntaba en recepción si ya estaba allí para acercarme y tener el valor de presentarme y conocerlo. "El señor Pumares aún no ha llegado", me decía el paciente recepcionista. Cuando arribó con su mercedes nos conocimos e hicimos buenas migas, las suficientes como tenerlo al teléfono con sus opiniones en los programas especiales en los que, como recordarán muchos, emitíamos los Oscar en directo y convencerlo en 1995 para que bajara a San Fernando a dar una inolvidable conferencia sobre los cien años que cumplía el cine y su convencimiento de que no volvería a cumplir otros cien. No tengo copia en vídeo de aquella charla y tertulia con un salón abarrotado, solo algunas fotos, varias colgadas en años pasados en mis redes, y eso sí, muchas anécdotas que algún día iré contando tanto de esos dos días como de encuentros posteriores.

Quería con todo ello decir algunas palabras sobre Sitges y su festival porque para un joven como yo por entonces, que ya llevaba cuatro años en la radio pero ahora tocaba ir solo a un evento de esta magnitud durante casi una decena de días, fue toda una experiencia. Nadie de la época procedente de Andalucía cubría el festival de cine fantástico más importante del mundo, excepto yo. Imbuirte de lo que conocías allí, compartir con la fauna que te encuentras en estos sitios cuando te queda mucho camino por recorrer y muchos palos por recibir y, sobre todo, aprender, entre otras cosas viendo siete películas al día, es algo que siempre llevas contigo.

El Festival de Sitges cambió incluso de nombre, no se libró de las zarpas y la mediatización política, pero continúa conservando ese halo que no tiene ningún otro y esa cercanía entre crítica, invitados y público. Anoche inició su nueva edición con una, a priori, divertida película, 'Malnazidos', sobre nazis y zombis. Echo de menos no estar allí y cubrirlo para vosotros con los medios de difusión existentes actualmente, impensables en los noventa, terminar exhausto cada día pero también continuar aprendiendo -eso siempre- casi sin tiempo para ver la mierda cotidiana que nos rodea diariamente. El festival, además, se ha adaptado a los tiempos y a las circunstancias, y on line se pueden visionar películas que compiten en su sección oficial y en otras atractivas secciones que ofrece.

Larga vida al Festival de Sitges y mucha suerte para los próximos días.

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