martes, 26 de mayo de 2020

"Forme una oración con las palabras liebre, cazador, campo"

Hoy he visto en Facebook un sujeto que ha colgado una foto de Adolfo Hitler. Abajo se podía leer una frase escrita sobre ella: "Hola. ¿Me abre? Soy el del gas". Me niego a reproducir semejante bazofia, quizá algunos de vosotros la hayáis visto por ahí en distintos grupos.
El 26 de mayo de 1933, los nazis legalizaban su nueva ley de esterilización eugenética. Casi 90 años después, el ser humano vuelve a demostrar su pasmosa facilidad para permitir que aflore su lado más repugnante, causada principalmente por el olvido de lo vivido, de lo sufrido. Bromear con infinito mal gusto sobre lo que sucedió en el mundo en aquellos años contribuye, además, a banalizar monstruosos hechos y a echar leña a un preocupante fuego que parece no nos percatamos estamos volviendo a encender.
"Forme una oración con las palabras liebre, cazador, campo". En 'Vencedores o vencidos', Stankey Kramer dirige una brillante película en la que no solo sobresale el elenco actoral, incluido el siempre excesivo Maximilian Schell, sino también una gran capacidad para cautivar al espectador en una lucha judicial en la que todos nos sentamos como jurado popular para, incluso en ocasiones, y aun sabiendo las barbaridades perpetradas por los acusados, escuchar atentamente a la defensa, ver cómo Hans Rolfe (Schell) le saca los colores a los países ganadores de la Segunda Guerra Mundial con sus políticas y hasta le da estopa al Vaticano. "La culpa de Alemania es la culpa del mundo", sentencia en su discurso final.
Kramer lleva de manera tan acertada el tempo del filme que, gradualmente, sin necesidad de que tengamos esa lógica predisposición a ello, deja desnudos a los nazis justo cuando hay que hacerlo para ir construyendo el desenlace. Es en este proceso cuando tiene lugar la secuencia más excelsa de la película.
Montgomery Clift sube al estrado como testigo en la piel de un atormentado y mutilado Rudolp Petersen.
"Forme una oración con las palabras liebre, cazador, campo". Si no eres capaz de hacerlo, eres subnormal. Mereces morir. Petersen se desploma ante la prueba. No es capaz. "Ya lo teníais previsto...", se lamenta gimiendo. Es entonces cuando, del bolsillo de su chaqueta, saca una foto antigua de su madre, una bella mujer, la muestra al jurado, y pregunta entre sollozos: "Mi madre...¿Era débil mental?".
Y entonces en aquellos años, cuando yo era un dieciochoañero y por vez primera vi esta película y estos minutos de gloria, lloré amargamente frente a la pantalla.
Algunos tarados, pero de los de verdad, deberían verla una y otra vez para arreglarles sus cabezas huecas y dignificar al ser humano antes de que sea, de nuevo, demasiado tarde.



ACTUALIZACIÓN. Me envían un privado 'sugiriéndome' que me puedo haber inventado el asunto. Pues nada, no pensaba hacerlo, pero ahí va pantallazo. Afortunadamente, los administradores de esos grupos y del propio Facebook están borrando esta basura de por donde pasa.


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